En campamento con mi amante
Masajee un poco sus labios y metí mi pene asegurándome de que entrara todo, poco a poco y muy fuerte para que ella sintiera como llenaba mi verga esa amada vagina, quería que nunca olvidara como yo se la había metido allí en medio de una carretera en su primer campamento
Fue a mediados del mes de Junio cuando Andrea llegó con la idea de irnos a acampar. Andrea es una amiga que trabajó con nosotros hasta hace pocos meses cuando la trasladaron dentro de la misma empresa pero a otro edificio.
La verdad no me llamo para nada la atención el plan; no porque no me guste, todo lo contrario, es mi pasatiempo favorito. No me gustó la idea porque implicaba que todos fuéramos con nuestras parejas, Andrea iría con su esposo Camilo, yo Ricardo iría con Gloria mi esposa; además estaban Jorge que talvez iría con su novia Patricia, Emmanuel que ya había confirmado que no iba a ir con la mujer y Ana que iría sola. Lo incomodo de la situación es que Ana es mi amante por lo que tendría que disimular con mi esposa y para colmo a Emmanuel y Jorge se les notan las ganas de poseer a Ana, que esta buenísima.
Con el paso del tiempo las cosas se concretaron, fijamos fecha para el viaje, el sitio y como lo supuse desde el comienzo, Emmanuel y Jorge estaban haciendo de todo para ir solos y poder ‘compartir’ con Ana la carpa, eso sí cada uno por separado.
Cada vez me gustaba menos la idea pero como no había marcha atrás empecé a pensar en lo que podía hacer para evitar que se comieran a mi Ana, era tiempo de una estrategia.
Primero lo primero, soy el amo de Ana y ella lo sabe, así que le deje claro que ó dormía sola ó no iba, así que empezó a buscar una carpa para ella sola y lo logro como la buena esclava que es. El siguiente paso era lograr que al menos Jorge fuera acompañado para que no tuviera oportunidad de quedarse sólo con Ana. Así que esperé a la semana antes del campamento, hablé con Ana y luego de confirmar lo que sospechaba, que en cierta manera Jorge la atraía le hice prometer que no tendría nada con él porque los celos me matarían y no iba a poder disimular en frente de nadie. Ella sabe que es cierto, ya tuvimos varias peleas por ese mismo asunto y les aseguro que no es nada agradable ni para ella ni para mí.
Así que para evitar líos y aprovechando que Jorge estaba presionándola para que compartieran la carpa porque “iba a ir sólo”, le dije que le propusiera que se quedaran en la carpa con Emmanuel. Jajajaja y salió tal como lo pensé, no le gusto para nada la idea a Jorge y al día siguiente, mágicamente la novia ya había decidido acompañarnos. Uno menos, faltaba Emmanuel.
No podía usar la misma estrategia así que opté por esperar al campamento y ver como se daban las cosas, por último recurso pensé en pasar en vela la noche y evitar que acosara a mi Ana.
Si, MI ANA porque es mía y lo sabe, y no la voy a compartir con nadie.
Llegó al fin el día del campamento, acordamos encontrarnos en la mañana Ana, Emmanuel, Jorge, Gloria y yo para irnos en el carro de Emmanuel. Patricia, Andres y su esposo llegarían en la tarde por compromisos pendientes.
Logré convencer a mi esposa de irnos antes para poder llegar al sitio antes y poder caminar como me gusta, aunque mi verdadera intención era que en la noche el cansancio y el frío hicieran efecto en ella y durmiera profundamente.
Llegamos después de una larga travesía a eso de la una de la tarde al sitio, empezamos a armar nuestra carpa y dispuse el terreno de tal manera que las carpas quedaran muy unidas y así podía vigilar más de cerca a todos.
Al poco tiempo llegaron Emmanuel, Jorge y mi Ana…. estaba deliciosa, me encantó verla, pero estaba alerta de no delatarnos así que huía para que no nos vieran juntos, ella estaba en la misma actitud. Claro que a la primera oportunidad le dije que estaba hermosa….
Durante toda la tarde estuve ocupado tratando de hacer que todos se sintieran cómodos, sobre todo cuando llego Andrea con el esposo y la novia de Jorge. Era el primer campamento de muchos de ellos y quería que lo pasaran tan bien como para volver a ir, en especial Ana y Gloria. Así que no tuve tiempo de estar muy pendiente de Ana lo que facilitó que los celos no empezaran a notarse en mí.
Al llegar la noche, el licor empezó a correr y con ello los acercamientos a Ana por Emmanuel y Jorge, aunque este último no tan evidentes por la presencia de Patricia. La verdad no los culpo, Ana esta riquísima, es de tez blanca, con pecas en la cara (me fascinan las mujeres de pecas), el cabello no muy largo, tiene enormes pechos, hermosa cintura, caderas acorde con su estatura y un trasero espectacular, ese es mi mayor premio. De sólo escribirlo tengo una erección que sé que Ana aprovecharía al máximo; porque además de estar tan deliciosa, es una viciosa, le encanta que la penetre, que la toque, que la folle durísimo, le encanta estar en cuatro patas y sentir que la envisto con toda mi fuerza. Llega con mucha facilidad y le encanta hacerlo. En una faena normal, la penetro por dos o tres horas seguidas y mientras yo me corro por lo menos tres veces ella tiene por cada corrida mía diez o doce orgasmos.
Pero volviendo a la historia, en la noche estábamos junto con Jorge y Emmanuel preparando un asado, mientras tanto hicimos una fogata para que las mujeres se hicieran al lado del fuego y no sintieran tanto frio. Así que íbamos comiendo y tomando, unos más que otros dado que Ana estaba a cargo del licor y por lo tanto me daba a mi menos que a los demás. Ella también tenía un plan, y era embriagar a Emmanuel para que no la molestara… y resulto. Ya no tuve que preocuparme por él.
Acabamos de comer y al cabo de un tiempo mi esposa se fue a dormir, ¡punto para mi!, y después de una hora más o menos hicieron lo mismo Andrea y su esposo. Sólo quedábamos los cinco, era sólo cuestión de tiempo que quedara sólo con Ana aunque me preocupaba que Gloria se despertara y que Patricia se diera cuenta de todo, aunque siempre he sospechado que Jorge le ha dicho ya que Ana ya se lo había contado a él.
Aproveche que estaba sólo para acercarme más a Ana y como el licor ya me había quitado un poco el miedo, aproveche que Emmanuel cayó borracho en su carpa y le dije a Ana que me acompañara a botar la basura. Era el momento preciso pues los únicos que quedaban eran Jorge y Patricia y quería que a Jorge le quedara claro quien era el dueño de Ana.
Jorge se interpuso de inmediato, quería que fuéramos después pero insistí… (talvez Jorge pensaba que Patricia se iba a dormir y él podía aprovechar). Cuando llegamos al sitio donde se arrojaba la basura le dije a Ana que apagara la linterna y que me acompañara, la tome de la mano y busque la carretera que quedaba a no más de 20 metros de donde estábamos y pasaba justo por una colina en donde caminando un poco quedaríamos justo detrás de donde estaban las carpas de todos claro que a una distancia segura.
En el camino aproveche y la bese, apretándola mucho a mi cuerpo para que me sintiera todo. Sé que ese beso le encantó y le dije muchas cosas que quedaron entre nosotros para siempre. Ya tenía muchas ganas de penetrarla y no iba a aguantar más, aunque tampoco conté que tampoco iba a soportar mi vejiga por toda la cerveza que habíamos tomado. Por eso tuve que vaciar allí en el camino, sé que a ella no le molesta, por el contrario siento que la excita más ver que toco mi pene de cualquier forma.
Cuando llegamos a un lugar desde donde se veian perfectamente las carpas, me detuve, le ordene que se bajara el pantalón y que abriera las piernas, vi en su cara la duda pero también la excitación y aunque intentó negarse termino cediendo. La acerque a mi e hice que girara dándome la espalda y le susurré al oído: “ahí abajo están todos y yo te lo voy a meter”, me separé un poco de ella, saqué mi pene que ya tenía una gran erección, humedecí mis dedos un poco y lubrique su vagina. A la luz de la luna nunca había visto un culo tan delicioso. Masajee un poco sus labios y metí mi pene asegurándome de que entrara todo, poco a poco y muy fuerte para que ella sintiera como llenaba mi verga esa amada vagina. Subí un poco la chaqueta que ella tenía y apoye mis manos en sus caderas para tirarla con fuerza como sé que le gusta; quería que nunca olvidara como yo se la había metido allí en medio de una carretera en su primer campamento. Le empece a decir lo rica que estaba y lo puta que era por estar allí dejándose penetrar por mi, sé que eso la excita mucho más y sentía como tenía orgasmo tras orgasmo. De verdad que la escena no podía ser mejor. Me sentía el hombre más afortunado del mundo por tener a esa hembra sólo para mi, sabiendo que cerca de allí estaban los imbéciles que querían tenerla y no lo podían hacer. Él que la penetraba era yo, él que la mandaba era yo, su amo era y soy yo. Seguía penetrándola y ella gimiendo, pero ya teníamos que irnos para evitar problemas, así que para finalizar le ordene que sacara las tetas y las empecé a chupar allí de pie, son grandes y deliciosas, tienen forma redonda y unos pezones grandes y rosados. Se veía espectacular allí de pie, con el pantalón abajo, follada y gimiendo por tener mi boca succionando esos deliciosos melones. Los saqué de mi boca y le dije que se subiera el pantalón, su cara y su cuerpo pedían más pero los dos sabíamos que había que volver.
Bajamos por allí mismo a donde estaban las carpas pero no estaban ni Jorge ni Patricia, no tuve tiempo de pensar nada porque al momento llegaron, yo estaba sentado al lado de Ana y vi en la mirada de Jorge un poco de envidia y de desilusión, creo que le hubiera gustado encontrarnos para ó hacer un intercambio ó poder hacer un trio. Le dije a Ana al oído lo que pensaba y le recordé que ella era sólo mi puta. La idea de un intercambio ó un trio no nos es ajena, ya hemos hablado de ello y a los dos nos gustaría pero no con amigos. Así que Jorge y Patricia están descartados.
Estuvimos charlando un rato más pero Patricia reclamo a Jorge para ella y se fueron a dormir, no creo que hayan hecho más que eso por el grado de alcohol que había alcanzado Jorge, jajajajaja, lo que me motivó mucho más a complacer a mi putita deliciosa (sólo pensar en su cuerpo y tengo una gran erección en este momento).
Aprovechamos que estábamos solos para estar muy cerca al lado de la fogata, no soy muy dado al romanticismo, pero de verdad que ese fue nuestro momento, el ambiente era propicio y aprovechamos para decirnos muchas cosas.
Estaba a punto de apagarse la fogata así que tuve que alimentar el fuego, estaba haciendo un poco de frio y no quería que Ana se enfriara así que terminé con la fogata, me levanté del suelo y acercándome a ella saqué mi pene sin decir nada, ella ya sabe lo que me gusta y yo lo que le encanta. Llene su boca con mi pene y le follé la boca, siempre con cuidado de no hacer ruido para no levantar sospechas y mucho menos despertar a alguien.
Me excita mucho ver como lo chupa, es una maestra para ello, tiene una forma de atacar el glande que volvería loco a cualquiera, siempre tengo que contenerme para no venirme muy rápido. Decidí sentarme así que ubiqué las sillas dándole la espalda a las carpas, la senté en la silla de al lado y la tomé de la nuca con determinación para que lo siguiera chupando, delicioso, hacía que parara para que respirara y de nuevo atacaba su garganta cambiando la velocidad para evitar correrme en su boca porque quería penetrarla de nuevo. Así estuvimos un rato, yo disfrutando de esa boca y del magreo de esas tetas deliciosas y ella disfrutando de mi pene para ella sola.
Ya no quise aguantar más así que le dije que fuéramos hacia donde estaba el carro de Emanuel, la acerqué a la parte delantera, hice que me diera la espalda y ella me ofreció todo su culo para que lo penetrara, le dije al oído que en esas carpas estaban todos los que se lo querían meter pero que era yo él que estaba clavándola justo en el carro de Emanuel, le clavaba cada vez más fuerte toda mi verga y sentía como tenía orgasmo tras orgasmo…. Que delicia es culiar a esa mujer!, la verdad no tiene punto de comparación, el culo encaja perfectamente en mi anatomía, mi ingle y su culo son de ajuste perfecto.
Quería que tuviera muchos orgasmos, apretaba sus senos y la trataba como la puta que es, se encendía de una manera que tuve que taparle la boca con fuerza para que nadie nos sorprendiera. Cuando sentí que sus labios apretaban fuertemente todo el contorno de mi verga para evitar que escapara, decidí parar para guardar un poco para más tarde, soy el amo y no me gusta darle todo de un golpe, quería que se reventara de ganas porque la clavara. Así que apenas aflojo un poco, saque mi verga de golpe, le ordene que se subiera el pantalón y que nos sentáramos otra vez. Su cara era de satisfacción, resignación y hambré, mucha hambre de mi falo.
Cuando estábamos sentados, empezó de nuevo Emanuel a sentirse mal y escuchamos una gran serie de arcadas. No puede evitar sentirme mal por él así que trate de ayudarlo pasándole agua y algunas cosas para limpiar la carpa. En ese momento se despertó mi esposa, pensó por un momento que era yo él que estaba enfermo, pero cuando le dije que no, siguió durmiendo tranquilamente.
Vi a Ana mirando hacia mi carpa con preocupación, aunque sabía que no era porque se levantara mi esposa y nos viera allí solos sino porque ya no podría tener mi pene, cuando me miró me acerqué y le dije al oído que fuera detrás de las carpas. Me aseguré rápidamente que mi esposa estuviera de nuevo dormida y fui hacia allá, y allí, detrás de la carpa de Jorge le baje el pantalón y la clave muy fuerte, con toda la intención de que me escuchara él para que supiera como me estaba gozando de lo lindo a mi puta, en el campamento que él había planeado para comérsela. Cada embestida que le daba era con la intención de llenarla y arrancarle gemidos, bombeándola repetidamente, apuñalando su vulva con mi pene sentía como los líquidos de su interior chorreaban y humedecían sus piernas. No tengo problema con contenerme para darle placer, pero esta vez ya estaba llegando a mi límite y no podía darme el lujo de derramar una gota de semen. Me detuve y le ordene que limpiara mi verga, eso traduce con incansables lamidas de ella desde la base hasta la punta de mi pene, rodeándolo una y otra vez con su lengua en repetidas ocasiones para que no quede rastro de ella en mí.
Sólo visualícenlo por un momento: la puta más rica que se hayan podido comer, de rodillas frente a ustedes, dándoles la mejor mamada del mundo, al aire libre y a diez pasos de su esposa. Eso era lo que tenía yo en ese momento. La mejor vista de todo el mundo. Me miraba fijo a los ojos mientras lo succionaba, veía su boca llena con mi pene, el contorno de su culo desnudo con forma de durazno. Por momentos sentía como temblaban mis piernas de placer y veía como una leve sonrisa se dibujaba en la comisura de sus labios. ¡Que bien lo chupas mi vida!
Fue una gran corrida, la recibió toda en su boca y sin dejar de mirarme trago todo mi semen, sin dejar escapar una sola gota. Eso me encanta, sabe que me vuelve loco y lo hace, porque siente como crece mi pene cada vez más dentro de su boca con cada descarga.
Recibí gran placer y valió la pena arriesgarnos, le pedí que se vistiera y cuando estuvimos de nuevo en la fogata le pedí que se acostará, en realidad no quería que lo hiciera pero no quiero arriesgar por nada a esa mujer y perderla, así que lo mejor era acostarnos cada quien en su carpa. La acompañe a la carpa, me asegure de que quedara cómoda y me despedí con un beso. Sabía que al otro día iba a ser más difícil para ella verme normal con mi esposa pero nada iba a poder borrar de nuestra mente, esa noche de campamento.
Hasta mañana mi putita!