En el Hotelito 2

Sigo pagando mientras usan a mi mujer. Pero ahora ya estoy dentro de la habitación.

EN EL HOTELITO 2

Por fin recibo la llamada al móvil. No quiero ni saber las horas que han transcurrido.

Me abre. En la habitación parece que solo está él. Mi mujer aun no está en la habitación. No la veo.

Vuelve a sonar el timbre. Un vagabundo. Sucio. Le hace pasar.

Me dice que sano, que está comprobado, pero que no le ha dejado ni lavarse. Quiere que esté así.

Lo intuyo. Lo sé. La van a obligar a follar con él. Bueno a lo mejor no necesitan obligarla. Es lo primero que se me ocurre. Menuda estupidez.

Págale, me indica con un gesto de la cabeza.

Le entrego el billete. El vagabundo lo coge sonriendo. Joder que dentadura más asquerosa.

Desnúdate cabrón, me dice con desprecio y sin mirarme. Obedezco. Sé que no participaré, que no me dejará. Sé que me manda desnudarme porque asís es más humillante. Sentado en un sillón, con una copa en la mano, observa cómo me desvisto. Tengo el pene”a medio gas”.

Oigo el ruido de la cisterna. La veo salir del baño.

Un liguero, medias. Naturalmente sin bragas. Tiene cara de cansada. Sudorosa. Despeinada. Sin apenas maquillaje, y lo poco que conserva está todo corrido. Ni me saluda. La miro. Huele a esa zorra, me manda. Su piel huele a sudor. Supongo que también a semen.

¿Te gusta el “aroma”?. Huele a puta ¿verdad?. Ya te acostumbrarás…

Se pone frente a ella. La soba. Sujeta los pechos y me los muestra. Tiene varios chupetones en las tetas y en el cuello.

Siéntate allí so puta.

Se vuelve hacia mí… Bueno… a lo mejor no puede sentarse bien durante una temporadita… me dice burlón dándola un cachete en el culito. Ya lo sé. A buen entendedor pocas palabras bastan…No hace falta que me lo repitas, ya me lo dijiste en el bar.

Por cierto,… hay que ver lo escandalosa que es esta guarra. Bueno contigo no se… Aquí se conoce que la gustaba…

Mi mujer no atiende a los comentarios, como si no estuviera como si no fueran con ella. Simplemente se sienta en la cama a esperar.

El vagabundo está detrás de mí. Cuando vuelvo a cabeza, ya está desnudo. Su ropa tirada en un rincón. Huele mal. Fatal.

Su pene está más duro que el mío. Tieso como un palo, con el capullo asomando del prepucio.

Me agarra del brazo y me lleva hasta colocarme delante de él. Coge mi mano y me fuerza a masturbarle.

¿Buena polla verdad cabrón?

Me hace asentir con la cabeza. Luego tengo que arrodillarme.

Sé lo que voy a tener que hacer. Si, besar la polla del tío que se va a cepillar a mi mujer. No aguanto el olor. La beso. Solo besarla, solo acariciarla con la yema de los dedos. No quiere que la chupe, no. Si lo hago, se la limpiaría, y eso no es lo que él quiere. Él quiere otra cosa.

Cuando está dura, rígida, vamos en posición, dice algo.

Me hacen sentarme al lado de mi mujer. El delante de su cara. Tengo que coger otra vez su polla, pero ahora es para metérsela en la boca a mi mujer. Si, sujetársela mientras ella deja que la folle la boca.

Se ríe de mí. Los dos se ríen de mi. Y mi polla reacciona. No me dejan tocarme. La sensación es turbia. Pero me agrada. Me come, me excita.

Sujeto la polla por la base. Se la paseo por la cara. Se la restriego.

La verdad es que apesta. No me extraña que mi mujer haya vuelto varias veces la cara o que la den arcadas de asco.

La golpeo con ella en las mejillas. La fuerzo a abrir la boca. Y se la meto por primera vez. Lento. Quiero recrearme mirando atónito como va penetrando en su boquita.

Atrás, adelante. Atrás, adelante. Atrás, adelante. Siempre lo mismo. Despacio, muy despacio. La veo salir llena de saliva. Las venas parecen a punto de explotar. La polla está recta. Tiesa. La sujeto, pero si no lo hiciera daría igual.

Se la vuelvo a meter, pero la empujo un poco hacia adentro. Él sonríe y en un descuido mueve la cadera y empuja hasta la garganta.

Intenta dejarla allí. Mi mujer le empuja bruscamente, le aparta, la ahoga y no lo quiere así. Una bofetada y un estate quieta zorra.

Luego la bofetada me la llevo yo. Pero a mí me toca ración doble.

Vuelvo a colocar su pene en la boca de mi mujer. Ahora es él el que empuja al vagabundo. Mi mujer se deja. Coge el aire a bocanadas. El pecho se hincha ansioso. Las tetas suben y bajan agitadas. Por primera vez reparo en un pequeño detalle. Sus pezones. Están tiesos. ¿Estará excitada? Me gustaría tocarla el coñito. Sé que no me dejarán.

Los huevos, haz que esa puta le chupe los huevos.

Da asco. La pelambrera está sudada. Pegajosa. Mi mujer cierra los ojos y deja que yo guie su cabeza. La lengua lame los cojones del vagabundo. Él tiene los ojos cerrados, pero de placer.

Se pone a mi lado. Es como el demonio malo. Susurra lascivo junto a mi oído. ¿Sabes la de meses que llevará este tío sin follarse a una tía?... Ufff… las ganas que tendrá de joder con una zorra como esta… Imagínate como tendrá los cojonazos de cargados. Esta guarra se va a atragantar con tanta leche. Va a desayunar y cenar a la vez. Se va a empachar…

Sus comentarios me excitan. Son humillantes, pero me vuelven loco.

Anda cornudo prepárame una copa…

Joder menuda mamada me dice cuando estoy a su lado con la copa de la mano. Es cierto, de lejos es impresionante ver como se la mete en la boca.

Sigue arrodillada, moviendo su cuerpo según la empuja con las caderas. Me excito viendo bailar sus tetas…

La manda poner en cuclillas. Así tendrá el coño aireado, dice burlón. Obedece mientras sigo mirando absorto.

¿te gusta ver así a tu mujer cabrón?

Un manotazo a mi pene. No me apuntes con eso, hijo de puta. El vagabundo y ella volvieron la cara.

Termino de ponerle otra copa.

Joder parece que la gusta mamar rabos. ¿Quién de los dos disfrutará más? Quieres saber si esa guarra goza… ¿O es que prefieres saber por qué la gusta?

Venga cornudo ponte a su lado. De rodillas. Me lleva a empujones a su lado. Me arrodilla. Nos aprieta hasta juntar las dos caras.

El vagabundo como si tuviera estudiado su papel. La saca de la boca de mi mujer y la mete en la mía. Durante dos o tres minutos me folla la boca como la hacía a ella.

Los dos se ríen.

Nos ponen a cuatro patas. Los dos juntos, pegados.

La polla va de una boca a otra. Hasta las bolas. Algo mas entra, dice burlón. Este cornudo tiene más grande. Pero prefiero a la puta, lo hace mejor.

Un cintazo en las nalgas. Esfuérzate joder, chúpala mejor.

No, lo hace mejor ella. Otro cintazo.

La tengo completamente incrustada en la garganta. Suena la puerta. El vagabundo me agarra por los pelos y me la ensarta casi hasta asfixiarme. No quiere que la retire. Sé que sea quien sea me verá comiéndome su rabo.

Servicio de habitaciones, vocean desde fuera.

Es el camarero. El mismo de la cafetería. Sé que está mirando. A los dos. Sé que se estará burlando…

Le veo de reojo. Están junto a la puerta. Cuchichean algo… Una risa. Y un bueno, ya veremos… Ha querido que yo lo oyera.

Tú, deja al cornudo, que venga a ponerme otra copa.

¿Te ha gustado la polla del colega? No contesto. Me hace una seña con la cara. Mira, mira… a ella si la gusta…

No veo ningún gesto que me lo indique, simplemente se deja follar la boca.

El vagabundo comienza a mover las caderas. Parece que no tarará en llegar. Él quiere pararlo un poco, retrasarlo. Quiere disfrutar durante más tiempo de mi humillación.

Me lo ordena y yo lo hago. Me obliga a tocarla. Está durísima.

Retiro la piel hacia atrás. Por el capullo asoman ya gotitas. Mi mujer aprovecha para poder tomar aire y respirar con comodidad. En unos segundos volverá a asfixiarse con eso en la garganta.

Se la vuelvo a acercar. Tiene que lamer el desnudo capullo. Por los gemidos el placer debe ser enorme.

Supongo que a mí, me la habrá lamido igual más de una vez, pero ver su lengua lamer y relamer ese capullo me pone a mil. Sigue por el tronco. Llega hasta los testículos. Deshace el camino y al llegar al glande abre la boca para que la penetre profundamente en la garganta. Por la arcada, la ha llegado hasta la campañilla.

Una vez, dos veces, tres… pero cada vez tarda más y más en sacarla de su boca. Parece que es lo que más le gusta. Más que los lametones. Eso si, por los botecitos que le da la polla, parece que mucho más no va a poder aguantar.

Por un momento me imagino una espectacular corrida en su cara. Los ojos cerrados y como en las películas, una manguera escupiendo sin parar chorros y chorros de semen. Estrellándose a cámara lenta contra su carita. Su boca, la mejilla, el mentón. Toda su cara manchada. Llena de ese líquido espeso, babeante, que la resbala y gotea desde la cara hasta los pechos.

Les miro. Uno con su cara de placer y el otro con su cara de sádico. Quiere humillarme más aun. Me lo dice sin palabras. Sé que ella se lo tendrá que tragar. Yo mismo la estoy sujetando la nuca. Tal y como él me lo ha ordenado. Así no podrá echar la cabeza hacia atrás.

Las embestidas son más profundas. Algún arcada. No me extraña que la den nauseas. Casi veo desaparecer todo su aparato en la garganta.

La penetración cada vez es más descontrolada, quiere meterla toda la polla en la boca. No puede ser, físicamente creo que es imposible, pero él insiste. Se ahoga, se asfixia. Como en las películas pornográficas. Lo hace igual, o a mi me lo parece. Sé que se va a correr. No tardará.

¡Acaríciale los huevos maricón!, me vocea medio riéndose. Y obedezco.

Traga puta… grita arrastrando las palabras. Sus gritos de placer. Joderrrr me voy a correr so puta…. El típico aahhgggg. Sus espasmos, sus bruscos empujones…

Noto cada chorro que sale de su polla. Mi mujer traga con dificultad. Escucho y me recreo con sus sonidos guturales. Llego a contar siete chorros de semen.

Solo saca la polla cuando está fofa, cuando ha descargado del todo, cuando ha vaciado sus cojones.

Te ha gustado ¿eh?

El vagabundo respirando agitadamente, sin aliento, como si viniera corriendo el maratón asiente con la cabeza. Entrecortado le responde: si… menuda… mamada… La chupa bien esa puta…

Sé que ha disfrutado, sé que ha sido una buena corrida, no necesito que nadie me lo diga.

Tose. Respira aliviada pero con dificultad. Una gota la escurre por los labios. Me mira por primera vez. Tiene cara de mala leche. La veo tragar ruidosamente saliva, como tratando de arrastrar los restos de semen que queden en su boca.

Dala un beso. Bésala cornudo me grita. Ella sonríe malévola. Abre la boca. No, no ha tragado el semen. Tragaba saliva, si, pero lo que hacía era amontonar el semen en la lengua y evitar tragarlo. Noto el sabor del semen en su boca. Ella restriega su sucia lengua contra la mía.

Me he corrido. Todo por encima. Estoy sucio. Todos se ríen, pero la sonrisa más asquerosa es la del vagabundo.

Tengo que ir a devolver al baño. Cuando salga no sé si ella seguirá allí. No sé si esto ha terminado o qué más me espera. Ahora solo sé que tengo que ir a vomitar al baño. No puedo aguantarme. No puedo controlar el vómito.

csdsumiso@hotmail.com