En el hall de la estación

Las sensaciones de dos amantes al despedirse, sin poderse permitir el contacto físico...

En el hall de la estación

Las sensaciones de dos amantes al despedirse, sin poderse permitir el contacto físico...

Habría unas mil personas, unos dos mil focos, unos tres mil sonidos, unos cuatro mil pensamientos… y estábamos solos los dos!, frente a frente, penetrándonos a través de las miradas.

No podíamos tocarnos, ni tan siquiera besarnos levemente, no lo hubiéramos podido soportar. Si te hubieses acercado un poco a mí, para decirme adiós, o si yo me hubiese acercado a ti para desearte buen viaje, nos habríamos enganchado en un abrazo tan… tan… explosivo…que las mil personas se habrían vuelto a mirarnos, los dos mil focos se habrían fundido!, los tres mil sonidos se habrían hecho seis mil… y todos los pensamientos se habrían anulado.

No podíamos tocarnos con las manos, ni rozarnos levemente…, estábamos en silencio, -viajando- en el tiempo, ambos habíamos regresado al baño del hotel.

Girando sobre nosotros mismo como en una espiral nos habíamos transportado frente al espejo, yo paseándome delante de él y sintiendo tu mirada sobre mi cuerpo, dejándome mirar y admirar por ti, al principio de reojo y luego con el descaro propio de quien ya perdió el pudor. Tú deseando rozarme… y diciéndome –qué guapa eres condenada- jajajaja.

Ese olor a testosterona y ese inmenso espejo!

Por fin… te pusiste detrás de mí, abrazándome por la espalda; frente al espejo, mirándome a los ojos me decías la estupenda pareja que hacíamos. Luego me quitaste la poquita ropa que me quedaba, ¿recuerdas?, las braguitas de encaje negro y el sujetador.

Yo me volví para morderte los labios, para que me vieses de frente los ojos de deseo y notases mis pezones erectos rozando tu cuerpo.

Me subiste en el mármol, abierta de piernas para ti, deseando que algo de tu cuerpo se me metiera más adentro. Primero fueron tus dedos, uno, dos, tres…, los sacaste para que yo los chupara, y de nuevo, otra vez me los metiste, uno, dos tres

Luego fue tu lengua, y tus dientes mordisqueándome el clítoris…, luego fue tu miembro… duro, lubricado, muy erecto, el que se introdujo en mi sexo deseoso y mojado.

Yo mientras me acariciaba el clítoris, ¿lo recuerdas?..., con las uñas rojas…, seguro que esa imagen es inolvidable. En tres embestidas nos corrimos a la vez la primera vez

Pero yo quería más, siempre quiero más, nunca tengo bastante de ti…, igual que tú nunca te sacias de mí ni de de tenerme dispuesta.

Después te llevé a la cama, amplia, de sábanas blancas…,¿ recuerdas como entraba la luz de la mañana y se posaba en mi vientre?..., dijiste que como un cuchillo atravesaba mi pubis… ( Me gusta que me mires!)

Te dirigí la mano a mi boca, te chupe dos dedos, te los llevé a mi vagina, tú los movías con pasión, como buscando algún recóndito lugar de esos que dicen los manuales que es donde se localiza el placer, pero el placer ya lo sentía yo sólo con tenerte para mí sola, entre aquellas cuatro paredes y con tu entrega

Luego me volví hasta tus pies, los besé…, paseé mis labios por tus piernas, por los muslos y al llegar a tu sexo abrí la boca y me dispuse a chuparte.

Te ofrecí mi sexo y tú hiciste lo mismo, y así estuvimos un largo rato, succionándonos lo más íntimo de cada uno

Me vuelve loca recordar tu tacto, tu olor y tu sabor!

Mientras nos mirábamos, justo antes de la partida de tu tren, recordábamos ambos las horas anteriores que habíamos vivido. ¡Qué felices! ¿verdad?

Pero no podíamos tocarnos, no podíamos ni tan siquiera rozarnos para darnos un casto beso de despedida, sólo nos mirábamos…porque si lo hubiésemos hecho… Si te hubieses acercado un poco más a mí, para decirme adiós, o si yo me hubiese acercado a ti para desearte buen viaje, nos habríamos enganchado en un abrazo tan… tan… explosivo…que las mil personas se habrían vuelto a mirarnos, los dos mil focos se habrían fundido!, los tres mil sonidos se habrían hecho seis mil… y todos los pensamientos se habrían anulado.