En el baño de mi colegio con el de mantenimiento

Brutal polvo con el jefe de mantenimiento de mi antiguo colegio. Un negrazo de dos metros que me deja satisfecha.

Llevaba casi dos años sin volver. Algunas cosas estaban cambiadas, pero al cruzar por la puerta la sensación era tremendamente familiar. En realidad solo estuve los dos últimos años, pero volver al antiguo colegio siempre trae recuerdos. En mi caso en general eran buenos, me hacía ilusión ver a los profesores que me dieron clase durante el bachillerato y ver que nuevos chavales estaban en la misma situación que yo había vivido hacía dos años.

Volvía al colegio a recoger mi título de bachillerato, ya que me lo habían pedido para hacer un trámite en la universidad; en este caso fue la excusa perfecta para hacer algo que tenía pendiente desde hace mucho tiempo: follarme al encargado de mantenimiento.

Desde que entré en ese colegio hubo un hombre que nunca me pude sacar de la cabeza, aparecía en mis fantasías más recurrentes y cada vez que le veía por los pasillos yo me derretía. Se llama Favian y es un pedazo de negro de casi dos metros que se encarga del mantenimiento del colegio y el jardín. Debe tener entre 35 y 40 años, pero se conserva espectacularmente bien. Es un hombre enorme y fuerte, tiene unos brazos como mi cabeza de anchos y una espalda que ocupa el doble que yo, tiene la piel oscura y los ojos rasgados y penetrantes, lleva tatuajes en los brazos y va peinado con unas trenzas hasta los hombros. Para mi Favian es la definición literal de hombre, cada vez que le veía se me venía la imagen de esas enormes manos tocando mi cuerpo, me lo imaginaba agarrándome, enorme. Me imaginaba abriéndole el mono azul que llevaba de uniforme y sacándole la polla. ¡cómo tenía que tener la polla ese hombre! Me entraba fiebre solo de pensarlo.

Y vale que solo estuve dos años en ese colegio, pero, ni corta ni perezosa, no me quede sin hacer mi movimiento. En seguida me fijé en Favian e hice todo lo posible para que él se fijara en mí. Hace mucho tiempo ya que dejé de utilizar sujetador, pero algunos días me vestía especialmente provocativa y generaba algún encuentro. Cuando le veía por los pasillos le saludaba y le hacía una mirada, o le sonreía con picardía. En gimnasia, cuando coincidía que él estaba cuidando del jardín, yo me exhibía lo máximo posible, subiendo mis pantalones cortos, lanzando la pelota “por accidente” en su dirección… Me tenía loca. A pesar de mis encuentros casuales y mis armas de seducción, la historia con Favian no llegó a nada más durante mi estancia en el colegio; yo sabía que le gustaba y teníamos buena química, pero ninguno de los dos nos atrevimos a dar el paso. Esa repentina visita era la perfecta ocasión.

Me puse a merodear por los pasillos del colegio, había visto a un par de profesores pero la mayor parte estaban dando clase. Los pasillos estaban vacíos, hasta que de pronto, desde una ventana, vi a Favian limpiando el jardín. Me dio un vuelco el corazón. Era mi única oportunidad de acabar lo que había empezado, de cumplir mi fantasía.

Precisamente por ese posible encuentro, yo me había vestido especialmente sexy. Era final de primavera y hacía bastante calor. Llevaba una una falda negra ajustada, un top de tirantes rosita muy corto y las botas militares. Debajo solamente un tanga de encaje finísimo. Me había depilado al completo y sentía el encaje rozar con mi piel a cada paso, al igual que la falda subiéndose cada vez más. A medida que me iba acercando mi cuello largo y blanco se iba perlando de sudor, estaba nerviosa y muy cachonda.

-          Hola Favian, cuanto tiempo… - No tenía tiempo que perder, iba a entrar a matar.

Favián levantó la cabeza y se quedó unos momentos mirándome; le había pillado desprevenido.

-          Vaya, Lía. Cuanto tiempo, ¿Cómo tu por aquí? -

-          Bueno, he venido para recoger el título de bachillerato… -

-          Ya veo… -

Se veía que iba a empezar la típica conversación de preguntarme que estaba estudiando etc, asique le corté

-          Oye Favían creo que hay una avería en uno de los baños. -

-          ¡Anda! ¿Qué ha pasado? –

Yo dije:

-          Debe haberse desbordado algo porque esta todo empapado…

El empezó a entender y dijo:

-          Bueno pues habrá que echarle un vistazo… a ver dime en que baño es.

Yo le dije que le acompañaba para enseñárselo. Fuimos hacia el baño de profesores del segundo piso, era el menos concurrido del colegio. Subí las escaleras delante de el, moviendo descaradamente las caderas y girándome de vez en cuando, juguetona. Comentábamos sobre el colegio estos dos últimos años, sin más, pero yo le ponía ojitos desde abajo y el me levantaba una ceja con media sonrisa desde su altura monumental. Le miraba los brazos y me imaginaba sus dedos dentro de mi. La jugada estaba hecha y cada vez estaba más claro como iba a acabar.

Cuando llegamos al baño, evidentemente estaba todo en orden, el me miró una mezcla de extrañado y divertido, porque en el fondo sabía a lo que veníamos.

-          No se – Dije yo. – Te juro que cuando he subido estaba todo mojado… -

-          Ya… No se qué habrá podido pasar… -

-          Bueno, será mejor que compruebes que no chorrea ningún lavabo ¿No? –

Él me miró directamente, yo estaba apoyada en el marco de la puerta, jugando con un mechón de pelo y sonriendo.

-          Si… mejor lo compruebo… -

Se agachó y comenzó a mirar debajo de un de los lavabos, comprobando que no tuviera ningún escape. Yo entré en el baño y me puse apoyada en una pared más cerca suyo, mientras el estaba concentrado en el lavabo, yo le pregunté:

-          Oye Favian, estoy segura de que profes más de una, pero: ¿Alguna vez te has follado a una alumna?

Favian se quedó quieto y sin mirarme dijo:

-          Yo no ando con niñas menores, eso no está bien. –

Me gustó su respuesta, pude comprobar que encima es un tío decente. Suerte que yo hacía ya dos años que era mayor de edad. Me acerque un poco más hacia donde él estaba y dije:

-          ¿Y con una exalumna? –

El se giró hacia mi y me dijo:

-          No, eso no lo he hecho nunca. –

-          Pues mira que suerte… - Dije yo.

Para cuando me di cuenta tenía mis brazos rodeando su cuello y el estaba casi agachado para comerme la boca. Metía su lengua en mi boca y yo le mordía esos labios carnosos y mojados. Me agarró el culo con sus enormes manos, yo estaba completamente entregada. Quería que ese tío hiciera conmigo lo que quisiera, notaba sus músculos, sabía que ese hombre me podía levantar por los aires sin darse ni cuenta. Encima yo, una chica casi exageradamente delgada, pálida y pequeña. Me agarró el culo con energía y me pegó a su cuerpo sin dejar de besarme, yo ya estaba gimiendo. Acariciaba todas las partes del cuerpo que su mono de trabajo me permitía.

El levantó hasta la cintura mi falda que ya estaba prácticamente levantada, se tomó un momento para admirara mi tanguita y pasó la palma de su mano por todo mi coño. Yo estaba cachondísima y se la empapó entera para su sorpresa, diciendo: “Joder como estás…” Yo le respondí con una risita, no podía ni hablar. Continuó el movimiento de la mano, y casi naturalmente, de lo resbaladizo que estaba, dos de sus enormes dedos entraron en mi vagina. Solté un gemido bastante alto seguido de un “hostia puta” bajito. El me chisto y me dijo que tuviera cuidado, que no nos podían oír. Yo asentí con la cabeza y me mordí el labio.

El continuó metiéndome y sacándome los dedos, no muy rápido. Pero eran unos dedos enormes, sentía como se deslizaban y llenaban mi interior, estaba completamente poseída por esa situación, quería gemir como loca y decirle que me follara de todas las maneras posibles, pero había que ser sigilosos. Mientras me metía los dedos llevé una mano hacia su polla. Ya le había visto la erección con el mono puesto, pero cuando le bajé la cremallera, a parte de un increíble torso salió disparada la polla más grande que he visto hasta la fecha. Claramente mucho más grande de lo que podían abarcar mis dos manos, la sola visión de ese pollón me cortó la respiración. Como poseída me puse de rodillas para intentar metérmela en la boca. Le miré desde abajo y dije “Joder” a lo que el me respondió; “Tranquila niña, hasta donde puedas”.

Empecé a pasar mi lengua por toda esa polla y escupí un par de veces. Todavía le quedaba para empalmarse del todo y ese bicho no paraba de crecer. Abrí la boca al máximo y me metí la punta, rosada y mojadita. Empecé a hacer círculos con la lengua mientras le hacía una paja con las dos manos, el soltó algún gruñido y me agarraba el pelo y me acariciaba la cabeza sin forzar mucho, sabiendo que ya me estaba ahogando. De pronto me la saco de la boca y me puso de pie, yo le mire secándome la barbilla y con los ojos llorosos, sonriente y en celo.

Me subió el top para dejar al descubierto mis pequeñas tetas, me las agarró también y me acarició la espalda y el culo, hasta que de pronto me cogió en brazos levantándome del suelo. Tenía todo el peso muerto sobre él y me estaba agarrando con toda facilidad, sobándome el culo y el coño, besándome en la boca y comiéndome las tetas. Yo le rodeaba a duras penas con las piernas, pero me estaba sujetando con tanta firmeza que yo no necesitaba ejercer ningún tipo de fuerza.  Soltó una mano para agarrarse la polla y empezar a rozarse con mi coño recién depilado. Sentía su capullo haciendo presión sobre la entrada de mi vagina, lo pasaba desde el clítoris hasta el perineo, empapándonos los dos, yo no había estado tan mojada en mi vida, necesitaba que me la metiera ya. Como leyéndome la mente me preguntó: “La quieres dentro?”  A lo que yo respondí muy educada: “por favor” y empezó a intentar abrirse paso. Colocó la polla justo a la entrada y me sujetó de ambas nalgas.

Me iba bajando poco a poco a la vez que él adelantaba la cadera. Al principio sentí un poco de dolor, pero cuando entró la cabeza entera empecé a experimentar la mejor follada de mi vida. Notaba cómo su gigantesca polla se iba abriendo paso dentro de mi coño, separaba mis paredes vaginales y llegaba a un lugar al que ningún hombre había llegado antes. La mantuvo quieta unos segundos antes de empezar a sacarla, yo estaba viendo las estrellas, con los ojos en blanco y sin respiración, el empezó a moverla hacia fuera, yo solté un gemido altisimo, mientras la volvía a meter lentamente, me tapó la boca, yo volví a gemir. Poco a poco empezó a aumentar el ritmo, me tenía agarrada en brazos con una mano y con la otra me tapaba la boca. Movía las caderas y literalmente movía mi cuerpo entero hacia arriba y hacia abajo sin yo participar de ninguna manera, estaba completamente a su merced y su enorme polla reventándome cada vez más rápido y cada vez más profundo.

Yo le miraba desde arriba, sentía como sus poderosos brazos me sujetaban sin esfuerzo, veía la piel perfecta y oscura de su cara tensarse, los gruesos labios dejaban ver sus dientes mientras gruñía y aumentaba la potencia de sus embestidas. Mi coño ya se había habituado a su tamaño y chorreaba, mientras yo sentía como me rellenaba y me taladraba, era la primera vez que sentía algo parecido y me corrí abundantemente, dejándole el rabo empapado y mi cuerpo temblando, con mis gemidos amortiguados por su mordaza.

Sin sacármela del todo, Favian me dejó en el suelo, yo seguía en éxtasis. Me dio la vuelta y me recliné ligeramente sobre el váter, el se puso detrás de mi y siguió follándome. El tamaño de su polla era completamente desproporcionado con mi cuerpo. Desde su vista se podía contemplar como hundía su pollón en mi pobre coñito, como desaparecía prácticamente al completo en un culo que él fácilmente podía abarcar con sus enormes manos, cuando me giré para seguir chupándosela me vi diminuta al lado suyo, con la boca llena al completo de lo que me cabía de esa polla. Le agarré de los huevos, gordos y negros mientras con la otra mano le hacía una paja a duras penas, sin dejar de chupar. El empezó a resoplar y a mover las caderas, la tenía durísima, golpeaba mi garganta, me lloraban los ojos y estaba casi ahogada. Aumenté el ritmo de la mamada, quería que se corriera en mi boca y lo quería ya.

En un momento, mientras yo me esforzaba al máximo en mamársela bien, me aviso de que iba a correrse, yo se la chupé un poco más y me la saqué de la boca. Saqué la lengua y empecé a pajearle con firmeza.  Tres segundos más tarde estaba soltando chorros de lefa dentro de mi boca. Salían con potencia, yo los sentía golpeando contra mi garganta y mi paladar. Me lo tragué todo sin rechistar. Cuando terminó no paré de pajearle, ahora con más cuidado y sensualidad. Le pasé la lengua por la punta para limpiársela y le miré a los ojos, satisfecha. El parecía satisfecho también. Me puse de pie y le sonreí mientras me limpiaba una gota de semen que se me había resbalado de la comisura.

Él me agarro de la barbilla y me metió un dedo en la boca, yo seguía mirándole con ojos de niña buena. Me dijo:

-          Mentiría si te digo que nunca me había imaginado esta situación, desde el principio vi las miraditas que me echabas… difícil no seguirte el juego con ese cuerpo de muñeca… –

Continuaba con su dedo dentro de mi boca, yo le sonreí con la boca llena y cuando lo sacó le contesté:

-          Difícil no echártelas Favian… que bien que lo que te haya echado al final haya sido un polvo – y me reí con descaro.

Él se rio también, y me dijo:

-          Bueno niña, yo tengo que seguir trabajando, espero que esta no sea la última vez que te pasas a hacernos una visita… ahora espera un rato a salir, no sea que nos vea alguien, ya sabes… -

Le dije:

-          ¡Mala fama debes tener tu, si no quieres que te vean saliendo con una chavalita detrás! No te preocupes Favian, ya te volveré a hacer una visitilla. -Y le guiñé un ojo.

Me respondió al guiño y se fue andando, dejándome satisfecha y todavía en una nube.