En el laboratorio

Sexo y fantasía entre dos compañeros y un protagonista desconocido...

EN EL LABORATORIO.

Su mirada se detuvo en la pantalla del ordenador portátil, pensó que detrás del mismo se encontraba el chico de sus sueños observándola, sonriendo .Decidió desabrocharse un botón de la camisa, luego otro y acariciar suavemente sus pechos…sabía que él estaba allí, lo sentía y esto la excitaba mucho. Decidió continuar y se puso de píe para quitarse el pantalón, y luego el tanga que apenas cubría su desnudez. Puso la mano en la pantalla y acaricio el borde de la misma, era su rostro, su perfil .Con la otra mano empezó a acariciarse suavemente, como en otras ocasiones lo había hecho él, entrando con dulzura, como pidiendo permiso para compartir el placer.

Su compañero del laboratorio no podía creer lo que estaba viendo. Siempre la había considerado una mujer muy recata, tímida y discreta, apenas sabía  algo de su vida. Alguna vez había intentado quedar con ella a la salida del trabajo, pero nunca lo había conseguido. Le hubiese gustado mantener con ella una relación más cordial, compartir experiencias, debatir sobre cualquier tema, contarle como se sentía algunas mañanas después de una noche de diversión e insomnio. Era como un muro, las palabras que le dirigía en los primeros días compartiendo despacho  le rebotaban y lo máximo que conseguía en ocasiones era un monosílabo de cortesía.

Y ahora la tenía desnuda de espaldas, ajena a su presencia como en un estado hipnótico, acariciándose sin pudor, rozando el monitor del ordenador con una mano mientras que con la otra jugaba con su sexo. Se acercó sin hacer ruido para no despertarla de su sueño erótico y después de desnudarse se colocó enfrente de ella, ofreciéndole su erección y con un deseo irreconocible  de participar en la fiesta de placer que ella estaba viviendo. Nunca se había sentido tan excitado contemplando a una mujer desnuda.

Su belleza le tenía inmovilizado, no quería  quebrar el momento, le bastaba  contemplar el rostro ingenuo de ella, dejarse contagiar por la sensualidad que trasmitía, por su delicadeza al tocar la pantalla como si estuviese acariciando el cuerpo de su amante. Sabía que estaba agrediendo la intimidad de ella pero no podía dejar de mirar, la camisa abierta, los pechos asomando por ella, el cuerpo desnudo de cintura para abajo y la boca entre abierta anunciando su intención de comerse a besos a su objeto del deseo, fuese quién fuese. Sus ojos oscuros y grandes trasmitían el momento de felicidad y complicidad que estaba viviendo, sus manos ligeras y finas se deslizaban por el ordenador y por su cuerpo marcando un ritmo de placer lento e intenso .Sus piernas ,ligeramente abiertas, eran una invitación a la lujuria ,a la entrega sin límites. Sin dejar de mirar la pantalla ella se quitó la camisa y acercó sus pechos a su boca empezando a lamerlos como si lo hiciese su amante, luego se levantó y se giró delante del ordenador mostrando su cuerpo entero, para más tarde acercar sus nalgas blancas y moldeadas en las que se podía leer un "te quiero" minúsculo, declaración de amor con un destinatario anónimo.

De pronto sus ojos se clavaron en mí. No me reconoció, no sabía quién era, estaba en un sueño, transportada a otro  mundo y yo no era más que un extraño que la desconcertaba, una aparición imprevista en su orgía de amor. Se levantó sin dejar de mirarme y me tocó la cara como queriendo reconocerme, me palpo, me olió y luego me besó mientras deslizaba su mano hacia mi verga erecta.

Me agarró con una fuerza no prevista, me hacía daño como queriendo demostrar que no le intimidaba mi miembro. El dolor se mezclaba con el placer y su mirada desafiaba a la mía. Poco a poco fue reduciendo la presión y empezó a hacer cortos movimientos con el nudo que formaba su mano enroscada en mi sexo. Intente aguantar para alargar el momento pero su cuerpo pegado al mío, sus pezones rozando mi pecho y  la habilidad de sus manos hicieron que me corriese mientras cerraba los ojos y me entregaba a un placer desconocido. Se agacho sin separarse de mí y fue lamiendo muy despacio el semen derramado, emborrachándose de mí, de mi propio ser, buscando perder el sentido y haciéndomelo perder a mí.

Sin decirme una palabra se apartó, fue hacía el ordenador y se sentó frente a él. No tuve ninguna duda, había sido solo un instrumento para ella, el lienzo donde expresar el deseo hacia él, al rostro desconocido, a su amante. Empecé a sentir la necesidad de saber quién se escondía detrás de la pantalla, conocer si a través de una cámara alguien había estado mirando, primero a ella y luego a los dos.

Me situé detrás de ella y pude observar que el ordenador no tenía cámara y que la pantalla permanecía oscura, no había fotografías, imágenes, nada. Tal vez era solo la imaginación de ella jugando con su soledad, la necesidad de desear y de ser deseado expresada en una herramienta capaz de contener al mundo entero. Ella sabía que el hombre de sus sueños estaba allí, no le conocía todavía, daba igual, le susurraba con la misma delicadeza con la que se abraza el cuerpo del ser amado. Vista por detrás su desnudez era incitativa, el pelo cubría parte de su espalda y la cintura describía una curva pronunciada que anticipaba precipicios de placer a los que reaccionó mi cuerpo incólume.

Me hubiese gustado seducirla, haber tenido una oportunidad para desplegar ante ella mis habilidades de conquistador tantas veces desaprovechadas ante mujeres que no fueron capaces de excitarme como ella lo había hecho. Sabía que no serviría de nada, mi papel en la obra era de mero figurante, el rol de actor principal estaba ya adjudicado y por desgracia no era para mí.

Me acerque por detrás y acaricie con mis manos sus pechos, ella siguió concentrada en la pantalla y me dejó hacer: mis manos eran las de él, mis caricias sus caricias. Nunca sabría a quién estaba suplantando, mi presencia eliminaba la distancia entre él y ella, los acercaba hasta materializar el deseo a través mío, pero no me permitía identificar al tercero.

Se levantó y agarro el portátil, apartó la silla y la cajonera situada a su izquierda y se hizo un hueco en el suelo para tumbarse boca abajo mientras seguía mirando y acariciando la máquina. Estaba claro, los ritmos y las formas los marcaría ella, como anfitriona decidiría lo que haríamos y mi papel de invitado se limitaba a disfrutar y a ser agradecido por la oportunidad que me daba.

Pensé como le gustaría que la penetrase, como lo haría con él cuando estuviesen juntos, no quería decepcionarla, estaba dispuesto a representar mi papel, a no excederme del mismo.

Acaricie su coño y su culo con la boca, sentía como disfrutaba y veía como sus manos se restregaban por la pantalla del ordenador. Agarró mi pene y me guió para penetrar en su sexo mientras acercaba sus pechos al teclado y besaba el centro de la pantalla. Gimió, gozó, se corrió pensando en él.

A continuación se puso de rodillas y colocó el ordenador para la que la parte superior del mismo rozase su vagina .Me ofreció sus nalgas para que penetrase en su trasero mientras ella se acariciaba con la maquina. Penetré en ella una y otra vez, note su dolor y su placer, sabía que no disfrutaba conmigo sino con él, pero ese pensamiento en lugar de aplacar mi deseo me excitó cada vez más hasta inundarla por dentro con el convencimiento de haber vivido una de las experiencias más sensuales que tendría en mi vida.

Al terminar me separé rápidamente de ella consciente de que mi papel había finalizado, la ternura debían de vivirla ellos dos sin mi presencia. Pensé en intentar hablar con ella, despertarla de su fantasía, preguntarla sobre qué pasaría mañana cuando nos volviésemos a ver , pero no me sentí con derecho a ello, lo vivido había sido un sueño para todos y no quería estropearlo. Me vestí y antes de abandonar la habitación dirigí una última mirada hacia ella: con los ojos cerrados abrazaba al ordenador, el cuerpo desnudo y ligeramente flexionado parecía frágil. Era solo una apariencia, sabía que estaba enamorada y eso la hacía poderosa. En el ordenador permanecía su hombre con el que acabada de hacer el amor y que ahora la protegía con el abrazo más delicado que nunca había visto.