En casa de Neto
Un momento de placer no planeado en casa de Neto...
Había quedado con Neto de ir a su casa el día sabado para que me ayudara con algunas asignaturas de la universidad. Ese día me puse una tanga azul semitransparente con detalles de encaje y un sostén del mismo color. Busqué en el guardarropa un vestido corto de color rojo que me quedaba algo ajustado, me puse mis tenis favoritos y fuí a su casa.
Llegué a su casa, me recibió su mamá y me hizo pasar a la sala, pues Neto se estaba bañando. Me entretuve viendo las fotos de la familia que estaban en las paredes de la sala. Después de unos minutos bajó de su cuarto y me saludo, nos sentamos y comenzamos a hacer lo que necesitaba. Estuvimos alrededor de una hora y media cuando decidimos parar por un momento y descansar.
Doña Verito, la mamá de Neto, se acercó el lugar en donde estábamos.
-Voy salir para ver a tu papá en la tienda, me ha pedido le lleve las facturas para hacer el cierre de esta mes con el contador. Te quedas en tu casa Citlali -me dijo mientras me sonreía y tomaba mis manos y las apretaba con cariño-. Pórtense bien, ya regresó, no tardo.
Después de que su mamá se retiró y se fue a la tienda, platicamos un rato más en la sala. Neto me pidió que fuéramos a su cuarto pues quería decirme algo que era importante. Subimos las escaleras y entramos.
-¿Y de qué quieres hablar? -le dije.
-Sabes, en verdad que te he extrañado en estos días. Solo pienso en ti y en lo que me haces sentir.
-¿En serio?
-Sí, de verdad… es cierto. Eres muy hermosa, cielos… en verdad lo eres.
Mientras escuchaba lo que me decía me senté en su cama y subí las piernas, mi vestido se alzó un poco e intencionalmente abrí un poco las piernas, dejando ver el color de mi ropa interior.
-Eso me lo has dicho y sé que me dices la verdad, no lo dudo.
-Igual quiero que sepas que te deseo mucho, pienso muy seguido en los momentos que he estado contigo y eso me pone a mil -me dijo sin quitar su mirada de mis piernas.
-Sí, eso estoy viendo -le dije mientras señalaba a la altura de la cremallera de sus jeans.
Se sonrojó un poco, pero no dejó de mirarme a los ojos. Su pene se le marcaba y se notaba que estaba poniéndose cada vez más duro dentro de su pantalón.
-Ves lo que te digo, me pones a mil -me dijo mientras se bajaba la cremallera.
Su pene salió como catapultado y quedó ante mis ojos. No podía ocultar lo sorprendida que me tenía, pues a pesar de que ya lo había visto en otras ocasiones, aun me impresionaba su tamaño.
-Oh, vaya, en verdad que te pones a mil. Mira nada más como lo tienes -le sonreí pícaramente mientras arqueaba una ceja y seguía mirando su miembro.
Noté que su pene comenzó a levantarse y bajarse, pensé que él lo estaba moviendo con su mano, pues tenía una por debajo de sus testículos.
-Sí… ¿lo ves? Me enloqueces.
-Sí, ya veo que lo estas agitando… Jijijiji -le sonreí de nuevo.
-No, se mueve solo… Mira -dijo mientras quitaba su mano de debajo de sus testículos.
Su pene seguía moviéndose de abajo hacia a arriba, impulsado por una mano invisible que lo agitaba como para invitarme a tocarlo.
-Que bien se le ve -le dije mie tras me acercaba a la orilla de la cama.
-Ven… Vamos, acércate más. No muerde.
Me bajé de la cama y me arrodillé frente a él, seguí mirando su pene mientras este seguía moviéndose. Lo tomé con mi mano derecha para sentirlo moverse y quedé anonadada al sentir un pequeño pulso en el, pero reaccioné al verme con su miembro en mi mano y lo solté mientras me reía.
-Lo siento, la curiosidad me hizo sujetarlo.
-No te preocupes, puedes sujetarlo de nuevo.
-¿Sí?
-Sí, adelante. Me gusta que lo hagas.
-Se siente bien, está calientito… y duro -le dije mientras se lo acariciaba.
Mi mano comenzó a bajar y subir mientras sujetaba su pene, bajé su prepucio y me acerqué a su glande, pasé mi lengua sobre el y lo metí en mi boca y comencé a chuparlo mientras lo miraba a los ojos.
Estaba saboreando ese rico pene, era solo mío. Lo saqué de mi boca mientras seguía manipulándolo con mi mano, lo hice a un lado sin dejar de jalárselo y comencé a chupar sus testículos, pude ver su mirada llena de deseo hacia mí.
-¡Que rico bebe, así, no te detengas! – me dijo.
Regresé para seguir chupándoselo, me sujete a sus piernas y continué saboreando aquel rico miembro. Dejé de chuparlo y comencé a sacarme el vestido por arriba, lo dejé a un lado. Me quité el sostén y mis pechos quedaron a la vista, mis pezones comenzaban a ponerse duros, el acarició uno de mis pechos. De nuevo seguí chupándoselo y sacándolo de mi boca para jalárselo.
-¿Te gusta así?
-Sí bebe, no te detengas. ¡Que rico lo haces!
-¿Quieres ir a la cama? -le dije.
-Sí bebe, súbete.
Le dí la espalda y me incliné sobre la orilla de la cama, mis pompis quedaron frente a él.
-¡Que rico trasero tienes bebe! Mira nada mas -me decía mientras apretaba una de mis nalgas.
Comencé a bajar mi tanguita para quitármela, la saqué de entre mis nalgas y las dejé caer al suelo. Subí una de mis piernas a la orilla de la cama y quedé mostrándole mi vulva, el pasó sus dedos y me los enseñó.
-Mira, estás mojadita bebe -dijo mientras despegaba el dedo índice y pulgar, enseñándome cómo se estiraba el fluido que tenía entre ellos.
Le sonreí y miré sus dedos que estaban mojados con mis flujos.
-Date la vuelta bebe.
Me acosté y quedé frente a él, abrí mis piernas. Sujeté uno de mis tobillos y con la otra mano acaricié mis labios y los abrí para que él pudiera meter su rico pene en mi vagina.
-¡Aah, que rico! -le dije mientras me agarraba la otra pierna para quedar bien abierta-. ¡Oh, sí bebe!
Solté mi pierna y comencé a acariciar mi vulva.
-Estas bien rica amor -me dijo mientras seguía metiéndome su pene hasta el fondo de mi vagina.
Podía sentir el entrar y salir de ese enorme miembro, llevé mi mano a la boca y me mordí un dedo. Él aceleró sus arremetidas y eso me calentó aun más. Solté mis piernas y las mantuve en el aire, cerré los ojos y me apreté los pechos, estaba excitada a mas no poder. Él me comenzó a apretar mis pechos también, luego acarició mi clítoris.
-¡Siiií bebe, métemelo todo! No te detengas. Así bebe, dame duro. Sí, sí, sí… Métemelo -le dije toda excitada.
Sacó su pene y con su mano comenzó a jugar con mi vulva, frotaba mis labios y eso me seguía excitando. Volvió a metérmelo y me volvía loca con cada embestida que me daba.
-¿Quieres montarme? -me dijo mientras me lo sacaba.
-Sí amor.
Se acostó y antes de subirme lo chupé de nuevo, él lo disfrutaba tanto como yo, podía ver el placer dibujado en su rostro. Le dí la espalda y me subí, acomodé mis piernas debajo de las de él y acerqué mi cuerpo hacia el suyo, tomé su pene y lo jale hacia mi vulva, lo acomodé y me hice hacia atrás para poder metérmelo todo. Comencé a cabalgarlo en esa posición, su pene entraba y salía según era mi deseo.
-Tienes un hermoso trasero amor. Mira que rico, cómo se mueve. No te detengas, sigue así… ¡Oh, sí! Mira cómo te entra todo bebe.
-¡Sí amor, que rico! ¡Oooh! ¡Siiií! ¡Oooh! ¡Que rico amor!
Después de un rato me detuve y cambié de posición, abrí las piernas y me coloqué encima de él, pero de frente, agarré su pene y lo me lo metí de nuevo, me incliné hacia atrás y me apoyé en mis manos y comencé a subir y bajar mis caderas. El comenzó a moverse debajo de mí, eso hacia que su pene entrará mejor, me detuve cuando quedé suspendida encima de su cuerpo, el siguió moviendo sus caderas para seguir penetrándome a su antojo, ahora era el quien dominaba la situación.
-¡Aaah! ¡Que rica estas Citlali!... Me gusta tenerte así.
-Si amor, así bebe… Hazme tuya. ¡Aaah! ¡Sí bebe!
Mis piernas temblaron un poco y me deje caer sobre su pene, me tenía bien ensartada. Me bajé de nuevo y me dí la vuelta me coloqué en la orilla de la cama para quedar en cuatro, sé que esa posición le gusta mucho, y comenzó a penetrarme, me daba duro, podía escuchar el sonido que producía el choque entre mis nalgas y su cuerpo, era algo tan rico.
-Sí bebe, métemelo todo… ¡Asiií! ¡Que rico! ¡Dame duro, amor!
Me tomó por las caderas y me jalaba hacia él para metérmela de golpe. Sentía ese enorme pene entrar y salir a su antojo. Estaba totalmente mojada, eso hacía que en sus arremetidas su miembro llegara hasta el fondo de mi vagina.
-Date la vuelta amor, quiero hacerlo de frente -me dijo después de sacármela.
-Sí bebe, házmelo así. Quiero verte tu cara mientras me lo metes todo.
Me acomodé de nuevo en la orilla de la cama y abrí de nuevo mis piernas para poder recibir ese enorme pene en mi vagina. Coloqué mis codos sobre a cama para poder quedar inclinada hacia él y ver cómo me lo metía. Mis pechos se movían al ritmo de sus estocadas, los tomó entre sus manos y me los comenzó a apretar al tiempo que me metía su miembro con toda su fuerza.
-¡Oooh bebe! ¡Que rico! Estas bien apretadita.
-¡Asiií amor!... métemelo todo, dame duro.
Comencé a sentir que disminuyó la intensidad de sus penetraciones y de repente derramó su semen dentro de mí, me sentí inundada por todo lo que me estaba dejando en mi vagina.
-¡Ooooh dios mío! ¡Si amor! ¡Oooh! -le dije-. Lléname de tu lechita.
-¡Ooooh! ¡Si bebe! ¡Que rico!
-Así amor, aun no lo saques
-¡Oooh siiií!Te he llenado toda de leche mi amor.
Sacó su pene y me dió unos golpecitos como para sacudírselo, abrí mi vulva con mis dedos para que saliera esa leche caliente que acaba de dejar dentro de mí, metí mi dedo y saqué más lechita. Acaricié mis labios para mojarlos de su semen.
-¡Que rico ha estado amor! -me dijo mientras me besaba.
-Me has dejado llena y satisfecha, ya extrañaba estar contigo.
Fuimos a bañarnos y luego nos vestimos, bajamos a la sala un momento antes de que Doña Verito llegara. Fue un buen día, Neto me dió lo que necesitaba… y un poco más.