En el Deleit Garden _parte 1_
La vida da vueltas... un día estás con tu padre y al otro vendiendo tu cuerpo en un burdel... no es placentero, pero despiertaa los sentidos.
Detrás del escritorio se notaba un bulto del que salía humo de tabaco como una locomotora solo que sin el ruido, de pronto un tentáculo se separó de la maza y encendió una lámpara de sombrilla con tiritas de chaquira en las orillas. Era elegantemente Kitch la sobrepoblación de adornos de terciopelo rojo y negó, las figuras de porcelana y las provocativas cortinas parecidas a un papel reciclado de fibra natural…
_ Así que ustedes son mis huérfanas sobrinas… su padre no dejaba de decirme que les evitara esto, pero no encuentro mejor forma de esconderlas es un sitio como este…
_ Tía… nosot….
_ ¡no me digas tía aquí adentro!- levantó la voz para interrumpir con mirada severa que podía cortar cuellos con los ojos sesgados que parecían de cristal verde… continuó con su tono sereno pero fuertemente franco- no entiendo como esperaba su padre que las mantuviera en cautiverio gastando comida y techo en ustedes… en esta casa hasta las camareras se venden, el 90% de lo que pagan los “pingüinos” que vienen cada noche se lo entrego al “Gato negro”… esto no me pertenece, ni siquiera ustedes, desde que pusieron un pié en este edificio firmaron un contrato con el mismísimo diablo… su vida de pueblerinas remilgosas se terminó, vayan a dormirse mientras pienso que hacer con ustedes…
Llamó al tipo de antes quien cortésmente fingido las llevó a cruzar de nuevo al pasillo de los gemidos hasta llegar a las escaleras, las llevó a un tercer piso éste rodeaba el gran salón, protegidas por la obscuridad miraron su futuro, tras una cortina de humo entremezclado que subía hasta ellas se podía notar la órgica escena, las mujeres bailando provoFrankivamente, otras bajaban las braguetas de sus clientes mientras otro poco recibía dinero colocado cuidadosamente en sus ligueros por hombres de frack encantados por la belleza erótica de las hermosas figuras frente a ellos.
Pasado el tiempo:
“sobre vivir es estar dispuesta a hacer lo necesario para no morir”
Mirna no las comercializó en seguida, notó el talento de Judith, la mediana, inmediatamente la incorporó a los ensayos de la orquesta para clases de canto y baile, aprendía rápido, no era muy llamativo su cuerpo, era delgada sí, pero un delgado escuálido de senos apenas visibles como dos dedos enfrente, era la edad, sabía que con las clases de tap las piernas se le formarían, además tenía un formula infalible para hacer crecer los pechos, a ría no le fue tan bien, su notable belleza la llevó a ser la mesera preferida del señor Frank, y todas las noches debía servirle, con ella sus visitas se hicieron más frecuentes, lo cual tenía a Mirna muy complacida, Judith y Chelsea debían servir en la taberna limpiando mesas y lavando trastes mientras se integraban al nuevo show, ellas no dejaban de mirar con preocupación a su hermana que era la maid personal de Frank mientras él estaba en el local, sabían que era cuestión de tiempo para que las integraran a “los cuartos”…
Una noche Frank pidió a Ría que llamara a Mirna, deseaba cruzar unas palabras personalmente con ella, el tipo la miró más filosamente que de costumbre, como si quisiera cortar con un cuchillo la minifalda y el corsé de encaje negro, ella sintió un escalofrío por qué no era necesario figurarse que ese hombre deseaba al Ría hasta los huesos.
_ querida ve a cambiar las sábanas de los cuartos, ya están muy humedas…- le dijo Mirna a Ría sentándose a la mesa con Frank… inmediatamente que se retiró la muchacha comenzaron a hablar…- bien, Señor Frank… ¿algún asunto que quería tratar conmigo?...
_ es sobre Ría… la meserita…
Mirna entendió de lo que estaba hablando Frank, era un hombre delgado escuálido casi como Judith, solo que el medía casi dos metros y se vestía sofisticadamente elegante, era el jefe de la mafia más poderosa de count city, por dominar 4 de los 6 distritos existentes en la ciudad incluyendo Red Park.
_ ¿Qué hay sobre la meserita?- dijo Mirna fingiendo vehemencia…
_ iré directo al grano, ¿Cuánto la hora con ella?...- aun que ya lo veía venir, Mirna aun estaba sorprendida hacía años que el señor Frank venía por el club pero jamás a comprar, pagaba la entrada y se sentaba en la mesita de siempre, privada casi hecha para él, miraba los espectáculos como el rey que nadie hace reír, y de pronto aparece la nueva mesera, era fresca en ese ambiente, las primeras semanas la notaba con miedo, los demás hombres no dejaban de meterle las manos en la entrepierna debajo de la falda a su paso, y ella sin decir una palabra, no dejaba de mostrar su disgusto en su rostro, se notaba la náusea que le provocaba ser manoseada por esos hombres borrachos, todos ellos se conocían del campo de golf, de la hermandad, del club de recaudación, siempre de traje, pero ebrios no eran mejores que los de un bar barato, un mes antes el señor Sthole la retuvo en su mesa, ella intentó zafarse empujando con discreta fuerza su brazo que la rodeaba para que su mano alcanzara su pecho, mientras la otra traba de introducirse en su ropa interior pero el tipo se puso violento, le dio un puñetazo ante la negativa de la mesera y la sometió en la mesa, con su cara en el mantel manchado por su propia sangre escuchó salir palabras horrendas del aliento alcohólico…
_ Una zorra debe dejarse tratar como una zorra… ¿heee puta?... ¿entiendes?
Ella no los soportó más y soltó un sollozo, pero antes de que el tipo llegara más lejos apareció un hombre alto que destacaba de los demás no solo por estar sobrio, despedía un aire de respeto, cabello blanco, ojos azules, de un aura casi brillante, su cara como de un demonio dejaba salir un odio tremendamente enfocado a su puño, tomó al señor Sthole por el cuello y con la otra le dio 10 puñetazos seguidos, casi le revienta la cara, un ojo si le reventó y la nariz se le rompió, Ría cayó al piso vencida por la vergüenza más que por el dolor del golpe, todos se habían levantado de las mesas y las otras chicas del Bar habían soltado uno que otro grito para llamar la atención del amo de llaves, para cuando había bajado Mirna, Frank ya la había cargado y llevado hasta su mesa, ante la mirada atónita de todos, ella no dejaba de mirar a los ojos del señor que la había salvado, y el sacó un pañuelo blanco de seda (supongo) y tomó hielos de la cubeta del champagne, y se los puso en el pómulo, justo donde se notaba la inflamación, ella hiso una mueca de dolor y le escurría una lágrima por almejilla mientras él le decía sin dejar poner atención a su labor – las Zorras son zorras por dejarse tratar así, ellos tienen dinero pero no tienen la menor idea de cómo usarlo con mujeres como tú, mucho menos de cómo tratar a una mujer como tu…
_ ¿Qué más puede esperar una mujer como yo?... por si no ha mirado a su alrededor mi señor, estas mujeres y yo no somos diferentes unas de otras, todas vemos ridícula la esperanza de ser tratadas como algo más que una vil puta – dijo ella con tristeza mirando vacíamente hacia el piso… sin dejar de derramar las lágrimas por los ojos.
Mirna llegó refunfuñando con las otras mecerás que recogían los trozos de vidrio y arreglaban al señor Sthole, con toallas limpias “¡¿pero qué demonios pasó aquí?!”…
_ discúlpeme estimada señora, pero me temo que fue todo causa mía.
Amablemente pidió a Mirna que fueran a su despacho para discutir el pago de los daños, y se retiraron a través de los pasillos, desde esa noche había pasado un mes que Ría solamente servía en la mesa del señor Frank, cuando él no estaba ella cumplía con sus tareas normales, lo curioso fue que desde ese día ningún hombre volvió a acercarse a ella, desde ese día, pertenecía al Sr.Frank.
La situación era que Ría ya sabía que Frank la deseaba, a ella le daba un horrible temor saber que era cuestión de tiempo para que arreglaran su entrada a las habitaciones de los gemidos; no era porque le desagradar el Sr. Frank, el caso era que sentía profundo respeto por él y nada más, fuera de ello, las relaciones sexuales eran para el amor, pero tenía que quitarse esa idea de la cabeza, ella dejó de estar hecha para el amor desde que cayó en esa casa… mientras arreglaba la habitación se escuchó la puerta de la habitación de al lado, se escuchaban descaradas risas y gritos de juego a la par de un hombre gruñendo juguetonamente
_¡haaaah Hajajajajaja! ¡Basta!...
_ ¡grrrr! Beibe… ¡¡me pones bien piedra!!...
Esa habitación se conectaba hacia donde estaba Ría por medio de una ventanilla de madera con vidrios empolvados, ella se acercó cautelosamente, cerró la puerta con llave para no ser vista pero seguía sintiendo el temor de ser descubierta, asomó la cabeza hasta donde le dejaron ver sus ojos y limpió cuidadosamente el vidrio de una esquina, y miró como la chica rubia tiraba a su cliente en la cama, el pantalón estaba abultado de la entre pierna…sobre sus rodillas una a cada costado del hombre desabrochaba lentamente la camisa mientras lamía su cuello como un gatito…
_ maldición beibe, me va a estallar la bragueta- decía el cliente entre respiros profundos, ella sonreía traviesamente en tanto ella dejaba salir de la ropa un enorme pene erecto que sobre una mata de bellos, mientras lo sostenía con la mano, chupaba la punta y lamía como una niña con una paleta de caramelo…
El corazón de Ría latía fuerte, no creía poder hacer eso sin dejar escapar una mueca de desagrado, sentía la excitación en sus genitales con ver la escena y a la vez le invadía un sentimiento de repulsión, por alguna razón no podía dejar de mirar.
La rubia no dejaba de tragarse el pene de su cliente cuando notaba que la miraba ponía cara de gozo el tipo tirado sobre la cama no dejaba de repetir “¡sí!... ¡esa es mi zorra! Haaaaa”, cuando el sintió que estaba a punto de llegar al clímax se incorporó y tomó la cabeza de la rubia con las manos y se lo introdujo hasta la garganta para poder satisfacer su animalidad, “hahaha… si… buena zorra” decía agitado y otras veces gruñendo, la rubia dudosamente se decía que respiraba, pero eran gajes del oficio, sabía cómo seguirle el ritmo se notaba en la tranquilidad con la que se levantó después de que él se dejó caer en la cama rendido, la chica se limpió la boca y sacó del pantalón del hombre la cartera para extraerle unos billetes, así fue como lo dejó allí ebrio y agotado, ella salió de la habitación sin percatarse de que Ría había observado todo…
Después de unos minutos había recuperado su ritmo cardiaco, pero aún sentía bochorno, esos cuartos olían a sensación de sexo, se sintió rodeada por el erotismo del lugar, se sentía absorbida por el tipo de vida de las prostitutas, tenía miedo de entrar en ese terreno, estaba segura de que no sabría qué hacer en el momento, pero ya era tarde para intentar escapar; inmediatamente después de que salió del cuarto miró a Mirna subir por las escaleras, la vió y le dijo con su tono mandón de siempre…
_ niña, agarra tus cosas, te vas con el señor Frank…
Se le hiso nudo el corazón, ¿acaso Mirna ya había negociado
su pureza por alguna cantidad?, si era así, lo que más le mortificaba eran sus hermanas, ellas seguían… no había remedio…