En casa del artista

Despues de un tiempo de inactividad, tres parejas comparten una noche de lujuria y pasión en un bello jardín

Hola otra vez, antes que nada les agradezco a quienes me han escrito pidiendo más de mis "travesuritas", de las cuales he tenido algunas en este tiempo pero nada que valiera la pena, hasta la que les cuento ahora que me sucedió recientemente.

Conocí a Octavio por medio de mi amiga Pili, que como yo, pertenece al "Club de las Divorciadas" un grupo de chicas liberadas que disfrutamos de la vida sin inhibiciones. Ella me dijo que Octavio necesitaba algunas antigüedades de mi tienda y no omitió decir que estaba separado de su esposa desde hacia varios meses y que tenía suficiente dinero.

Le vendí las antigüedades y luego cenamos un par de veces sin que nada sucediera, pero después de la tercera cena terminamos en un hotel de paso de la carretera. A la mañana siguiente me pidió que le regalara mis bragas, yo pensé que sería uno de esos fetichistas que gustan de guardar recuerdos de sus aventuras, por lo que le dije que si, sin dar mas atención al hecho.

Como una semana después me llamó para invitarme a cenar, yo le pregunte si me costaría otras bragas a lo que el contesto que "sabía como recuperarlas", la respuesta me sorprendió pero no paso a mayores. Cuando terminábamos la cena le pregunté a que se refería y fue entonces que me dijo que si me gustaría participar en una actividad que describió como "tipo Swinger" yo le dije que por supuesto ya que me encantaban. Al siguiente fin de semana era uno de esos que llaman "largos" ya que el lunes era feriado y me dijo que esto sería en otra ciudad y que saldríamos desde el viernes al medio día.

El viernes llegó puntual a mi departamento (el que uso cuando no quiero que sepan en donde vivo en realidad) y partimos con rumbo al norte. Comimos en un buen restaurante en la carretera y como a media tarde llegamos al pueblo. Uno de esos pueblos con historia que además se han vuelto casa de muchos extranjeros bohemios.

Llegamos a una casa de mediano tamaño, nos abrieron Jill y Max dos amigos de Octavio de origen norteamericano muy amables. Jill era una verdadera belleza, alta como de 1.75 con unos ojos azules muy profundos y su cabello dorado que le caía sobre los hombros, su cuerpo delgado con pechos pequeños pero proporcionados, los llevaba cubiertos apenas por un vestido muy holgado que por lo corto dejaba ver casi todas sus largas y torneadas piernas, la tela delgada dejaba ver sus curvas muy bien marcadas, sobre todo cuando se le veía a trasluz, y sus nalgas respingadas y firmes.

Mientras los hombres sacaban el coche de los anfitriones y metían el de Octavio, Jill me invitó una copa de vino y me contó su historia. Ella era de Eslovenia, había trabajado como modelo en Europa y los Estados Unidos juntó mucho dinero pero con el tiempo se cansó del trabajo y se encontró con Max, un artista maravilloso y ahora sólo posa para él. Caminando llegamos a la sala que estaba adornada con un cuadro, un desnudo de Jill casi tipo mural, su cuerpo lucía hermoso, aparecía sentada con una pierna estirada y su cabeza descansando en la rodilla, sus pechos caían suavemente y acariciaban parte de su pierna, mientras su pubis dejaba ver el pequeño mechón de vello, No pude evitar preguntarme ¿si así lo tendría aún? Cuando miré hacia otras paredes en todas había pinturas de ella, todas eran desnudos bellísimos acuarelas, oleos, lápiz y muchas técnicas y ella estaba en diferentes posiciones siempre eróticas jamás vulgares, Max era realmente un artista. En la mesa de centro de la sala había una pequeña escultura, también un desnudo de Jill, en el que se apreciaban las curvas que se traslucían en el vestido y las piernas firmes y caderas fuertes, ahí se volvía a apreciar el vello púbico discreto siempre resaltando lo sexy del momento.

Cuando me encontraba extasiada mirando los cuadros e imaginándome a Jill totalmente desnuda llegaron los hombres, la "reunión sería en el estudio de Max" que se encontraba en una comunidad un poco más adelante por lo que los cuatro nos montamos en su camioneta y partimos.

El estudio era una propiedad grande a las afueras de un pueblo pequeño, la gran barda destacaba sobre las casitas que la precedían, y el bien acondicionado interior contrastaba con el terroso exterior del fin del pueblo. Una casa de dos pisos y un jardín grande con una pequeña alberca, un Jacuzzi, asador de carnes, etc. todo lo necesario para una reunión.

Nos dirigimos hacia el bar exterior que con la mesa hacia una bellísima combinación, sin preguntarnos Max nos sirvió champagne y brindamos, después de apurar la primera copa repetimos. Entonces Jill me sorprendió, se levantó el vestido y me dijo ¡MIRA! Traía puestas las bragas que yo había regalado a Octavio la primera vez que follamos. Max me dijo

– Es una forma de decir que eres bienvenida y que le da gusto que estés aquí.-

-Pero yo no puedo corresponder – dije mostrando mi reducida tanga debajo de la minifalda que traía

Sin pensarlo dos veces Jill me tomó de la mano y me condujo a la parte alta de la casa, esta era un gran salón sin divisiones, en él había distribuidas varias camas bajas, todas de mimbre con sábanas blancas y las paredes estaban decoradas por cuadros de Max, pero esta vez eran todos de parejas desnudas y teniendo sexo en diferentes posiciones. A pesar de que eran sumamente explícitas no eran vulgares, los penes de los hombres estaban dibujados con fortaleza y las vulvas de las mujeres se veían turgentes llenas de vida y deseo, todos los cuadros eran iluminados por pequeñas luces directas que era todo lo que daba luz al cuarto por lo que daba una atmosfera fascinante.

Hacia uno de los extremos había un baño abierto, la regadera rodeada de vidrio de forma tal que quien se bañara en ella sería visto desde cualquier rincón de esa gran habitación, junto una tina romana, con capacidad para dos hasta tres personas que de igual manera era imposible entrar o salir sin ser el espectáculo de quien estuviera en las camas. Lo único que tenia puerta era el inodoro. A un lado había un par de muebles Jill abrió un cajón que estaba lleno de ropa interior femenina, algunos juegos de bra y tanga otros no. Escogí una tanga transparente en color azul claro, supuse que no tenía ningún caso tener pudor así que me quite la que traía y me puse esa. Jill se puso muy contenta me abrazo y beso, luego tomo mi tanga y la echó en un recipiente antes de llevarme hacia abajo.

Cuando llegamos al jardín, habían llegado ya Mónica y Javier, ellos eran la tercera pareja con la compartiríamos en el fin de semana. Mónica era una chica muy bella, de tes morena y largo pelo negro con un brillo muy bonito, Su cuerpo se dibujaba bien pues llevaba una playera de tirantitos, que dejaba ver su bra rosado y una minifalda de mezclilla que le cubría apenas debajo de la cintura. Cuando Vio a Jill ambas se pusieron muy contentas, Mónica se levantó la falda y pude ver que tenía una tanga rosa que debió ser de Jill porque ambas gritaron y se abrazaron.

Su pareja era Javier, un chico serio, de tono de piel más obscuro y un poco rechoncho, pero bien conformado de cuerpo. Posteriormente me enteraría que Mónica y Javier querían ser pareja pero no podían por trabajar en la misma empresa y que sólo podían tener este tipo de escapes ya que si eran vistos juntos socialmente podían ser despedidos ambos. Después de las presentaciones empezamos a comer los deliciosos platillos que había preparado Max y a tomar vino, la charla fue jovial e in-trascendente aunque no faltaron las alusiones sexuales.

Había ya caído la noche y el jacuzzi se alumbraba desde el interior generando una hermosa vista. Sin adelantar mucho Jill subió por la pequeña escalerilla y sin decir nada se quito el vestido y las bragas quedando totalmente desnuda, después de dar una vuelta para mostrar su maravillosa figura totalmente desnuda se metió en la burbujeante agua.

Mónica no dudo en seguirla, ella se quito la playera y el bra y dejo ver sus pechos grandes, con las areolas marcadas y mostraban los pezones duros y erectos. De manera muy cachonda se quito las bragas y las dio a Octavio, quien las olió e hizo una cara de delicia, luego las beso. Mónica caminó lenta y sexymente hacia el jacuzzi.

Las miradas se posaron en mí, yo sabía que todos esperaban que siguiera a las otras dos, me acerqué al jacuzzi y poco a poco me quité el vestido dejando ver mis pechos y quedándome solo en mis bragas, las bajé hasta poco más allá de las rodillas y la arrojé hacia Javier.

Adentro del Jacuzzi nos sentamos en la banca dentro del agua, la cual estaba diseñada para enviar los chorros de agua directamente a la vagina, esto nos fue poniendo más cachondas.

Los hombres se desnudaron y se sentaron atrás de nosotras, abriendo las piernas, por lo que cuando me recargué lo hice sobre los testículos y la polla erecta de Javier inmediatamente me di vuelta y empecé a mamarla. Delicadamente lamí desde los testículos hasta la punta de su glande, sintiendo como se endurecía ese hermoso y duro tozo de carne. Para hacerlo correctamente tuve que hincarme en la banca con las piernas ligeramente abiertas lo que hizo que mi rajita quedara exactamente arriba del chorro de agua el cual golpeaba en mis labios mayores y menores aumentando la sensación erótica. Los chicos brincaron casi al unísono al interior del jacuzzi.

Max me tomó por los pechos, sus dos manos se apoderaron de mis senos estrujándolos y llevándome hacia él. Ahora sentado en la banca, pude sentir su verga, nada despreciable descansar en mis nalgas mientras él me margaba los pechos y baja las manos para acariciarme el pubis, su pene encontró el camino hacia mi vagina.

Abrí los ojos, y vi que Mónica hacia una mamada a Octavio mientras que Jill y Javier se fundían en un beso mientras sus manos acariciaban las nalgas del otro. El ruido de la mamada de Mónica al entrar y salir la verga de Octavio era tan fuerte que se oía por encima del motor del jacuzzi.

La verga de Max entraba y salía de mi canal yo buscaba la posición más adecuada para que la penetración fuera lo más profunda posible. Pronto alcancé un primer orgasmo gimiendo como posesa y arqueando mi espalda sobre el cuerpo de Max. Este saco su aparato me volteo casi haciéndome girar en el aire, ahora estaba de frente a él besó mis pezones y luego los chupó como si en eso le fuera la vida, yo apretaba su cabeza contra mi pecho mientras buscaba volver a meterme la verga en la vagina, pero con el agua en movimiento no era fácil. Casi como impulsado por la misma agua Max salió de la tina y se sentó en la orilla, inmediatamente se me ocurrió hacerle una cubana, apreté mis pechos contra su enrojecida y mojada verga la cual se deslizaba en mi canalillo suave y rápidamente poniéndome más cachonda todavía.

Jill y Javier habían salido del jacuzzi ella se había puesto en 4 y el la penetraba por atrás en la clásica posición de perrito, aunque Jill no gemía su cara, iluminada parcialmente por una de las tenues luces que alumbraban el jardín, permitía ver el enorme placer que la cogida que le estaban proporcionando. Cuando alcanzo el orgasmo su cuerpo se tensó mostrando sus bellísimas formas, sus pechos que un momento antes se bamboleaban al ritmo de las embestidas de Javier ahora se veían tensos y la silueta de sus pezones erectos eran una prueba más de lo que disfrutaba. Aún jadeante por el orgasmo volteo justo a tiempo para recibir en su boca la corrida que Javier le arrojaba, los chorros de leche blanca cruzaban el aire y se depositaban en su boca, lo que no le era posible tragar se escurría lentamente por la comisura escurriendo suavemente hasta caer hacia sus bubis formando una línea Después Javier la besó y ambos buscaron el descanso en una de las sillas del jardín.

Mónica parada sobre Octavio con las piernas abiertas para que este le comiera el coño al mismo tiempo ella acariciaba sus propias nalgas y las abría dejando ver su culo, en ocasiones alcanzando el ojete con las largas uñas. Octavio es un gran comedor de coños, yo ya lo había comprobado antes, Mónica lo comprobó y pronto alcanzó un nuevo orgasmo, a contraluz se pudo ver la cara de Octavio brillar al ser bañada por los jugos que salían de la cálida cueva de Mónica. Al alcanzar el orgasmo las piernas de Mónica se doblaron un poco ambos salieron del jacuzzi, la verga bien rígida de Octavio se vio a contra luz, fueron a una silla en ella Mónica se montó en Octavio y éste empezó a mover las caderas poco a poco más fuerte de forma que Mónica botaba y rebotaba y salía por el aire gritando al tener un nuevo orgasmo, después de tener un nuevo orgasmo cayó sobre el pecho de Octavio las gotas de agua y sudor se podían ver con las tenues luces del jardín, la polla de Octavio salió de la empapada vagina de la chica al tiempo que descargaba chorros de leche en la espalda de Mónica al quedar suelta las sucesivas descargas llegaron hasta el pelo de ella.

Al salir los demás Max se paro en el centro del jacuzzi, un poco más profundo que la banqueta, me tomó de las nalgas y me levantó, yo enredé mis piernas en torno de su cintura mi vagina quedó completamente a su merced, sentí la punta de la verga de Max llegando hasta la entrada de mi útero la zona en que se contactaban nuestros sexos estaba justo al límite del agua que se seguía agitando, esa sensación hacia el momento más erótico aún, Max me sostenía de las nalgas, como no podía mover mucho las manos, para que yo no me resbalara, con el dedo pequeño alcanzó mi ano y lo acarició. Todas estas sensaciones hicieron que yo tuviera un orgasmo que no reprimí, al tiempo que él se venía dentro de mí. Ambos descansamos en la banca del jacuzzi, en ese momento se apagó el motor del jacuzzi y todo quedo en silencio, el bellísimo cielo estrellado era el único testigo de esa orgia. Solo se escuchaban las respiraciones entrecortadas de todos.

Salimos del jacuzzi y nos secamos, la noche era tibia y no se sentía mal aún saliendo del agua tibia. Totalmente desnudos bebimos de una nueva botella de vino que abrió Max, brindamos y reímos, eran más de las 2 de la mañana, después de secarnos nos dirigimos hacia la casa, en donde continuaríamos con nuestras "travesuritas"

Lo que pasó ahí lo contaré en otra entrega.