En el antro
La espera puede ser muy satisfactoria.
Ya daban las 10 de la noche y la cita era a las 9. No lo podía creer, otra vez mi novio llegaba tarde. Se supone que iríamos a bailar y compensar todo el tiempo que habíamos estado lejos, y aunque él nunca había brillado por su puntualidad una hora tarde sí que era el colmo.
Si hubiera estado en mi casa no habría ningún problema, pero el plan había sido vernos directamente afuera del antro, y así aprovechar el tiempo. Y allí estaba yo, con medias de red, tacones, una falda muy por encima de la rodilla y un top; claro que mi atuendo no era nada raro en una zona llena de bares y centros nocturnos, pero las miradas lascivas de los hombres que pasaban solos comenzaban a incomodarme.
Comenzaba a fastidiarme cuando recibí un mensaje de mi chico: tuvo un problema y aún tardaría, pero quería verme así que me pidió esperarlo. Suspiré y decidí entrar al establecimiento.
Me acerqué a la barra y pedí un vodka con jugo de arándanos para entrar en calor. Decidí relajarme y disfrutar de la música. Al poco rato se acercó a mí un hombre algo mayor, quizás tendría 35 años. Me ofreció invitarme un trago, pero sonriendo le indiqué que ya tenía una bebida. Realmente me pareció muy atractivo así que me dije “¿por qué no?”.
-Ya estoy tomando algo, pero quiero bailar. Le dije guiñándole el ojo.
Me puse de pie y lo tomé de la mano, dirigiéndonos hacia la pista.
Sonaba una mezcla electrónica bastante sensual, así que llegando a la pista le di la espalda y comencé a contonear mis caderas pegando mi trasero a su pelvis. Él sin dudarlo tomó mi cintura y comenzó a moverse siguiendo mi ritmo. Yo me dejaba llevar e inmediatamente me comencé a excitar. Él recorría mi vientre y acariciaba mis piernas. Giré y rodeé su cuello con mis manos y el llevó las suyas hasta mis nalgas. No lo dudé y lo besé, mordí su labio inferior y metí mi lengua a su boca.
-Quiero coger, le dije.
Él sonrío y me besó con deseo mientras con una mano estrujaba mis pechos y con la otra me acariciaba el trasero debajo de la falda. Poco a poco me llevó al rincón más obscuro del antro, seguimos besándonos. Él jugueteaba con mi cabello, besaba mis labios, mi cuello y cuando menos lo esperaba sacó uno de mis pechos y se lo llevó a la boca. Yo estaba completamente extasiada, quizás el enojo previo y el saber que mi novio llegaría en cualquier momento aumentaron mi libido. Ya no aguantaba más, quería sentir su verga.
Desabroché su pantalón y liberé su miembro. Vaya que si lo tenía duro, además de que era grande y grueso. Aquel extraño y volteó contra la pared, y me penetró; casi grito del placer. Él la metía y sacaba sin ninguna consideración, lo cual me excitó todavía más. Él mordía mi cuello y apretaba mis pechos. Sentía como cada centímetro de su pene invadía mi vagina, era duro y caliente, lo cual acrecentaba el placer.
Sentí como su miembro comenzó a palpitar y explotó llenando de mi interior con su semen. Juntos llegamos al orgasmo.
Me giró y quedando de frente me regaló un tierno beso. Así estuvimos por un buen rato, solo besándonos. Él no dejaba de apretar mis pechos y acariciar mis piernas.
-Vamos a un hotel. Me dijo.
-Lo siento, hoy no puedo, mi novio ya debió de haber llegado.
Lejos de ver decepción en su rostro vi como aumentó el deseo.
-¿Otro día?
-Claro.
Me dio una tarjeta con su número. Le di un ultimo bese y me dirigí a la barra donde ya estaba mi chico.