En el bus...

Pequeña historia en el bus...;)

El autobús desde siempre, creo que para más de uno, ha sido y será uno de los lugares más buenos para pensar y meditar.

En nuestro caso (relatistas y lectores), es un lugar donde las fantasías afloran de una manera brutal.

Pero os confesaré una cosa que me pasa por la cabeza cada vez que subo al autobús, porque me paso de verdad y quiero que se repita. ATENTOS.

Iba yo pegada a mi cristal, mirando a la gente de la calle. Cuando en una parada del autobús, una furgoneta de trabajo. Hablo de estas altas que cuesta hasta de subirse. Se detiene a la altura de mi ventana. En las ciudades se acostumbra a parar muy cerca los coches de los autobuses, ya que estos ocupan parte del carril. Mi mirada permanecía intacta, mi estado pensativo estaba a un gran nivel. Pero note como una mirada de ese vehículo me penetraba. Mis ojos de dirigieron a buscar esa mirada. La encontré en un hombre de unos 40 años. Su mirada era seria, transmitía hasta un punto de terror, aunque no dejé de mirarlo fijamente. Me gusta mirar a la gente en el autobús y que sientan mi mirada. Cuando yo noto que me miran me siento deseada.  Entonces noté como algo un poco más abajo de su tronco se movía. Allí fui a parar mi mirada y me encontré con su polla dura entre sus manos. Mis ojos se quedaron clavados en esa polla. Era grande, se veía gorda y dura. Estaba roja de la punta y su mano pajeaba la piel sin tapar la punta. Mi cuerpo noto un estremecimiento por todo el, no podía parar de mirarla. Creo que mojé mis bragas instantáneamente. Algo que nunca me había ocurrido.

Mi mente se perturbo de una manera que nunca antes me había ocurrido. Un acto reflejo hizo mover mi lengua, como haciendo saber las ganas que tenía de sentirla en ella. Se lo hice saber al hombre, llevando mi lengua a mis labios y repasándolos. Mojando mí boca como si se tratase de esa polla. Trague saliva para poder seguir con ese instante tan glorioso y le mande un beso. Mi mirada no se había separado de la polla en esos pocos segundos, cuando el movimiento del autobús hizo llevar de nuevo mi mirada a los ojos del hombre, sonriendo ligeramente. Perdí la mirada del hombre en muy poco tiempo. Mi cuerpo no se movió ni unos milímetros. Mi mente y mi ardor interior se aceleraron como un reactor a punto de explotar.

Seguí con la mirada clavada a través de ese espejo, esperando volver a ver esa polla e imaginarla haciéndome de todo.

Os dejo imaginar cómo acabo mi día y con que deseo subo al bus cada vez que lo cojo.

Besitos y a imaginar!!

Martita.