En casa del abuelo Lauro 2

Abuelo y nieta siguen haciendo de las suyas....

EN CASA DEL ABUELO LAURO 2

Sentí los pasos del abuelito subiendo las escaleras y acercándose a mi habitación. Mi vulva estaba hecha agua. Mi ojete palpitaba dilatado y sediento de un buen pedazo. Era la putita de aquella casa y como tal estaba con muchas ganas de verga.

El abuelo entró a la habitación con su vergota bamboleando semi dura. Me miró largamente desnuda y con las piernas abiertas. Su mirada denotaba tolda la lujuria que le provocaba aquella depiladita conchita mía, brillante con gotitas de humedad salina.

__¡Eres tan bella mi putita hermosa!

__¿Te gusta así?__ pregunté ronroneando gatunamente prostituta alzada.

__¡Eres un demonio con belleza de diosa!__ mientras hablaba su poronga buscaba levantarse. Cabeceando animada para endurecerse por segunda vez aquella mañana cercana a mediodía ya. Camino despacio hacia mi. Cuando llegó al borde de mi cama. Agachándose me tomo de la cintura y me giro poniendo mi culito redondo y perfecto hacia arriba. Me dio dos chirlos suaves y unos mas picante enrojeciendo mis nalgas deseosas.

Pellizco mis cachetes y yo gemía enloquecida de placer y gusto.

__¡Eres un maltratador abuelito!!

__¡Me encantan estos cachetitos que tienes niña bella!!__ acto seguido bajo hasta ellos y los olfateo, tomaba su aroma, lamió a la piel encendida. Mordió suavemente mi carne ardiendo. Chupeteó a gusto, llenándome de saliva todas las nalgas de arriba a abajo. Por fin abrió los cachetes. Hundió su lengua en mi ojal receptivo y muy caliente. Beso mi agujerito. Ya se abría como flor. Su lengua feroz escarbaba en mi anillo desesperado y rozagante. La saliva chorreaba por mi vagina. De vez en cuando el pasaba su lengua por allí y me contorsionaba como una loca.

Pero volvía a incursionar en mi ojito caliente. Me besaba, me succionaba, feroz, animal, salvaje. Clavó un dedo y luego dos, escupía en ellos y también me los ponía en la boca, para que yo apreciara mis propios sabores y me calentaba plenamente mucho más, mi temperatura iba en aumento descontrolado y ya necesitaba que metiera su poronga en mi ojete.

__¡Ay, ay abuelito, necesito que metas tu garrote dentro de mi culo, por favor, ahhh!!!

__¡Eso me gusta, que ruegues putita, que ruegues por tu pedazo!!

__¡Sí, si hazlo, por favor, ohhh, estoy tan caliente!!

__¡Ya va, no te apures aguanta, belleza, ya te cogeré!!__ seguía con los dedos clavados en mi culo y mordía mis nalgas, me besaba la espalda baja, lamía la piel, en tanto yo rasguñaba las sábanas.

Mi conchita manaba gran cantidad de jugos y yo misma acariciaba mi botoncito y ya había gritado dos orgasmos vibrantes y casi salvajes, llevándome hasta las lagrimas.

El abuelo nuevamente me giro y poniéndose en sesenta y nueve hizo que  tomará con mi boca el garrote y el siguió hurgando en mi arito. Chupé con ganas y estaba tan duro como cuando estuvimos en la cocina. Con mis manos jugaba con sus bolas otra vez gordas y llenas. Sabía que me daría otra buena ración de leche. La saliva iba bañando nuestros genitales, el de vez cuando chupaba con fruición mi almeja sacada y me hacía explotar en otro feroz orgasmo. Temblaba unos minutos, de tanto placer, me mojaba mas y mas mis jugos chorreaban a mis nalgas y caían hacía las sábanas todas manchadas.

__¡Ohh ángel del demonio!¡Quiero que me chupes el culo como la otra vez, anda bebe, chúpalo!__ pidió el abuelito y ya segada de lujuria, fui más abajo, abrí sus cachetes aún deseables y lindos y mi lengua mordaz se metió en el ojete del macho. Vibró y pego un aullido de lobo. Sacudió su cuerpo ancho y fuerte y tensó su víbora un poco más, saltando como loca mientras mi lengua se metía mas profundo en el culo del abuelito que se retorcía enloquecido.

Di un paso mas y metí un dedo en aquel túnel. Abuelito bufo y su vergota se puso como roca golpeando en mi cara. Bese al pasar sus bolas, las lamía, en tanto el abuelito metía la lengua en lo hondo de mi caverna arrancando otro orgasmo más eléctrico. Otro orgasmo que me hacía volar y necesitar cada vez más ser cogida, que me metiera su gran nabo en la cola o donde el quisiera , pero yo sabía que el primero me cogería el culito como lo había hecho desde la primera vez en que estuvimos juntos, y a mi me encantaba.

Paso su cuerpo por sobre el mío y tomándome de las caderas me beso las nalgas, y las mordió, abuelito estaba listo para darme su virilidad de una buena vez, yo gemía y el gruñía. Muy calientes y expectantes. Quería recibir mi porción de poronga de Lauro, quería que me cogiera y entrara en mi de una buena vez.

___¡Tienes el culito abierto para mi, ohhh, que putita mas dulce eres!!

__¡Es todo tuyo abuelito, anda, ay, ahhh, cógeme soy tu puta, ahhh!!!__ gemía y rogaba por una buen porción de carne.

Rozó con la cabeza del garrote los contornos de mi ojete abierto en flor, esperaba, mi respiración se hacía cada vez más intensa y volcánica, no razonaba, quería que metiera su pedazo en mi hondura, en mi túnel, en mis carnes frescas y jóvenes.

Poso la cabeza del glande y empujo, lentamente la cabezota se fue hundiendo y yo clamaba por mas, se fue metiendo y metiendo, larga y gruesa como era aquella poronga riquísima y dura que me daba el abuelo Lauro. Al fin golpeó con sus llenas bolas mis nalgas, lo sentí todo adentro y comencé a mover suave mis caderas, totalmente penetrada. Totalmente enculada, con el ojete abierto y estirado como nunca.

Sentía su garrote poderoso en mi, yendo y viniendo con ardor y paciencia, reteniendo el líquido para mi supremo goce. Me estiraba y con mis dedos largos y finos acariciaba de vez en cuando las bolas de Lauro, mi abuelito y se estremecía gimiendo un poco mas y acelerando sus embestidas de amante perdido y lujurioso.

__¡Ohhh chiquilla eres tan hermosa, que culito tienes, ahhh, no podré encontrar otro igual , ohh que belleza, mi cariño, ohhh!!!

__¡Es tuyo abuelito, cógelo, así, ahhhhh, ay, ay me gusta, rómpelo, me gusta, perfórame, Lauro, si es todo tuyo este culito, que ricaaaa poronga tienes, Ahhhh!!!__ lloriqueaba de placer. Arrugaba la punta de los pies y sacaba mas mi cola en punta para que su bombeada me llegara hasta el fondo de los sentidos. Inundándome de una perversión creciente. Llenándome de una urgente necesidad de ser poseída. De ser penetrada.

El abuelito me mordía la nuca y babeaba mi espalda blanca y con pequeños lunares, salpicados por doquier. El macho aquel me serruchaba ahora con velocidad. Agresivo. Aunque también me daba sonoros besos, marcando mi piel, seguramente.

__¡Ohhh mi nena te voy a llenar la cola!

__¡Ohh si abuelito, dame tu lechita otra vez, dásela a la nena!!__ gemía muy putita y sacada. Lloriqueaba teniendo otro orgasmo, mi respiración se agitaba y cada vez mas sentía que me desmayaría en cualquier instante.

En un momento se prendió a  mis tetas con sus manazas y las empezó a frotar y pellizcar, tomó mis pezones y los retorcía. Las ondas eléctricas estallaban en mis sienes. Mis pezones eran rocas puntiagudas, alzadas, mi vagina largaba jugos ininterrumpidamente, chorreaban entre mis piernas con aquellos jugos. En ese trance el abuelito comenzó a llenarme con su líquido espeso y caliente. Yo me moví mucho mas rápido para ordeñarlo con mi cola del todo, no quería dejarle una gota de leche, la quería toda para mi. Los gritos del abuelo Lauro retumbaban en toda la casa. Eran gritos de ardor y rozando casi con la locura de aquellos momentos únicos e íntimos.

Quedó el hombre sobre mi espalda. Los dos desinflados, desmadejados, buscando aire, para no morir de tanto placer y gusto. No nos movíamos, habíamos quedado ensartados, en tanto sentía latir la vergota del abuelo en mi ojete agrandado y chorreante, rebalsado de leche pegajosa y salobre. El abuelito perverso tomaba gotas con la yema de los dedos que se me escurrían y las pasaba por mis labios y yo las comía gustosamente perdida.

Al rato comenzamos a corrernos. El abuelito sacó su potente manguera aún chorreando de mi entrada trasera. Terminaron de correr pequeños ríos de jugos internos. Me di vuelta y sus labios se comieron a los míos. Nuestras lenguas empezaron a jugar cándidamente insaciables.

Luego Lauro, mi abuelito empezó a comer mis tetas, a morder, a chupar, besar, lamer cada centímetro de ellos, arrancándome gemidos, creí que ese día no llegaría al fin del día.-