En el gimnasio

Un encuentro fortuito, ayudó a encontrar el placer en el sitio más inesperado...

EN EL GIMNASIO

Ana decidió apuntarse a un gimnasio para ponerse en forma y adelgazar unos kilitos que le molestaban.

Llegó y el monitor le enseñó todo el gimnasio y le dijo que podía empezar cuando quisiera. Ella, que se había llevado la ropa adecuada, se dirigió sin pensárselo a los vestuarios para cambiarse. Cuando entró, se encontró a un chico, completamente desnudo, con un culo redondito, aparentemente durito, y una espalda cuadrada, que se estaba cambiando para empezar su jornada de deporte.

A ella le dio tanta vergüenza que automáticamente, dijo:

-¡¡¡Uy!!! Lo siento, me he equivocado.

Ya se disponía a salir cuando el chico se volvió tapándose un poco diciendo:

-No, espera, si solo hay este vestuario, es para chicos y chicas.

-Ah

-¿Es tu primer día?- preguntó él, mientras seguía vistiéndose.

-Si, empiezo hoy-seguía ella algo cortada por la situación.

-¿Te gusta el deporte?

-Bueno, digamos que vengo para ponerme en forma y perder unos kilitos.

Él, sonrió mirándola de reojo.

-Bueno, yo me voy a quemar grasas también- sonrió

-Muy bien-contestó ella con otra sonrisa.

Ana se cambió y salió.

El cuerpazo de antes estaba en la cinta corriendo un poco para calentar, al verla, con esa camiseta corta con escote que dejaba ver un canalillo que aunque pequeño, muy sugerente, y unos pantalones cortitos, ajustados lo máximo posible al cuerpo y que por la parte de abajo dejaban ver al andar los glúteos ligeramente, noto un cosquilleo por todo el cuerpo, tal que no podía dejar de mirarla.

Ella, se puso frente a él en otra cinta corredora. Intentaba no mirarle porque aun le daba vergüenza la bienvenida que había tenido pero él no paraba de mirarla y sus miradas se cruzaban continuamente.

Él, no podía dejar de mirar esas tetas que parecía que se saliesen en cada paso que ella daba y esa mirada tímida que le dedicaba, le daba muchísimo morbo.

Ella por su parte, después de ver ese culito perfecto y esa espalda tampoco podía impedir mirar esos bíceps que asomaban por la manga de la camiseta y que al levantar las pesas se tensaban como bolas de billar.

"¡¡¡¡¡Qué bueno esta!!!!!!" Pensaba mientras hacia ejercicio y le miraba poco a poco.

La tarde fue pasando y llego la hora de irse. Él, se dirigió a los vestuarios para ducharse pero ella fue a hablar con el monitor ya que tenía que arreglar unos asuntillos. Cuando terminó, fue a los vestuarios para ducharse, cuando al entrar se encontró otra vez con el chico de antes desnudo, que acababa de ducharse y estaba secándose, pero esta vez de frente a la puerta.

-¡Parece que lo haces aposta!- dijo ella sonriendo

-¡Uy! Tu, que estas siempre en el momento justo y en el sitio adecuado-dijo sonriendo y poniéndose la toalla alrededor de la cintura.

Ella se puso de espaldas a él, buscando su champú y sus cosas para ducharse.

-¿Qué pronto se va la gente, no?

-Si, a mí es que me gusta quedarme hasta tarde porque si no hay mucha gente para ducharte, y es un agobio, tienes que ir deprisa.

Ella, sin desnudarse, entra en la ducha.

-¿Siempre te duchas vestida?-bromeó él

-Muy gracioso.

Fue desnudándose y poniendo la ropa sobre la puerta, pero no se dio cuenta de que la puerta de la ducha era transparente biselada, con lo que desde fuera se veía bastante bien su silueta desnuda. Sus curvas, desde las tetas a las caderas. El chico no podía dejar de mirarla, notaba como debajo de la toalla que le tapaba se iba levantando algo poco a poco.

-¿cómo te llamas?- preguntó ella

-¿Antonio, y tú?-decía sin poder dejar de mirarla y sujetándose el rabo ya que al levantarse le abría la toalla

-Ana

-Encantado

-Lo mismo digo, los besos ahora.

"Si quieres paso y te doy los besos y lo que tu quieras"-pensaba el excitado

Ella abrió el grifo de la ducha y empezó a sobarse todo el cuerpo con la esponja llena de gel.

Empezó por las tetas, ella estaba de perfil, de frente a la ducha, se sobaba las tetas como una guarra, los pezones se le ponían erectos, tanto que en la silueta se le veían, las tetas parecían muy blanditas, luego siguió bajando, por el estómago, los brazos, el culo, para lo que se puso de espaldas a la puerta. En ese momento se le cayó la esponja y al agacharse a por ella, se apoyo en la puerta trasparente con el culo restregándole contra ella, al agacharse a por la esponja.

Antonio no podía más, su polla iba a estallar, se la sobaba pero no podía masturbarse, ¿dónde echaría el semen?

Ana siguió con su ducha, llego a su chocho, se agachó un poco para abrir las piernas y se echo gel en la mano, y comenzó a restregársele, lavársele bien, ¿o estaría masturbándose? Empezó despacio, luego aceleraba y luego volvía a parar, Antonio no sabia realmente lo que hacia pero eso le excitaba mucho, cuando terminó, cogió la ducha y se le enjuagó bien al igual que hizo con todo su cuerpo sin olvidarse de sus tetas con sus pezones erectos.

Cerró el grifo, cogió la toalla y se la puso alrededor del cuerpo.

Antonio empezó a andar y a pensar en otra cosa pues con cualquier roce era posible que su semen se escapase, estaba muy excitado.

Ella salió y estaba muy provocativa, la toalla apenas le daba para taparse el chocho, sus piernas aun chorreaban agua y con el pelo mojado estaba muy sensual. Antonio al verla se excito más todavía. Ana se acercó sin pensárselo a darle dos besos y cual fue su sorpresa que noto sobre su vientre algo duro que pedía guerra, ella miró al chico y sonrió simplemente. Se volvió de espaldas a él y comenzó a secarse para vestirse.

Antonio sabía que ella lo había notado pero ¿qué podía hacer? Mal no reaccionó, pero era una situación un poco embarazosa.

Ella se vistió y al irse, le miró sonriendo y bajando ligeramente la mirada por todo su cuerpo dijo:

-Hasta mañana semental-y le guiño un ojo

Esa noche, ella en su casa no podía dejar de pensar en él y en el tamaño de su polla: "Por el bulto, la tiene que tener muy grande. ¡¡¡Estaba tan dura!!! Seguro que si me insinuó folla conmigo y es que yo tenía tantas ganas!!!! Esta tan bueno..." Siguió así hasta que comenzó a tocarse el chocho humedecido por los pensamientos de ese cuerpazo y se masturbó pensando el polvazo que le gustaría echar con él

Por su parte, Antonio, llegó a su casa empalmado sin dejar de pensar en esas tetas, ese culo, esa desesperada que tal vez se masturbó en la ducha de un gimnasio mientras él la miraba. Lo primero que hizo fue entrar en el servicio y masturbarse pensando en como podría tirársela allí mismo.

Al día siguiente, cuando Ana llegó, Antonio ya estaba corriendo en la cinta y antes de cambiarse se acercó a él.

-¿Hola, que tal todo?-dijo con segundas

-Bien-sonrió un poco avergonzado

-voy a cambiarme, ahora vengo

Al rato, salió con otro modelito parecido al del día anterior pero con el escote más pronunciado y se puso a correr frente a él.

Esta vez, las miradas eran seguras y contundentes, directas al canalillo y paquete.

En un descanso, hablaron: -¿estas muy cansada?

-Bueno, ahí estoy

-¿Durarás hasta el final no?-dijo sonriendo

-Eso espero-sonrió pícaramente

Ella estaba humedecida porque pensaba que de esa tarde no pasaba, tenía que tirársele aunque fuera allí mismo

A Antonio le costaba correr, los huevos le dolían un poco.

Llegó el momento de la ducha. Primero se fue ella, él se quedo haciéndose el remolón

Después de un rato, cuando Antonio calculó que ella ya estaba duchándose, entró en el vestuario y se desnudó rápidamente. A través del cristal vio que estaba en la fase de lavado del chocho o masturbación, entonces, entró en la ducha:

-¡¡¡Que haces!!!!-dijo ella

Él, sin decir nada, la apoyó contra la pared y la besó lentamente, al ver que ella no se defendía, comenzó a tocar esas tetas tan deseadas. Ella bajo sus manos hasta tocarle el culo.

El, siguió bajando hasta llegar al chocho, húmedo chorreante, y dijo:

-¿Te excitas siempre así de pronto o te estabas excitando tu antes?

-Llevo excitada desde que te vi ayer desnudo y me clavaste esa pollaza casi en el coño al darte los besos- dijo agarrando con ganas la polla.

Él, le metió un dedo pero parecía que no sentía nada y le metió dos, y fue cuando comenzó a gemir levemente y a derramar un liquido caliente que le chorreaba a él por la mano.

Ella se agachó, y se la metió en la boca, esa polla dura riquísima. Se la comió como si fuera un polo de nata, no dejo ni un centímetro de piel sin lamer. Notaba las sacudidas que le producía a Antonio ese placer de notar su boca caliente en el glande. Él, la levantó, la agacho a cuatro patas se echó gel en un dedo y se lo metió en el culo, después, se echo gel en la polla y se la metió en un movimiento seguro y seco y comenzó a follarla por el culo como nunca nadie se lo había hecho antes. Antes de llegar al orgasmo se la saco, se agacho, comenzó a chuparle las tetas y bajando llego al chocho rasurado y abriéndole las piernas, le comió el clítoris haciéndola gemir de placer hasta que llegó al orgasmo más intenso de su vida. Ella se agachó y se la volvió a meter en la boca y se la succionaba, él la cogía del pelo y la guiaba el ritmo que tenía que llevar cada vez más deprisa, la levantó, y él se sentó en el suelo, ella de pie, él le metía el dedo en el chocho chorreante de nuevo y tan dilatado que ahora entraban tres dedos fácilmente, al tiempo que le tocaba el clítoris. Cuando notó que iba a llegar ella al orgasmo, paro y ella se agacho y se metió la polla en el coño bruscamente y se movía desesperadamente para darse placer con ese falo duro y al tiempo sentir ligeros golpecitos en el clítoris que ayudaban que poco a poco fuera llegando al orgasmo. Por su parte, Antonio le agarraba las tetas con fuerza intentando marcar el ritmo cada vez más deprisa según le pedía la polla y el placer que ese coño le daba con las contracciones que le producía el orgasmo y que fueron determinantes para que él también llegara a ese clímax tan esperado derramando su leche caliente dentro del coño de Ana que hacia unos segundos se había corrido encima de él.

Los dos rendidos, se sentaron en el suelo de la ducha mirándose y tras descansar un rato, se ducharon mutuamente, salieron, se secaron y se vistieron.

Después de aquel día, todos sus encuentros en el vestuario del gimnasio eran así de apasionantes y salvajes, siempre esperaban a quedarse solos en el gimnasio para poder dejar volar su imaginación.