En casa...II
Cuñado, puedes seguir insultándome, si eso te hace sentir mejor, pero los dos sabemos que el enfado, no es el motivo por el que no miras a tu niña después de lo que has visto...
Con mi padre en el salón de mi tío después de lo que acababa de suceder, estaba histérica pensando, que hasta podía oler el sexo en nuestros cuerpos sudorosos, y nerviosa le dije:
—Vamos papa, te enseño mi apartamento
Una vez en el piso de abajo los tres, mi padre miró todo con aprobación y dijo el pobre:
—Puedo dormir en el sofá unos días –dijo, al ver que solo había una habitación
—Cuñado, mi casa es tu casa –se ofreció
—Esperaba pasar todo el tiempo posible con mi niña, mientras no trabajéis claro...
—También eso tiene solución, arriba tengo dos habitaciones de invitados, Alejandra también puede quedarse estos días, y así pasáis más tiempo juntos.
—Vamos nena, tenemos que ponernos al día, tienes muchas cosas que contarme, y tu madre me ha dado una lista de cosas que debo decirte...
Al mediodía, nos habíamos instalado en sendas habitaciones de invitados, yo simplemente había subido un par de mudas, y mis cosas de aseo, ya que podía bajar a por lo que necesitara. Pero ciertamente, así podría quedarme charlando con papa hasta tarde, y aprovechar esos días al máximo, que ahora nos veíamos tan poco...
—Si quieres, podemos trabajar como estos últimos días a jornada intensiva, luego paramos a comer, y así tenemos las tardes para hacer cosas –sugirió el tío
—Normalmente cocina el tío, ya sabes que a mí no se me da bien, comíamos juntos y luego me iba un rato a casa, antes de subir de nuevo unas horitas por la tarde a seguir trabajando, lo peor de todo son las tardes noches en casa sola, aburrida como una ostra –le dije, haciendo un mohín
Comimos casi a media tarde, y nos cogimos la tarde libre charlando animadamente con papa, luego el tío, se retiró el primero dejándonos en el sofá de cháchara, hasta que a ambos nos venció el sueño, y fuimos a acostarnos.
Por la mañana, me encontré a papa preparando el desayuno, y a mi tío tomándoselo.
—Venga niña, desayuna y a trabajar, yo me encargo de retirar esto y de la comida, vosotros a lo vuestro –dijo papa, de lo más animado
Nada más cerrar la puerta del despacho, el tío me empotró contra esta y su lengua tomó posesión de mi boca, mientras sus manos apretaban ya mi culo contra su incipiente erección.
—Tío con papa aquí no, no podemos...
— ¿Quiere decir mi putita que no quieres que acaricié tu coñito? –dijo, pegando mis leggins a mi sexo con rudeza
Jadeé y él aprovechó para seguir lamiendo mi lengua, mordisquear mis labios...y meter la mano bajo el pantalón.
—La vulvita de mi putita, dice lo contrario que su boca –aseguró, recorriendo mi rajita con sus dedos hábiles
Jadeé sabiéndome en sus manos, sin voluntad para negarme al placer que estas me daban.
— ¿Mi putita no quiere correrse, porque esta papa fregando los platos? –preguntó friccionando mi clítoris con maestría
—Si quiero, si quiero –jadeé un minuto después
—Así putita, buena chica córrete –me alentó, mientras me corría sin remisión
Su boca ahogaba mis gemidos, mientras sus dedos se empapaban de mis juguitos.
—Ahora si podemos empezar a trabajar –dijo, sacando sus dedos de mi pantalón, para llevarlos a su boca y relamerlos.
Mi tío, había dado un giro monumental y había pasado del arrepentimiento por tocarme y masturbarse a hurtadillas, a poseerme en cuerpo y alma, creciendo su confianza, sabiéndose cada día más dueño de mi placer. A mí por otra parte, me envolvía la sensación morbosa de dejarme poseer por ese macho maduro, que además era mi tío, el hermano de mama, quien me granjeaba el placer más absoluto, que jamás había conocido y eso me tenía a su merced. Los dos nos dejábamos arrastrar por esa pasión enloquecedora, en la que saber que estaba mal, solo hacía que fuera más excitante aun.
Comimos los tres sin parar de contarnos cosas, hicimos sobremesa de las largas, y terminamos tirados en los sofás viendo la tele.
Justo antes de cenar, y mientras oíamos desde el pasillo el ruido del agua de la ducha de papa, mi tío volvía a hundir su lengua en mi boca y sus dedos en mi coño...
—Voy a dejarte sequita putita, me encanta hacer que te corras
Bajó la cabeza, y subiendo mi camiseta, devoró mis tetitas inflamadas y mordió mis pezones cada vez más fuerte, mientras estimulaba mi botoncito con el pulgar, y dos dedos me penetraban sin piedad, haciendo que mi cuerpo volviera a vibrar, allí de pie contra la fría pared del pasillo.
—Mira como me pones –dijo, llevando mi mano a su paquete
Pero entonces el agua dejo de correr, tuvimos que separarnos y el tío maldiciendo, dijo que iba a darse una ducha de agua fría.
Dos minutos después, me encontré con mi padre saliendo al pasillo.
—Voy a preparar la cena. ¿Vienes?
—Dame un minuto, que me ponga el pijama y vengo a ayudarte.
Entré en mi habitación, me desnudé a toda prisa, cogí el pijama y entré en la habitación del final del pasillo, abrí la puerta del baño y vi al tío bajo la ducha, con su polla en la mano.
—He cambiado de idea putita, y había optado por una paja, en vez de ducha fría –dijo con la voz entrecortada, sin dejar de meneársela
Y mientras me ponía el pijama, cerré el grifo, me arrodillé fuera de la ducha, y él colocándose en el borde dijo:
— ¿Mi putita ha venido a por polla?
—Si tío –admití
Tras un jadeo, colocó su polla entre mis labios, y siguió masturbándose, mientras yo glotona, mamaba su balano adorado, dos minutos después tuve mi recompensa, y apenas podía tragar todo el semen que salía de su polla, mientras mamaba y sobaba sus pelotas.
—Que boca tienes pequeña, que boquita... –aseguró aun temblando
Le lancé un beso, me relamí los labios, y salí corriendo por el pasillo, para ayudar con la cena.
El día siguiente fue una autentica tortura, ya que mi tío se dedicó a tocarme, cada vez que la ocasión se lo permitía, pero cada vez que mi cuerpo empezaba a abandonarse al orgasmo, me dejaba a dos velas. Cuando llegó la noche, estaba desesperada y apenas podía concentrarme en nada, mi cuerpo ardía, me moría por correrme.
—Hoy estoy molido y creo que voy a retirarme prontito –dijo mi tío, después de un rato sobándome por debajo de la mesa, sin dejarme llegar a nada.
Que lo hiciera mientras mi padre hacia cosas por la cocina, me ponía aún más cachonda, y cuando pasamos al salón, él se fue a la cama, yo me quedé un rato con papa disimulando, pero al primer bostezo de este le dije:
—Podemos aprovechar e irnos también a dormir –cosa que acepto sin rechistar
Nos despedimos en el pasillo y yo pase de largo por delante de mi habitación yendo donde realmente deseaba cada célula de mi ser.
— ¿Tío ya duermes? –pregunté flojito
—Claro que no putita, te esperaba –dijo, retirando el edredón
La sola visión de su cuerpo, desnudo y excitado esperándome, volvió subir al máximo la temperatura de mi cuerpo, la necesidad de sentirle dentro, se me hacía insoportable, por lo que subí de pie a su cama. Él sonrió lascivamente mirándome, intuyendo lo que iba a hacer, agarró su sexo por la base, mientras yo agarrándome al cabecero, fui bajando mi cuerpo, clavándome, sintiéndome llena de él por fin...
Sin salir un centímetro, empecé a balancearme, frotando nuestros pubis, él metió sus manos y separó mis pliegues, haciendo que mi clítoris, rozara sus pelillos cada vez que me frotaba.
—Así putita mía, búscalo, estruja mi polla, inúndala en tu interior, regálame lo que llevas deseando hacer todo el día preciosa mía –me instaba suavemente
No me tocaba, solo nuestros sexos estaban en contacto.
—Mírame Alex, mírame mientras te corres pequeña
Y agarrada al cabecero, mordí mis labios, mientras mil corrientes eléctricas, recorrían mi cuerpo y estallaban, en el centro de mi ser, con un descomunal orgasmo, que me hizo temblar y convulsionar sobre él, apretándole en mi interior, mientras seguía moviéndome a mi antojo, follándome, usando su polla para el mejor de los orgasmos.
Solo cuando mi cuerpo dejó de estremecerse, agarró mis tetas y con ellas en ambas manos, las estrujó descabalgándome, tumbándome a su lado, colocándose entre mis piernas, subió mi culo a sus muslos, y volvió a penetrarme, tirando de mi cuerpo aun rendido tras el potente orgasmo, y me folló furiosamente, rescatando el placer de los rescoldos que un quedaban, me folló sin pausa, hasta que lloré de placer, mientras su polla recorría mi vagina, una y otra vez, volviendo a estar en el punto más álgido de la sinusoide, ni siquiera sé si con otro orgasmo o con el mismo, solo sé que mi coñito, no paraba de contraerse y soltar fluiditos, como si me hiciera pis, como nunca me había corrido, mojando hasta sus pelotas.
—Dios, casi me corro nena, y aun no quiero hacerlo
Bajó a besar mis muslos temblorosos, lamió la cara interna y limpió con glotonería, los juguitos que hacían brillar mi sexo palpitante, y sensibilizado.
—Me muero por volver a follártelo –dijo, lamiendo mi ano
—Hazlo tío, pero así, ahora...
—Así dolerá, muñequita –dijo, refiriéndose a no dilatarlo. Pero había lujuria en su mirada
—Quiero tío, fóllame
—Está bien mi niña, pero quiero que lo veas
Y dicho eso, me ayudó a ponerme en pie, me llevó frente al espejo de cuerpo entero, y colocando las palmas de mis manos en él, se pegó a mi espalda, vi sus manos en mis caderas...
— ¿Quieres polla putita?
—Si tío, dame tu polla
Su polla apuntaba arriba, más dura que nunca, flexionó las rodillas, buscó la entrada apenas húmeda por su saliva, y presionó. Ambos buscamos con avidez en el espejo la expresión del otro. Mi culo ardía, dolía mucho más que a su manera, su cara también indicaba el coste de hacerlo a mi manera, pero siguió adelante, presionando a pesar del dolor, el morbo y la excitación, estaban muy por encima, el balano entró, ambos gemimos y poco a poco, su polla fue llenando mis entrañas de fuego ardiente, como el que había en sus ojos mientras lo hacía. A pesar del dolor, empecé a mover las caderas, él las suyas y terminamos encontrándonos, con la furia de la que ambos disfrutábamos, aunque apenas dos minutos después, sus dientes se clavaron en mi carne, su polla en el fondo de mis entrañas, yo apreté mis piernas, me moví sabiendo lo que venía, y mientras dos potentes chorros de semen llenaban mis intestinos, volvía a correrme sin tocarme, solo apretando mis piernas, mientras él seguía regando mi interior, ahora con tres chorritos más.
En nuestro incendio particular, ninguno de los dos fue consciente del que se desataba detrás de nosotros, y que sin saberlo él...mi padre había sido espectador de primera, de nuestra pira.
En ese momento, mientras la respiración se relajaba, le vi por el espejo, allí de pie...
— ¡Papa!
—Joder Ignacio, ¿qué estás haciendo con mi hija? –exigió, evitando mi mirada
Y sin esperar una respuesta se fue a su habitación, dando un sonoro portazo.
—Tengo que hablar con él, tío –le dije, sollozando ya mientras me daba una de sus camisetas
—Papa, tienes que escucharme, por favor, tan enfadado estas ¿que no piensas volver a mirarme? –le dije, desde la puerta de la cocina, mientras él hacia café sin girarse.
Lloraba, sin tener respuesta alguna, cuando el tío entró pasando por mi lado, y le exigió a papa.
—Vamos cuñado, decirte que lo siento está de más y además seria falso, al igual que tú lo estas siendo, no dejes que tu hija sufra así, sin saber la verdad porque a ti no te conviene
— ¿Que puta verdad, cabrón?
—Puedes seguir insultándome, si eso te hace sentir mejor, pero los dos sabemos que el enfado, no es el motivo por el que no miras a tu niña, y si tu no se lo dices lo haré yo
Como mi padre no hablaba, y yo miraba a mi tío interrogante, este tomó el silencio como asentimiento, y empezó a decir:
—Nena, si papa no te mira no es porque este enfado, papa no te mira, por que hacerlo antes, le ha puesto muy cachondo.
— ¡Cállate! –le gritó, mi padre sentándose en una de las sillas de la cocina
Podría haber sido la escena de cualquier mediodía, los tres por la cocina, como ese mismo día. En cambio, parecía haber pasado un siglo desde entonces...
—Papa, ¿es cierto? –pregunté, de cuclillas ante él
Y no tuvo que contestarme, porque al levantar su cabeza, sus ojos se posaron en mis pechos, oscureciendo la mirada avergonzada de mi padre, y eso mojó mi sexo al instante, el morbo de saber, que mi padre deseaba follarme, me calentó.
Mi tío, dándose cuenta de ambas miradas, me ayudó a ponerme en pie y cogiéndome desde atrás, dijo con voz pausada:
—Por más que ahora me odies, soy quien más te entiende, yo pasé por esto antes que tú, también luché por no caer en la tentación, intentas controlarlo, te repites que está mal...
Me sentó en la mesa, frente a papa, e hizo que colocara mis pies desnudos sobre sus muslos:
—Ahora mismo, sabes que lo mejor sería irte a tu habitación, pero dime cuñado, ¿vas a hacerlo o vas a arder en este infierno? –le preguntó, separando mis rodillas...exponiéndole mi coño
Ese coño que casi goteo, al notar como mi padre aspiraba, intentando oler el sexo excitado de su hija, mientras lo devoraba con la mirada.
—No puedo irme cabrón, sabes que no voy a irme
Acercó tímidamente su cara, besó la cara interna de mis muslos, besó mi sexo enrojecido, y separando con dos dedos los labios de mi vagina, sacó la lengua para recorrer mi rajita delicadamente, como una pluma. Noté la caricia de su caliente lengua, sus labios apresaron mi clítoris y chupeteó golosamente, perdiéndose en cada succión entre mis piernas. Ver así a mi padre, entre mis muslos, me enloqueció, incendio mi cuerpo...y me corrí en su boca, mirando como mi tío, bebía su café mirando la escena.
Aun noté los últimos coletazos de ese tierno orgasmo, cuando papa se puso en pie, y un momento después, mi coñito engullía su gordo capullo, mientras él jadeaba, pellizcando mis pezones con delicadeza. Papa era grande, duro, gordo y me llenaba sin estridencias, con la suavidad que no hacia mi tío, y en ese momento eso también me gustaba.
—Ummm que rico coñito mi niña
—Si papi, llénalo de lechita –susurré con voz mimosa, aferrando mis piernas a sus caderas
Papa no aceleró, simplemente me llenó completamente y aulló vaciándose en mi interior, mientras mi vagina ordeñaba su polla, y él gemía como un poseso.
Apenas me miró un segundo, había arrepentimiento en su rictus de placer y agarrándome a su cuello bese tiernamente sus labios y le dije para intentar mitigar su desazón.
—te quiero papa, ve a dormir, ha estado bien, todo está bien. No te quedes en el lado oscuro
Cuando papa salió de la cocina, baje de la mesa y bese al tío, este me dio un azotito en el culo y me mando a la cama con una sonrisa malvada en los labios.
Desperté a media mañana con el cuerpo dolorido, me di una ducha y fui a la cocina si saber cómo estaban las cosas ni porque nadie me había despertado.
—Buenos días princesa, siéntate y desayuna, tu tío ya trabaja, dijo que fueras cuando te levantaras –dijo mi padre, como si lo de la noche anterior no hubiera sucedido
Me tome el café con leche, en esa mesa donde la noche anterior, papa me había comido y follado, mientras este parecía querer olvidarlo, pensé que lo mejor sería dejar que rumiara lo sucedido, sin forzar las cosas, dejarle que decidiera como iba a seguir el tema.
—Buenos días Alejandra, ¿ha dormido bien mi putita? – el parecía normal
—Si
Nos pusimos a trabajar sin descanso, hasta que casi a las tres papa, se asomó por la puerta:
— ¿Os falta mucho?
—Diez minutos
Puse la mesa en la terraza ya que el día estaba pletórico, y al momento mi tío salía con la botella de vino y el abridor, seguido de papa con la comida.
—He hablado con mi amigo, va a quedarse casi toda la semana, he hablado con tu madre y ¿si no os importa que me quedé...? –mientras comíamos
—Por mí, ningún problema cuñado
—Ni por mí, papa –le dije, volviendo de la cocina con los postres
Cuando fui a sentarme, el tío tiró de mí y me sentó en su regazo, mientras yo dejaba el único bol de fresas con nata, en el centro de la mesa.
—Dame una, pequeña –exigió mi tío
Mojé la fresa bien en nata, y la llevé a su boca, la degusto con gula lamiendo hasta mis dedos ante la mirada atenta de papa.
—cuñado tu eres de los que comen postre o prefieres saltártelo e ir dentro a ver la tele –le estaba dando la opción de nuevo de quedarse o de irse
Durante unos segundos mi padre pareció nadar entre dos aguas, sin saber si coger la tolla que acaban de lanzarle, secarse y salir airoso o por el contrario quedarse a remojo y ahogarse en las aguas turbulentas con nosotros.
—yo también quiero fresas cielo, ¿me das una a mí también? –pidió, mirándome con deseo ahora
—vamos nena, dale una fresa a tu padre –me instó el tío
Me puse en pie, mojé otra fresa en nata e inclinándome, la llevé a los labios de papa, mientras este se la comía sin prisas, mi tío aprovechó para bajar mis bragas.
Yo me deshice de ellas, dejándolas en el suelo bajo la mesa, y para mi sorpresa mientras me sentaba de nuevo sobre el regazo del tío, papa las recogió y se limpió la boca con ellas, haciendo que mi coñito se encharcara al instante.
El tío, hizo que colocara mis piernas bien abiertas sobre su regazo, y empezó a recorrer mi rajita, con una de las fresas tras untarla en la nata. Luego llevó la fresa a sus labios y tras chuparla bien se la comió...
— ¿Me las prestas? –pidió mis bragas
Se comió tres o cuatro fresas tras pasarlas por mi rajita, y le pasó tres más a papa, limpiándose ambos con mis bragas... yo ya estaba cachondísima, preparada para más, queriendo más.
—Empujemos la mesa a un lado –le dijo mi tío a papa, cuando acabamos con el postre
Papa se acercó poniendo frente a nosotros, mientras el tío liberaba su polla, conmigo delante sentada aun en su regazo.
— ¿Quieres polla putita? –y como respuesta, apoyé los pies en el suelo, subí el culo y el la empujó para que yo bajara a clavármela.
Me senté de nuevo, ahora con su polla dentro, colocando mis pies en una especie de estribos laterales que tenía la silla, y así poder moverme y abrirme más, mientras papa empezó a desabrochar mi blusa, la abrió y sacó mis pechos por encima del sujetador, para lamerlos con su lengua larga y caliente.
Disfrutaba cabalgando a mi tío, mientras papa chupaba mis tetas, y ahora acariciaba mi coñito...mi tío me agarró de las caderas, empujándome hacia abajo, ayudándome a cabalgarle.
En ese instante, los labios de papa besaron mi pubis, lamieron mis labios vaginales, y coló su lengua entre ellos, buscando el puntito que iba a volverme loca, haciéndome correr al momento, con la morbosa escena de papa, lamiendo mientras la polla del tío, hurgaba dentro de mi vagina.
—Sabes a fresa cariño –dijo papa, volviéndose a sentar relamiéndose
Las manos del tío me cogieron con fuerza de la cintura, y levantándome cerró sus piernas, y me empujó hacia adelante, pasándome sobre el regazo de papa, que me agarro con fuerza, llevándome hacia él, quedando su polla dura entre ambos, yo misma la liberé y rozó mi pubis, apoyé los pies a los estribos, esta vez de la silla de papa y mientras este doblaba ligeramente su polla, me la calcé hasta los huevos, empezando a balancearme, a subir y bajar dándome un buen frote.
— ¿Te gusta que te follemos los dos putita? –dijo detrás de mí el tío, besando mi espalda
—Mucho
—Pues date la vuelta, y deja que lo hagamos al mismo tiempo
Me di la vuelta sentándome sobre la polla de mi progenitor, mi tío subió mis pies flexionando mis rodillas, apoyándolos sobre las rodillas de papa, abriéndome bien, colocó su polla junto a la otra, me puse rígida al darme cuenta que quería meterla en el mismo sitio...
—Relájate putita y déjame a mí...
Su balano, consiguió abrir más mi coñito, y el resto fue entrando sin prisas, me tiraba por dentro, me sentía mas llena que nunca y era...ummm no podía mas, me corrí antes de que sus huevos, casi golpearan los de papa, grité como una posesa, mientras se movía empotrándome más, contra mi progenitor y este aullando descargó en mi interior, uniéndose a mí y no tardó en unirse el tío, soltando también su descarga mientras gemía.
Los dos miraron embelesados, como su semen escurría por mis muslos mientras entraba a darme una ducha.
El resto de la tarde, jugaron a las cartas mientras yo veía la tele relajada en sofá, dormitando sin poder evitar seguir excitada por la situación. Mi padre y mi tío, esos dos machos que satisfacían mi cuerpo y me hacían vibrar con el placer más absoluto.
A última hora de la tarde, volvía a arder y cuando mi padre, viendo como me movía incomoda preguntó:
— ¿Te duele mi niña?
—Me escuece un poco, papi –dije, fingiendo voz lastimosa
Y a continuación, papa se arrodilló a mi lado en el sofá, y separando los labios de mi vulva enrojecida, acercó sus labios y lamió todo mi sexo con parsimonia, con la suavidad con la que él lo hacía, enseguida mi cuerpo reaccionó a esa lengua, y mi sexo empezó a humedecerse.
— ¿Mejor princesa? –preguntó, papa
—Si papi, sigue –le dije, mirando a mi tío
Este soltó una carcajada, dando un trago a su bebida, mientras papa me llevaba a un nuevo orgasmo, que me dejó saciadita de momento, mientras él volvía a su partida hasta la hora de la cena.
—Voy a preparar algo de cenar –dijo papa, yéndose a la cocina
—Tío, vuelve a escocerme el coñito –le dije, con la misma voz lastimosa que había usado con papa.
—Eres una putita insaciable, y tu padre te está consintiendo demasiado –dijo quejándose, pero a pesar de ello, se levantó y se arrodilló como había hecho papa
Sus dedos abrieron mi sexo, y su boca devoró mi coñito, eran tan distintos y los dos me ponían tan cachonda...
—Si tío, cómeme –supliqué de nuevo, temblando en su boca
Esa noche dormí como un bebe, sin ser capaz de saber cuántas veces me había corrido esa tarde.
Al día siguiente, me desperté la primera, y tras poner el desayuno en marcha, y enchufar la cafetera, fui a la habitación de papa, y destapándole le bajé el pantalón del pijama, metiéndome su polla en la boca, antes de que despertara, disfrutando de cómo esta crecía en mi boca.
—Buenos días, papi –le dije, cuando mi progenitor empezó a acariciar mi pelo
Se la puse dura en mi boca, a mamadas y lametones, antes de empezar a meneársela, para encargarme de sus pelotas.
—Si mi nena, que bien lo haces princesa, que rico...vas a hacer que me corra...
— ¿Quieres darme lechita, papi?
—Si princesa, chupa...mama la polla de papi
Y como una buena hija, obedecí a papa, hasta que este gritó que se corría, llenando mi garganta y mi boca de espesa lechita.
—Papi, ¿terminas el desayuno? voy a despertar al tío
—Si, mi cielo –dijo, agradecido
Entré en la habitación, y oí el agua caer en la ducha, me desnudé y entre detrás de él.
—Buenos días putita, te he oído despertar a tu padre
—Sí, ya está haciendo el desayuno –le dije, arrodillándome en la ducha
El tío se apoyó con una mano en las baldosas, y con la otra subió su polla negándomela.
—Las pelotas puta, mi polla aun tienes que ganártela
Arañé su culo, mientras succionaba sus huevos, lamia y meneaba sus gordos huevos y empujaba mi cara aplastándola contra su sexo. Él gemía cuando succionaba con más fuerza, clavando mis uñas en su piel, sabía que al igual que yo, le ponía esa dureza, y entonces aproveché el gel que cubría su culo, y pasé dos dedos por su raja, busqué su ano y le penetré con la primera falange de mi dedo, aulló tirándome del pelo, pegándome a su sexo, y mi boca buscó el glande, succioné con fuerza, volvió a gemir, empujé más mi dedo, lo giré ligeramente en su esfínter y él se apoyó con ambas manos en las baldosas, y meneó las caderas, empezando a follarse mi boca salvajemente, mientras yo presionaba su próstata.
—Joder putita, joder, joder
Su cuerpo tembló y se corrió en mi boca, mis labios, mi cara y hasta mi pecho mientras sacaba mi dedo lentamente.
—Alex eres...alucinante pequeña –dijo, viendo como me relamía el semen, que salpicaba toda mi boca.
Pasamos un nuevo día de confinamiento, los tres en armonía, toda la mañana trabajamos sin tregua, al mediodía degustamos los manjares que papa había preparado y tras una larga sobremesa, mama nos sorprendió con una video llamada.
Al principio me sentí culpable por lo que sucedía con papa, pero menos a medida que mama hablaba, sacando ese lado controlador, organizando la vida de papa incluso a kilómetros de distancia. Como hacia conmigo, intentando manejar siempre los hilos de todos los que la rodeábamos, porque para ella las cosas siempre debían ser a su manera. Cuando estábamos en casa papa huía de ese control aferrándose a su trabajo y yo me había plantado, al dejar todo lo que ella prácticamente había organizado para mi e irme para empezar de cero. Y ahora era como si juntos huyéramos de ella, engañando así a su control.
Tras la llamada, volvieron a jugar a las cartas, mientras yo aburrida y de nuevo caliente tumbada en el sofá, me bajé el pantalón y las braguitas y empecé a tocarme sin pudor. Ambos me lanzabas miradas mientras jugaban dejando que fuera yo quien me masturbara.
—Parece que la putita está caliente –dijo mi tío, echando una carta
— ¿Mi niña quiere polla? –pidió papa, echando otra carta
—Si –contesté, mordiéndome el labio
—Cinco minutos del coñito de la putita para él que saqué la más alta –dijo, de repente el tío
Algo infame como que se jugaran mi coñito a las cartas, de repente me estaba poniendo a mil, antojándoseme de lo más excitante, y entonces papa sacó un seis, el tío un cuatro y los próximos cinco minutos mi coñito fue penetrado con la ternura y los estoques cortos, pausados y rítmicos de la polla gorda de papa, arrancándome gemidos de placer al ser por fin penetrada.
—Vuelve aquí cuñado, sigue la partida y esta vez gana el mejor de tres manos
Pasaron unos minutos, en los que mis dedos suplieron a esas dos pollas entrando y saliendo de mi sexo, hasta que por fin oí una silla, y vi acercarse de nuevo a papi. Este apartó mi mano y de rodillas, entre mis piernas paseó su rabo por los labios de mi sexo un par de veces, antes de volver a clavármela, esta vez enrollé mis piernas a sus caderas y me froté, cada vez que su acompasado ritmo, llevaba mi pubis contra el mío y justo al límite de su tiempo estallé en un orgasmo, mientras mi tío sonreía reclamando de nuevo a papa.
—La más alta gana –dijo esta vez mi padre, con la voz entrecortada volviendo a la mesa con la polla palpitando
Aun disfrutaba de los últimos rescoldos del orgasmo, boca abajo con los ojos cerrados, cuando note crujir el sofá, separaron mis piernas, una rodilla entre mis muslos y un glande rozando mi entrada, supe sin abrir los ojos que ese balano era el de mi tío, su polla no era tan gorda como la de papa, pero era más grande, más dura y me llenaba completamente. Conocía mi coño más que yo y me follaba como nadie... apoyando las manos en mis riñones, me folló con rudeza el coñito encharcado ya tras el primer orgasmo, oyendo el chapoteo de mis juguitos. Sus dedos recogieron parte de ellos, y empapándolos presionó mi esfínter y lo penetró con uno sin piedad un par de veces, luego añadió un segundo dilatando mi estrechito canal.
—Creo que ya han pasado tus cinco minutos –dijo, papa
—No pares, no dejes de follarme –supliqué
—No lo hare mi niña, no hasta que te corras putita, te lo prometo –jadeó
Y cumplió su promesa con perseverancia, me penetró una y otra vez hasta que grité que me corría, y solo cuando mi cuerpo dejó de convulsionar debajo de él, sacó sus dedos de mi culo y su polla de mi coño, para masturbarse con los dedos que había follado mi culo, apoyó el glande y se la meneó, hasta que noté el calor de su semen en mi agujerito, mis cachetes y hasta mis muslos...
—Ahora si cuñado, te he preparado su culito
Y para mi sorpresa, papa se arrodilló donde él había estado, y apoyando su falo en mi ano, empujó lentamente llenándome, resbalando con la ayuda del semen de mi tío, gimiendo enloquecido mientras llenaba mi culito con su gorda polla.
—Dios mi nena, que estrechita estas...-aulló corriéndose mientras sus huevos golpeaban mi sexo una y otra vez
De nuevo tenía el semen de ambos en mi cuerpo, y eso me hacía sentir guarra, sucia y excitada, a pesar de tener el cuerpo completamente saciado.
Esa noche, les dejé jugando a las cartas, estaba agotada y aunque mi mente calenturienta, jamás se saciaba de calentar a esos dos machos, mi cuerpo necesitaba un descanso, los suyos también.
—Chicos me voy a dormir, nos vemos mañana, pasadlo bien –y los besé a ambos efusivamente, antes de irme cosa que un hizo que me fuera a dormir mojada.
Pero demasiado cansada para nada más, me desnudé, me metí en la cama y me quedé rendida.
—Buenos días, mi niña –me despertó papa, llenando mi cara de besitos
Olía a pasta de dientes, a jabón y su pelo húmedo, delataba su reciente ducha.
—Me he despertado hace rato, me he duchado y como era pronto me he vuelto a meter en la cama un ratito más, y me he quedado dormida de nuevo.
Papa acariciaba mi pelo amorosamente, pero sus ojos miraban con lujuria mis pechos ahora desnudos al estirarme.
— ¿Te gustan papi?
—Mucho, nena
— ¿No quieres tocarlos? –le dije, haciéndole muequitas
—claro que quiero, pero lo que no quiero es parecerte un mono salido, estaba dispuesto solo a darte mimitos cariñosos.
—Papi, me encantan todos tus mimitos y siempre has sido muy cariñoso –le dije, mientras ya sobaba delicadamente mis tetitas.
—Están tan duritas...tan tiesos... –dijo pellizcando delicadamente mis pezones.
Gemí y al mirar hacia la puerta vi al tío, apoyado en el marco, mirando la escena...
—Y mi coñito papi ¿te gusta también? –le dije a papa descorriendo el edredón
—Umm princesita, me vuelve loco...es precioso y esta riquísimo –dijo inclinándose, para primero oler mi sexo, como hacia siempre y luego tras besarlo empezó a lamerlo.
Sus pequeñas lengüeteadas cortas, y sus jadeos, me tenían de lo más caliente, mirar a mi tío con esa expresión distinta, como si por su mente pasaran mil cosas a la vez, como si debatiera algo consigo mismo, me....mis pensamientos se perdieron ente las brumas de ese nuevo orgasmo que me tomo por sorpresa.
—A mí me gusta la pollita de papi –y la saqué de su pantalón de pijama
Ciertamente me encandilaba su grosor, su glande oscuro, su tronco venoso y estaba ya en su punto más álgido.
Me puse a cuatro patas y a propósito coloque mi culo hacia la puerta, para que el tío desde donde estaba, pudiera ver bien mi sexo palpitante, brillante de juguitos y la saliva de papa.
— ¿Te gusta como lo hago papi? –pregunté con voz mimosa
—Me vuelve loco, nunca nadie había mamado mi polla como tú, mi niña....nadie me había dado tanto placer...
— ¿Quieres follarme papi? –le pedí, tumbándome en la cama
Me encantaba jugar así con él y a mi padre le excitaba el juego, porque su polla palpitaba caliente y goteando.
—Me muero por hacerlo, nena
De rodillas entre mis muslos, entró en mi vagina con lealtad y la delicadeza que le predecía. Mis piernas se enroscaron en sus caderas, y disfruté del remanso de paz con el que papa me daba placer lentamente, sin prisas, excitando mis entrañas con su roce...hasta que mi cuerpo excitado necesito más, y entonces mirándole bajo su cuerpo pregunté:
— ¿Puedo yo un poquito?
—Claro nena, claro –dijo, dejándose caer de espaldas
Monte sobre su cuerpo, apoyé mis manos en su pecho y mirando a mi tío por el espejo de la cómoda, subí el culo viendo como él miraba la polla de mi padre desapareciendo en mi interior. Me senté sobre sus pelotas y papa aferró mis pechos, masajeándolos, mientras yo apretaba su falo en mi interior, balanceándome y mirando la cara de mi tío, sabiéndole al límite...
—Me gusta tenerte dentro papi
—Pues ni te imaginas como le gusta a papar estar ahí...–dijo, con palabras entrecortadas también al límite
Empecé a subir y bajar mi culo, ahora mis contoneos eran también para mi tío...y creo que eso reclinó la balanza a mi favor.
—Veo que habéis empezado sin mí –dijo, a los pies de la cama acariciando mi culo
—Umm cuñado, yo estoy...-apenas podía hablar, cuando mi coñito apretaba su mástil
El tío, se inclinó y mientras papa ya apenas podía oírnos, demasiado perdido en controlar su orgasmo, intentando alargar el placer de ese momento, me dijo al oído.
—Si me quedo ahora, dolerá pequeña
—Quédate
No necesito más para deshacerse del pantalón y poniéndose cerca de mi boca dijo:
—No la chupes, estoy muy cachondo, solo escupe –joder casi me corro al oírle
Con su polla llena de saliva, tiró de mí y conmigo de mi padre, girándonos ligeramente, luego subió un solo pie al colchón, y agarrando su polla la llevó a mi ano.
Noté sus dudas y aplastando mis pechos contra el pecho de papa, separé con mis manos los cachetes de mi culo, y lo subí ligeramente, dándole así también una pequeña tregua a papa. Noté la punta presionar, el típico ardor, el dolorcillo, sus jadeos me decían ahora que también a él le dolía, pero no dejó de presionar y terminó metiéndolo, todo su glande estaba en mi culo.
Lamí la boca de papa y este entreabrió los labios, los mordí y los succioné mientras mi tío llenaba mi esfínter, cuando sus huevos me indicaron que estaba todo dentro lamí la lengua de papa y él la mía, luego me incorporé y apoyándome en su pecho, dejé que las envestidas de mi tío me mandaran contra la polla de papa.
—Me escuece la polla puta, así apriétala
— ¿Porque hoy te ha jodido que folláramos?
—Me jode siempre que te folla, pero a ambos nos excita...-dijo empezando a darme duro
Papa jadeaba y sabía que no había vuelta atrás esta vez no iba a controlarlo, seguí deslizándome entre ambos, sintiéndome mas llena que nunca, por delante la tibieza de papa, por detrás la locura de mi tío...
—No puedo más cariño, me corro, me corro –aulló papa, llenando de semen mi coñito
—Que polla te folla mejor pequeña, dímelo joder, dímelo, hoy necesito saberlo–dijo, en mi oído mi tío, follándome como un loco
—Ya lo sabes, córrete tío, córrete conmigo –le grité, apretando mi culito dolorido
Un potente chorro se estrelló bien adentro, un segundo y un tercero llenaron mis entrañas como papa había llenado segundos antes mi coñito, mientras mi cuerpo ya temblaba convulsionando de placer completamente enloquecida y fuera de mí.
—Sí, mi niña –decía papa, entre jadeos aun
—Pequeña –gimoteo el tío aun vaciándose...
Papa volvió a la ducha y mi tío aun en mi cama retiró mi pelo de la cara:
— ¿Por qué no me has contestado?
—Porque quería que te corrieras, “a pesar” de la dudas, aunque sabes la respuesta.
—Quiero oírlo, hoy lo necesito princesa –y de repente parecía tan dulce...
—Papa y tu sois como el yin y el yang, tan distintos, pero tan complementarios... me encanta la templanza, la delicadeza y la ternura con la que papa me da placer, en cambio tu tío, contigo todo es fuego, mi cuerpo arde, vibra...follar conjuntamente con ambos es el súmmum...