En Casa
Una chica mantiene relaciones con su padre.
Tengo que empezar diciendo que soy una chica de dieciséis años y que desde los doce mantengo relaciones sexuales completas con la persona que mas amo sobre la tierra, mi padre. En mi familia somos tres hermanos de los cuales yo soy la menor.
Con el paso del tiempo y la rutina diaria del trabajo la relaciones sexuales entre mis padres cada vez se fueron esparciendo mas en el tiempo, lo que provoco que mi padre no pudiera soportarlo, un hombre de cuarenta y dos años, atractivo para cualquier mujer por su carácter abierto, por su extraordinario físico y su talante ardoroso y pasional. Las discusiones entre ambos, que desde mi cuarto podía perfectamente oír por estar junto al de ellos, fueron muchas noches mi única cena. Mi madre alegaba constantes excusas para no hacer el amor con mi padre, lo cual le fue entristeciendo cada día mas, a pesar de que disponíamos de una economía familiar desahogada. Yo me sentía muy mal porque le quería con locura.
Debido a que este tipo de situaciones cada vez se hizo mas frecuente decidí comentárselo a mi mejor amiga, Paqui, dos años mayor que yo. Una tarde mientras estábamos en mi habitación, me comento que en su casa también se produjo la misma situación hacia ya tres años y que ella había decidido solucionarlo insinuándosele a su padre para que este le propusiera mantener relaciones sexuales. Mi primera impresión fue de escándalo, pero a medida que me iba explicando como lo había logrado y, sobre todo, lo bien que lo pasaban juntos cuando su madre no se encontraba en la casa debido a lo mucho que se querían, me fui dando cuenta de que esta era la mejor solución a adoptar, y además me parecía imposible que pudiera haber alguien que le diera mas amor a mi padre que yo.
Paqui me animaba cada día a montarme a mi padre ,contándome donde, como y que hacia con el suyo. No se podría decir que fuera una ilusa en lo referente al sexo, pues ya había visto películas porno que mi hermano traían a casa para ver a escondidas y luego masturbarse, y también, en mas de una ocasión, había podido contemplar con todo lujo de detalles como mis padres follaban sin importarles en absoluto ser oídos. Sin embargo, de manera activa a lo más que había llegado era a unos manoseos que me había dado con algunos compañeros de colegio y algunas sesiones lésbicas que nos habíamos dedicado Paqui y yo tras hojear algunas revistas porno que habíamos conseguido por diferentes medios y que nos ponían realmente a cien. El cuerpo desnudo de mi padre tampoco resultaba su secreto para mi, ya que varias veces le había visto desnudo ya que nunca cerraba la puerta del cuarto de baño tanto si iba a ducharse como si iba a orinar, pero en todas esas ocasiones su polla siempre estaba flácida, y aunque así, ya era de unas proporciones inmensas.
Comencé pues a mostrarme todavía mejor y mas cariñosa con el, tal y como Paqui me había aconsejado, aprovechando cada ocasión que se me presentaba para exhibirme, colgarme de su cuello y clavarle mis duros pezones en su fornido pecho, para restregar mi prominente y duro trasero por su entrepierna o para sentarme a horcajadas en sus rodillas y poco a poco deslizarme hasta que mi raja quedase apoyada sobre el enorme bulto que se le formaba bajo sus pantalones. Intentaba siempre llevar la menor ropa posible; en el cuarto de baño, en los dormitorios, en el pasillo e incluso en la cocina. Ya no me escondía las miradas que mi padre dedicaba a mi esbelto cuerpo, mi culo, mi pubis, mis caderas y sobre todo mis tetas que procuraba enseñarle a la menor ocasión y que el no desaprovechaba ya que incluso con mucha suavidad, y haciéndose el despistado, acariciaba provocándome innumerables orgasmos.
Recuerdo un sábado por la mañana que todos dormían, la noche anterior había sido movida porque, como de costumbre, mi madre se había negado a hacerle el amor. Me levante temprano para tomar un vaso de leche fría porque el calor de la noche junto al sueño de verme sintiendo la dura verga de mi padre dentro de mi ser, me habían hecho sudar en exceso; me hice una paja y todavía algo somnolienta por el pasillo con una minúscula braguita blanca y una camiseta del mismo color que se me pegaba al cuerpo dejando entrever la dureza de mis pezones y las formas de mi ya bien formadas tetas me dirigí hacia la cocina; entre y al hacerlo de bruces con mi padre que solo llevaba un slip blanco muy ajustado que le marcaba el tamaño de toda su polla. Quedamos abrazados y ninguno de los dos hizo ningún intento de separarse del otro. Comencé entonces a sentir que algo muy caliente se iba haciendo cada vez mas grande y duro a la altura de mi estomago.
Sabiendo lo que era con mi mano derecha comencé a acariciarlo dulce y suavemente; mis movimientos hicieron que todavía creciera más y más.
Recordé entonces que Paqui me había dicho que a su padre lo que mas le gustaba era que le acariciase la polla por encima del slip hasta que estuviera bien dura para luego sacársela y mamársela hasta que derramara su leche en su boca, cosa que a ella también le encantaba.
Mi padre mantenía sus manos mesando mi larga cabellera y ejercía una ligera presión hacia abajo; comencé entonces a descender lentamente sin dejar de mover mi mano sobre su picha. Cuando estuve a la altura de su polla empecé a besarla en toda su extensión a la vez que con la punta de mi lengua la recorría en toda su longitud. Mi padre gemía y me pedía que no parase.
Embriagada por su olor, que ya conocía por haberme apoderado muchas veces de sus prendas intimas, en algunas ocasiones manchadas por semen, como una perra en celo, introduje muy despacio mi mano derecha bajo su slip mientras con la izquierda muy suavemente sostenía su aparato. El calor que de su picha me llego casi me abraso la mano. No pude aguantarme, cerré los ojos y con un movimiento rápido se la saque y me la introduje en la boca. Un sonido de alivio se escapo de los labios de mi padre quien sostenía mi cabeza con firmeza como si pensara que yo pudiera abandonar la mamada que con todo mi amor le estaba dedicando.
Me la introduje en la boca todo lo que pude y muy pronto empecé a sentir como mi padre iniciaba unos ligeros movimientos similares a como si me estuviera follando por la boca. Yo no podía dejar de apretar mis labios en torno a aquélla masa dura de carne caliente cuyo sabor me embriagaba.
Me la introduje en la boca todo lo que pude y muy pronto empecé a sentir como mi padre iniciaba unos ligeros movimientos similares a como si me estuviera follando por la boca.
Sus movimientos se fueron haciendo cada vez más y más rápidos y violentos; su polla cada vez mas dura me llegaba a la garganta casi provocándome arcadas, pero por nada hubiera interrumpido la mamada que le dedicaba, tan solo pretendía obtener su leche, probarla, sentirla en mi boca, verle derretirse por mis acciones; hacerle ver que yo, su hija, estaba allí para que se sirviera de mi, para que me utilizase y me poseyera por donde quisiera porque yo le pertenecía, era suya, solamente suya.
Al cabo de unos minutos, todo el cuerpo de mi padre empezó a arquearse ante la inminente llegada de su corrida; empezó entonces a convulsionar a la vez que me proporcionaba unos fuertes mete y saca con su gorda y dura polla. De pronto sentí algo cálido que violentamente salía de su picha y que bajaba directamente por mi garganta sin, ni siquiera pasar por mi boca; yo apenas podía tragármela toda ya que sus explosiones se sucedían con tal rapidez, que casi no tenia tiempo de beberla, lo cual provocaba que se me escaparan algunas gotitas que fueron a parar a mi sudada camiseta. En medio del todo aquel estruendo en mi mente se agolpaban un cúmulo de pensamiento lascivos, de deseos perversos que de inmediato afloraron de mi subconsciente; en aquel instante desee con toda mi alma ser poseída por mi padre allí mismo, en la cocina de nuestra casa con mi madre y mis hermanos durmiendo, desee que me follara llenándome el coño con su enorme polla y me echara toda su leche dentro, mientras yo me mantendría debajo, sintiendo el peso de su cuerpo y manteniéndome abrazada a el; no me importaba nada mas.
Mi cuerpo, por otro lado parecía esta flotando debido a la sucesión de orgasmos que estaba experimentando; como el sonido que nos llega cuando estamos en un estado de semi-inconsciencia escuchaba la voz de mi padre:
Toma mi amoooor. Yaaaaaa. Bébete mi leche. Toda para tiiii. Se que la deseas hace tiempo, como yo a ti, mi vida. Una vez mi padre hubo derramado su carga en mi boca, comenzó a retirar su todavía duro miembro de mi boca, pero lo hizo muy lentamente, como recreándose en la acción; cuando por fin lo tuve ante mi cara, tieso, brillante e impregnado de mi saliva, ligeramente rojo por la acciones que acababa de protagonizar y en todo su esplendor, lo primero que pude pensar fue en mirarle con mis ojos llenos de lagrimas; al pasarle mi lengua por la punta de su polla y limpiarle una gota que estaba a punto de caer, cuando sonó el teléfono...