En el consultorio

Qué buena gimnasia...

En el gimnasio...

Lo venía postergando. Nunca combinaba horarios y siempre me remordía la conciencia. Y el médico se encargaba de cargar las tintas: "Tenés que mover el cuerpo: ANDÁ AL GIMNASIO... o no vuelvas al consultorio".

Pero los días pasaban y se llevaban a cuestas a las semanas.

Y un tarde, de casualidad –o no- descubrí que muy cerca de mi casa había un gimnasio. Curioseo por el ventanal a la calle... y veo un salón no muy grande, con varias máquinas... y algunos tipos sudando la gota gorda. Algunos de buen cuerpo. Los otros? Como yo: "con pancita".

"Ahora o nunca", me dije. Y entré.

Enseguida apareció un tipo como de 30 años, de los típicamente "gimnastas": buen cuerpo, ropa ajustada (claro! Tenía músculos para lucir). Pero lo venía precediendo una cortesía y simpatía que seduciría a cualquiera.

Procuré no distraerme y le conté mis cuitas. Se rió conmigo y me dijo: -"Esperame un cachito, que doy una rutina y te atiendo en la oficina. Pasá.". Y abre una puerta lateral, cediéndome el paso. Caramba! Hasta oficina tiene!. Y yo ni había prestado atención.

Pasamos. Me impactó el lugar: cómodo, cálido. Con ilustraciones de otros gimnastas puro músculos (como a mí me gustan). Y me distraje con tanta testosterona expuesta. Ni me di cuenta de que lo tenía detrás de mí.

Carraspea, vuelvo "en mí", y le sonrío, esperando que no se me notara "lo que me estaba pasando".

Me hace sentar frente al escritorio... y él toma ficha para tomar mis datos. El cuestionario de siempre: edad, actividad habitual, peso, talla...("Después lo vamos a chequear", me dice)

Deja todo sobre el escritorio, se pasa adelante (frente a mí) y apoya su culito respingón contra el borde.

Y empieza a charlar "de algo", supongo, porque lo escucho "en segundo plano", ya que en el primero... están sus piernas... su cuerpo... y en el medio, frente a mí, un bulto "normal", pero como tallado en una escultura. Quería desviar la vista. No deseaba, para nada, que me descubriera, pero era más fuerte que yo.

Deseaba poder ver a través de esa tela y aunque no encontraría nada raro ni monstruoso, pensaba, de por sí la situación era sensual, erótica.

Creo que se dio cuenta... pero siguió como si nada. Cada tanto, simplemente, se cruzaba y descruzaba... y rozaba con sus dedos, como sin querer, el paquete que escondía a su muñeco.

"Te parece bien?", me dice. Y me caigo en mí que ni me había dado cuenta de qué me estaba hablando. "Sí, sí", le respondo. "¿Te espero mañana a las 7 de la tarde?", "Sí, perfecto", afirmo y me despido... (un apretón de manos firme... una tentativa en roce de las mejillas, como se estila entre compañeros en la Argentina), y me voy.

No me lo pude sacar de la cabeza durante el resto del día. Y creo que hasta estuvo presente en mis sueños.

Con un bolso con ropa cómoda, llego puntualmente.

No ha cambiado. Sí de ropa (otra vez "al cuerpo") pero es el mismo tipo canchero y simpático de ayer.

Otro apretón de manos y un roce de mejillas y con su mano izquierda me palmea la espalda. "Por qué no te cambiás y empezamos?" Y me enseñó el vestuario.

Me indica que comience con 5 minutos de cinta...

Y le doy con calma. Luego bicicleta, y abdominales, y espinales, y hombros, y bíceps, y tríceps... Todo con calma. Pero TODO.

Lo siento cerca y va chequeando todo mientras anota en sus fichas. Y me ayuda con las barras y las pesas... y sus manos están cerca.. y siento como una electricidad sólo cuando sus manos pasan cerca de mi cuerpo. Imagínense lo que sería si me rozara!!

Nos despedimos. Vuelvo a los dos días.

Rutina similar... Más afectuoso, yo más tranquilo. O no, porque siento que está cada vez más metido en mis pensamientos. Y que se me desvía la vista por las partes de su cuerpo. Y que, aunque me lo sé ya de memoria, no me canso de hacerlo.

Y, de pronto, siento un tirón en la pierna. Aunque pienso que nadie se daría cuenta... al minuto está ahí, a mi lado. Preguntándome. Y me ayuda a sentarme. Luego me sostiene hasta su oficina donde, no les había contado, también había una camilla que sospeché era para masajes.

Me acomoda sobre ella... y me dice que seguro que no es nada, que con reposo y unos masajes todo pasaría. "Masajes?" pregunto. Y me dice: "Dejalo por mi cuenta, también soy masajista" Y me guiña un ojo. "Vuelvo enseguida".

Me comenta que va a actualizar la rutina a otros clientes... y vuelve. Me pide que me saque zapatillas y medias y pantalón. Él? Me ayuda, por supuesto. Lo mejor es bajarme el pantalón, porque yo me quejo (sí, es cierto, exagero un poco, nada más) y casi todo lo hace él.

Luego me recuesta... y comienza a recorrer mis piernas desde los pies hasta... la ingle. Sí, hasta AHÍ MISMO.

"Dejate estar... respirá tranquilo. Es probable que te excites, pero no te hagas problemas, es normal" (y me lo dice con esos ojos sonrientes, y una mano apoyada en mi abdomen... Y ese cosquilleo que yo siento en todo mi cuerpo!!)

Me masajea bastante, creo, pero bastante menos de lo que deseo. Cómo deseo que continúe con sus dedos hasta mi pija... y que me la liberara... y que me la acunara en sus manos!! Y claro, entre masajes y pensamientos... el muñeco casi habla solo.

Me cubre con una toalla... me dice que descanse y se va.

Me ayuda a vestirme... y me dice que vuelva al otro día... pero un poco más tarde, para estar más tranquilos... Y vuelva a sonreir.

Me cuesta volver a casa porque a cada paso que hago hacia delante, todo mi cuerpo quiere volver hacia atrás. Pero soy un tipo disciplinado. Y sueño con él, que lo tengo desnudo, que yo lo masajeo a él... que lo torturo con mi lengua... y en el momento en que me voy a meter su poronga en mi boca... ME DESPIERTO.

Por supuesto, estoy "al palo". Lo dejo ahí, prolongando la agonía, a la espera de la tarde.

Y vuelvo. Rengueando un poco (un poco exagerado, tal vez). Le pregunto "Qué rutina hago hoy, así como estoy"? Y me dice: "Nada de rutina, sólo masajes". Y otra vez sonríe. Y me derrito.

Paso a la oficina... y me pide que me saque la ropa. "Todo?". "Por ahora los pantalones. Por ahora..." y vuelve a sonreir.

Me dice que ya se está por ir el último... que podemos estar más tranquilos... (y yo me hago la película).

Y comienza como ayer... Suave, lentamente, más presión, lentamente... En círculos, en línea... y va subiendo... subiendo...

Retengo la respiración y él me dice que me relaje...

Y se lo toma con calma pero no deja. Y va subiendo lentamente... y se aproxima más y más a la ingle... y va y vuelve... Y mi muñeco responde y crece. Y yo teniéndolo tan cerca, cierro los ojos y me imagino cosas... y DE PRONTO... siento que algo roza mi mano (que tengo al costado de la camilla...) y sin abrir los ojos me doy cuenta de que me está apoyando su bulto. Pero no hago nada... aunque todos mis sentidos están concentrados en esos centímetros de piel. Y entonces me doy cuenta de que él ha avanzado sus dedos por dentro del boxer y me está masajeando en la base de mi poronga.

Me despierta su voz "te molestaría sacarte el boxer? No te quiero manchar con los aceites?". "Pero yo..." le contesto ruborizado porque estoy más empalmado que nunca. "Tranquilo, somos hombres, no?".

Y me ayuda... Y también me levanta la camiseta. "Si no tenés frío te la saco, así después te masajeo los hombros" (algo totalmente fuera de programa, pero me encanta).

Muy diligente, y serio... vuelve a colaborar conmigo.

Y ahí estoy: totalmente desnudo, con un tipo que tiene su ropa (uniforme?) pegada a un cuerpo brutal...

Y no me saca las manos de encima... haciendo "masajes". De pronto me dice "Qué calor, no? Me voy a sacar algo si no te molesta". "Al contrario", le digo, y lo miro anhelante.

Se saca su camiseta, su pantalón ajustado, y se queda en slip... con una carpa significativa.

Se hace el desentendido... y me roza "sin querer". Yo también, sin querer, pongo la palma hacia arriba... como invitándolo a que deposite allí su tesoro. Y casi sin querer... lo hace. Y yo cierro lentamente la mano... y es él, ahora quien suspira.

Y recorro lentamente una superficie que crece... mientras él se ha olvidado de mis piernas y se ha detenido en mi abdomen, muy cerca de mi pija, ya dura como un mástil.

"Te puedo ayudar yo, ahora, a vos?" me arriesgo. "Claro que sí", me contesta. Y le bajo poco a poco, el slip. Y una poronga hermosa (como lo son todas las pijas cuando están paradas) se dispara hacia el techo...

Y ya no perdemos tiempo. El toma la mía... yo la suya... Y me ayuda a sentarme... y me inclino hasta besarle las tetillas... y él tampoco me suelta, y se deja hacer...

Intercambiamos los roles... y nos besamos y chupamos mutuamente... hasta que exploto en su mano y él en la mía...

Nos dejamos caer sobre la camilla y lo pongo sobre mí.

Respiramos agitados... y relajados.

Lo aprieto fuerte, en un abrazo que dice 2gracias", y "me gustó", y "quiero seguir". Y él se deja hacer, se deja "querer?"

"Me tengo que ir. Me están esperando"... me dice. "Te veo mañana...?" y me sonríe.

Qué les parece que le contesté?

edyargentina@latinmail.com