En el cabo de gata

Ella es la mujer de un compañero de mi padre, y además amiga de mi madre, pero cuando las ganas aprietan...

EN EL CABO DE GATA

Un saludo a todos los lectores de esta Web. Me llamo Enrique, pero todo el que me conoce me llama Kike. Tengo 18 años y esta historia es la relación que tengo con una vecina, la mujer de un compañero de trabajo de mi padre. Si todo va bien, el próximo curso empezaré mis estudios en la Universidad, si bien todavía no se ni donde ni que voy a estudiar. Soy moreno, alto, 1,82, y hago deporte con regularidad. Vivimos en una urbanización en Almería, ya que mi padre es militar y trabaja en una base cercana, a unos 15 minutos de casa. Somos tres, mi padre, Luís, de 42 años, mi madre, Patricia, de 40 y yo. Como he dicho, vivimos en una urbanización, cerca de la playa, pero que dispone de piscina. Un par de casas más allá viven Ángel y Elena, de 40 y 39 años, respectivamente, siendo él compañero de mi padre y ella muy amiga de mi madre, por la cercanía y que las mujeres de militares son muy unidas. Ellos tienen un niño, Ricardo, de apenas 6 años, ya que les costó mucho que ella quedase embarazada, pero al final lo consiguió, con unos años de retraso sobre lo que tenían calculado. Muchas veces cuando mis padres, Ángel y Elena salían a cenar, yo me quedaba con Ricardo a cuidarlo y eso. La verdad es que hacíamos bastantes buenas migas. Poco antes del verano tanto mi padre como su compañero marcharon a una de las misiones que las Fuerzas Armadas tienen en el exterior. La despedida fue emotiva y triste a la vez, ya que no sabes que les deparará el destino, ya que son zonas peligrosas.

Cuando terminé las clases disponía de todo el día para mí, ya que había aprobado todas las asignaturas, por estudiar y por qué no decirlo, también soy de los que aprende rápido. Casi todos los días iba a la piscina un rato, y casi siempre Elena me pedía que llevase a Ricardo hasta que ella recogiese y bajase, primero a la piscina y luego a la playa. En este punto quiero aclarar un punto, el físico de Elena. Es espectacular, sobre todo para la edad que tiene. Si bien mi madre aparenta tener la edad que tiene, Elena parece tener unos cuantos menos. La verdad es que el cuerpo se los veo porque a la piscina y a la playa bajan en bikini. Como estamos en una comunidad muy conocida donde nadie hace topless ni nada de eso, mi madre tampoco, pero cuando vamos a Málaga o a Granada a ver a la familia, allí no tiene problemas en dejar a un lado la parte superior del bikini. Tiene un cuerpo divino, con un par de tetas perfectas, nada descolgadas, con unos pezones que se marcan en el bikini y en la ropa y un culito respingón. Cuando termina de recoger su casa, pasa por la piscina, se da un chapuzón, y nos vamos a la playa, a la que luego va mi madre, también cunado finaliza las tareas domésticas, pero mamá se levanta más tarde. Ya solemos tener nuestro sitio casi reservado. La verdad es que las comparaciones son odiosas, pero vaya cambio ver a mi madre y a Elena en bikini. Elena es como un modelo de lencería y mi madre, bueno una mujer simpática que se cuida lo justito, sin más.

En verano mi madre, Elena y otras mujeres de militares solían quedar algún día a la semana, por lo que me tocaba quedarme con Ricardo. A principios de Julio el niño fue a pasar dos meses a casa de sus abuelos paternos, donde no fue Elena por no tener una relación cordial con sus suegros, pero el niño estaría con sus primos. Para ella, si bien era triste separarse de su marido y su hijo, sobre todo sin este tenía un poco de libertad, ya que un niño de 6 años ata mucho. Como ahora no estaba Ricardo, muchos días bajaba a la piscina y a la playa con Elena. Empezamos a hablar de temas, al principio muy superficiales pero cada vez eran más profundos. Un día mi madre me dijo que al día siguiente iba a Málaga a ver a su hermana y al marido de ésta y me preguntó si quería ir. Le dije que la verdad no me apetecía mucho (el cuñado de mi madre es un gilipollas integral y no me gustaba nada estar con él ni un minuto). Al día siguiente, como de costumbre bajé a la piscina, donde luego fue Elena y seguimos rumbo a la playa. Estuvimos hablando un rato y dijo que si le hubiese dicho antes que mi madre no estaba podríamos haber organizado algo para pasar el día, como una excursión o algo así. Le dije que era una pena., pero que otra vez sería. La otra vez fue al cabo de tres días, que mi madre me comunicó que se acercaba a ver a su madre (mi abuela) que hacía tiempo que no la veía y que ya era hora. Me dejó algo de dinero y comida, ya que estaría al menos una semana. Casi de inmediato me fui a la casa de Elena, a comunicárselo.

  • Bueno, creo que podemos hacer una excursión mañana, si te parece bien

  • Por mi genial

  • Bueno, pues entonces estate preparado a eso de las 9 para salir.

  • Perfecto, hasta mañana entonces.

Se lo dije a mi madre, que evidentemente no puso ninguna objeción. Al día siguiente me levanté a una hora adecuada para arreglarme y pasar por la casa de Elena. Montamos en el coche y pusimos rumbo a una playa en Roquetas de Mar. En unos 40 minutos estábamos pisando la arena de la playa. Llevábamos una pequeña nevera de playa con bebidas y algo de comer. Recorrimos la playa y llegamos a una parte donde se veía gente naturista. Nos alejamos un poco, pero aún los podíamos ver cuando pusimos la sombrilla y las toallas. La verdad es que no podía dejar de mirar de reojo a todas partes. Por un lado Elena está buenísima y por otro las mujeres en pelotas, sobre todo las más jóvenes (ya que había algunas un tanto maduras que no estaban todo lo buena que sería deseable). Empezamos a tomar el sol y al cabo de un rato Elena se puso boca abajo, se desató la parte de atrás del bikini.

  • ¿Me puedes poner un poco de protector en la espalda, Kike?

  • Claro- le dije, mientras con mis manos temblorosas empezaba a extenderle la crema protectora por su espalda.

Estuvimos un rato tomando el sol, hasta que Elena sacó unas raquetas de playa y jugamos un rato. La verdad es que no se nos daba nada mal. Sin embargo, no podía dejar d admirar como sus tetas subían y bajaban mientras corría de un lado a otro. Paramos un rato, nos refrescamos en el agua, comimos y dormimos la siesta. Cuando nos despertamos, me pidió de nuevo que le pusiera un poco de bronceador en la espalda. Al decirlo se levantó un poco de forma que pude ver el lateral de una de sus tetas incluso pude intuir el gran pezón que tiene.

Al día siguiente (domingo) nos quedamos ya que Elena tenía no se que compromiso, pero me dijo que podíamos quedar para el siguiente día. Como no tenía planes, y ninguno podía ser mejor que estar con ese pedazo de mujer, le dije que si.

Cuando llegó el lunes salimos a la misma hora que el sábado, pero cogimos el sentido contrario, en vez de ir al oeste fuimos hacia levante. Cuando llevábamos un rato de mi cuenta que el destino era el Cabo de Gata. Llegamos a una playa muy poco poblada, ya que era lunes y bastante temprano. Apenas había unas tres parejas. A diferencia de la playa de Roquetas, en las que había gente vestida y otra practicaba el nudismo, en una zona concreta, aquí todos los que estaban lo estaban sin ropa. La verdad es que me quedé estupefacto, no me lo esperaba

  • No te sorprendas tanto…al fin y al cabo no es más que gente sin ropa, como tanta que habrás visto.

  • Ya…si no pasa nada

  • Eso no es lo que dice tu cara. Cierra la boca, que te va a entrar una mosca, chaval- dijo riendo Elena

  • no te pases- le respondí, también en tono jocoso

  • La verdad es que en los 6 años que llevamos viviendo aquí nunca había venido a estas playas. Como a Ángel lo del nudismo le suena a fulanas y maricas…en fin, que espero que tu seas más abierto de mente.

  • Claro, claro- le dije. En ningún momento había pensado que el nudismo fuese de fulanas, y si lo era…pues que vivan las fulanas.

  • De todas formas, si bien no creo que pase nada, preferiría que no le dijeras a nadie que hemos venido a esta playa ¿OK?

  • Vale, como quieras…si no quieres que lo sepan

  • No es eso…sabes que en el círculo en el que nos movemos hay gente muy radical, que todo lo ven blanco o negro y creo que las cosas no son solo así- aseveró Elena con un gesto muy serio.

  • Ya me he dado cuenta, aunque a veces te llevas sorpresas.

  • Y que lo digas. Hay gente que el que una mujer haga topless, ya no hablemos del nudismo es un escándalo, que poco menos tendría pena de cárcel- gesticulaba de una forma, que si alguien nos viese parecía que me reñía, pero nada de eso- Mira que conozco gente muy maja, pero a veces, en algunas cosas parecen ancladas en bastante tiempo atrás. Por ejemplo…no sabría que decir de tu madre, creo que no aprobaría que viniésemos a esta playa, ¿no?

  • Pues creo que ahí te equivocas. Cuando te decía que puede haber sorpresas, mi madre sería una. No lo sabe, pero cuando vamos a playas que no son las de Almería, a la Costa del Sol, sobre todo, mi madre no tiene el mínimo problema en ponerse en topless, como hacen sus hermanas y mis primas, pero como has dicho, este ambiente a veces es un poco especial- la verdad es que no se si a mi madre le haría gracia que le contase esa digamos "intimidad" a Elena, pero no creo que fuese para tanto.

  • Pues si que me dejas un poco sorprendida. La verdad es que no me lo esperaba. Desde luego tu madre no es ni mucho menos la más retrógrada de las que conozco, pero fíjate…no pensaba que fuese tan liberal

  • En fin… ¿Dónde te parece bien que plante la sombrilla?- le pregunté a Elena. Miró un poco alrededor y escogió la zona donde menos gente había.

  • Aquí creo que será un buen sitio- mientras decía esto dejó caer las cosas sobre la arena y se quitó las chanclas. Por mi parte hice el agujero para meter la sombrilla con la ayuda de una especie de taladro que sirve de apoyo a la sombrilla y que facilita mucho el trabajo, sobre todo porque la afianza muy bien a la arena. Nos pusimos el protector solar y nos tumbamos sobre las toallas. Al rato Elena se dio la vuelta- ¿me puedes poner protector en la espalda, Kike?

  • Claro que si-otra vez estaba como un flan, ya que al hacerme la petición se soltó, como la otra vez la parte posterior de su bikini. Estuvo otra vez tumbada boca abajo. Cuando estábamos medio dormidos pasó una pareja cerca de nosotros, corriendo, jugando y riéndose y nos levantamos, de tal forma que al tener las tiras del bikini sueltas pude volver a verles las tetas a Elena, esta vez un poco mejor. La erección que tuve fue inmediata. Lo que me sorprendió fue que al verme mirándole las tetas, que era descarado, no hizo ningún intento por taparse…se quedó tal cual estaba y me miró a los ojos. Seguimos otra vez tomando el sol. Cuando tocó de nuevo cambio de postura la sorpresa fue mayúscula, se soltó la parte superior del bikini en su totalidad y se quedó con las lolas al aire.

  • No me mires así, hombre, que solo son un par de tetas…además ya has ido a la playa con tu madre que hace topless, ¿no?

  • Si, claro…pero sus "tetas" no son tan bonitas como las tuyas- le dije lo que sinceramente pensaba.

  • Hombre, gracias, pero no creo que tu madre las tenga feas

  • No he dicho eso…solo que las tuyas son más bonitas

  • Bueno, bueno… ¿quieres jugar un rato a las palas?- dijo Elena

  • Vale

Nos fuimos a jugar a las palas, de forma que como el día de la playa de Roquetas sus tetas subían y bajaban con los movimientos de su cuerpo, pero esta vez más libres, sin prenda que las retuviese. La verdad es que estaba bastante menos concentrado que la otra vez, y Elena se dio cuenta.

  • Anda, Kike, vamos un rato al agua a "refrescarnos"- lo dijo con cierto retintín

  • Va

Estuvimos el resto del día en la playa, con Elena en topless, aplicándose protector cada poco tiempo, lo cual era bastante excitante. Volvimos a casa y al llegar Elena me preguntó que si después de ducharme y eso quería cenar en su casa y ver luego un película en la tele. Le dije que si, sobre todo porque no me apetecía para nada ponerme a cocinar. Fui a casa, me duché y me acicalé un poco, me puse ropa veraniega total por el calor que hacía, dejé pasar un rato y me fui a la casa de Elena.

  • Hola, que tal, ¿ya te has duchado?- era una pregunta retórica, ya que le había dado tiempo de sobra

  • Si, si…pasa. Bueno he preparado algo para picar en el patio. ¿Qué te apetece beber, vino, cerveza, refresco?- estaba vestida con unos shorts y una camiseta de tirantes, en la que se notaba que no se había puesto sujetador

  • Lo que tú bebas- le dije, quizá para darme un poco de importancia

  • Vale…beberemos vino, está fresquito.

  • Me parece genial

  • ¿Puedes abrir la botella? Tienes ahí para abrirla- me dijo señalando el sacacorchos sobre la mesa auxiliar y la botella de vino blanco.

  • OK- le dije tomando el instrumento y usándolo, de forma que en un momento tenía la botella abierta. Llené las copas y le di una de ellas-

  • ¡Chin, chin!- dijo Elena mientras chocaba las copas

  • Salud- le respondí

Cenamos una cena fría, con langostinos, embutido, queso y paté. Y por supuesto el vino. Acabamos una botella y abrí otra. Hacía calor y el vino estaba como había dicho Elena muy fresco, con lo que entraba muy bien. Nos quedamos un rato hablando en el patio.

  • ¿Qué tal te lo has pasado estos días?- preguntó haciendo referencia a los días que habíamos ido a la playa

  • ¡Genial!, la verdad es que me lo he pasado muy, muy bien

  • Y yo también. He hecho cosas que me gustan, como estar al sol tranquilamente, jugar a las palas, cosa que casi no hago…y – bajó bastante el tono de voz- hacer topless en las playas del Cabo de Gata, cosa que siempre he querido hacer, por lo que te tengo que dar las gracias por acompañarme.

  • Hombre, eso es bueno…gracias a ti, por llevarme, yo solo voy de paquete

  • De eso nada. Eres un chico genial…te llevas como un hermano con Ricardo y el contigo se lo pasa muy bien- seguimos un rato más fuera, hasta que se acabó la segunda botella de vino- vamos dentro, a ver si hace menos calor que aquí- dijo Elena

  • Me parece bien.

Entramos en la casa y nos sentamos en el salón. La verdad es que esa noche el calor era sofocante.

  • No me queda vino. ¿Te apetece una cerveza?

  • Bueno, si está fresquita, con este calor

  • Claro, claro,…fresquita- entró en la cocina y volvió con dos botellas de Coronita con una rodaja de limón dentro de cada una de ellas. Me dio una y las chocamos. Nos sentamos de nuevo en el sofá- con este calor no hay quien duerma. Estoy sudando como un pollo.

  • Si, la verdad es que no corre ni gota de aire…es un calor sofocante, me dan ganas de quitarme la camiseta

  • Esa es una buena idea- dijo Elena asintiendo, pero, claro, no pensaba que lo fuese a hacer.

La verdad es que el calor era asfixiante. Elena fue a la cocina y trajo un cuenco con cubitos de hielo y unos paños, para poder refrescarnos. Cogimos uno cada uno y nos lo aplicamos en la nuca. Fui a por otras cervezas

  • Sabes que te digo…que tengo mucho calor y lo único para lo que sirve esta camiseta es para mojarla- dijo Elena mientras se quitaba la camiseta y se quedaba, como en la playa con las domingas al aire, un poco más sonrosadas que al principio, por acción del sol

  • Idea genial- le dije. Ya el alcohol hacía un poco de mella en nosotros

  • Voy a poner la tele- lo dijo y lo hizo. Empezó a pasar canales y no paraba, hasta que llegó a una televisión local que emitía una peli porno y ahí se quedó, como embobada. Yo estaba alucinando. Estaba con una mujer excepcional, medio desnuda viendo una peli porno y se había quedado como hipnotizada. Cogió un cubito de hielo, que pensé era por el calor, pero, no, se lo empezó a pasar por sus pezones, que tomaron un tamaño descomunal, al tiempo que con la otra mano se acariciaba por encima del short, hasta que metió la mano por un lado y se empezó a acariciar en serio. Yo al ver ese espectáculo no pude por menos que liberar mi polla y empezar e sacudírmela un poco. Hasta que me vio- De eso nada, déjame a mí- dijo mientras se arrodilló enfrente de mí y se metió mi polla en la boca entera

  • Oh, dios, genial…si, si

  • Que rica…que rica- era todo lo que decía Elena. No se como, pero en un instante vi mis pantalones tirados en el suelo, al lado de los suyos. Estaba a punto de irme

  • Elena, me voy

  • No te preocupes, dámelo a mí, dámelo

Me corrí como una bestia y la verdad es que Elena lo quería todo. Después de enjuagarse la boca volvió y se sentó a mi lado

  • Eres todo un hombre- me dijo Elena

  • ¿Si?

  • Si, espero que no me defraudes- me dijo mientras me daba un beso en la boca. Se sentó sobre mi y empezó a moverse de forma muy sensual- vamos a la cama, estaremos más cómodos- dicho y hecho

En la cama Elena se puso abajo, con las piernas muy abiertas, ofreciéndome su coño, bien depilado, pero no del todo. Puse mi polla en la entrada de su coño y empujé

  • Oh, si, que bueno, sigue así, sigue- Elena parecía entrar en trance

  • Eres genial…si, si, si

  • No pares, no pares

Estaba tan excitado que la verdad es que no aguanté mucho, pero fue más que suficiente para que Elena se corriese, ya que lo pude notar perfectamente.

Terminamos el polvo y nos quedamos dormidos, abrazados, a pesar del calor, que la verdad ahora nos importaba un poco menos. A la mañana siguiente Elena fue la primera en despertar

  • ¡Oh, dios mío! ¿Qué hemos hecho?- dijo

  • ¿Eh?

  • Esto ha sido una locura…me lo he pasado genial, pero ha sido una locura. Entre que lo necesitaba y las cervezas de ayer…creo que perdí la cabeza. No debió pasar nunca

  • ¿Te arrepientes?- le pregunté, para ver el alcance del error

  • No cariño, no me arrepiento…solo es que no debió suceder, porque ha sido como despertar a la bestia. Y ¿ahora, que?

  • Yo estoy para lo que necesites

  • Ya lo se… ¡granuja!- dijo mientras me daba un beso en la boca- pero yo soy la adulta y no debió pasar

  • Pero pasó

  • Si, pasó… ¡Y de qué manera! Como te dije anoche eres todo un hombre.

  • ¿y ahora?

  • No se…te apetece ir a la playa. El Cabo de Gata me gustó mucho