En el centro comercial (4: Chivita)

Todas mis preguntas se quedaron sin respuestas desde el mismo momento en que me vino a la mente el extraordinario placer que me había dado mi macho. Y lo feliz que había sido en mi papel de mujer. Me gustaba ser Chivita y estaba deseando volver a verlo nuevamente.

CHIVITA (En el centro comercial-4)

El piso era amplio y bastante lujoso. Según me contó vivía solo desde que se divorció de su mujer. Tenía una hija, Sara de dieciséis años que en estos momentos pasaba las vacaciones de verano con su ex, pero que dentro de unos días volvería a casa a vivir con el ya que cursaba estudios de medicina en la universidad. Nos dirigimos al dormitorio, una pared formada por puertas de espejos separaba la estancia del baño.

Nos metimos en la ducha juntos, las caricias de nuestros cuerpos enjabonados hicieron que la pasión volviera de nuevo. Juan acariciaba mi cuerpo y me observaba con mucho interés. A pesar de las dos veces que nos habíamos corrido nuestras pollas volvieron a ponerse tiesas y duras, intente comerme de nuevo aquel dulce manjar pero Juan apartándome suavemente salió de la ducha, se envolvió en un albornoz y se sentó sobre el borde de la cama mientras me miraba con descaro.

.-Sabes? tienes un cuerpo perfecto. Me gustas. Date una vuelta que yo te pueda ver bien.

Obedecí encantado y me paseé delante de él como se estuviera en una pasarela de modas

Yo era consciente de que físicamente no estaba mal, tengo un cuerpo muy bien proporcionado suelo hacer gimnasia y natación desde que era un niño, al no tener vello daba la sensación que estaba depilado totalmente, los rasgos de mi cara son suaves y algo aniñados, mis ojos son azules y mi pelo es castaño muy claro, casi rubio, lo que hace que tenga un aspecto casi angelical por lo que suelo tener bastante éxito con las mujeres e incluso entre algunos hombres, sobre todo cuando junto con Luisa asistimos a algún lugar de copas de ambiente gay. Más de una vez me habían halagado, pero era la primera vez que un hombre ensalzaba mi belleza y además ese hombre era el macho que me había transportado al cielo dejado su leche dentro de mis entrañas hacía un instante.

Se incorporó de la cama y tomándome de la cintura me acercó hacia él me y besó en la boca. Yo me entregué a sus besos esperando una nueva batalla de sexo sin embargo me apartó de él y me llevó a través del pasillo hasta una habitación que resulto ser la de su hija Sara, me abrió el ropero y me dijo.

.-Tienes un cuerpo precioso quiero ver que tal estas vestido de mujer, aquí tienes ropa de Sara, lencería, vestidos, zapatos... seguro que encuentras algo de tu talla pues tiene mas o menos tu estatura. Vístete de putita. Te espero en el salón.

Me quedé de una piedra, su proposición me había dejado descolocado y mudo de la sorpresa. Pero me gustaba la idea de convertirme en una hembra, aunque fuera solo unos momentos y entregarme a mi amante.

Aquella situación no era nueva para mí, Siempre he sido un apasionado de la lencería de mujer de hecho solía regalar muy a menudo ese tipo de prendas a Luisa. Me encantaba verla sexy y apetecible y le pedía que se los probara mientras yo la esperaba en el salón tomando una copa y fumando un cigarrillo. Quizás en mi subconsciente me habría gustado ser yo quien vistiera esa ropa. Ella comenzaba la exhibición pasando los modelitos delante de mí contoneándose con poses descaradas provocándome de tal forma que acabábamos follando como leones. De vez en cuando Luisa intentaba convencerme de que cambiáramos los papeles y yo me vistiera de mujer mientras ella me esperaba en el salón vestida de hombre. Luisa tenia una fijación, como ya conté anteriormente, y era que le encantaría verme follando con otro hombre ( si me viera en este memento). Más de una vez me había propuesto salir los dos juntos vestidos de mujer como dos amigas e intentar coquetear con los tíos ya que pensaba que podría pasar perfectamente como una hembra cosa a la que yo me había negado sistemáticamente. Sin embargo en esta ocasión era yo el que se tenía que vestir con ropa sexy y comportarse como una hembra puta y caliente y Juan era el macho al que había que provocar. El sueño de Julia se iba a cumplir aunque ella no estaba allí para verlo

Por la ropa que encontré en el ropero pude comprobar que la hija de Juan no era ninguna mojigata, todo lo contrario, su vestuario era atrevido y muy escaso de tela.

Después de echar un vistazo me decidí por e unos ligueros negros con unas medias y un tanga del mismo color, una minifaldita de lycra casi transparente también de color negro muy corta y de talle muy bajo que apenas me tapaba las nalgas y una camiseta blanca de tirantas tan corta que dejaba ver el ombligo.

Me miré en el espejo y me gustó lo que vi, mis piernas lucían preciosas y resaltaba mi culito respingón, sin embargo faltaba algo para que fuera perfecto.

Busqué en el armario unas sandalias de tacón de tiras doradas me las calcé y traté de andar, me costó mucho trabajo mantener el equilibrio pero poco a poco lo fui consiguiendo.

Ya solo faltaba el maquillaje. Busqué un pintalabios de color sonrosado muy suave, una sombra de ojos, rimel y algo de color para las mejillas. Cuando terminé me quede asombrado. Me había convertido en una verdadera hembra. No tenia pechos pero mis pectorales se marcaban perfectamente en la tela y los pezones de punta daban apariencia de unas tetitas de adolescente.

Cuando iba a dirigirme al salón me acordé de que toda mujer deber llevar complementos así que me coloque unas pulseras, anillos y un collar junto con unos pendientes

Como pude fui taconeando por el pasillo apoyándome en las paredes hasta llegar al salón. Me erguí todo lo que pude y comencé el desfile delante de mi macho. Recordé como lo hacía Luisa y procuré imitarla en todos sus movimientos.

Juan estaba boquiabierto viendo la imagen que se le presentaba ante sus ojos, se desabrochó el cinturón del albornoz y comenzó a acariciarse aquello que a mi me quitaba el sueño..

Me paré delante de él y con una mirada morbosa y viciosa me ofrecí. Mis piernas temblaban de nervios y de emoción

Se levantó del sofá y acercándose me besó en el cuello, sus manos se posaron en mis nalgas por encima de la minifalda apretándome contra su cuerpo y besándome muy cerca de la boca.

En aquel momento estaba tan "metida" en mi papel que me olvidé por completo que era un hombre y empecé a pensar como una mujer. Sentí un calor dentro de mí y tuve la sensación de que estaba mojando las braguitas, mi vientre palpitaba y todo mi ser deseaba ser "poseída" por aquel semental.

Juan me tomo por los hombros e hizo que me arrodillara delante de el ofreciéndome aquel trofeo que tanto me gustaba mamar.

Cerré los ojos y me concentré para volver a saborear por tercera vez en dos días aquella polla dura y sonrosada que tanto me gustaba. Como si fuera un niño goloso con su caramelo comencé a comerme de nuevo a aquel macho. Lo saboreé, lamí, besé, acaricié con mis labios y cuando vi que estaba a punto de correrse paré y con una sonrisa de "viciosa" le miré a los ojos.

  • ¿Te gusta?

  • Sigue Chivita no pares ahora…..

  • No, -le contesté-

  • Quiero que me folles, que me hagas "tuya": Hasta ahora he sido tu Chivita, ahora quiero ser también tu putita: ¡FOLLAME¡

Metió sus manos por debajo de la falda y comenzó acariciar mis muslos, mi vientre palpitaba cada vez mas deseando ser llenado de nuevo por aquel macho, de pronto me tomo en sus brazos me levantó y me llevó a su dormitorio mientras yo me abrazaba a su cuello y apoyaba mi cabeza contra su pecho.

Me sentía "transportada" al séptimo cielo. A cada paso que daba sentía como su polla rozaba mis nalgas,

¡Joder aquello era demasiado¡.

Me dejó caer lentamente sobre la cama sin parar de besarme, era algo que como "mujer" me encantaba, era tierno y delicado y al mismo tiempo viril.

Se despojó del albornoz poco a poco mientras yo lo esperaba "tumbada" en la cama adoptando posturas de hembra viciosa. Se recostó a mi lado y me quito la faldita y la camiseta. Quede "desnuda" ante él con mis medias, mis ligueros y mis zapatos de tacón. Comenzó a recorrer todo mi cuerpo acariciándolo con sus fuertes manos. Yo estaba fuera de mi, cada vez me atraía mas aquel hombre y cada vez me metía mas en mi papel de mujer. ¿Me estaría enamorando?. Todos mis gestos y ademanes rebosaban feminidad. Me dio la vuelta y me colocó de espaldas, acarició mis muslos hasta llegar a las nalgas, hizo a un lado la cinta del tanga y con los dedos comenzó a acariciar y lubricar mi orificio mientras con la otra mano me pellizcaba los pezones y me acariciaba la polla por encima de las braguitas

Ver a aquel macho entregado a mi cuerpo me producía una sensación nueva. Estaba "ansiosa" porque me quitara las bragas y me la metiera de nuevo. Siguió acariciando mi cuerpo desnudo y mordiéndome el cuello me susurro al oído:

  • Estas preciosa y tienes un culito perfecto.

  • Esta noche vas a ser mía. Quiero gozar de tu cuerpo y hacer que te sientas como una verdadera mujer.

De nuevo volví a sentir como mi corazón saltaba desbocado en el pecho. La polla me iba a reventar de la excitación que sentía al oír esas palabras. Saber que un hombre me decía todo aquello me producía un morbo y una sensación inenarrable.

Me gire y rodeando su cuello con mis brazos me abrace a el ofreciéndole mi boca. Me sentía "suya", "entregada"... Me beso apasionadamente, sentí sus labios recios y carnosos acariciar los míos, nuestras lenguas luchaban entre sí mezclando nuestras fluidos.

Sus manos dejaron mi cintura y se deslizaron hasta quedar sobre mis desnudas nalgas.

Me sentía toda una mujer. En mi interior sentí un vacío como si tuviera una vagina hambrienta

Me coloqué a cuatro patas, abrí las piernas y arqueando un poco la espalda le ofrecí mi culo sediento de leche para que hiciera con él lo que quisiera.

Comenzó a besar y acariciar mis nalgas, las separó todo lo que pudo y con una maestría insuperable fue mordisqueando la entrada de mi agujero.

Aquello fue demasiado. Creí que me iba a morir del gusto, mi cuerpo no quería que ese momento terminase nunca, sentía que mi polla que ya se había salido del tanga, estaba a punto de reventar

-Soy toda tuya. fóllame, quiero volver a sentir tu polla dentro de mí. En mi culo

Los espejos de las paredes del baño reflejaban la imagen. Me veía a cuatro patas siendo acariciada por aquel semental y aquello me volvía loco.

  • Como me gusta tu culo Chivita....

La escena que veía en el espejo me producía tanto morbo y excitación que necesitaba sentirlo dentro de mí.

  • ¡Fóllame... hazme "tuya"!

Relajé mi cuerpo, necesitaba sentirlo de nuevo, deseaba que aquella masa de carne roja y palpitante entrase dentro de mí y me volviera a llenar de leche.

La polla de Juan comenzó a cobrar vida mientras punteaba con ella mi esfínter. Sentí como rozaba mis piernas y como apoyaba su glande contra mi culo todavía dilatado de la vez anterior.

Me tomó por las caderas y comenzó a metérmela, poco a poco, despacio, con suavidad… volvía notar su polla abriéndose paso en mi interior… sintiendo como se alojaba en mi culo. Todo mi cuerpo comenzó a temblar como una hoja , podía saborear cada milímetro que entraba sin sentir tanto dolor como la primera vez. Cuando me la metió entera noté sus huevos rozando mis piernas. Un enorme placer me inundó cuando su polla logro entrar del todo. Me sentía totalmente "llena".

De nuevo dirigí la mirada hacia el espejo y vi a una putita completamente entregada a su macho siendo follada y tratada como una verdadera mujer.

Los jadeos y los gemidos se mezclaban pero esta vez eran solo y exclusivamente de placer. Placer de ser "follada" como hembra. Su ritmo se fue acelerando, poco a poco. Sus embestidas eran cada vez más fuertes. Mis pendientes y collares se agitaban y temblaban al mismo ritmo que el resto de mi cuerpo.

Mi culo ardía como un infierno en llamas, mis piernas temblaban y mi cuerpo se estremecía de placer.

Los gemidos se convirtieron en jadeos roncos. Con una de sus manos apretó fuertemente mi polla.

  • Chivita... no puedo mas.... voy a correrme.

Al borde del éxtasis comencé a gritar:

  • Oooohh que gusto….sigue…mas fuerte…Siiii no pares... dame tu leche…. Dáaaaaaamela

Con un grito bestial llegué a mi tercer orgasmo en aquella tarde. Me corrí como si nunca lo hubiera hecho.

Mi polla empezó a soltar, chorros y chorros de leche al mismo tiempo que Juan explotaba en una inmensa corrida entre convulsiones y gritos soltando latigazos de leche inundando mis entrañas mientras me abrazaba con fuerzas

Unos segundos después entre convulsiones se me aflojaron las rodillas y caí de bruces hacia delante arrastrándole en mi caída.

Quedamos desplomados sobre la cama, apenas tenía fuerza para moverme. Mi cuerpo estuvo temblando de placer durante unos minutos. Nos quedamos un rato reposando con su miembro aún palpitando dentro de mí, no quería moverme para no dejarlo escapar..

Al cabo de unos minutos empezamos a calmarnos. Poco a poco fui sintiendo como su polla se iba reduciendo de tamaño dentro de mi culo, hasta que se salió del todo dejando en un gran vacío en mi interior. Su semen salía a borbotones de mi culo y sentí como se escurría por mis nalgas.

Mientras me besaba el cuello y la nuca se separó y se recostó junto a mí para recobrar fuerzas.

Me abrazó y me besó suavemente en los labios. Me entró un agradable cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo. Yo me apretujé contra él. Me sentía feliz, "segura"... Me sentía "suya

No se cuanto tiempo estuvimos tumbados en la cama el uno junto al otro, el desnudo y yo con mi ropita sexy. Creo incluso que llegamos a dormirnos. La luz de la calle ya no entraba por las ventanas miré un radio-reloj que estaba en la mesita de noche, eran mas de las diez, Luisa me estaría esperando en casa y sin embargo no me apetecía levantarme de la cama, quería seguir disfrutando de la compañía de mi macho.

Al final salté de la cama bajo la atenta mirada de Juan, me miré en el espejo y de nuevo volví a asombrarme de la imagen que se reflejaba, aunque ahora tenia el rimel corrido, los labios despintados y una de las medias estaba rota, lo que hacia que el aspecto fuera aún mas de autentica puta.

Me di una ducha, esta vez solo, mientras Juan se fumaba otro cigarrillo tumbado en la cama.

Nos despedimos en la puerta y nos prometimos repetir la experiencia, aunque no podría ser en su casa ya que al día siguiente volvería Sara, su hija.

Mientras conducía camino de casa fui rememorando todo lo ocurrido en las ultimas horas: el encuentro con un desconocido en los aseos, como la había mamado la polla tragándome toda su leche, la escena de sexo y morbo en el aparcamiento, la actitud de Luisa, la "tarde de fútbol" con mi amante masculino. y mi transformación en "Chivita".

Empecé a sentir un terrible remordimiento de conciencia por todo lo que había pasado. Me sentía sucia y puta, y lo peor de todo es que el placer que había experimentado

con Juan era infinitamente mayor del que jamás había sentido con ninguna otra mujer incluida Luisa.

Me avergonzaba de mi comportamiento pero por otro lado solo recordarlo me producía una terrible excitación.

Era extraño. En menos de veinticuatro horas mi vida sexual había dado un vuelco que ni de lejos podría haber imaginado Un montón de preguntas se me fueron amontonando en el cerebro:

¿Cómo era posible haber hecho todas esas cosas?. ¿Qué me había ocurrido para entregarme de esa forma a una experiencia homosexual con otro tío? ¿Es posible que mis gustos sexuales estuvieran cambiando tan de repente? ¿Cómo podía ser tan "puta"?...

¿Hasta donde pensaba llegar? ¿Qué ocurriría si Luisa se enterara? ¿Y si trascendía a mi entorno social?

Todas mis preguntas se quedaron sin respuestas desde el mismo momento en que me vino a la mente el extraordinario placer que me había dado mi macho. Y lo feliz que había sido en mi papel de mujer. Me gustaba ser Chivita y estaba deseando volver a verlo nuevamente.

CONTINUARA