En el Antro

Las salidas por la noche a los antros, despiertan nuestras fantasías y sin pensarlo, las hacemos realidad...

Un día, llegué y le dije a mi esposa “¿sabes?, me gustaría ir contigo a un antro a bailar, pero quiero sea algo diferente ¿qué te parece?”, se puso contenta y me dijo que “adelante, que quieres de “diferente”, así que  le pedí que se pusiera un vestido que me gustaba mucho, porque se le pega al cuerpo y deja poco a la imaginación. Ella sabía que me excitaba que se vistiera de chica fácil, por lo que aceptó y acompaño el vestido con unos tacones altos y una ropa interior de encaje transparente.

Llegamos a un salón de baile donde había un grupo de música; de inmediato, comenzamos a bailar y al dar vueltas, se me le levantaba un poco  el vestido dejando ver sus lindas piernas. De vez en cuanto aceleraba los impulsos de las vueltas, a lo que me comentó que si seguía así, se le iba a ver hasta la tanga y sonriendo, le comenté “es lo que quiero”. Estaba muy excitado viendo a mi esposa y sobre todo a los otros hombres que nos veían. Muchos muy atentos para ver más de la cuenta..

Al terminar la pieza, descansamos, y le dije que me esperara que iba al baño, cosa que no hice sino me quedé medio escondido en las sombras. Ahí vi como se le acercaron de uno en uno varios hombres, pidiéndole si quería bailar con ellos. Por supuesto no aceptó y los despachó a todos. Cuando llegué, me comento al respecto y le dije que porque no había aceptado, al fin era sólo bailar… A final de cuentas, me dijo que OK pero que conmigo ahí no se iban a volver a acercar, así que me levanté al “baño” otra vez. Finalmente, un muchacho se acercó  y esta vez se fueron a bailar en una orilla de la pista. Al bailar, me emocionaba bastante, mientras veía como al ritmo de la música tropical que habían puesto, la abrazaba, le daba vueltas y se le pegaba a sus lindas nalgas. Finalmente, terminó la velada bailando ella un par de canciones más con el muchacho, y en algunos momentos pues el baile llevó a que manoseara un poco más a mi esposa. Estaba casi seguro de haber visto que traía ya su pene parado y se le arrejuntaba más a mi esposa. De hecho al regreso a la casa, mi esposa me confirmó lo que había sentido, comentándome que sentir un pene en sus nalgas siempre la ponía muy caliente, así que cogimos como salvajes esa noche. Le comentaba que me había excitado mucho que la “repasaran” un poco y que disfrutaran su lindo cuerpo durante el baile, a lo que me contestó que podíamos regresar si lo quería. Así, planeamos la otra ida al antro, esta vez con ropa un poco más provocativa y con muchas ganas de excitarnos para una noche caliente. El plan fue que íbamos a entrar juntos, pero al pasar a la mesa, ella iría sola y yo desde la barra la vería para alcanzarla después mientras veíamos si alguien la sacaba a bailar. Mientras caminaba a la mesa, los hombres la veían con lujuria y uno que otro le echó un piropo, algo pasadito cosa que al oírlo me excitó mucho. Se sentó en la mesa que habíamos reservado y pidió una copa. Al poco rato, un señor muy galante se le acercó y le preguntó algo, que no entendí desde donde estaba, pero inmediatamente mi esposa dijo que sí y fueron a la pista de baile. Había música tropical pero lenta, por lo que mi esposa empezó a bailar abrazada y pegada al chavo. Pasaron algunas melodías, entre tanto veía como le susurraba al oído cosas, mientras mi esposa sólo sonreía y se le subía el color.

De momento vi como salían de la pista de baile y en vez de irse a la mesa, se dirigieron por una salida lateral afuera. Mi esposa me guiñaba un ojo y salió con él. Yo los seguí y me di cuenta que se metían a una bodega al lado del antro. Cuando llegué, el chavo estaba besando a mi esposa, recorriendo sus senos y nalgas con sus manos. Mi esposa me veía entretanto y dejó que le bajara el cierre del vestido para que a continuación le bajara el brassier, ofreciéndole sus pezones que sin dudar empezó a lamer y morder. Poco tiempo después, la volteó y le bajó la tanga, mientras sacaba su pene que era ancho y largo metiéndoselo de inmediato, sin problema porque mi esposa estaba abierta y húmeda dispuesta a ellos.

Estuvieron como 15 minutos cogiendo hasta que él se vació completamente en ella y ella se convulsionaba en un orgasmo maravilloso. Al acabar, él se giro y se sentó en una caja, mientras mi esposa empezó a limpiar su semen con la lengua. En ese momento no supe más y entre con mi pene afuera penetrando a mi esposa, lubricada en semen. El chavo se sorprendió de momento, pero no le duró mucho porque la mamada que le hacía mi esposa lo estaba reanimando. Después de cómo otros 20 minutos, el chavo ya estaba duro y yo estaba acompañando su semen con el mío en la vagina de mi esposa. Al terminar, cambiamos de lugar y mi esposa empezó a mamarme mientras la cogían de nuevo. Terminamos ambos de nuevo y nos despedimos. Mi esposa y yo regresamos a casa para seguir cogiendo, y planeando la siguiente salida….