En el día d la Inmaculada Concepción.

Las callecitas d Buenos Aires tienen ese qué sé yo...........

Diciembre, 1994. 29 años casi recién cumplidos. Mi amigo-hermano, César (quien hoy vive en Río Gallegos) es enviado a Cap. Fed. por su jefe. Me dice: -Vení conmigo. Yo, que acababa de cobrar una jugosa indemnización, dije: -Siiiiiiiiiiiiiiiii, encantada.

No te voy a aburrir con detalles de las partidas, los trayectos y las llegadas. Diré si, que llegamos de noche y nos hospedamos con unos tíos de César, en calle Bacacay, barrio de Flores. Al día siguiente César salió a comenzar con los trámites asignados por su jefe (cosa que le llevaría todo el día), y a mi me entretuvo una primita que me llevó a conocer el entorno, recorrimos Av. Avellaneda, compré ropa (ni tanto, una maxifalda hindú, pero rara, lisa, de gasa color negro, y un remerón con cuello alto, sisado, amarillo).

Al otro día César me dice: -Acompañame, hoy te puedo llevar porque voy a estar más libre. Fuimos, anduvimos por la zona de la fatídica Embajada (Pasteur), almorzamos tallarines con salsa  bolognesa (en diciembre, en Cap. Fed.) y de regreso tomamos un colectivo común (no diferencial, quiero decir) que va por Av. Rivadavia hacia Flores (línea 121, ¿puede ser?). Yo llevaba borcegos, una calzita negra corta, tipo ciclista, con bombachota grande debajo, y el remerón adquirido el día anterior... sin sostén. Cabe señalar q la bombachota no sirvió de mucho, ya que el mío es el clásico "culo-come-trapo" y la raja se notaba en todo su esplendor. Íbamos por la mitad del trayecto y empiezo a sentir un férreo e indisimulado "apoyo". César, que estaba a mi lado y no se dio cuenta d nada, me dice: -Dentro de dos paradas nos tenemos que bajar. La boca en mi nuca susurra: -Yo me bajo en la próxima. Cuando se detiene el colectivo, le toco el brazo a César, le hago la señal de ok (pulgar arriba) y me bajo.

Nos vemos a la cara. Él dice: -Seguime a una cierta distancia. Eso hago. Él para en un kiosco, compra preservativos y cigarrillos, vuelve a caminar y toma calle Gral Flores, la intermedia entre Av. Rivadavia y Bacacay. Abre y entra a un edificio a estrenar, todavía en fase de terminaciones, y me espera con la puerta abierta. Entro y allí nomás me parte la boca, me toma de la mano y subimos dos pisos casi corriendo. Abre otra puerta y me mete a un departamento. Hay dos pilas de bolsas de un material de construcción que ni tiempo tuve de identificar, pero que formaban una perfecta cama. Me aplasta contra la puerta y me levanta el remerón. Se maravilla de mis pechos, sobre todo del hecho de tenerlos así, desnudos, servidos en bandeja y se abalanza sobre ellos. Al rato, cuando toma aire, me dice: -Nunca me pasó esto. Encontrar un culo divino y lograr que me siga. Decime por Dios que no lo usás sólo para sentarte y volver locos a los tipos. Le contesto: -Tiene el uso que quieras. ¿Lo querés? Es tuyo. Me mira con cara de nene en juguetería, va a otra habitación, oigo una puerta corrediza y vuelve con una frazada-manta (que estaba allí con fines ovbios). La tiende sobre las bolsas mientras me saco calzita y bombacha en un sólo acto. Él también se saca pantalón y slip de una.  Estaba MUY bien armado el nene, y no me pidió lo típico (-Chupámela). Me subo en cuatro y él conmigo. Oigo el ruidito de sobre rasgado (se estaba colocando el condón). Le digo: -Entrá por donde quieras, pero YA. Casi no había terminado de decirlo cuando siento un ¡chas! en el clítoris. Eran su testículos.  La había  mandado entera por la conchi e inició un vaivén salvaje. Mis jadeos, gemidos y hasta gritos rebotaban en las paredes desnudas produciendo un eco que potenciaba el placer. La saca, acaricia mis pompis, las abre, puertea, y entra despacio, mm. a mm., emitiendo sonidos guturales de goce. Dice: -¡¡Qué divinooooo!!!!! ¡¡¡¡¡¡Que estrechito, parece virgen!!!!!!!!!!! Digo: No lo es. No me tengas piedad. Obedece. El vaivén es más salvaje que antes. Los ecos deben haber llegado a Montevideo. Al fin nos derrumbamos, él sobre mi, yo sobre la manta. Permanecemos unos minutos. Él se levanta y me dice: -El baño funciona, es por aquí. Me deja pasar primero. Encuentro jabón, y él me pasa una tohalla limpia, con perfume a lavandería, el mismo de la manta. Me higienizo lo mejor posible, trato de recomponer mi cola de caballo, y le dejo el lugar libre. El también se higieniza. Al salir, toma la manta y las tohallas y las lleva, supongo, al lugar de donde las sacó. Mientras nos vestimos y bajamos, m dice: -Decime algo d vos. Le digo: -Tengo 30 años. M llamo Edith, en honor a una cantante francesa, como mis padres. Vivimos en Santa Fe y es la primera vez que vengo sola a Cap. Fed.. Es decir, sola sin ellos. Vine con un amigo que es la hermana que nunca tuve, soy hija única. Él ríe. Ahora que lo miro bien, está bueno el vaguito. Pelo negro ondulado, ojos verdosos, bronceado, más alto que yo, marcadito... Un bocadito Mantecol. Le digo. -Ahora contá vos. Dice: -Me llamo... (¿podés creer que se me olvidó?), tengo 25 años. Soy abogado, recién recibido. Ayer aprobé la última materia. El departamento será mi casa desde febrero, me caso el 14. Independientemente de lo que hagan mis amigos,esta fue mi despedida de soltero. Salimos a la calle, cierra.

Él: -¿Dónde te alojás? ¿Sabés llegar? ¿No te perderás?

Yo: -Me alojo con los tíos de mi amigo, acá cerca por Bacacay.

Él: -Te acompaño.

Yo: -No hace falta. Te juro que es aquí a la vuelta nomás.

Él: -No me preocupo entonces.

Yo: -No, para nada. Fue una locura total, salvaje y divertida, Me encantó. Gracias.

Él: -Gracias a vos, Edith. Fue mi última locura, lo juro, pero siempre me voy a acordar de vos.

Yo: -Chau, lindo.

Él: -Chau , dulce.

En efecto, el edificio a estrenar estaba justo atrás del edificio del departamento de los tíos de César. Al doblar la esquina lo veo parado en la puerta. Me ve venir, me mira, reconoce los signos, y m grita  a media voz: -¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡YEGUAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!. Ahora subamos a cenar, después quiero cada pornográfico detalle!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!