En casa del Artista 2
La pequeña orgía continua en el taller de un artista, nevas sensaciones se hacen presentes
Regresamos al estudio de Max, totalmente desnudos entre rizas y traspiés por el alcohol que habíamos tomado, al llegar a la planta alta encontramos tres de las camas que había visto antes cuidadosamente colocadas en torno a una pequeña mesa, sobre la que había varias cosas como excitadores sexuales, bebidas energizates e incluso a algunos juguetes eróticos. La mesa en si era un pequeño refrigerador ya que al retirar una tapa del centro se habría un deposito refrigerado que estaba lleno de cervezas.
Cada una de las parejas ocupó una de las camas, que tenían la parte de la cabeza levantada, por lo que podíamos seguir platicando mientras bebíamos cerveza. Max inició el juego de verdad o castigo, con lo cual fue preguntado a cada uno alguna situación erótica. Así Mónica reconoció que frecuentemente hacia como que se le había olvidado cerrar la puerta del baño de su oficina, sabiendo que varios de sus compañeros tratarían de verla por alguna rendija, y Jill nos contó con lujo de detalles como al inicio de su carrera como modelo fue obligada por todo un grupo de fotógrafos y técnicos que la llevaron a una playa a una sesión de fotos a mamarles la verga y luego a coger con cada uno ellos sólo así pudo tener éxito al inicio de su carrera como modelo.
Los relatos eran cada vez más eróticos y yo sentía como la verga de Octavio crecía con cada nuevo relato. Estábamos recostados, él a mi espalda como en la posición de cuchara, me rodeaba con sus brazos y acariciaba mis pechos y abdomen, en ocasiones tocaba mis pezones con la lata de cerveza helada lo cual me excitaba y hacia que mis pezones se pusieran duros. Su polla recargada contra mis nalgas se sentía crecer con cada uno de los relatos, yo movía un poco mis caderas haciendo que fuera placentero también para él.
Finalmente fue mi turno, tuve que decir algo que no había hecho, así que dije la verdad que jamás había usado un excitador sexual todos dijeron que no era posible, Jill y Mónica me dijeron que era muy rico que debería intentarlo ahí, en ese momento.
Tomé una cerveza casi de un trago y me paré a la orilla de la cama con mis piernas ligeramente abierta, Max manipuló las luces de forma que yo era la única que estaba iluminada en el cuarto, Javier se acercó a mi vagina, podía sentir su respiración cerca de mi rajita, poco a poco empezó a tocarme el clítoris, con mucho conocimiento, yo mantenía los ojos entrecerrados y no me di cuenta cuando mojó sus dedos en uno de los frascos que estaban sobre la mesa. Lentamente casi como si fuera una pequeña flama me quemara empecé a sentir calor en mi vagina, la flama me fue invadiendo gradualmente haciéndome sentir un placer casi indescriptible, la sensación me cubrió toda, las nalgas, la cintura, los pechos hasta llegar a la cabeza, era una sensación de calidez que me embriagaba. Sentí los jugos de mi vagina fluir. En ese momento Javier ya metía dos y hasta tres dedos en mi cuevita para luego chuparlos, Max se acerco y buscó mis muy erectos y sensibles pezones lo lamió y los beso aumentando aún más sensación de placer. Octavio fue hacia mis nalgas, las separó y poco a poco introdujo uno y luego dos dedos en mi ano. Yo no aguanté más estalle un ruidoso orgasmo la sensación de calor invadía todo mi cuerpo y parecía que hacia aún más sensibles mis partes íntimas, entre abrí los ojos para ver como Jill y Mónica se masturbaban viendo la escena de tres hombres rodeándome, tocándome y excitándose. Con una de mis manos tome la polla de Max, que estaba dura como roca, y con la otra tomaba mis pechos junto con las manos de Octavio y Javier quienes los acariciaban.
Octavio se acostó en la cama y Max y Javier me ayudaron a acostarme sobre de él para que me pudiera penetrar analmente, con delicadeza separaron mis piernas y mis perforaciones quedaron a la vista de las otras chicas que disfrutaban tanto como yo. Octavio había colocado un poco más de excitador en la punta de su pene y me penetró analmente de una forma lenta hasta que su bastón entro completo y pude sentir la sensación de sus velludas bolas acariciando mis nalgas. Javier acomodo su pene a la entrada de mi cuevita, la cual seguía mucho muy húmeda y lo deslizo en su interior sin dificultad, la verdad era que yo creía que no podía haber más excitación y por supuesto los orgasmos se repetían uno tras otros como olas de placer que se estrellaban en mis partes más sensibles, pero me equivocaba Max logro ponerse sobre la cama frente a mí y en ese momento sentí su pene rozando mis labios y al abrir mis ojos lo vi pidiéndome sexo oral a lo cual accedí abalanzándome sobre su pija como si en ello se me fuera la vida.
Era algo maravilloso tenía una triple penetración, trataba de concentrarme en el placer de sentir dos enromes vergas chocando en mis entrañas pero el placer de sentir las entrepiernas de Max en mis pechos mientras se movía para follar mi boca me volvía loca, mi cuerpo se agitaba de placer. Mis manos acariciaban mis pechos y luego las piernas de Max o las de Octavio. Perdí la cuenta de los orgasmos que tuve mi respiración era cada vez más agitada.
Max fue el primero en venirse dejando una buena cantidad de semen en mis pechos, y cara, luego salió Javier de mi vagina y con un poderoso chorro de leche lleno mi abdomen, finalmente y al borde del desmayo vi como la verga enhiesta de Octavio salió de mi dilatado ano y como si fuera una fuente por entre mis piernas disparo un ligero chorro de semen que quedó en mi bajo vientre.
Exhausta recogí con los dedos algo del semen de cada uno y poniendo una mirada de guarra me los llevé a la boca, el resto lo extendí yo misma sobre mi cuerpo. Max y Javier regresaron a sus camas, lo último que vi antes de caer dormida fue a Jill con un consolador en la vagina limpiando la verga de Max con la boca, al levantar la cabeza vi en la pared una pintura de una acción muy similar a la que acabábamos de hacer los cuatro. Las primeras luces del amanecer aparecían en las ventanas y todos nos quedamos dormidos.
Cuando desperté ya había bastante sol, frente a mi Mónica se bañaba en la ducha de cristal, era realmente hermosa, cuando se acariciaba los pechos y las curvas se veía verdaderamente bella la espuma del jabón y el shampoo escurrían por su cuerpo hasta marcando cada una de sus maravillosas curvas, en volviendo los redondos y preciosas tetas hasta llegar a su coño. Yo la veía extasiada y creo que ella se dio cuenta pues pasaba el jabón lentamente . De pronto vi a Jill arreglando las camas y me puse a ayudarla, en cuanto Mónica acabo yo tomé su lugar en la ducha, es una sensación extraña el saber que todo mundo puede verte en ese momento que casi siempre es muy personal.
Jill nos prestó un par de minibikinis, de esos que son sólo dos triangulitos amarrados enla espalda y cuello y un triangulito más para cubrir el coño e hilo dental, y salimos a almorzar en el Jardín. Los hombres habían preparado el desayuno había mimosas (champagne con jugos cítricos) para beber y una gran cantidad de mariscos así como comida con mucho picante, para reanimar las fuerzas. Los comentarios acerca del maravilloso espectáculo que yo había ofrecido en la noche anterior no se hicieron esperar, ruborizándome un poco pero poniéndome nuevamente al 100.
El sol estaba en lo alto cuando terminamos de desayunar, así que Mónica y yo decidimos tomar un baño de sol mientras los otros cuatro jugaban a las cartas. Octavio no perdió la oportunidad de poner bronceador solar en todo mi cuerpo, en particular en mis senos y nalgas por lo que decidí tomar el sol Top-Less, pero cuando miré a Mónica ella estaba totalmente desnuda por lo que decidí imitarla.
Debí quedarme dormida pues me despertó una agradable sensación en mi almejita. Max lamía delicadamente mi coñito, el cual empezaba a responder produciendo jugos y provocándome sueños eróticos. Octavio acariciaba las nalgas de Mónica quien tomaba el sol desnuda y boca abajo en un camastro. Mientras Javier besaba los pechos de Jill dentro de la piscina. Cuando Mónica y yo estuvimos despiertas brincamos todos al agua en donde decidimos jugar "caballitos Cachondos" esto es que las mujeres subidas en los hombros de los caballeros (ahora caballos) tratábamos tirarnos unas a las otras pero sólo se valía empujar a la otra de los pechos. En la primera caída la perdedora tenía que quitarse el top, en la segunda su caballo perdería el traje de baño y en la tercera la jinete perdería la tanga, si era derrotada una vez más debería hacer una mamada al caballero de quien le hubiera tirado.
El juego fue de lo más divertido pues pronto quedamos todas sin sostén y los caballeros sin traje, yo fui la primera en perder mi tanga, el movimiento de mi montura (Octavio) en mi cuevita y el vino que bebíamos entre el juego fueron haciendo que me pusiera más cachonda si bien luchamos hasta que todos quedamos desnudos, para ese momento yo estaba muy caliente así que cuando Jill me empujo el seno derecho caí de espaldas salpicando a todos y propiciando carcajadas de todos.
Max y yo salimos de la piscina y él se acostó sobre una toalla y yo empecé a pajearle para que su polla terminara de alcanzar el tamaño máximo para luego lamer delicadamente el tallo de esa pija, arroje un poco de saliva en el glande y lo metí en mi boca, relajando la garganta para que ese largo falo cupiera completamente en mi boca. Dejando caer mucha baba en su pene hice que entrara una y otra vez lentamente en mi boca. Después de repetir esto cinco o seis veces con los dientes baje el prepucio y acaricié lentamente la base del glande, yo se que esa es la zona más sensible del órgano masculino, eso hizo que Max emitiera un gemido de placer y me pidiera que me volteara para hacer un 69. Al sentir su aliento en mi conejito yo también me encendí. Poco a poco aceleré mi movimiento de boca haciendo que entrara y saliera su instrumento interrumpiendo sólo para lamer el glande de forma circular para luego pajearlo a diferentes velocidades y luego volver a empezar. Max también aceleraba su trabajo sobre mi sexo, haciendo que la sensación se intensificara, al tiempo acariciaba mis nalgas y daba uno que otro golpe que hacia el sexo más intenso.
Mientras tanto Jill y Octavio no se quedaron quietos, al ver a sus parejas (nosotros) tan entrados en el sexo decidieron iniciar su propio episodio. Octavio empezó por acariciar y besar las nalgas de Jill abriéndolas para alcanzar el ojete del culo, eso poco a poco prendió a Jill quien se incorporó poco a poco hasta quedar en una posición de perrito permitiendo que su pareja en el momento la penetrara desde la parte posterior. Él inició el trabajo y gradualmente fue acelerando, haciendo que Jill gimiera de placer, mientras mamaba la verga de Max pude ver como las tetas de Jill se bamboleaban de adelante a atrás con cada embate de la polla de Octavio. Poco a poco se fue haciendo un concierto de los gemidos de placer de Jill y Max, los esfuerzos de Octavio y el sonido acuoso de la verga de Max entrando y saliendo de mi boca.
Mónica y Javier decidieron no quedarse atrás. Javier se colocó en la espalda de Mónica y empezó a margear sus pechos y a untar su medio empalmado miembro en la raya de las nalgas, ella movía las caderas al ritmo de la música que sonaba desde alguna parte del pueblo. Al poco tiempo salieron también de la piscina y siguieron acariciándose afuera, se sentaron en una de las sillas Mónica sobre la polla de Javier y este poco a poco la introdujo en la cueva de ella que volvió a tomar el ritmo de la música que se escuchaba. Los gemidos de ambos se sumaron al coro de placer que ya teníamos los demás.
Las sensaciones que me producían las caricias de Max en mis nalgas y en mi raja eran cada vez más intensas lo que me invitaba a acelerar el trabajo bucal que yo hacía sobre su pija ya ensanchada al máximo y cada vez más lista a disparar su blanca y apetitosa carga. Los sonidos que hacían los demás hacia que el ambiente se hiciera más intenso. Creo que la primera en alcanzar el orgasmo fue Mónica pues lanzó un grito espectacular, seguido por el de Javier, quien descargó toda su carga de leche en la vagina de la chica. Después fue Máx quien descargo una increíble cantidad de leche, tomando en cuenta toda la que había soltado la noche anterior, pude tragar parte de ella pero la mayoría cayó sobre mis pechos y vientre con la emoción del orgasmo Max apretó su cara contra mi raja haciendo que yo alcanzara el orgasmo también dando un grito. Recuperando un poco el aliento y esparciendo y recogiendo el semen de Max de mi cuerpo y comiendo parte de el pudimos ver como terminaban Jill y Octavio.
Habián cambiado de posición ahora JIll cabalgaba sobre la polla de Octavio dando la espalda a él y el frente a nosotros, sus bellos senos seguían bamboleándose causándome una sensación de erotismo a pesar del cansancio, Casi sin salirse de la polla del hombre giró sobre el quedando de frente y así pude acercarse para que el le mordiera los pezones con los dientes suavemente su espalda se arqueaba demostrándonos el placer que sentía con todos esas caricias, finalmente ella estallo en un orgasmo aún más escandaloso que los nuestros y fue evidente que Octavio tuvo el orgasmo al mismo tiempo y se vino llenando el vientre y los senos de Jill de su blanco producto.
Mientras recuperábamos el aliento reímos diciéndonos que seguramente los gritos de placer se habrían oído hasta el pueblo aún por encima de la música. Decidimos ir a comer al pueblo pero como aun estábamos encendidos pusimos algunas reglas, cachondas por supuesto. Primero iríamos como estábamos, si alguien notaba el olor a sexo, mejor, segunda no usaríamos ropa interior las mujeres llevaríamos vestido y los hombres pantaloncillos cortos lo cual dejaría ver algo si alguien quisiera. Max y Jill dijeron conocer un restaurant con ambiente bohemio, buena comida y buenos vinos lo que significaba que podríamos seguir nuestra "travesurita".