En el camión, con mi compañero

Esta historia va de como mi compañero hetero no para de gastar bromitas como si él fuera gay... hasta que me calienta.

Esta historia es verídica, por lo que he cambiado todos los nombres y lugares donde sucedió, para evitar posibles coincidencias. Espero que os guste.

Me llamo Antonio, y trabajo en una conocida empresa de transportes de Huesca. Yo soy (dicen que soy) guapete, tengo 26 años, mido 1.75 y peso 70kg, cuerpo normal, diríase un poco definido (pero muy poco). Siempre he sido gay, pero el mundo del camionero es un mundo un tanto particular, y hay que guardar las apariencias, así que…no lo sabía absolutamente nadie.

Hay un compañero con el que me llevo muy bien. Se llama Iván, y tiene 27 años. Tremendamente guapo, tiene un cuerpo perfecto: muy definido, unos brazos fuertes, piernas en forma gracias al fútbol constante, un culito respingón y apretado que me vuelve loco… y un paquete que desespera de puro bueno!! Eso sí, es hetero.

El caso es que este chaval y yo nos llevamos de maravilla. Siempre entramos juntos, salimos juntos, procuramos coincidir para desayunar o comer… Es un tío muy majete, con el que se puede hablar de todo, y nos hemos forjado una sincera amistad, pero no tengo intención de contarle que me van los tíos (aunque después de lo que sucedió…)

Es un chaval muy bromista. Algunos hetero gustan mucho de bromear con mariconadas. No sería la primera vez que se me acerca por la espalda y me toca el culo…o me pasa su brazo por el cuello y me acerca a él… y se han dado situaciones más que morbosas

Recuerdo un día que estábamos sentados en mi camión, y él acababa de colgar a su novia. Un bomboncito también. Me comentaba que ella estaba muy buena, pero que ya no la quería, y que no le apetecía follar con ella, pero no se decidía ni a dejarla ni a serle infiel. Entonces yo le puse una mano en el muslo, cerca (pero sin tocar) del paquete, y le dije "no te preocupes, que si quieres follar aquí estoy yo", riéndome después para que él captara que era una de tantas bromas. "Qué rico" me espetó, y se rió tambien. Una broma mas

Días después ocurrió algo un poco mas picante, porque sus insinuaciones (inintencionadas, ya que es hetero de veras) me ponían cada vez mas cachondo. Estábamos en vísperas de vacaciones, y ese era su último día. Cuando terminaba la jornada, y él recogía la lona del camión, me llama y me dice "niño, hoy es mi último día. Me darás un besito de despedida, ¿no?" Eso me puso a cien; yo sabía que él iba de coña, pero me empalmé casi al instante. Y corriendo muchísimo riesgo pero totalmente fuera de mi, me arrimé por detrás, pegué su espalda a mi pecho y mi paquete a su culo (sin apretar, no quería que notase mi empalme) y le dije al oído "mejor que un beso hacemos otra cosita de despedida". Él se rió, dándome a entender que lo había interpretado a broma.

Este chico me tenía muy mal, no hacía mas que pajearme pensando en él… hasta que sucedió. Era un sábado, llovía a mares, y estábamos los dos en su camión escuchando música, ya que no había viajes que efectuar y no podíamos movernos de nuestros camiones. Hablando de sexo, me comentaba que con su novia cada vez peor, y yo le dije "eso es porque en el fondo me esperas a mi", riéndonos con una carcajada los dos. Y al instante llevé mi mano a su paquete, rozando con mis dedos su bragueta, en plan de broma, claro. Me volvió a soltar aquello de "que rico" que me tenía enamorado, pero esta vez no quité la mano, y empecé a acariciarle ya en serio el paquete. Digamos que él se dejaba hacer, ya que poco a poco se iba empalmando y se limitó a cerrar los ojos. Al momento mi colega tenía el pollón super duro, y yo no paraba de acariciarselo sobre el pantalón. Entonces reclinó el asiento, y yo le desabroché el pantalón, sacándole la polla y pajeándole a gusto. Menos mal que los cristales estaban empañados y nadie nos veía. Me eché un pegote de saliva en la mano, y la deslizaba por su polla primero suavemente, y luego cada vez mas rapido, mientras miraba su cara de placer. Estuve tentado de metérmela a la boca, y ocasiones no me faltaron, pero por miedo no lo hice. Me limité a pajearle con una mano, y con la otra le sobaba los huevos… hasta que noté que se iba a correr, y con lo que mas cerca tenía, y ese era mi pañuelo de tela, le limpié la polla. Pañuelo que volvió a acabar en mi bolsillo, con toda su corrida… y que instantes después, cuando el no me veía, olía y saboreaba desesperadamente.

¿Cómo acabó la historia? Él me dijo… "qué rico". Es hetero convencido, no le van nada los tíos, pero estas bromitas nos calientan a todos… ¿no creéis? Agradezco comentarios a chachoquecalo@hotmail.com