En el bazar de Túnez
Fuimos de viaje de a Túnez y aquel tendero metio mano a mi mujer, excitándola y subyugándola a ella y cambiando mi vida sexual para siempre
Ese verano elegimos viajar a Túnez y no recuerdo muy bien cuál fue el motivo. Resultaba más barato que otros destinos y alternaba unos días de playa con un tour por el país. Antes de montarnos en un autocar que nos llevara a la playa puesto por la agencia de viajes, decidimos acercarnos al zoco para matar algunas horas.
Allí mi mujer llamó la atención, como todas las occidentales que se adentraban allí, vistiendo al modo occidental. Después de pasar calor y sudar viendo algunas tiendas que no terminaron de convencer a mi mujer, entramos en una que sí le agradó. Tenía bien puesta la mercancía y tenía una amplia variedad. Mi mujer , Estela, es de llevar algún detalle a su familia, o sobrinos. Lo malo es que en Túnez, tienen la costumbre de regatear por los precios y comprar cualquier cosa, puede llevar unos cuantos minutos que a mí me desesperaban.
Así que en esa tienda, empezó a regatear por unas camisetas para sus sobrinos,por unas sandalias,por una pequeño tablero de ajedrez para su padre, cuatro chorradas. Mientras, yo me aburía mortalmente y mi mujer y el único tendero del negocio, negociaban cada céntimo, luchaban por él. Yo salí y fui a visitar a unos metros, en una pequeña plazita donde había ventiladores que echaban agua pulverizada, lo que me alivió del calor. A los tres o cuatro minutos, volví a la tienda y, según me contó mi mujer fue el tendero el que, con la excusa de que ella tocara la calidad de unas prendas, la agarró amablemente para que negociara junto a ella detrás del mostrador. Al volver, yo entré y le pregunté a mi esposa si:
-¿Te falta mucho?
-Pues no sé, la verdad, pero podías ayudarme a regatear
-¿Para qué?.
-Joder, para ahorrarnos un dinero
-Pero Estela, si estás luchando por unos pocos euros al cambio. ¿ No es mejor que le pagues y que nos vayamos al hotel a darnos una ducha y poner el aire acondicionado?
-No, es que ya es por mis narices joder, que no quiero que el tipo este me time.
El tendero , como todos los de allí, sabe chapurrear varios idiomas, lo suficiente para poder negociar y regatear. No creo que se enterara de la esencia de nuestra conversación. Así que allí siguieron, regateando sin parar durante un rato.
Yo me senté en una silla que había en el fondo de la tienda, mirando un poco el móvil para matar el tiempo. En un momento determinado, mi mujer, llegó a ganar los tres o cuatro útlimos regateos. Yo pensé que era ya por cansancio del vendedor y por lo rápido que Estela aprendía.
Así que pagamos, ella salió de detrás del mostrador y nos fuimos con la amabilidad y la sonrisa del vendedor. De pronto, a Estela le entró la prisa.
Cogimos un taxi y ya en el ascensor del hotel, empezó a besarme porque subimos hasta la planta de nuestra habitación sin que nadie subiera con nosotros. Se la notaba con ganas de juerga y yo no pregunté. Cuando nos tumbamos en la cama, nos besámamos y nos quitábamos la ropa, se me ocurrió preguntar que qué la pasaba que estaba caliente y me dijo que:
-Si te lo cuento, no te lo vas a creer
-Así que te ha pasado algo, ¿ qué te ha pasado? (todo esto mientras nos besámamos, en las pausas y hablando casi entre los jadeos previos a hacer el amor).
-Pues que el cabrón del tendero, cuando has salido unos minutos, me ha llevado a su lado amablemente y como sin querer, ha puesto su mano en mi culo. Y me ha dejado una prenda más barata. Cuando estaba negociando por el tablero de ajedrez, ya me ha tocado el culo y me he quedado bloqueada y sólo me he movido como indicándole que no lo hicera pero el tipo me ha bajado mucho el precio y yo me he dado cuenta de que si le dejaba un poco, todo nos iba a salir más barato. Así que antes de que volvieras, le he sacado dos pares de zapatillas deportivas por un precio bajísimo y el tipo ha metido la mano por debajo de la falda y me he empezado a exicitar porque notaba su excitación. Pero es que cuando has entrado tú, el tipo no ha quitado la mano de ahí y primero me ha acariciado por encima de la ropa interior pero con los últimos regalos, se ha colado con sus dedos debajo de las braguitas y joder, cómo me ha puesto, pero, por favor, no te enfades, ha sido sin querer, la verdad es que yo no quería, si el tío no es atractivo, tampoco y en un momento en el que no mirabas, ha guiado mi mano a su paquete y tenía el rabo muy duro. Por favor, no te enfades, te lo suplico y fóllame, fóllame fuerte. Y eso hice. Al terminar, después de estar unos minutos tranquilos, me pidió perdón y me pidió que no me enfadara. No lo hice. Me excitó muchícimo que aquel cabrón pusiera cachonda a Estela, que es rubita, con el pelo liso, mide casi 1,70 y está bien proporcionada.
-¿ Quieres volver?
- ¿Dónde?
-Al bazar
-¿ Para qué?
-Porque me ha gustado lo que me has contado y lo que has hecho y me ha excitado mucho
-Anda ya, no seas ganso, cómo te va a gustar. Joder, pero si estás excitado otra vez.
-¿ Y si te lo pido yo?
-Joder, pero cómo vamos a hacer eso
-¿ Y quién se va a enterar? Si no vas a volver a ver a este tipo en la vida. Vamos, le pones cachondo y nos volvemos a follar como antes. Aún nos quedan unas horas para salir a la playa. Tenemos las maletas hechas.Cogemos un taxi, y repetimos.
Estela aceptó. Pero su ropa era distinta. Le pedí que se pusiera ceñida y con una falda y un top más cortos e insinuantes. El taxista flipó al verla mientras Estela me decía que no se creía que volviéramos a buscar algo que antes surgío sin buscar. Al llegar al zoco, nos podeís imaginar qué miradas la echaban los lugareños.
El tendero, que andaba inmerso en la lectura de un periódico, esbozó una sonrisa al vernos de nuevo. Mi mujer eligió unos productos y se acercó al tendero. Yo, como la vez anterior, salí a la calle y esta vez, aguanté unos minutos más. Volví a la tienda y antes de entrar, intenté ver qué sucedía en el interior. Los dos estaban detrás del mostrador y yo no veía uno de los brazos de aquel tipo. Seguro que estaba metiendo mano a mi mujer sin disimulo y ella miraba hacia abajo con cara de no estar pasándoselo nada mal. Al entrar en la tienda, reaundaron el regateo y a Estela le costaba centrarse en disimular. No había necesidad. Yo sabía lo que estaba pasando y me estaba excitando muchísimo.
-¿ Por qué no te vas a tomar un refresco mientras yo termino de negociar?
-¿Estás segura? ¿ Y cuándo vuelvo?
-No tengas prisa, quizás tardemos veinte minutos o media hora
Así que mi mujer, de manera indirectamente directa me estaba pidiendo que me perdiera. Que la dejara sólo con un tipo al que no conocía porque estaba excitadísima. Yo, obedecí mientras seguía con una gran erección. Solo que no me fui a tomar nada. Estuve unos minutos deambulando por las cercanías , sintiendo que los minutos sehacían horas y con el morbo y la necesidad de volver. Me acerqué a la tienda de nuevo y por suerte, no había ningún cliente por allí. El cierre estaba un poco bajado y no estaban allí. Con sigilo, me acerqué a la pequeña puerta con cortinas que había detrás del mostrador y lo que allí observé era excitante y morboso. Mi mujer estaba de rodillas y le estaba haciendo una mamada a Ibrahim ( que así se llamaba, me enteré después).Él estaba sentado sobre la mesa, con los pantalones por los tobillos y Estela se la chupaba con ganas. El tipo tenía una buena tranca, un poco más grande que la mía. Intenté que no me vieran y ni me moví, pero tenía una excitación increíble. Allí estaba, viendo como la mujer de mi vida se la estaba chupando a un desconocido en un país extranjero, con un juego que se me había escapado de las manos y lejos de enfadarme, sólo podía pensar en lo exicitado que estaba yo y en lo bien que se lo estaban pasando ellos. De pronto, él levantó a Estela, la apoyó contra la mesa y la penetró vaginalmente pero desde detrás. Joder, allí seguía yo, mirando las embestidas de Ibrahim y empezando a escuchar los jadeos ahogados de Estela. Así estuvieron unos cuantos minutos hasta que él se corrió. Antes de que se dieran la vuelta y se vistieran, salí rápido pero con sigilo del establecimiento. Miré la hora y dejé pasar cinco minutos. Cuando volví, ellos estaban allí con las bolsas de las compras preparadas. Yo para disimular, me acerqué para hacerle un gesto de cariño a Estela y ella interpretó que quería besarla así que me dio un pico rápido con el sabor del rabo de aquel tipo.
Cuando salimos, le pedí que me contara y me dijo que lo haría en el hotel. Al llegar al hotel me contó que sólo se habían besado, que la había metido mano y que cuando quiso penetrarla, ella le dijo que no. Pero mientras follábamos, yo, excitado, le conté que los había visto y que me había encantado y nos corrimos los dos al mismo tiempo.
Al día siguiente, nos fuimos al autocar con el resto de turistas de varios países, para ir hasta el hotel de la playa donde pasaríamos cinco días. Sabíamos que, al volver, tendríamos de una noche y parte de la mañana para volver a disfrutar en Túnez. En la playa, follábamos rememorando aquel día y hablamos de volver allí antes de regresar a Madrid. Lo que allí pasó, os lo contaré en otro relato.