En el camping. La vida da muchas vueltas
Este es un relato real, de los mejores epidodios que he vivido en la vida. Un chantaje que me hace convertir en una puta de cuidado.
Buenas! Me llamo Claudia, he escrito un relato hace muy poco, y me ha entrado el gusto por relatar mis experiencias en esta web, que seguro que no va a descubrir Santi, mi novio, ya que no suele conectarse a este tipo de webs.
Bueno, tengo 23 años, como Santi, y soy rubia , de ojos negros, delgadita y mido unos 170, algo más que él. Tengo muy buen cuerpo, gano miradas allá donde voy, pues vuelvo locos a los chicos. Hasta las vacaciones de Palma (mi anterior relato) nunca le había sido infiel, pero después de aquello, recapacité y me entregué a Santi, quizás porque me sentía arrepentida de lo que había hecho.
Esto ocurrió en un camping, en Salou, Tarragona, donde fuimos a pasar un fin de semana de septiembre, justo antes de empezar los cursos. Éramos Santi, yo, Pablo, Sergi y Sandra, su novia. Llegamos sobre las 10 de la mañana, y ocupamos el bungalow que solíamos coger siempre que íbamos ahí. Dejamos las cosas y nos pusimos la ropa de baño: bikinis y bañadores.
Yo iba cogida de la mano de Santi, mientras ellos ya estaban instalando sus toallas cerca del mar. Nos miramos, y me dio un beso muy romántico, de los que me suele dar cuando estamos solos, pues le da vergüenza hacer esas cosas delante de sus amigos. Dejamos las toallas junto a todos y nos estiramos, me puse enseguida encima suyo, sentada sobre su paquete, para besarle. Me dijo que luego, cuando estuviéramos más solos, poniéndose rojo. Me encanta cuando se pone rojo por mi culpa. No le hice caso y le besé en la boca. Al ver que se apartaba diciéndome que parase, bajé a sus pezones y los saboreé con la lengua. Estaba incómodo. Bajé hacia sus abdominales, encogiéndome sobre mí misma para poder llegar a aquella zona, a lo que me cojió de la cabeza y me dijo: Para ya Clau, por favor. -Tenía cara de enfado, como si fuera mi padre viéndome hacer algo malo. Le sonreí y le dije: Vale mi amor. Pero luego me compensas eh... -Y le guiñé un ojo.
Nos pusimos crema el uno al otro, mientras el resto hablaban entre ellos. Nos bañamos todos juntos, jugando a la pelota en el mar, a pasárnosla entre todos. Vi que detrás de Sergio habían dos chicos, parecían de esos killos, los típicos cachas con collares de oro y piercings. No paraban de mirarnos. Supuse que querían jugar, y se lo dije a Santi, que estaba a mi lado:
Oye Santi, ves aquellos dos de detrás de Sergio? - Sí, ¿qué les pasa? - Que nos miran como si quisieran jugar...
Le miré para ver qué cara ponía. Me miró y me dijo: Pues vale, y a mí qué me importa jaja. - Va Santi, no seas malo, que me dan pena. Llámalos porfa. - Le dije con cara de penita, que siempre le convence.
Joder Clau, cómo eres de verdad… ¡Ei! Vosotros! Todos mis amigos les miraron, ¿Queréis venir a jugar? - ¡Vale! Gracias, respondieron al unísono. Y se acoplaron a nosotros.
La verdad es que el juego era aburrido, sólo reíamos si alguien daba a algún desconocido en la cabeza, o salpicaba a alguien, y cuando eso, Santi y yo nos dábamos el lote ahí mismo.
Los dos chicos se llamaban Samuel y Aaron, 'nombres típicos de cholos’ pensé, mientras miré furtivamente a Santi, a ver si se reía. Pero al contrario, estaba muy serio, no le gustaba jugar con gente que no conocía, no se divertía. Seguimos jugando y nos presentamos todos. Cuando me tocó presentarme a mí, vi cómo me miraban fijamente, y de vez en cuando, sonreían. Esto me pasa siempre, así que no le di más importancia. Claudia, me llamo Claudia, dije.
Encantados guapísima. Los dos besos te los damos fuera, que aquí estamos lejos, jaja. - Jaja tranquilos si no hacen falta, de verdad. - No, somos muy educados y a una piba como tu, ¡qué menos que dos besos! no?.
Miré a Santi, y como siempre que me tiraban la caña, pasaba y miraba a otro lado, visiblemente enojado. Pablo y Sergi me miraban y se reían, y Sandra simplemente sonreía. Seguimos jugando a la pelota, pero ahora éramos menos, pues Santi y Sergi se habían apartado para hablar, parecían contentos, se reían y de vez en cuando lanzaban un ooohhh, pero no se oía nada más. Vi que Samuel y Aaron me miraban, y también a Sandra, lógicamente, y que Pablo estaba como marginado. Nadie le pasaba la pelota ni él se ofrecía, así que el juego se redujo a ellos dos, Sandra y yo.
Sandra es morena, guapísima, la verdad. Tiene los ojos azules, y una carita algo pecosa. Un cuerpo diez, pues vamos las dos juntas al gimnasio, y nos damos consejos de belleza. Unas tetas naturales muy bien puestas, y un culo espectacular. Creo que está casi más buena que yo, modestia aparte jeje.
Samuel era moreno, estaba fuerte, como Aaron, y llevaba un collar de oro con una K. Aaron era rubio de pote, pero bastante guapete, y tenía más collares que Samuel. Se nos acercaron para hablar. Samu dijo:
A ver, juntaros, a ver quién es más alta, la rubia o la morena?
Nos miramos sonriendo y nos juntamos, mirándoles, esperando el veredicto final.
S: La rubia es un poco más alta no?
A: Que dices tío, la morenaaa! Bueno, es que están en el agua, a lo mejor están haciendo trampas. ¿A que sí pibas? - Dijo mirándonos y riendo.
S: Es verdad tío, veniros fuera, que os veamos mejor.
Nos miramos, miré a los chicos, quería decirle a Santi que salíamos, pero se habían adentrado un poco más en el agua, y no nos oirían.
Vale, dije. -Y miré a Sandra- ¿Vamos? - Bueno, me dijo.
Caminamos por la orilla delante suyo, hasta salir del agua completamente.
Yo iba con un bikini rosa claro, muy sexy la verdad, mientras que Sandra iba con uno azul a juego con sus ojos. La verdad que íbamos muy guapas. Nos dimos la vuelta para verles. Caminaban sonrientes, mirándonos el culo.
Esperad un momento, voy a por la cámara, para hacernos fotos los 4 vale? Si no os importa claro... - Dijo Aaron.
No que va, para nada. - Dijo Sandra amablemente. Nos quedamos solas con Samu, que se nos acercó y nos preguntó: ¿De dónde sois pibitas?
De Barcelona, contestamos al unísono, lo que provocó una risa en Samuel.
No hace falta que contestéis tan rápido jaja, nosotros somos de aquí, de Salou. ¿Y dónde dormiréis? Porque si no tenéis sitio os puedo hacer un hueco en mi cama eh jeje. - Nos dijo mientras se nos acercaba más, con total confianza.
Bueno dormimos en el camping. - Le respondí, retirándome un poco hacia atrás, viendo su atrevimiento.
Entonces llegó Aaron con la cámara digital, y nos llamó a las dos: Venga! ya estoy. Va empecemos. Poneros los tres.
Samu se puso enmedio nuestro, cogiéndonos de la cintura. Nosotras ligeramente inclinadas hacia él, pues es la postura que solemos adoptar las chicas cuando tenemos un chico enmedio, en una foto. Pusimos, como de manera automática, una pierna delante y otra detrás, mientras Aaron hacía fotos.
Luego se cambiaron los turnos: Aaron se puso con nosotras y Samu de fotógrafo, para luego cambiar, ellos dos con cada una de nostras y así...
Cuando llegaron Santi y los chicos. ¡Hola! Les saludaron Samu y Aaron. Estábamos haciendonos unas fotos con vuestras pibas, no os importa verdad? 'Pibas', era algo feísimo, como 'churri', pero no dije nada.
¡Qué va! Dijo Santi. Haceros fotos con ellas... - Me miró y me guiñó un ojo, mientras me sonreía. Entendí que se refería a que ellos se hicieran fotos con nosotras pero que luego eran él y Sergio quienes nos iban a foyar. Le sonreí, y fui hacia él para darle un beso, pero me dio el beso en la mejilla... Luego nos hicimos fotos todos juntos, mientras hacían bromas de hombres... ya me entendéis. Nosotras nos apartamos un poco para hablar de nuestras cosas.
Al rato Samu propuso jugar a voley playa. A mí me encanta, aunque no soy muy buena. Fuimos a la red, que estaba vacía, yo Samu, Aaron, Sandra y Pablo; mientras que Santi y Sergio se quedaron jugando a la pelota de fútbol. A mí me escogieron Samu y Aaron en su equipo, a pesar de decirles que soy mala. Sabía que eso les importaba un pimiento, que lo que querían ver era mi culo saltar delante suyo... Les di ese placer, y jugamos contra Pablo y Sandra.
Con cada error que hacía, Samu se me acercaba por detrás y me daba consejos, pero demasiado cerca creo yo... A pesar de eso no le dije nada, y seguimos jugando. A mitad del juego, me di cuenta que Sandra me hacía un gesto como de 'súbete el bikini', me miré y de tanto saltar se me veía un pezón, a medias. Me giré avergonzada para subírmelo, mirando a Samu y Aaron, pero me di cuenta que ya me lo habían visto y no me habían dicho nada. Me avergoncé aún más, pero seguí jugando, ya me daba igual. Cuando acabamos fuimos a nuestras toallas, donde vi que Samu y Aaron llevaban un emplame importante bajo sus bañadores. Me reí en mis adentros. 'Qué buena que estoy jeje'. Saludamos a Santi y Sergio, y fuimos los tres a comer al camping. Ellos irían 'cuando tuvieran hambre’.
Entonces nos siguieron Samu y Aaron: ¿Vais a comer? - Sí, contestó Sandra. -¿Y vosotros?
Bueno, tendríamos que ir a casa, pero nos da palo, si nos dejáis comer ahí, nos haríais un gran favor tíos.
Miré a Pablo y me dijo que bueno, que podían venirse, pero yo sabía que querían ligar, a eso iban, pero no iba a ser tan fácil quitárselos de enmedio, ya que sólo estaba Pablo con nosotras, y no tenía mucho tema de conversación... Así que tocaba apechugar, y aguantar el chaparrón.
Cogimos mesa en el bar y pedimos. Samu estaba delante mío, y junto a él, Aaron. Pablo y Sandra estaban a mis lados.
Samu a Pablo: ¿Tú eres su novio? Señalándome a mí.
P: Qué va jaja, su novio es uno de los que se han quedado ahi, Santi.
Samu: Ah vale, entonces la que no tiene novia eres tu, morena?
Sandra: Sí que tengo, es el otro.
Aaron: Pues mira que bien tío, cuanto más difícil mejor no? Y le picó con el codo a Samu.
Samu: Que va que va tio, déjalas, que tienen novio... - y me miró, guiñandome un ojo.
Hablamos de muchas cosas, nos contaron que trabajaban de carpinteros por la zona, que no tenían novia, que eran lo mas de lo mas, vamos. Nosotros les explicamos de donde veníamos y qué haciamos ahi, y todo eso. Hasta que vinieron Santi y Sergio.
Ei! Qué pasa! Hay hambre ya no? Dijo Santi.
Siéntate en mi sitio cari, que yo ya he terminado.
Al decir esto Samu le dijo a Sergio: Y tu, chaval, te puedes sentar en mi sitio, que yo también he terminado.
'Que pesado el Samu ese' pensé. Se me acercó y me dijo: No quieres postre?
Yo rápidamente interpreté que el postre era su ... y le dije: ¡Tío vete a la mierda, que no soy una guarra que se va comiendo las poyas de todos, vale?
Él se rió y me dijo con voz tranquila: Piiiba, tranquilízate hombree! Si sólo quería invitarte a una cerveza, o lo que tú quieras... Pero vamos, si quieres lo otro... Jajaja. Mientras se reía se rascó el paquete. Es el gesto que más odio de los chicos, que se lo rasquen como si nada delante mío.
Yo, avergonzada, le dije: Lo siento, no sabía... perdona, es que pensaba que te referías... - Entonces me cortó:
Tranquila, si seguro que tu novio la tiene pequeña y por eso estás deseando que te den poyas nuevas, a que sí?
Aquel comentario me enfureció: primero porque Santi la tiene normal, y segundo porque quién coño era él para decirme eso? Así que le dije: Ven. Y le llevé a la parte trasera del bar, por fuera. Ahí le metí un guantazo en toda la cara, que se oiría hasta en Pekín, supongo. Me quedé pasmada, flipando con lo que había hecho, pero no podía cortarme ahora:
Tío, que te quede clara una cosa, tú y yo no nos vamos a liar, ni hoy ni mañana, ni nunca, ¿entendido? Así que vete a seducir a otra con tus chorradas de poyas... Vale?
Diciendo esto vi que se le dibujaba una sonrisa en la cara, y me cojía del brazo. Cuando acabé, rió, y me dijo:
¿Qué te crees la reina de Salou? Si las hay a montones como tú, rubia de pote! Ah, y otra cosa: Me vuelves a poner la mano encima y te juro que no lo cuentas, ¿entendido rubita? - No dije nada, estaba asustada. - ¿Entendido he dicho? Me volvió a preguntar. S..Sí. - Respondí tartamudeando.
Al verme tartamudear me apretó la mano: Vamos a ver si lo has entendido bien rubia, ves hacia aquel árbol y espérame ahí. - Le miré asustada: P...Para qué? Me empujó cabreado, y me miró, sin decir nada.
Me puse a caminar, mirando hacia atrás, para ver si me seguía, pero no, él seguía mirándome como caminaba. Cuando llegué al árbol, le miré. Empezó a caminar hacia mí. No sabía qué hacer, decidí que lo mejor era esperar a que me dijera algo. Cuando llegó me dijo:
A ver rubia, si de verdad lo has entendido arrodíllate y chúpamela ahora mismo, que voy muy cargado.
¡Y una mierda! - Le contesté rápido.
A ver pibita, te debo una bofetada fuerte, así que si no me la chupas ya te meto una hostia bien merecida.- Diciendo eso se le abrieron los ojos como platos, del enfado que tenía, lo que me asustó aún más. Miré abajo, tenía el bañador puesto. 'Sólo será una mamada' pensé, a la vez que me arrodillé. Alcé los ojos.
¡Espera! Me dijo. Mientras se sacaba algo de la bolsa de playa. Era su móvil. ¡Me iba a grabar! ¡Eso sí que no! Me levanté y le dije:
¡A mi no me grabas tío, vete a grabar a tu tía!
Entonces me cogió del pelo, y me obligó a arrodillarme de nuevo.
¿Qué haces idiota? Grité. ¡Como me vuelvas a tratar así llamo a mi novio vale?- Me miró y se rió.
Anda chupa, mejor para tí que no le llames. - Y se puso a grabar. Aún en el suelo le dije: Vale, pero con una condición, te la chupo si no me grabas, y me dejas marchar.
Vale. - Me dijo, a la vez que guardaba el móvil. - Venga a chupar pibita.
Cuando lo guardó en el bolsillo del bañador, se lo bajé rápidamente, para que no tuviera tiempo de sacarlo otra vez. Aquello pareció como si estuviera loca por chupar una poya.- Parece que sí que estabas ansiosa por mi poya eh rubia? jeje! -Se rió mientras me cogía la cabeza con las dos manos, para no dejarme escapar.
Me la metí poco a poco, pero me apretó de golpe la cabeza, introduciéndomela hasta la garganta. Noté arcadas de golpe. Daba gemidos ahogados por su poya, y me ponía roja. Me la fue sacando y metiendo, cada vez más rápido, sin tener tiempo casi ni de respirar. Mi boca era como un coño para él, se me humedecían los ojos. Quitó una mano de mi cabeza y la bajó hacia mi bikini, liberándome las tetas de un solo movimiento, y apretando una tras otra, alternando. Yo sólo notaba su poya atragantándome embestida tras embestida. Quería que se acabara aquello ya, e irme con Santi, mi querido Santi.
De pronto, me tiró del pelo, y me la sacó de golpe. Le miré. Supe que se iba a correr. Menos mal que estábamos al lado del mar, e iría a bañarme para quitarme sus restos de semen... Me dijo de hacerle yo misma la paja, eso me humilló aun más. Se la hice, por supuesto, orientándosela hacia mis tetas, que son más fáciles de limpiar.
¡A tu cara rubia! Me ordenó.
Obedecí. Soltó un chorro caliente en mi cara, enseguida sustituyó mi mano por la suya, dirigiendo el chorro a mis ojos, cegándome. Seguí notando sus chorros en mis mejillas, mi pelo y por último, mi boca. No veía nada. De pronto, noté su poya intentando entrar en mi boca. La abrí, para dejarla pasar, y una vez ahi, limpiársela a conciencia. No sabia por qué lo hacía, no me habia obligado, en realidad, pero supuse que era lo que estaba deseando desde que lo vi en el mar, junto a Aaron.
No oía nada. ¿Samu? No respondía.
No te muevas, un segundo pibita, ahora mismo acabo. - Me quedé quieta. Medio minuto más, que se me hizo eterno, arrodillada frente a un desconocido, con la cara llena de su semen, y con las tetas al aire.
Ya te puedes ir a limpiar rubia.- Me dijo mientras oía sus pasos alejarse de donde estaba yo. Me limpié un poco los ojos del semen, cogí mi bikini del suelo y me limpié lo que pude de mi cara. Luego entré al baño del bar, y acabé de arreglarme. Me puse bien el bikini y volví a donde estaban todos, Samu incluído.
¿Dónde estabas cari? Me preguntó Santi.
En el lavabo...- Respondí enrojecida, evitando mirar a Samu, que seguro se estaba regocijando con su logro. Entonces Santi se levantó hacia mí y me dijo al oído:
Vamos al bungalow amor, que antes te he dejado con las ganas. - Mientras, me tocaba el vientre y bajaba poco a poco hacia mis braguitas. Le cogí la mano y le miré.
Vale, vamos, pero no me toques delante de todos. - En realidad no quería que viera lo mojada que estaba, sí, estaba mojada por habérsela chupado a Samu... Le besé y fuimos al bungalow.
Tuve 3 orgasmos, por 'culpa' de Samu, pero además, Santi me dijo que había aprendido cosas nuevas por internet. Me trató mal, pero me estaba gustando lo que me hacía: Me tiraba del pelo mientras me foyaba por detrás, algo que nunca me había hecho. Me dolía, pero me estaba mojando sobremanera. Me daba cachetes fuertes en las nalgas. Y, para correrse, ya no quería mis mamadas de antes, dulces, mirándole a los ojos, saboreando y tragando... No. Ahora quería foyarme literalmente la boca, igual que acababa de hacer Samu. Lógicamente no le iba a decir que no, después de haberle dejado a Samu hacerlo. Me dieron arcadas, pero él sí lo notaba, y bajaba el ritmo cuando se daba cuenta. Segunda corrida facial en menos de 10 minutos, aunque él creyese que era la primera.
Me duché, mientras él salía a la playa, donde estaban Sergio y Pablo, y quizás también Samu y Aaron, a jugar a fútbol. Cuando acabé, me sequé con la toalla y salí a vestirme. Me puse otro bikini, ahora uno negro, muy simple, pero a la vez muy sexy. Cojí mis cosas y me dispuse a ir a la playa con todos, cuando aparecieron Samu y Aaron. Me quedé paralizada.
¿Qué hacéis aquí? - Dije como pude.
¿No podemos o qué?¿Es tuyo el camping rubia? -Me dijo Aaron. - Ya me he enterado que la chupas muy bien eh pibita... - Me dijo mientras miraba riendo a Samu. No entendía nada de lo que pasaba.
Samu: Venga, no me dejes mal ahora rubia, que a mí me lo has hecho muy bien.
Yo: ¡¿Pero de qué coño vais?! ¡¡Ni que yo fuera una chupapoyas!! ¡¡Iros joder!! - Empujé a Aaron, y me dirigía a la playa cuando Samu dijo:
Bueno, si quieres que tu novio vea lo bien que la chupas... - Entonces me quedé de piedra, parada. '¿Qué coño quería decir?', y me giré para mirarle.
¿Qué dices imbécil? - Le dije indignada, aunque sin saber por qué.
Ven pibita... –
¡No me llames pibita capuyo! Le contesté, harta de sus 'piropos'.
No te pongas así nena, mira esto... - Y se sacó el móvil. Intuía lo que podía ser, pero me quería asegurar. Era un video. Salía yo, arrodillada, mirando a la cámara diciendo: 'Te la chupo si no me grabas, y me dejas marchar'. Pocos segundos, pero muy relevantes. Entendí que con aquello, Santi, por muy bueno que fuera, podría dejarme tirada, por culpa de una mamada...
¿Por qué estás tan blanca rubia? -Me dijo irónicamente Aaron.
Espera tío, que aún hay más, jeje - Le dijo Samu, mientras manipulaba el móvil.
¿Cómo que hay mas? Tío eres un capuyo... - Le dije, sin saber qué hacer, ni qué decir. Me enseñó una foto, en la que se veía mi cara llena de semen, arrodillada, con los ojos pringosos, con las tetas al aire. Fue Samu, cuando me dijo que esperara al acabar de correrse, que enseguida acababa... Me sentía impotente. No sabía qué hacer. Quería que se me tragara la tierra.
Bueno nena, ¿qué decides? Que a Aaron se le baja el calentón, y luego te costará más trabajo jaja. - Me dijo mientras me empujaba hacia Aaron.
Tío, no me hagas esto... por favor - le rogué con los ojos húmedos.
Pasa dentro, anda, que supongo que no querrás que nadie te vea chupando poyas no? - Me dijo mientras me empujaba suavemente hacia mi bungalow. Aaron ya estaba dentro. Entré, guiada por la mano de Samu, que cerró la puerta tras de sí. Estaba descompuesta, miré por la ventana por si veía a alguien, pero era difícil ver mucho por ahí, ya que era pequeña y tenía rejas...
Aaron ya estaba acomodado en una silla playera. Vi un bulto que se notaba entre sus piernas. Samu me empujó otra vez:
Vamos nena! Que no tenemos todo el día! - Me apresuré a ir hasta Aaron.
Me quedé de pie delante suyo, no me atrevía a llevar la iniciativa. Quizás si hubieran sido un ligue de discoteca sí, pero en esa situación de chantaje y amenaza... Quería que me lo ordenara él, para no rebajarme aún más en la escala de la dignidad humana.
¿Qué miras? - Me dijo Aaron, sin moverse.
Notaba cómo se me caía una lagrimita, que me sequé rápidamente. Me armé de valor y me arrodillé, mirándole un instante, como para asegurarme de lo que hacía. Puse la cabeza entre sus rodillas, para acercar la mano poco a poco hacia su paquete, y tirar del bañador lo máximo que pude. Podía ver sus pelos, pero su poya no acababa de asomar, así que tiré un poco más, hasta que la vi. No estaba muy dura, estaba más bien flácida, necesitaba de una buena mamada.
Así que me acerqué lentamente hacia ella, abrí la boca, y la di un lametazo en la punta. Le miré. Sonreía. Le acaricié los huevos, metiendo la mano por debajo del bañador. Entendió enseguida que me faltaba espacio, se levantó un poco y se lo bajó todo. Ahora podía trabajar tranquila. Me acerqué más a su aparato. Se lo chupaba por los laterales con la lengua, llegaba hasta la punta, y volvía a bajar, pasando mi lengua por sus ásperos pelos. Tenía un buen matorral el chico. Pero sabía que no me tocaba juzgarle ni darle consejos sobre higiene masculina, estando yo con la boca abierta chupando todo lo que me encontraba en su entrepierna.
Al fin decidí que era el momento. Se la había puesto dura, y podía moverse fácilmente en mi boca. Levanté la cabeza y me la fui metiendo, para ver hasta dónde podía llegar con aquel pene. Me detuve en el primer tope, chupé, y me la saqué, lentamente. Luego me la metí un poco más, como para dilatar el tope, y poder amoldar mi boca a ella. Me la saqué, chupando la saliva que había dejado al meterla en mi boca. Fui haciendo esa maniobra, aparentemente simple, pero que requiere de mucha concentración para evitar arcadas (el que nunca ha chupado una no sabe a qué me estoy refiriendo). Entonces me fijé en una sombra negra a mi derecha, que se movía de vez en cuando, pero no podía ver qué era exactamente, ya que tenía la boca ocupada por aquel trozo de carne. Giré los ojos, pero no podía adivinar lo que era. La obvié, y seguí con mi mecánica, esta vez dándole más rapidez a la cosa, porque veía que Aaron se empezaba a impacientar.
Me agarró suavemente del pelo recién duchado, todavía mojado, y me la empezó a introducir más adentro, a medida que iba aumentando el ritmo. Oía gemidos suyos, leves, que aumentaban de intensidad a medida que aumentaba el ritmo. Notaba su poya como una piedra en mi garganta, golpeándomela rítmicamente. Los gemidos iban en aumento. Hasta que noté un tirón fuerte.
Lo miré, y le miré la poya, cómo palpitaba delante mío, dura. Se la agarró con la mano que tenía libre, mientras con la otra me seguía sujetando el pelo. Se empezó a hacer una paja. No tardó mucho en correrse, ni 5 segundos. Otra vez. La tercera corrida facial en menos de una hora, y tercera poya diferente. Otra vez, el objetivo eran mis ojos y mi boca, aunque en realidad era causar el mayor perjuicio a mi cara, llenándola de semen. Aguanté estoicamente.
Cuando acabó, aún podía ver un poco por el ojo izquierdo. Vi que Samu se acercaba con su móvil. Me hizo otra foto. No me quejé porque enseguida intuí que la sombra de antes era él, grabándolo todo.
Toma- Oí decir a Samu. Vi que Aaron se levantaba y le cojía el móvil, mientras que Samu se sentaba en su lugar.
¡Tío no quiero correrme encima de tu lefa! - Le dijo a Aaron, a lo que éste replicó:
¡Tío pues dile que se la trague! A mí qué me cuentas!
Yo me había conformado con que Santi no se enterase de nada, y estaba dispuesta a lo que fuera con tal de conseguirlo. Santi era mi media naranja, y si rompíamos, me derrumbaría del todo. Así, sólo oír la propuesta de Aaron, saqué la lengua y me puse a arrastrar el semen que alcanzaba con ella. Una vez en mi boca, me lo tragué. Con un dedo me limpié los ojos, y me lo chupé.
No te lo tragues todavía rubia - Me ordenó Samu, mientras llamaba a Aaron con la mano, para que me grabara en escena, tragando su semen. (Escribiendo esta escena me entran ganas de vomitar. De verdad.)
Seguí recogiendo semen con el dedo, liberando mis ojos por completo, pasando por mis mejillas e introduciéndolo todo en mi boca. La dejé abierta, mirando a Aaron - sin que nadie me dijera nada, por cierto- que acercaba el móvil a mí, moviéndolo de arriba abajo, acercándolo y alejándolo, hasta que Samu me dijo:
Ahora trágatelo rubia. - Sin pensármelo me lo tragué, pero tuve que tragar dos veces al tener mucha cantidad en la boca. Disimulaba el asco, pero quería acabar cuanto antes aquella humillación, así que les enseñé que no me quedaban restos de semen en la boca, y me dispuse a chupársela a Samu.
Entonces a Aaron se le ocurrió, no sé por qué motivo, mirar por esa ventana pequeñita, y cual fue su sorpresa cuando vio que mis amigos volvían de la playa.
¡Samu Samu! ¡Que vienen tío! ¡Date prisa, vámonos va! - Gracias a Dios, me salvé de aquella tortura, por el momento, porque Samu me dijo que vendrían a cenar con nosotros, y que no le debía una mamada... Que me recordara.
Me quedé ahí, en el suelo, arrodillada, mirándoles cómo se vestían y se iban. Escuché una corta conversación entre ellos y mis amigos fuera, saludándose mutuamente. Rápidamente me levanté y me estiré en el sofá, pudiendo ver gotas de semen en el suelo, donde había estado chupándosela a Aaron. Pero escuché el ruido de la puerta, y cogí lo primero que vi, un papel de periódico, y lo tiré encima para que se que no se viese nada.
¡Hombre! Mira quién tenemos aquí, la dormilona! Jeje - Dijo Pablo.
Efectivamente, yo acababa de cerrar los ojos para disimular, e hice ver que me acababa de despertar.
Uff qué sueño chicos, ¿Os lo habéis pasado bien? - Santi se asomó por la puerta:
Joder Clau, te estábamos buscando. ¿Qué estabas haciendo?
Nada, estaba haciendo la siesta, ¿me echabas de menos cariño? - Le dije.
Cómo quieres que no te eche de menos amor. - Me contestó. Y me dio un beso en la boca, pero me aparté enseguida, para que no notase su más que probable sabor a semen.
¿Qué pasa? ¿Tan mal huele mi aliento? - Se quejó, pero le respondí rápido:
No amor, es que es el mío, que al despertar me huele. Ahora me lavo los dientes y vengo. - Me fui al lavabo, me los lavé nerviosa y volví.
¿Cuándo cenamos? Me atreví a preguntar. Pronto, ¿No?- Respondió Sandra, - que ya tengo hambre.
Una horita más tarde estábamos todos ya sentados en el bar, preparados para cenar, cuando Santi gritó:
¡Hombree! ¡Mira quienes vienen por ahi! - Me temía lo peor. Me giré. Sí. Eran ellos dos. ¡Hola! - Les saludé, y les di dos besos.
Se sentaron a mi lado, Samu más cerca mío, y Aaron a su lado. Mientras comíamos, Samu se me acercó y me dijo en voz bajita:
Oye, quiero que sepas una cosa, no te estamos haciendo esto para putearte cariño - Le miré con indignación, pero le dejé seguir.- Sólo queremos divertirnos, y os hemos visto a vosotras dos y sólo queremos aprovechar vuestra estancia aquí. -¿Qué ha querido con 'vosotras dos'? ¿Es que también quería divertirse con Sandra?- Te juro que cuando os vayáis borraré las fotos, pero eso sí, a cambio que seas buena, ¿vale rubia?
¿Cómo que buena?¿Qué quieres decir Samu? –
Pues muy simple rubia, quiero que convenzas a tu amiguita para que esta noche vengáis las dos a mi casa, ¿Qué me dices?
¿¿Tu estás loco?? Miré a la mesa, no quería que vieran mi cara de enfado.
Samu sonrió: No, lo estarás tú si le enseño las fotos a tu noviete, así que o tu amiguita se viene o te quedas sin novio, rubia.- Acto seguido se incorporó a la conversación de la mesa, y yo me quedé de piedra, miraba a Sandra, y a Sergio, su novio. Luego a Santi, aunque Santi... ¿qué decir de Santi? Con lo que estaba aguantando el pobre... Me puse a pensar en la excusa que le diría a Sandra. Pero no habían excusas, tenía que contarle la verdad. Uff.
Acabamos de cenar, y conseguí apartar a Sandra del grupo un momento:
Sandra, te quiero decir una cosa. Por favor, escúchame hasta el final, no me cortes, sólo escúchame y entiéndeme. Y sobretodo recuerda que soy tu mejor amiga, ¿vale? - Sí... Me repondió dubitativa.
Vale. Mira. Es que es complicado... A ver, antes me caí al suelo... delante de Samu, y me quedé arrodillada delante suyo... No podía levantarme porque me dolía, así que le miré para pedirle que me levantase. Entonces cogió el móvil y me hizo una foto. Yo no sabía qué estaba haciendo. Me dijo que se la chupara... - La cara de Sandra era todo un poema, os lo juro- …si quería que no le enseñara la foto a Santi diciéndole que se había chupado. No supe qué hacer, en ese momento puso el modo video, así que le dije que se la chuparía si me dejaba de grabar... Y eso me lo grabó también. Y me ha hecho chantaje para este finde... Y me ha dicho que nos quiere a las dos, bueno él y su amigo, para esta noche...
No decía nada. Sólo miraba. Pensaba. Yo estaba roja, le estaba pidiendo que le pusiera los cuernos por mí. Al final me respondió:
¡Tía tu estás loca, ni loca le hago eso a Sergio. Que no que no. Fóyatelos tú a los dos!
Se me saltó una lágrima mientras la oía decir eso: Ya sé que es mi culpa, Sandri, pero por favor, si no me ayudas me quedaré sin mi Santi... - Le dije lloriqueando mientras la cogía de la mano. Eso la hizo entrar en razón. Finalmente aceptó, a regañadientes, por supuesto. Le prometí que le devolvería el favor.
Me fui hacia Samu, y le dije que sí, que íbamos las dos a su casa. - A las once en la puerta del camping. - Fue lo único que me dijo. Y se fue con Aaron.
Eran las once. Sandra y yo estábamos en la entrada del camping, nerviosas. - Tía, ¿Has hecho algo así en tu vida?- Me atreví a preguntarle. No me contestó.
Al rato llegaron Samu y Aaron, iban en bañador, nos dimos dos besos y fuimos a su casa. Durante el camino nadie dijo nada. Sabíamos a lo que íbamos todos.
Abrió la puerta. Era una piso normal, no pude ver mucho porque enseguida fuimos al salón. El último en llegar fue Aaron, que fue el primero en sentarse en el sofá. Samu lo hizo acto seguido. Nosotras nos quedamos de pie, mirándoles.
¿Podéis ir a la cocina y traer algo para ponernos a tono no pibitas? Nos sugirió Aaron.
Cogí a Sandra y buscamos la cocina juntas. Estaba al lado del salón. Quería que estuviera a gusto haciendo esto, porque ya que lo hacíamos, por lo menos disfrutarlo.
Sandri, te lo pido por favor, pon de tu parte porfa… Que me juego a Santi tía! Hazlo lo mejor que sabes, ¿vale? Así acabaremos rápido todo esto… por favor!
Tía eres una puta, ¿lo sabías? – Me gritó – ¿No te importa nada ponerle los cuernos a Santi o qué? Pues me niego, vale? Me voy Clau, te quedas tú solita con esos dos, lo siento. Díselo.
Samu, que seguro nos estaba escuchando, apareció.
Che che che, ¿qué te pasa morena? Que tampoco somos tan malos… Hazlo por tu amiga, y por ‘mi amigo’ (esto se lo dijo mirando su entrepierna y sonriendo, mientras la cogía de la cintura), ¿de verdad quieres que tu amiguita se quede sin novio por tu culpa? ¿vas a cargar con esto toda tu vida? Mírame a los ojos morena. – Le ordenó dulcemente.
Sandra seguía mirando al suelo, apartándose cada vez más de él, mientras él se quedaba mirándola en su sitio.
Cuando tu amiga se quede sin novio, ¿podrás mirarle a los ojos sin remordimientos? Contéstame morena, dime, ¿lo podrás hacer?
Vi que a Sandra se le caía alguna lagrimita, me miró con tristeza y me dijo:
Tía, yo por ti hago lo que sea, si tengo que foyarme a otro, me lo foyo, por ti mataría Clau. – Y diciendo esto se me abalanzó, abrazándome, y las dos nos pusimos a llorar como niñas.
Gracias Sandri, te juro que te devuelvo el favor, te lo juro por… Santi. – Y la miré, teníamos las dos los ojos húmedos, nos dimos un beso en la mejilla, de amigas, muy fuerte. Miré a Samu. Sandra me vio, y se giró hacia él, y nos lo quedamos mirando.
Se nos acercó sonriente. Pasó una mano por la cintura de Sandra y otra por mi culito.
¿Queréis algo de beber para poneros a tono pibas? Nos preguntó, mientras a mí me metía la mano por debajo de la minifalda, acariciándome el culo suavemente.
Yo iba con el bikini negro y una minifalda amarilla, a través de la cual se podía ver perfectamente el tanga del bikini; y Sandra llevaba un top de deporte que tapaba sólo sus tetas y unos shorts muy sexys.
Bueno…- Le dije- Ponnos a tono, ¿qué tienes?
Tengo ese vino, que es de mi padre. Peneés, del bueno, que es lo que os merecéis vosotras. – Me enseñó la nevera y pude ver dos botellas de vino blanco.
Yo cogí las botellas y Sandra las copas, y fuimos los 3 al salón, donde estaba Aaron esperando.
Sandra me miró de reojo, dejó las copas en la mesa y fue a sentarse… encima de Aaron! Me reí, ‘gracias por currártelo tanto’, pensé. Miré a Samu, como esperándole que se sentase, dejé las botellas, y me senté encima suyo, mirándole, sonriendo y pasando la mano por su espalda. Me puso una mano enlazándome por la cintura, tocándome el coño por fuera de la mini.
¿Sírvenos una copita no rubia? Me dijo Samu, mientras me miraba el cuerpo lentamente, bajando por mis tetas hasta mis pies, pasando por mis piernas. Esto me excitó, me sentía en su poder.
Claro… - Me incliné hacia la mesa, dejando todo mi culo a su alcance.
Quítate la mini anda, que aquí hace calor rubia. Me giré y me reí.
¿Si me quito la mini dejaré de tener calor, Samu? Le dije con voz suave, de inocente. Nunca me había comportado de aquella manera, pero había que probar cosas nuevas, me dije.
Alargó su mano acariciándome la parte interna de mis muslos, subiendo.
Sí nena, hazme caso, que sé de esto. – Dicho esto me tiró de ella suavemente, como para animarme a quitármela. Dejé la copa a medio llenar y me di la vuelta. Pero lo quería hacer muy sexy, así que miré a Sandra, que vino hacia mí enseguida. Nos miramos. Éramos amigas desde pequeñas, y nunca nos habíamos imaginado hacer nada así… Y ahí estábamos, desnudándonos mutuamente para dos chicos.
La besé en la boca, dulcemente, mientras le desabrochaba los pantaloncitos, ella hacia lo propio con mi mini. Mientras me la bajaba me acariciaba el culo. Miré a Samu, se le caía la baba al pobre. Le bajé los pantalones, y le masajeé el culo un buen rato. Todo esto a menos de un metro de Samu.
Bajé hacia su escote con la boca, y le besé las tetas, mientras le quitaba el top, fue un instante, ya las tenía a la vista de aquellos dos chicos. Ella subió las manos para quitarme el bikini, mientras Samu me acababa de bajar la mini, y aprovechó para masajearme el culo. Aquello me excitó tremendamente, me sentía suya, no pensaba que era un chantajista, sólo pensaba en que tenía una poya dura preparada para que yo, y sólo, yo me encargara de bajársela…
Me pasó la mano por el coño, mientras Sandra me liberaba las tetas, y nos quedábamos las dos en toples, sólo con un tanguita muy sexy, besándonos.
Venid aquí nenas. – Nos dijo Samu cogiéndonos suavemente por la mano.
Sin dejar de besarnos nos sentamos encima suyo, dejándole nuestras tetas enfrente suyo. Nos cogió las manos de nuevo, y nos las llevó a su entrepierna.
Todo esto es para vosotras, pibas. ¿Os gusta? – Le miré, mientras Sandra no dejaba de besarme, ahora la mejilla y el cuello. Reí con una sonrisa pícara, mientras me mordía los labios. Me agaché, Sandra hizo lo mismo que yo, y le acariciamos el bultito… Se lo besamos por encima del bañador, y yo me encargué de liberar aquel trozo de carne que nos estaba esperando.
Le miré sonriente, triunfal. Se lo tiré más, para liberar sus huevos. Sandra le dio un beso en la puntita, haciendo que yo la ayudara, le di un beso donde ella. Pronto nos compenetramos, haciéndolo simultáneamente, cada una por un lado de aquel pene. Nos mirábamos y reíamos. No íbamos borrachas, pero estábamos a gusto. Fuimos subiendo y bajando por aquel palo, hasta que yo me decidí a metérmela primero en la boca.
La miré como pidiéndole permiso, se apartó un poco, mientras me la metía lentamente en la boca, hasta tres cuartos más o menos. Le miré, Samu sonreía triunfal. Miré a Sandra. Había bajado a los huevos, y se los estaba succionando de maravilla. Teníamos mucha experiencia las dos en eso del sexo, y eso se notaba.
De pronto, Sandra se levantó sin decir nada, y vi que se acercaba a Samu, acariciándole los pectorales, y se fundían en un beso tremendo. Se metían las lenguas hasta la campanilla, y eso me hizo querer llamar la atención de Samu. Me la metí más adentro, apretando con los labios, y aguantando dentro. No me miraba. Estaba ocupado con la ‘zorra’ de Sandra (fue lo que pensé en aquel momento). Le apretaba las tetas con las manos, mientras se besaban con furia, mientras yo se la chupaba sin que ni se diera cuenta… Pero sabía que tarde o temprano se volvería hacia mí, así que seguí chupándola con paciencia, dentro fuera dentro fuera, cada vez más dentro, me cabía más trozo en la boca.
Hasta que conseguí meterla hasta el fondo y tocar sus pelitos con la frente. Me sentí bien, lo había conseguido, pero él seguía sin mirarme, pero daba igual. Estaba cachondísima, me empecé a masturbar ahí mismo, mientras hacía el mismo movimiento automático con la cabeza. Dentro, fuera, dentro, fuera…
Cada vez me gustaba más aquello. De pronto, se dejaron de besar, y Samu me miró y me cogió suavemente de la cabeza, apretando hacia sí. Eso me animó. Por fin me hacía caso, le miré fijamente mientras me apretaba, me dejaba salir cuando quisiera. Cuando noté que estaba palpitando, y él hizo un gemido, me lo quedé mirando con la poya en la boca. ¿Dónde se querrá coprrer? Pensé.
Pero noté que la mano me apretaba más la cabeza, pero era peligroso que estuviera tan adentro en el momento de la corrida, así que intenté apartarme un poco, y dejarla a la altura de mi lengua, pero no podía. Gemía cada vez con más fuerza, yo seguía luchando por evitar que se corriese tan adentro mío, podía vomitar o ahogarme. Me soltó de repente. Me sentí aliviada, pero me volví a asustar cuando noté otra mano apretándome fuerte. ¡Era Sandra! Que, por cierto, me empezó a masturbar con la otra mano.
Era increíble aquello. Nunca había hecho un trío, y lo estaba haciendo con mi mejor amiga. Y estaba cachondísima. Sandra me empujaba fuerte, no me dejaba respirar la muy puta. Hasta que Samu gimió fuerte.
Noté un chorro entrando directo a mis entrañas. No pude aguantar, y tosí como una loca. Sandra me apartó la mano, mientras Samu seguía corriéndose. Yo tosía, mientras veía que Sandra me cojía de las tetas y se las acercaba, para ‘recoger’ el semen de su pene.
Cuando me encontré mejor me miré. Tenía semen en las tetas y el vientre, y notaba una gota en los labios, aparte de lo que me quedaba dentro de la boca, que me apresuré a tragar. Miré a Samu, pero ya estaba Sandra ocupada limpiándole el pene de los restos de la corrida. Me acoplé a ellos, ayudándola. Samu nos acarició la cabeza a las dos, mientras se la limpiábamos de la corrida.
Buenas nenas… - nos dijo.- Nos miramos Sandra y yo, y, rozando la punta de su pene con nuestras mejillas, nos besamos, intentando repartir nuestros besos entre nosotras y su fabuloso pene, que nos miraba fijo, mientras se iba encogiendo poco a poco.
Samu alargó sus manos para tocarnos las tetas, mientras nosotras seguíamos a lo nuestro. Parecíamos unas expertas, aunque fuera la primera vez que lo hacíamos, culturilla general…
Ahora parecía que era el turno de Aaron. Nos volteamos hacia él.
Poneros de pie putitas – Nos ordenó. Parecía más autoritario, por lo de ‘putitas’. Nos levantamos delante suyo. – Besaros. – Nos miramos y sonreímos. Nos pusimos manos a la obra, mientras veía de reojo que alargaba la mano al culo de Sandra y le bajaba lentamente el tanga. Se estuvo un rato pasándole los dedos por el coño y masajeándole el culo. Notaba que le gustaba porque daba suspiros mientras me besaba, la muy zorra. Se iba abriendo de piernas cada vez más, haciendo que tuviera que agacharme yo también para poder besarla.
Seguíamos besándonos, cuando noté sus manos mojadas, seguramente por los fluídos de Sandra, en mi culo y coño, por encima del tanga todavía. Me lo bajó de golpe, para masajearme el culo fuerte, abriéndolo y cerrándolo. No me daba placer, solo me gustaba el tacto, pero aquella manera no era la más sexy de masajear un culo la verdad. Luego vino el coño. ¡Qué bien que me acariciaba el clítoris! Entonces era yo la zorra que suspiraba mientras besaba a Sandra… Dios!! Si no paraba me iba a correr!! Me abría de piernas automáticamente, pero él seguía con mi clítoris.
Ooooohhhhhh, siiiiiii – ese fue mi ‘grito de guerra’. Me había corrido por primera vez aquella noche. Caí derrumbada, mientras Sandra bajaba a mis pechos para besármelos, mientras Aaron se sacaba la poya. Ella lo vio, y enseguida alargó una mano para pajearla.
Aproveché aquel momento de libertad para servirme una copa de vino blanco. Miré a Samu, me miraba las tetas, parecía que yo sólo fuera unas tetas andantes y una boca… Le serví una copa, como para que dejara de mirarme tanto, en el fondo me gustaba. Me serví una para mí, y me fui a sentarme encima suyo. Para mí, lo importante era que Samu se divirtiera conmigo, Aaron me daba igual, la verdad.
Sandra se la estaba chupando como una auténtica zorra. Nunca la había visto chupar una poya, pero lo hacía de maravilla, a juzgar por la cara de placer de Aaron… Pronto escuchamos sus gemidos, y la cara de Sandra cambió por completo. Abrió los ojos, y parecía concentrada en asimilar toda aquella corrida en su boca. Estaba roja, e iba en aumento. Aaron no paraba de correrse. Vi que se retiraba un poco, como para que le cupiera todo su semen.
Cuando paró de gemir, vi cómo se salía un poco de aquel pene y tragaba. Una bola pasaba por su garganta hacia su estómago. Era el semen de Aaron que recorría su esófago. Luego volvió a tragar. Esta vez la bola era más pequeña, casi no se notaba por el cuello.
Luego se la volvió a chupar. Quedó muy satisfecho el hombre.
Por aquel momento, Samu y yo ya nos habíamos bebido la copa, y le serví otra, junto a la mía. Me dijo mientras me acariciaba la espalda desnuda:
Date la vuelta reina… - Me giré y sonreí. Me di la vuelta. Me abrió las piernas, exponiéndome el coño entre sus piernas.
Me metió un dedo en mi coño. Di un suspiro de placer. Me lo sacó y me lo metió en la copa, lo miré y reí. Di un trago al cava. Aquello me estaba subiendo, y lo notaba… Volvió a meterme el dedo, - Aah!! – Grité. El alcohol me quemaba por dentro. Me lo sacó y me lo llevó hasta la boca. La abrí, como una niña pequeña. Se lo chupé. Se puso a meterme dos dedos por mi coño húmedo, mientras bebíamos cava los dos. Cada vez me excitaba más.
Me acabé el cava rápido, quería volver a correrme con él, pero miró a Sandra y le dijo:
¡Morena! ¡Ponnos otra copa a la rubia y a mí! – No veía qué estaban haciendo ellos, pero enseguida obedeció y nos sirvió una copa a cada uno. La miré, me dio un beso en la boca y se fue con Aaron otra vez.
Bebimos de nuevo, el alcohol ya jugaba de lo lindo en mi cabeza, así que, con la copa en la mano, me puse a chuparle los pezones. Mientras, me susurró:
¿Ves rubia? Borracha me gustas más. Abre la boquita nena – Me dijo mientras me acercaba su copa, mientras con la otra mano me acariciaba el coño.
Alcé los ojos y le miré. Vi la copa, abrí la boca como una niña buena, intentando mantener firme la cabeza.
La inclinó hacia mí, y fue derramando poco a poco su cava en mi boca, aunque la mayor parte se perdía fuera, entre mis labios, mi nariz o directamente en su abdomen. Intentaba cazarlo al vuelo, cosa difícil dado mi estado de embriaguez, así que de golpe rió y le dijo a Aaron:
¡Mira tío, pon a la tuya aquí debajo a ver cual de las dos bebe más, será divertido! – Aaron me miró y le dijo a Sandra:
Venga morena, ponte en el suelo, a ver si eres más buena que tu amiga.
Yo, al ver que Samu dejaba de tirarme cava hice lo mismo que Sandra y me puse de rodillas en el suelo, junto a ella. Entonces cada uno cogió una botella de cava y nos rociaron literalmente de cava. Pudimos beber algo, claro, pero la mayor parte quedaba desperdiciado en el suelo y en nuestro cuerpo. Sandra estaba empapada, desde el pelo hasta el cuerpo, supongo que yo estaba igual que ella, y no se me ocurrió mejor idea que ponerme a chuparle el cuerpo, para deleite de los machitos ahí presentes. Sandra me correspondió, y empezamos a jugar, espontáneamente, a ver quién era más guarra de las dos.
Bajé a lo largo de su cuerpo, zorreando más si cabe, hasta ponerme a cuatro patas. Ella, al verme así, se abrió de piernas y se estiró, dejándome vía libre a su coño. Miré a Samu. Tenía la poya dura, más que preparada, pero decidí darle un pequeño espectáculo más.
Saqué la lengua y me puse a comerle el coño a Sandra, pero Samu no pudo aguantar más. Se levantó y se puso detrás de mí, con la mano en la poya, pasándomela por mi coño húmedo, empapado ya.
Me la fue introduciendo lentamente, mientras yo gemía con la lengua penetrando el coño de Sandra. Aquello era un placer tremendo. Yo le comía el coño a mi mejor amiga y un desconocido me foyaba tranquilamente por detrás.
Cuando la metió hasta el fondo noté una sensación de llenado nunca vivida. Me sentía llena. Sus movimientos de mete-saca me volvían loca, y le comía el coño más rápido a mi Sandrita.
Aaron no quería ser menos, así que hizo lo propio con Sandra. Se puso a horcajadas encima de Sandra, y le puso la poya en la cara. Ella inmediatamente la condujo hacia su boca y empezó a mamarsela. Era una escena de peli porno, me sentía actriz porno.
Pronto Samu me tiró de los pelos, con lo que dejé de chuparle la entrepierna a Sandra, y me centré en el dolor de cabeza. Notaba su poya palpitando y entrando cada vez más rápido.
No… No te corras… No te corras dentro, Samu… - Pude decirle en voz baja , al fin, excitadísima. Pero él seguía con la misma maniobra.
Supuse que me había oído, así que no se lo repetí. Además, lo estaba pasando de lujo, a decir verdad.
No sé cómo mi pelo aguantó tanto sin que se me arrancase, prefería que me lo soltara y que se corriera donde quisiera, pero que me liberara mi melena rubia. Del dolor no había notado sus gemidos iniciales, sólo escuché los más fuertes. Primero pensé que eran de Aaron, pero al olvidarme un segundo del dolor y centrarme, supe que eran de Samu.
¡Dios, se iba a correr dentro! – Pero ya puesta, después de haber sido tan puta, qué menos que darle ese placer, ¿no? Pensé con el poco cerebro no alcoholizado que me quedaba.
Gritó, tuvo un orgasmo inmenso, y eso me hizo correrme a mí también. Gemí con él, mientras me tiraba fuerte de mi melena rubia, y se corría en mi coño, dentro. Abrí más las piernas, todo lo que pude, mientras me embestía más fuerte, para soltar todo su semen en mi interior, un lugar reservado hasta hacía poco más de un mes a Santi, y que ya había sido usado por tres tíos diferentes desde aquella aventura de Palma.
Caí derrumbada encima del coño de Sandra, con los ojos medio cerrados, notando sus movimientos acompañantes de la mamada. Samu se acercó a mí y me pasó su pene por mis mejillas y labios, como intento frustrado de que abriera la boca para limpiársela, frustrado porque estaba derrumbada físicamente.
Noté cómo me cogía del brazo y me apoyaba en el sillón, seguía en el suelo, pero respaldada por su sillón. Tenía los ojos medio cerrados, las piernas abiertas, y todo el cuerpo empapado de cava.
Oí gemir a Sandra y a Aaron. Intuí que se la había empezado a foyar de lo lindo a mi lado. Luego dejaron de emitir sonido alguno, sólo respiraciones forzadas.
De pronto abrí los ojos. ¡Había estado durmiendo no sé cuánto tiempo! Me miré. Seguía en mi posición anterior, en el suelo desnuda. Escuchaba respirar torpemente a alguien. Miré hacia ese lado, y vi algo que me dejó helada.
Sandra estaba semiinconsciente, apoyada sobre las piernas de Samu, sentado en el sofá, al lado mío, y tenía las piernas abiertas, caídas sobre el suelo. Aaron estaba de pie, a pocos centímetros de donde estaba yo tirada, gimiendo.
Miré a Sandra, semiinconsciente. Sólo podía articular un suave e ininteligible ‘no…’ , que podría confundirse con un gemido de placer, según quién lo oyese.
Samu con una mano le abría la pierna izquierda lo máximo que le permitía su posición, mientras que con la otra le acariciaba el pelo por la nuca, pronunciando esa frases que tanto suenan a burla: ‘Tranquila muñeca, no te estamos haciendo nada malo. Tú sólo relájate…’
Al otro lado estaba Aaron penetrándola por el ano, a plena consciencia, y con total disfrute por su parte. Sandra recibía fuertes cachetes por parte de Aaron, por los que no podía ni quejarse.
Les miraba, débil, aturdida. Me sentía la culpable de todo aquello. ¿Qué coño le estaban haciendo a Sandri? Me pregunté. ¿Cómo había llegado hasta ese punto? ¿Por qué la había traído a ese lugar?
De pronto, unos gemidos tremendos de Aaron me cortaron el pensamiento. Se estaba corriendo dentro del culito perfecto de Sandra. Mientras la miraba intentando decir ‘no’ tras ser enculada por aquel chico, se me cayeron las lágrimas. Me acordé de la conversación que tuvimos antes de que todo empezara. ‘Por ti mato, Clau’.
Me levanté como pude, pues la borrachera se me había pasado bastante, sólo que no tenía fuerzas, y me abalancé sobre ella. Miré al dueño de aquellas manos que la sujetaban, cómo durante toda la foyada había estado colocando la cabeza de mi amiga encima de su poya, como involuntariamente.
Por favor, Samu. Ya os hemos dado lo que queríais. Déjanos ir, que Sandra está muy mal.
Me miró y me acarició el pelo: Buena chica, ¿ves como me gustabas más borracha? – Y rió, mirando a Aaron.- Vamos a hacer una cosa. Me dejas foyarte ese maravilloso culito que tienes, y os dejo ir, ¿vale?
No por favor, el culo no, que me duele. Por favor. Foyame por el coño y si quieres te puedes correr dentro, pero por el culo no…- Le rogué con cara de pena, sin moverme.
Se levantó, cerré los ojos como esperando lo que se me venía encima. Le dio una palmadita a Aaron y me cogió del pelo, suavemente, como lo dulce que era al principio. De repente tiró muy fuerte. Grité. Notaba que se me iba la cabeza del cuerpo. Sandra estaba debajo de mí, dormida.
Eres tan buena puta que seguro que te encanta rubia. Relájate, que te voy a enseñar cosas nuevas. – Me dijo al oído.
Pasó un dedo por mi ano, pero no hizo mucho por dilatarlo. Enseguida cambió el dedo por la punta de su pene, rozándolo sobre mis nalgas, para luego fijarlo en la entrada de mi ano. Yo temblaba, mientras él posaba su mano sobre mi espalda para conseguir que la arqueara más y así poder penetrarme mejor.
Recordé la experiencia de Palma, y supe que iba a sufrir mucho. Que me iba a doler horrores. Y llegó el momento. Una dura masa de carne me penetró aquel orificio que Santi nunca me había penetrado por temor a hacerme daño. Fueron unos minutos eternos, con entradas y salidas rápidas de mí, junto a tirones fuertes de mi pelo. Gemía inconscientemente, aunque cada vez notaba menos el dolor, supongo que por la costumbre del mete-saca.
Mis lágrimas empapaban el sofá, mientras Samu se centraba en lo suyo. De pronto me tiró de golpe del pelo y me aguantó la espalda arqueada. Gimió. Acto seguido sentí mi culo inundarse de fluido caliente. Lloraba.
Santi y Sergi estaban en la playa, tomando el sol. Era la hora de comer, cuando me desperté. Miré a Sandra. Seguía durmiendo. La desperté como pude.
Sandra, despierta. Que nos vamos. No volverá a pasar, te lo prometo.
Abrió los ojos y se le humedecieron, a mí también. Le di un beso en la mejilla y la abracé. Nos vestimos y fuimos a la playa.
Santi, Sandra y yo queremos volver a Barcelona. – Le dije rudamente.
¿Qué dices tía? Si nos lo estamos pasando de puta madre.
Por favor. Hazme este favor y te juro que te compensaré mi amor. – Le dije mientras le besaba el cuello. – Esta humedad nos está matando.
Santi, como siempre, me hizo caso. Sergio y Pablo también volvieron a Barcelona. Lo último relacionado con aquello fue que convencí a Santi de no volver nunca jamás a aquel camping.