En el cine
Un chico acaba montando en un cine su propia película.
Mi nombre es Roberto, tengo 23 años y vivo en Valencia. La historia que os voy a contar sucedió hace año y medio en una noche de verano.
Había quedado con un amigo para ir al cine y decidimos encontrarnos allí mismo, frente a las taquillas. Estuve esperando un buen rato hasta que recibí una llamada Era mi amigo. Le había surgido un imprevisto de última hora y no podía venir. Ya que estaba allí decidí quedarme a ver la película yo solo.
Me senté en la butaca y al poco rato se sentó un chico a mi lado. Tendría cerca de 30 años, no muy alto, delgado, con el pelo rubio muy corto y ojos azules. Me preguntó si tenía hora, con un fuerte acento del este de Europa. Su voz me fascinaba, sobre todo por ese extraño acento que me daba la sensación de estar hablando con alguien misterioso.
Estuvimos hablando un buen rato. Me dijo que se llamaba Iván y era de Ucrania, y que llevaba 2 años en la ciudad trabajando como electricista.
- Parece que hace mucho calor aquí dentro, no acabo de acostumbrarme a vuestro clima.
Decía esto mientras se quitaba la camiseta, dejando al aire su torso velludo, que yo no podía dejar de mirar. Él se dio cuenta y me sonrió. En ese momento se apagaron las luces y comenzó la película.
Aproximadamente media hora después sentí que su mano tomaba la mía y empezaba a pasársela por encima del pecho. Yo me sentía muy a gusto palpándolo, sintiendo como los pelos rozaban mis dedos, hasta que se llevó mi mano a su boca y empezó a chupar dos de mis dedos.
En ese momento yo ya no aguanté más y le di un largo beso en la boca. Seguí besando y lamiendo su cuello y su pecho, especialmente sus pezones, hasta que decidí ir más abajo. Empecé a arañar suavemente su polla con los dientes por encima del pantalón. Acto seguido se bajó la cremallera y la dejó salir fuera. Apenas la podía ver pero al cogerla calculé que aquello debía medir unos 20 cm y que el grosor también era considerable.
Me la metí en la boca y comencé a chuparla con ganas. Mi cabeza subía y bajaba rítmicamente, dejando que el capullo rozara mi garganta. Me la saqué un momento y comencé a lamer sus huevos y a metérmelos en la boca.
Iván no paraba de jadear y de acariciar mi cara y mi pelo con sus manos. Volví a meterme su polla en la boca y a comérmela, esta vez más rápido, y me agarró la cabeza, siendo ahora él quien marcaba el ritmo.
Unos instantes después se corrió y yo me tragaba con avidez toda la leche que podía, parecía que no había bebido en una semana y no quería dejar escapar ni una sola gota de aquel manjar.
Volví a sentarme y me quité la camiseta. Ahora era yo el que estaba ardiendo con el calor.
- Ahora me toca a mí.
Me susurró al oído.
Me acariciaba y me besaba por todas partes, y pasaba su lengua por encima de mis pezones. Como aquello no acabase pronto iba a explotar allí mismo.
Me cogió la polla y empezó a pajearme mientras me besaba en el cuello y me susurraba al oído palabras en un idioma que nunca había escuchado.
Al principio me pajeaba lenta y suavemente pero cada vez lo hacía con más fuerza y rapidez. Al llegar el momento del orgasmo sentí como me mordió en el cuello.
Eso me enardeció aún más y di un alarido que debió escucharse en la calle. Ya no me importaba nada.
Un chorro de mi semen cayó sobre mi cara y un profundo sueño se apoderó de mí.
Ya no puedo recordar nada más.
Una semana más tarde desperté en la cama de un hospital. Me habían encontrado en la sala medio muerto y prácticamente desangrado, con la marca de Iván en mi cuerpo en mi cuello, una marca de dos colmillos afilados