En el asiento de Atrás

La chavala iba acompañada por dos chicos aparentemente mayores que ella, tendría apenas 18 añitos...

La chavala iba acompañada por dos chicos aparentemente mayores que ella, tendría apenas18 añitos y una carita de no haber roto un plato en su vida, de tez blanquecina, cabello castaño claro, liso hasta los hombros. A su izquierda se sentó el feo y al otro lado el guapito que llevaba la voz cantante. Ambos de unos 22 o 23 años.

A los 2 minutos, escuché un poco de barullo, así que levanté la vista para observar que estaba pasando ahí detrás.

-Para!, nuuu, déjame. Ya está bien nuuu. –Se quejaba ella-

El guapito tenía la mano sobre su pierna, subiéndola hasta llegar a su mini falda de colegiala, intentaba magrearle las tetitas. A ella parecía gustarle un poco, pero igual se quejaba, apartando esas manazas de sus pechos. El feo miraba perplejo, se frotaba la polla haciendo amagos de cogerle la manita a la nena para que se la tocara por fuera, el otro ya sujetaba la mano de la chica, restregándosela por el paquete, su amigo quería imitarle, pero ella parecía oponer resistencia. Cuando el guapo comenzó a besarla y sus enormes manazas se colaron por blusa, pellizcando suavemente sus pezones, el feo tuvo la oportunidad de agarrarle la otra mano y así comenzar a frotarse con ella. El guapo ni corto ni perezoso hurgaba bajo su falda, intentaban disimular, pero se dejaban llevar por la pasión. Yo me estaba poniendo toda loca, me comencé a tocar también, deslicé mi mano bajo mis pantalones y comencé a estimular mi mojado clítoris.

Mientras tanto ellos, pasaron a la acción, obviamente, el guapo tenía toda su mano bajo esa minúscula faldita de cuadros, sus lenguas estaban enroscadas, el feo tenía su impresionante verga asomada, dura como una piedra. En su blusa se podía apreciar un gran relieve provocado por unas manos que sobaban incesantemente en su interior.

Tuve que dejar de mirar por el retrovisor, eso comenzaba a ponerse peligroso, para mi era una fuerza mayor, estaba cada vez más excitada, mi masturbación no cesaba.

Sin poder contenerme, volví a contemplar la escena, estaba al rojo vivo. La chavala se la comía al feo, mientras, el otro sentado en el suelo con la cabeza bajo sus faldas, devoraba su sexo. Ella subía y bajaba muy deprisa, tragando esa tremenda verga, yo me frotaba lujuriosamente y seguí mirando hacia delante, me pasé de entrada así que decidí rodear otra vez por la autopista.

Levanté cabeza y en ese instante vi lo que me esperaba, la chavala medio tumbada con una polla penetrándola bajo su falda y ella siguiendo con la mamada. Me estremecí, esa imagen se me quedó guardada, una imagen fotográfica que hizo que mientras seguía mirando la calzada, empezara a correrme, mi vulva estaba empapada, mi clítoris temblaba y mi orgasmo casi rezumaba por mi boca, pero yo, disimulada, pude evitar que esos descarados, descubrieran el placer que me habían proporcionado.