En el bar de pepe, la despedida de solteros

Una nueva experiencia de Pepe con mi mujer, esta vez una despedida de solteros le hacen las mil y una.

Esta vez no pasó demasiado tiempo hasta que recibí nuevamente la llamada de Pepe diciendo que el próximo viernes por la noche necesitaba dos camareros para una despedida de soltero y que nos quería para ello.

El sábado a la hora indicada nos fuimos para el bar, Pepe me había dicho que no hacía falta que llevara nada especial de ropa, que él nos lo daría en el bar lo que nos hacía falta. La persiana estaba a medio subir y nos colamos por debajo,  en el bar todo estaba más o menos como siempre,  solo una mesa preparada para ocho comensales destacaba en el centro, además había apartado el resto de mesa en un rincón.

Pepe estaba detrás de la barra y en cuanto nos vio salió de ella y le planto el beso de siempre a Montse, con el consiguiente apretón de nalgas.

-Vamos muy justo de tiempo, los chicos están a punto de llegar.

Nos dijo mientras le entregaba un paquete a Montse  y una bolsa a mí.

-Ves a la sala a cambiarte.- Le dijo a ella.

-Y tú ves detrás de la barra y ponte eso.

Montse se fue a la sala a cambiarse y pase detrás de la barra y abrí la bolsa. En ella había una capucha de cuero, de esas que había visto mil veces en las fotos de BDSM, con una anilla en la nuca,  con ella me quedaría toda la cara tapada,  solo unos pequeños agujeros para los ojos y nariz y la boca cerrada con una cremallera.

Me la puse y Pepe engancho una cadena a la anilla de la nuca, con lo que limitaba mis movimientos al largo de la barra.

Mientras,  Montse había salido de la sala, “vestida” con la ropa que le había dado Pepe,  la verdad es que estaba espectacular.  Un velo de gasa negro pero trasparente cubría su cara,  llevaba un sujetador de esos que solo cubren la parte inferior del pecho, dejándolo completamente a la vista y con los pezones levantados, apuntando al techo,  un pequeño delantal, que apenas llegaba un par de centímetros por debajo de su coño y como remate unas medias y un ligero,  sin bragas y  zapatos de tacón de infarto todo ello de color negro. La  verdad es que nos dejó a los dos  con la boca abierta,  bueno, a mí no, que con la máscara  no podía ni emitir un gemido, la máscara me mantenía la boca cerrada con fuerza y apenas podía respirar.

Pepe le dio un par de vuelta, mirándola de arriba y abajo y le dijo que le ayudara a acabar de poner la mesa.

A mí me iban pidiendo las bebidas que ellos iban colocando en la mesa,  evidentemente todo era cerveza y vino. En eso estábamos cuando golpearon con fuerza en la persiana, Pepe le dijo a Montse que se fuera a la sala y cuando comprobó que ya estaba dentro fue a subir la persiana por la que entraron los ocho integrantes de la despedida,  eran todos jóvenes, no más de treinta años y ya se les veía un poco afectados por el alcohol o al menos parecían muy eufóricos.

Pepe les indico la mesa y todavía no estaban sentados que ya estaban abriendo botellas de cervezas.

-Atención, atención.- Gritaba Pepe mientras daba golpecitos con una cuchara en un vaso para llamar su atención.

-Os presento a vuestro servicio para esta noche.

-Tras la barra el cornudin.

-Y como camarera personal, Montseeee!!!!!!

Y en eso momento mi mujer hizo su aparición, espectacular en su desnudez, llena de morbo con la poca ropa que llevaba y una bandeja con la comida en sus manos.

Los hombres al verla empezaron a gritar,  silbidos,  palmas, mientras ella se acercaba a la mesa, en cuanto llego a ella no les faltó tiempo para empezar a tocarla, le levantaban el delantal para verla, le estiraban los pezones, acabo de repartir la comida,  volvió a la barra a recoger una nueva bandeja que yo había preparado y volvió a la mesa, donde las caricias y sobadas se repitieron.

-Montse os va a ir entreteniendo la comida. Les dijo Pepe.

-Anda guapa,  a cuatro patas y ya sabes lo que  tienes que hacer. Le dijo a mi mujer. A la vez que le entregaba una copa de vino.

Montse, obediente, como siempre,  se acercó a la mesa, se arrodillo y se metió entre las patas de las mesas.

Desde la barra pude ver cómo le bajaba la bragueta al primero de los chicos y sacándole la polla se la metía en la boca, haciéndole una monumental mamada, como siempre la chupaba como si le fuera la vida en ello,  veía como le absorbía el capullo con sus labios mientras lo masturbaba a  la vez. Estuvo muy poco rato, en seguida el chico dio síntomas de que iba a correrse y en ese momento mi esposa se la saco de la boca y pajeandolo poco a poco, hizo que se corriera en la copa. Le saco hasta la última gota, pero antes de acabar se la volvió a meter en la boca dejándosela completamente limpia,  entonces se la metió al chico  en los pantalones y girándose repitió la operación con el que estaba sentado enfrente de este.

A partir de este segundo hombre ya no podía ver a mi esposa hasta que pasado un rato salió por el otro lado de la mesa, sabía dónde estaba por la cara de placer de los chicos a los que en ese momento les estaba haciendo el trabajito.

Cuando salió a cuatro patas por el otro lado de la mesa,  la copa de vino estaba prácticamente llena de la lefa de los ocho chicos.

Pepe se puso al lado de Montse y levantando su copa,  esta sí,  llena de vino les dijo a los chicos.

-Un brindis por el novio!!!!. Levantando su copa.

Los chicos se levantaron y alzando sus copas repitieron el brindis.

-Por el novio. Gritaron.

Entonces, sí que nadie le dijera nada mi esposa, mi mujer, se llevó la copa llena de lefa a los labios y empezó a beberla como si fuera el mejor de los cavas.

Los chicos la coreaban

-Bebe, bebe, bebe

Y mi mujer bebió y bebió hasta que no quedo una gota en la copa.

Cogió una copa de vino y supongo, para aclararse la garganta, también se la bebió de un solo trago.

Entonces entre ella y Pepe recogieron la mesa dejando solo las copas y las botellas de vino en ella.

-Ahora vamos a pasar a los postres.- Les anuncio Pepe.

Apareció Montse con una bandeja llena de fruta y un aerosol de nata que dejo en ella.

Pepe le dio la mano galantemente y ayudándola la hizo subir a la mesa y allí estaba ella, de pie,  solo “vestida” con sus medias, el delantalito y su velo,  mostrándose a aquellos ocho lobos.

Pepe la ayudo a estirarse sobre la mesa y le hizo separar las piernas,  quedando así, como siempre, una vez más, completamente abierta de piernas.

-Su postre está servido, señores.- Les dijo.

Inmediatamente uno cogió el aerosol de nata y enfocándoselo al coño le pego todo un chorro de nata.

-Siempre he querido hacer esto.- Decía.  Mientras le metía el pitorro dentro del coño y volvía a accionarlo,  la nata rebosaba entre sus labios, debía estar dejándola llena de nata también por dentro.

Un segundo le arranco el aerosol de las manos y quitándole el velo a Montse le lleno la cara completamente de leche, no se le veía ni un centímetro de cara e incorporándose sobre ella empezó a lamerle la nata de la cara, otro se apuntó y entre los dos le lamian la cara, dentro de la boca, ojos, nariz, parecían vacas dándole largos lengüetazos.

La verdad es que esto de poner a una mujer en la mesa y llenarla de nata siempre me había parecido tonto,  pero ver como se lo hacían a mi mujer me estaba volviendo a poner la pollita dura.

-A mí lo que me gusta es mojar el plátano en nata, -decía uno mientras le metía uno en el coño-  lo metía y sacaba follandola con él, metiéndoselo bien a dentro, casi por completo.  Cogió uno más del frutero, lo peló, como el anterior y también se lo metió en el coño,  no contento, peló un tercero y también se lo metió hasta el fondo,  supongo que como estaban pelados se iban chafando dentro de ella y por eso no le costaba nada metérselos.

Al no estar apretándolos nadie, los tres plátanos se le fueron saliendo del coño hasta quedar entre sus piernas,  apoyados contra su culo. El que se los había metido cogió un y acercándose hasta la cabeza de mi mujer se lo metió en la boca,  el plátano estaba fofo, arrugado, lleno de nata y de los jugos de su coño, pero ella, sumisa como siempre,  abrió la boca y se lo fue comiendo al ritmo que él se lo iba metiendo en ella.

Supongo que el tipo de clientes que Pepe atendía ya venían predispuestos por lo que veían en la página web donde él ofrecía a mi mujer, porque aquellos chicos tampoco se iban a estar de nada.

Otro, con una botella de cerveza, de las de 33cl,  estaba metiéndosela  por el coño,  ya tenía todo el cuello dentro,  eso era fácil,  pero ahora estaba apretando para meterle el cuerpo de la botella. El tío la empujaba desde el culo de la botella, mi mujer se agitaba, sin duda le dolía, pero la estaban sujetando fuertemente,   en cuanto los hombros de la botella se metieron en su coño el resto se deslizo casi sin esfuerzo dentro de ella casi por completo.

-Esperar- dijo Pepe- vamos a hacer que haga la oca.

¿La oca, pensé, que coño querrá hacer este ahora?

Fue a la trastienda y volvió con un rollo de precinto, de ese de las cajas y cortando un trozo, se lo puso a Montse desde el ombligo hasta el culo,   manteniendo así la botella dentro de ella, entonces la hicieron levantar de la mesa  y caminar,  al verla caminar entendí lo  de la oca, al tener la botella sujeta dentro del coño debía mantener las piernas separadas y con el coño con la botella dentro, pues, andaba, eso,  como una oca, además los hombres le propinaban fuertes palmadas en el culo mientras ella andaba alrededor de la mesa, así que ya tenía el culo bien rojo.

La tuvieron unos minutos así, andando por el bar, dándole palmadas, riéndose de ella, de nosotros,  algunos le estiraban de los pezones para llevarla de un sitio a  otro…..  Hasta que Pepe le arranco de un tirón el precinto,  menos mal que siempre tiene el coño perfectamente depilado que si no le arranca todos los pelos.

-Señores, señores, tenemos más actividades, les decía.

-Ahora vamos a hacer un concurso de pinball.

Llevo a mi esposa hasta la máquina de pinball y con ayuda de alguno de los chicos la hizo poner sobre el cristal de la máquina,   la dejo con el culo casi en el borde la máquina y haciéndola levantar el culo le puso debajo un cojín bastante alto y le ato las piernas a las patas de la máquina,  así expuesta, paso a explicarles las reglas del concurso.

-Cada partida, a la que por cierto, generosamente invito yo, dijo entre risas.

-Tiene tres bolas,  como veis, casi toda la maquina queda tapada por el cuerpo de Montse,  así que el juego consiste en que mientras queden bolas, las podéis follar por el coño o por el culo, como queráis,  con condón o a pelo, eso lo dejo  a vuestro gusto. Ganará el que más puntos consiga sin correrse.  Así, que empiece el juego.

El primero fue el novio,  claro, lanzo la bola e inmediatamente se la clavo a pelo en el coño,  el hombre le daba a los pulsadores para intentar golpear la bola,  la música de la maquina se juntaba con los golpes que le daba a mi mujer en el coño, los mismos que hacemos cuando jugamos, pero con la polla bien clavada en el coño.

La primera bola se perdió muy pronto y el hombre lanzo una segunda, otra vez la música y mi mujer sacudiéndose al ritmo de los pollazos del novio, esta vez acertó un poco más, pero finalmente la bola también se perdió así que saco la tercera,   le dio un par de veces, la música sonaba, los puntos se acumulaban, pero nuevamente se perdió sin que el hombre se corriera,  un brillante GAME OVER apareció en el panel de puntos, el novio intento seguir follandosela,  pero Pepe le recordó las normas y además sus amigos estaban haciendo cola y no querían perder tiempo, así que el hombre se la saco dura como una piedra.

El segundo quería su culo,  tiro la bola y se la metió de un solo golpe en el culo,  mi mujer dio un gritito, pero el hombre ya la tenía clavada hasta los cojones, pero este, fruto de la situación o de una eyaculación precoz galopante,  se corrió casi al instante, el tío resoplaba mientras se agarraba a los muslos de mi mujer para acabar de descargar,  sus amigos se reían de él, pero él no les hacía ni caso,  saco la polla del culo de Montse ya flácida y un chorro de lefa fue resbalando de su culo.

A todo esto, Pepe me había llevado hasta el lado de la máquina y atado mi careta también a una pata de la máquina y dándome una esponja de baño y un bol con agua caliente me dijo.

-Tu labor ahora es limpiarla bien, no queremos que nuestros clientes encuentren nada sucio, verdad?

Así que, obediente,  me arrodille entre las piernas de mi mujer y con la esponja limpie todo el semen que salía de su ano, preparándola para el siguiente.

Los seis restantes fueron pasando por ella,  su culo, su coño fueron visitados por ellos,  como la limpiaba meticulosamente,  todos se la follaron a pelo, llenándola de su leche,  especialmente uno que se la saco justo antes de correrse y lo hizo sobre su pubis y al tener el culo levantado la corrida fue  resbalando hasta llenar su ombligo.

Finalmente fueron tres los que n se corrieron, pero Pepe tenia solución para todo, escribió algo en tres papeles,  hizo una bola con ellos y les dio a escoger a los tres chicos, cada uno de ellos cogió uno de ellos y lo leyó en voz alta.

-Culo.

-Coño.

-Boca

Leyeron alternativamente, no sé qué hubiera hecho Pepe si hubieran sido más de tres, pero seguro que tenía alguna solución.

Le pidió a uno de los chicos que le acompañara y volvieron los dos cargados con el colchón de otras veces, sucio de leche y sudor de todos los que habían pasado por él.

-Bueno.-empezó Pepe- supongo ya imagináis de que va la cosa, cada uno se la meterá a la perra por el agujero que le indica su papel, ganara el último en correrse, ¿y que ganara?,  pues nada más y nada menos que una sesión a solas con ella!!!!.

Enseguida los organizo a los tres,  mientras unos desataban a mi mujer, el que le había tocado coño se estiro en el colchón, cogiéndose la polla y dejándosela completamente recta,  dos chicos traían a mi esposa en volandas,  uno a cada lado de ella, manteniéndola en alto y con las piernas separadas,  la colocaron encima de él y cuando el chico tuvo la polla orientada al coño de Montse la dejaron caer de golpe, clavándosele la polla hasta el fondo y de golpe,  lanzando un gruñido, sin duda les tenía que haber dolido a los dos; le pusieron las piernas hacia atrás y la hicieron recostarse sobre el pecho del chico, el que le había tocado la boca ya estaba esperándola y en cuanto la tuvo a su alcance la agarro por la nuca y se la metió hasta la campanilla provocándole arcadas, pero el tío no tenía ninguna intención de soltarte y empezó a follarle la boca con ganas.

-Es que yo estoy casado y tampoco podría disfrutar del premio.-Les decía a sus amigos.

Mientras el del culo ya se la había metido también y ya tenía otra vez a mi santa esposa con todos sus agujeros rellenos de polla y moviéndose, como una muñeca rota, al ritmo que marcaban las embestidas de los chicos.

Parecía que ninguno de los tres quería ganar el premio,  tal era el ritmo que llevaban, pero el primero que se corrió fue el de la boca,  que en ningún momento había soltado la nuca de mi mujer,  como si no quisiera que se le escapase, y su leche resbalaba por la comisura de sus labios y caía en la cara del novio, que era el que estaba debajo, pero no parecía importarle,  todo lo contrario, el segundo en correrse fue el del culo,  agarrándose a las tetas de ella como si fueran unas asas, se corrió entre grandes gritos, apretándole las tetas con fuerza, cuando se la saco sonó un ploff profundo y un chorro de lefa salió expulsado de su ano.

El único que faltaba por correrse era el novio, que parecía no conseguirlo y llevarse el premio no parecía satisfacerle,  empujo a mi esposa de malas maneras de encima de él y pudimos verle la polla dura como la piedra, tiesa más parecía que tuviera el síndrome de Príapo,   se levantó y cogiéndola del pelo la llevo hasta la máquina de pinball,  la puso de bruces sobre ella y se la metió en el culo de un golpe,  follandosela entonces con fuerza, con rabia, queriéndose correr, pero más por rabia que por placer,  le sacaba la polla del todo y se la metía de un solo golpe de caderas hasta los cojones,  le daba fuertes palmadas en el culo, le estiraba de los pezones con saña, pero no conseguía correrse,  hasta que al fin, cuando ya  Montse tenía el culo colorado como un tomate y los pezones se corrió dando grande gritos, clavándole las manos en las nalgas, separándoselas, como si quisiera arrancárselas, el tío le saco la polla del culo todavía con una erección considerable,  la fallaron las piernas y cayó al suelo llevándose a mi mujer con él,  quedaron los dos en el suelo,  casi desmayados,   enredados entre piernas y brazos.

Los levantamos entre todos y los sentamos en sendas sillas,  aprovechando para tomar un descanso,   tomaron unas copas,  hablando de lo bien que se lo estaban pasando,  alabando a la cerda, la perra, la puta…  toda clase de adjetivos dedicados a mi esposa que escuchaba mientras les servía las bebidas.  Pepe le metió a mi  mujer un Gin-Tonic cargado de ginebra  aderezado, como se  encargó él de hacerme notar.

Pepe se fue con mi mujer al baño para que se diera una ducha y se pusiera presentable,  el baño era pequeñito, con una medio-bañera,  tapada con una cortinilla inmunda, un lavabo y un wáter. Me hizo acompañarles.

-Quiero hacer pis.-Murmuro mi mujer con un hilo de voz.-

Se sentó en el wáter y su orina se mezclaba con los chorretones de semen que salían de su coño y culo,  eso debió excitar a Pepe, ya que se sacó la polla y sin decir palabra se la metió en la boca a Montse, Pepe  mantenía las manos en la espalda, moviendo el culo sin prisas, adelante y atrás, adelante y atrás e incluso cuando se corrió pareció hacerlo con calma, sin ningún aspaviento,  descargo todo lo que quiso en su boca y le froto el capullo por la cara.

-Ale guarrilla,  a la ducha y tú, me la dejas como los chorros del oro, que tiene que estar presentable.

Le quite las medias y los zapatos y la ayude a meterse en la bañera, regule el agua y con la esponja la limpie de arriba abajo,  cara, pechos, coño, culo, todo quedo limpio, sin rastro de  leche, siempre bajo la atenta mirara de Pepe. La seque bien y Pepe me ayudo a sacarla de la bañera.

Nos llevó nuevamente a la sala,  ella completamente desnuda, solo con los zapatos y Pepe me volvió a atar a la barra del bar y llevo a Montse hasta el centro de la sala.

-Muchachos, muchachos.-llamo centrando la atención de los chicos.

-Sabéis que en España tenemos unas bonitas tradiciones, especialmente en estas fechas de verano y son los encierros, a mi hay una fiesta que me gusta especialmente y es el encierro con soplillos.

Paro los que no lo sepáis, los soplillos son unos dardos fabricados con papel y con una aguja de coser que se lanza contra el toro,  dejando todo su cuerpo lleno de ellos.

Se fue a la trastienda y volvió con una caja llena de soplillos y diarios, que dejo en medio de la mesa.

-Solo una regla severa, no tirarle a la cara, no queremos hacerle daño.

-Señores, pueden empezar.-Grito-

Los hombres se armaron con periódicos y soplillos y se fueron a por ella.

El primero le tiro el soplillo directamente a un pecho, quedando colgando por la aguja, lo que era exactamente la intención del juego, que ella quedara “rebozada” de soplillos,  Montse dio un respingo, pero no se movía;  claro, lo divertido es que ella corriera y los chicos hicieran puntería con ella. Así que uno de ellos se acercó por detrás y le dio con todas sus fuerzas en el culo con el diario, entonces ella sí que dio un salto y empezó a corretear por el bar, pero ellos estaban en todas partes, le lanzaban los soplillos,  le daban con el diario y al momento todo su cuerpo estaba lleno de pequeños dardos blancos,  ella ya no podía correr más y agotada se dejó caer en una silla, pero a ellos les divertía enormemente el juego,   la hicieron levantar y le quitaron todos los dardos,  todo su cuerpo estaba lleno de puntitos rojos, pero la verdad es que ninguno sangraba,  como digo la dejaron limpia de dardos, pero eso no quería decir que hubieran acabado con el juego, la pusieron de bruces sobre la mesa, quedando su culo en pompa,   le separaron las piernas volviéndoselas a atar a las patas de la mesa   y estirándole los brazos hicieron lo mismo con ellos.

Cargados otra vez con munición se dedicaron a tirarle a culo, utilizándolo como diana,  riéndose con cada acierto, recogiendo del suelo los que caían, así, al momento mi mujer tenía el culo erizado de soplillos , parecía un erizo, pero no tenían suficiente.  Le quitaron del culo los dardos y desatándola le dieron la vuelta,  la sentaron en la mesa, haciendo que se recostara y volvieron a  atarla de brazos y piernas,   esta vez era su coño su diana,  además se acercaron más a ella para no fallar los tiros.

Cada dardo clavado en sus labios vaginales era celebrado como un éxito,  con palmadas entre ellos,  como si fuera una hazaña, la parte interior de sus muslos, los labios vaginales,  todo era su objetivo,  uno  le separo los labios para que pudieran acertar en los labios internos y clítoris, además se estaban cebando en ella,   ya no los lanzaban a distancia,  se los clavaban directamente en el coño, como si fueran banderilleros, como dijo uno de ellos. Finalmente en el clítoris podía tener tres o cuatro clavados y no sé cuántos tendría entre los labios externos, internos y sus muslos, pero Pepe había hecho una buena cantidad de ellos y yo creo que los tenía todos clavados en su zona vaginal.

Tenía a todos los chicos a su alrededor contemplándola, le iban quitando los soplillos, mirando las marcas que le habían dejado.

-Me la tengo que follar otra vez.-Exclamo uno mientras apartando a su amigos se colocaba entre los muslos de mi esposa y sin acabar de quitarle los soplillos se la fue  metiendo poco a poco.

-Con lo que le cabe en el coño y lo estrechito que lo tiene cuando le metes la polla.-Decía mientras la metía y la sacaba.

Sus amigos le mantenían las piernas sujetas y bien abiertas y uno le estaba pellizcando el clítoris con sus dedos, apretándolo entre el pulgar y el índice, haciendo pinza y estirando de él y retorciéndoselo,  como ella solo gemía el hombre cada vez estaba más envalentonado   y se lo estiraba con más fuerza, lo apretaba con ganas, se le ponía el pulgar blanco de la presión que  le intentaba dar y cada vez se lo retorcía más, como más se retorcía mi mujer, sujeta fuertemente por los chicos.  Hasta que su amigo no se corrió no soltó su presa y este lo hizo entre los labios de ella, separándolos para que se pringara bien.

Parecía que todo había acabado, pero Pepe todavía tenía el final preparado.

-Supongo que después de tanto beber tendrán ganas de ir al baño, ¿no  es así? Pues acompáñenme caballeros.

Llevando a Montse de la mano, se fueron todos al baño, hizo que se metiera en la bañera y se sentara en ella.

-Señores, su wáter está listo.

Arrancaron la cortinilla y se pusieron como pudieron a su alrededor,  ocho pollas amezantes apuntándolas,  el primero no tardo en empezar a mearse sobre ella, apuntando a su cara y el resto no tardo en apuntarse, los ocho chorros caían sobre ella, su cara, su boca, que le habían ordenado mantener abierta, sus tetas, coño,  parece mentira lo que puede llegar a mear un hombre.  Y encima Pepe había puesto el tapón a la bañera, así que entre que la bañera era pequeña y nueve tíos meándose sobre ella, el nivel del orín empezaba a ser considerable.

Acabaron los nueve y le fueron dando la polla a chupar a Montse para que se las limpiara bien, mientras seguía sumergida en los meados.

Acabados los hombres salieron y se  despidieron de Pepe, no sin antes recordarle el novio que vendría a cobrar su  premio.

Yo me quede con mi esposa,  quite el tapón de la bañera, metiendo la mano en los mismos meados donde ella estaba sumergida y salí dejando que esta vez ella misma se lavara.

Salí y Pepe se estaba acabando de despedir de los chicos,  cuando todos se fueron me dijo que ya me podía ir a casa,  que él se quedaba con mi esposa,  le gustaba recalcar lo de “mi esposa” y ya la acompañaría el a casa.  Sin duda se la iba a follar con toda tranquilidad.

Me fui a casa y efectivamente a las dos horas apareció ella, radiante, como siempre y ahora yo, también, como siempre, desenado, temiendo una nueva llamada de Pepe.