En el bosque

Tengo 26 años, los fines de semana hago ciclismo. Mis aventuras son de lo más normal. El trayecto que acostumbro a hacer pasa por el interior de un bosque ...

EN EL BOSQUE

Tengo 26 años y desde hace un tiempo trabajo de bombero, lo cual me obliga a estar en forma continuamente. Lo consigo con unas horas de gimnasio semanales y los fines de semana hago ciclismo o me voy a correr según el tiempo del que dispongo. Mis aventuras son de lo más normal. Algún que otro ligue de vez en cuando para ir calmando el hambre. Pero la historia que os voy a contar ha alterado bastante esta vida sin demasiados sobresaltos. Como he dicho anteriormente, los fines de semana voy alternando el salir con bicileta o hacer unos siete km corriendo por unos caminos tranquilos. Esto último lo hago siempre el domingo por la tarde porque la tranquilidad es mayor y aprovecho la tarde porque de lo contrario estaría sentado en el sofá delante de la tele. Era la segunda semana de septiembre cuando reanudé de nuevo esta actividad después del verano, y salí a correr. El trayecto que acostumbro a hacer pasa por el interior de un bosque, nada del otro mundo, pero un bosque en definitiva. Antes de salir, y aparcada a un lado del camino, había una motocicleta. No hice el menor caso y seguí mi carrera. Al cabo de un rato me adelantó con dos chicos de unos 16 o 17 años sin que pensara nada en especial. A la semana siguiente, al pasar por el mismo sitio había dos motos. Me entró curiosidad de lo que podrían hacer y sin hacer ruido me adentré entre la maleza. En un pequeño claro cubierto de hierba estaban los dos chicos de la semana anterior y uno más mirando unas revistas, con los pantalones bajados y pajeándose. Solo de verlos me excité enormemente, no esperaba encontrarme aquello, ni se me había pasado por la cabeza. Ya con más tranquilidad observé atentamente y vi que las revistas eran de tíos. Joder! pensé, quién pudiera pajearlos o chupar aquellas pollas tan estupendas. Los tres estaban para comérselos: 1,70 –1,80 de altura, bien formados, poco vello, unas pollas que sin ser demasiado grandes, tampoco les faltaba nada,... es decir estupendos. Estaba a cien y dudaba entre si pajearme viendo aquel espectáculo o irme para que no me vieran, cuando, por detrás oigo un ruido y al girarme veo otro chico. Qué vergüenza! No sabía cómo reaccionar. Ni corto ni perezoso me dice que si quiero acercarme. No sé como pero acepté. -Mirad qué traigo. He ido a mear y me encuentro un mirón. Seguro que podemos aprovecharlo! No estaban los otros muy convencidos. De hecho se subieron rápidamente los pantalones y guardaron las revistas. Yo iba en pantalón corto y camiseta sin mangas. Mi bulto delataba mi excitación y no valían excusas. - Oye, ¿tú tienes experiencia con otros tíos? -Me preguntó uno de ellos.

  • Bueno, podemos decir que alguna. Se separaron un poco los cuatro y hablaron durante unos segundos sin que los oyera.
  • Mira, te vamos a confesar algo. Hasta ahora sólo nos pajeamos. No hemos hecho nada más. Si quisieras, podrías enseñarnos algo. ¿Te apetece? Aquello me puso a reventar. Cuatro cuerpos por estrenar! Cómo podía negarme.
  • Bueno, vale. -contesté. Volvieron a hablar entre ellos y me soltaron que sólo ponían una condición. Que no les follara porque les daba miedo. No era aquel el programa que yo hubiera propuesto, pero acepté sin dudar. Nos desnudamos todos. Yo me quedé pasmado mirándolos, y ellos no paraban de mirar mi polla totalmente empalmada. No es que sea la gran cosa, pero comparada con las suyas, era para comparar y mirar.
  • Bueno, ya nos hemos mirado bastante. Es hora de hacer algo, propuse. ¿Os la han mamado alguna vez?

  • No, nunca.

  • Follar, me imagino que tampoco, por lo que habéis dicho antes, ¿no?

  • No, tampoco.

  • Pues tumbaos en el suelo. Lo hicieron sin decir nada y empecé a tocar aquellas pollas flácidas y chuparles los pezones. Con un par de veces se pusieron tiesas. Estaban encantados.

  • Sigue, sigue, me pedían. Los dos que la tenían más pequeña les dije que se levantaran, que me iban a follar. Me puse de rodillas con el culo levantado y mandé a uno de ellos que me penetrara. Empezó muy lentamente, con miedo.
  • No te cortes, empuja y fóllame sin miedo. Seguro que sí lo habrás visto en algún video! Qué gusto daba. Era estupendo sentir aquel falo en mi interior. Por su tamaño no era nada doloroso, entraba y salía cómodamente y dándome un placer enorme. Ya visto que eso iba, empecé a chupar la polla de una de los que estaban tumbados. Poco tiempo tardó en correrse en mi boca y poco duró el que me follaba.
  • Rápido, el otro, que me folle! -Me supo a poco y quería más. También empecé a mamársela al que quedaba, y como antes poco duraron. Me tumbé en el suelo y empecé a masturbarme mientras miraba aquellos cuerpos juveniles que tanto me habían excitado, pero uno de ellos apartó mi mano y siguió él con muchas ganas mientras otros dos empezaron a chuparme y mordisquearme los pezones. Era estupendo. Y después de un buen rato, me corrí como nunca. -Qué, ¿os ha gustado la primera vez? No dudaron ni un momento en decirme que sí. Estaban que no podían. -Mirad, muy a menudo vengo por aquí a hacer deporte. Si otro día quereis alguna otra cosa, no dudeis en pedírmelo! Durante la semana no pensé en otra cosa. Fue rápido, aguantaron poco, pero de pensar que fui el primero en probar aquellos cuerpos... me excitaba. Han pasado varias semanas y no he visto las motos por allí. Si aparecen y pasa alguna cosa, no dudeis que os lo contaré.