En busca de una aventura (2). Encontrándola.
Resumen 2: en esta segunda parte, me dan muchas ganas de espiar a mi madre, con ese chico. La espío y quedo sorprendida y maravillada de lo que pasa en la habitación.
Resumen 2: en esta segunda parte, me dan muchas ganas de espiar a mi madre, con ese chico. La espío y quedo sorprendida y maravillada de lo que pasa en la habitación.
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Me subí hasta nuestro cuarto: ¡tenía muchas ganas de espiarlos!, ¡de mirar a mi madre coger!.
Estuve preparando mi lugar de espionaje y decidí que el mejor sitio para “observarlos” o espiarlos, mirarlos, era dentro del closet, por lo que lo acondicioné con algunas almohadas y al poco rato los oí que llegaban, así que me acomodé en posición y…, al igual que nosotros, apenas entraron, cerraron la puerta y se enfrascaron en un beso hermosamente apasionado.
Luis abrazaba a Carmela y bajaba sus manos hasta sus asentaderas, recorriendo por completo su espalda, mientras se frotaban sus cuerpos y Luis le acomodaba su vientre y su pene a la mitad de las piernas de mi mamá, quien, en un rasgo de fidelidad y remordimiento, se separó de ese chico y:
& Luis…, espérate…, chiquito…, quiero que sepas que soy bastante más grande que tú…, que yo ya soy “mayorcita”, que ya tengo más de 40…,
que casi podría ser tu madre…, que me da pena hacerlo contigo…, aunque tengo muchas ganas de hacerlo…
y el muchacho la interrumpió:
/ Carmelita…, quiero que sepas que sé de antemano todo eso que me estás diciendo, que eres más grande que yo, que eres una señora madura,
de más de 40…, y que podrías ser mi madre…, pero…, ¡mamacita…!, ¡tengo muchas ganas de hacerlo contigo…!, ¡me gustas un chingo…!,
¡estás muy sabrosa…!. ¡Tengo muchas ganas de darte p’adentro…, de meterte mi verga…, de hacerte gemir y pujar…, de apretarte tus nalgas, tus chichis,
de devorarte tu boca, de mamarte tu sexo, tu rajadita, de que me lo mames bien rico y de venirme en tu boca!. ¿Quieres que te lo meta, mamita…?.
& ¡Sí Luis…, quiero que me lo metas…, desde que te conocí me gustaste,
aunque no sabía qué pudiera pasar, pues estaba temerosa de que no te fijaras en mí, por la diferencia de edades y…, cuando comenzamos a platicar, ya los dos solos, de manera más privada…, más íntima…, me sentí muy emocionada…, muy ilusionada…, y de inmediato comencé a hacer “castillos en el aire”: ¡estaba deseando que me hicieras “avances”…, ¡que te “lanzaras” conmigo…!, ¡que te me lanzaras!. ¡Me gustas mucho chiquito…!,
y en ese momento se abalanzó sobre de ese muchacho, echándole sus brazos al cuello, ofreciéndole al mismo tiempo su boca.
Luis la besó en la boca y se fundieron en un beso y abrazo apasionados, que dieron paso a que el chico le zafara los tirantes del traje de baño y comenzara a bajarlo, apareciendo mi madre completamente desnuda de la parte superior, dejándonos ver sus senos, grandes, bonitos, apetecibles, que Luis de inmediato se los comenzó a chupetear:
& ¡Luisito…, chiquito…!,
exclamó gustosa y emocionada mamá.
Pero, luego de algunos chupetones muy ricos, el chico prosiguió quitándole el traje de baño a mi mamá, sacándoselo por completo por la parte de abajo, haciéndoselo deslizar a lo largo de sus muslos y piernas, de donde mi mamá se lo terminó de zafar con un movimiento de pies.
Apareció así mi mamá completamente desnuda, delante de ese muchacho, quien se la separó un poco de su cuerpo y comenzó a detallarle su cuerpo con la mirada:
/ Carmelita…, me sigues gustando…, mucho más sin ropita…, tienes un cuerpo…, ¡de fábula!; tus senos…,
le dijo, acariciándole uno, con una mano, acariciando el pezón, muy erecto de la emoción y de las chupeteadas que le acababa de dar:
/ tu sexo…, que lindo…, peludo…, abombado…,
lo dijo metiéndole un dedo en su rajadita, y entonces, con sorpresa y con gusto añadió:
/ ¡mojado…!. ¡Estás completamente venida, mamita!,
exclamó, con mucha emoción:
/ ¡también tú lo quieres, mamita…!. ¿Te gusto…?.
- ¡Sí Luis…, me gustas mucho chiquito…!, ¡quiero que me lo metas…!, ¡que me llenes mi rajadita…, que me des mucho placer y felicidad…!.
/ Yo quiero que me lo mames…, que comiences por darme una rica mamada…, ¿lo haces…?.
Y por toda respuesta, sin decir nada más, vi flexionarse a mi madre sobre de sus rodillas, e hincarse delante de ese muchacho, bajarle su traje de baño, quitárselo y…, ¡su pene saltó como si fuera resorte…!: ¡tenía una erección portentosa!, su pene era largo, grueso, cabezón, moreno como él, y mi mamá, luego de mirarlo un instante, le dijo:
/ ¡eres todo un semental, mi Luisito…!,
y enseguida lo tomó con su mano, lo descapotó, le descubrió su cabeza, su glande y lo condujo a su boca, que al mismo tiempo se abrió para engullir a ese pene, parado, muy duro, muy tieso.
Lo miró una vez más antes de introducirlo en su boca y Luis le alcanzó a gritar:
/ ¡Ya Carmelita…, ya chúpamelo…, métetelo…, mámamelo…!,
y mi madre procedió a complacerlo.
Primero lo comenzó a chupetear y…, al mismo instante le dijo, con una sonrisa de gusto y satisfacción:
& ¡Tú también estás muy batido, todo venido…!.
¿También estabas queriendo conmigo, chiquito…?.
Y entonces, sin esperar respuesta, mi mami se metió ese pene en su boca, aunque nada más se metió la cabeza; le cerró sus labios, lo retuvo entre ellos y luego lo extrajo, con mucha parsimonia y lentitud:
& ¿era esto lo que querías, mi chiquito…?.
/ ¡sí mami…, bien rico…, mámamelo…!.
Y mi mamá comenzó a meterlo y sacarlo en su boca, con ritmo: primero algo lento, pero después con mayor rapidez, hasta que Luis le tomó su cabeza y le dijo:
/ ¡quiero que te lo metas todito…, hasta adentro…!,
y le empujaba con mucha fuerza su pene, hasta hacer toser a mamá, como atragantándose toda y se lo sacó de la boca, todo lleno de babas:
& ¡no me dejas ni respirar…, lo tienes muy grande, chiquito…!.
/ ¡es que…, quiero que te lo metas todito…, hasta adentro…!.
¡Las putas sí se lo tragan entero…, todito…!.
& ¿quieres que lo haga como las putas…?
/ ¡sí mami…, quiero que seas mi puta…, que hagas todo lo que te pida…, quiero presumirte con mis amigos…, que me obedezcas en todo…,
que me complazcas en todo!. ¡Quiero que te lo tragues todito…!. ¿Te lo vas a tragar…?
Estaba…, ¡sorprendida!, ¡impactada!, ¡en estado de shock!: lo oía, lo veía, pero no alcanzaba a entender esa enorme transformación, entre la madre que yo conocía y esta señora hambrienta de sexo, complaciente, dispuesta, obediente a su macho, a su amo:
/ ¿Te lo vas a tragar…?,
& ¡Si mi chiquito…, me lo voy a tragar…!,
y volvió a introducirse ese glande y luego la totalidad de esa verga, morena, despacio, hasta que el pubis y los vellos púbicos del chico quedaron en la nariz de mi madre, quien aguantaba la respiración hasta que…, ya no la aguantó y se tuvo que retirar ese pene, tosiendo y toda llena su cara de sus propias babas, de estarle mamando a ese chico:
/ ¡así es mamacita…, ya ves que no es tan difícil…, ya te la metiste hasta adentro!.
¿Nunca antes le habías mamado la verga a tu esposo?.
& ¡sí mi chiquito…, pero jamás de esta forma…!.
/ Bueno…, quiero que me sigas mamando…, voy a meterla y sacarla,
y comenzó a bombear a mi madre, como si su boca fuera una vagina, tomándola de la cabeza y marcándole el ritmo de la mamada, aunque a veces le aventaba de caderazos con fuerza, llegándole el glande hasta su campanilla:
& ¡déjame respirar, mi chiquito…!, ¡me asfixias, amor…!.
¿Amor…?. ¿Ya le estaba diciendo “amor” a ese chico…?.
/ ¡aprende a mamar como debe de ser…!,
le dijo, dándole un golpe en la cabeza, en la nuca, con su mano abierta:
/ ¡mámame rico, putita…!,
& ¡si corazón…, tú me dices si lo hago mejor…!.
¿Amor…, corazón…, putita…?. ¿Qué le estaba pasando a mi madre?, que procedió de nuevo a mamar a ese chico, que le ensartaba su verga hasta el fondo de su garganta, haciéndola lagrimear, toser y babear.
& ¡así voy bien, corazón…?
/ ¡sigue mamando, putita…!,
le ordenó ese chico, propinándole al mismo tiempo otro nuevo pescozón, por lo que mi mamá comenzó nuevamente a esforzarse, por complacer al muchacho, que le tomaba la cabeza con sus dos manos y le empujaba su verga con fuerza, hasta que sus vellos púbicos se chocaban contra la cara de mi mamá y luego, volvía nuevamente en el viene y va, sin dejarle de asestar pescozones, como si estuviera arreando un caballo, hasta que comenzó a venirse en la boca de mi mamá:
/ ¡trágate todos mis mecos, putita…, todos…, todos…, toditos…!,
y mi mamá, sin zafarse ni despegarse, para nada, comenzó a tragarse esos “mecos”, hasta que el chico le ordenó nuevamente:
/ ¡abre tu boca…, enséñame que te los tragaste toditos…!,
y sumisamente, mi mamá abrió su boca, mostrándola completamente vacía: ¡se había tragado completamente los mecos de Luis…, sin derramar ni una gota!.
/ ¡así me gusta mi puta…!. ¡me encanta que seas obediente…!. ¡Cuéntame de tu vida…!, ¿A qué edad comenzaste a mamar…?,
& ¡aaahhh…, yo acababa de entrar a la secundaria…!, ¡tenía apenas 13 años!.
/ ¿Y ya te habían desquintado?.
& No…, todavía era yo “señorita”; la desquintada ya vino después…
/ ¿andabas con muchos…?
& No…, era de uno solo, no más…, un tío mío…, hermano de mi mamá…, ¡él fue quien me enseñó a coger y a mamar…!
/ ¿y luego de eso…?. ¿Cuándo te dejó tu tío?.
& como a los tres años, cuando estaba yo terminando la secundaria…
/ Y…, cuando te dejó…, ¿comenzaste a coger con algunos más…?.
& Entré a estudiar computación…, y ahí anduve con un señor, que era el conserje de aquella escuela… ¡Le gustaba mucho que se lo mamara!,
pero nunca se vino en mi boca…
/ entonces…, ¿yo soy el primero que se “viene” en tu boca…?
& ¡Sí amor…!. ¿No te da gusto el haber “estrenado” mi boca?
/ ¡Quiero estrenarte de puta!. ¡Quiero que te acuestes también con mis compañeros…, que les diga que eres mi puta…, y ofrecerte con ellos…!,
y con algunos otros, que conozcamos por ahí…, en alguna disco, en un antro… ¿Te late…?
& Eeeehhh…, no se…
/ ¿No me complacerías…? ¡Quiero hacerte mi puta…!, aunque sea solo estos ocho días… ¿Sí…?, ¿te late…?.
& Pues…, ¡nomás para complacerte…!.
¿Quéeee…?, ¡No podía yo creerlo!; mi madre aceptaba ser la puta de ese chaval:
/ ¡Eso es…, así es…!,
le dijo, acercándose a ella y plantarle un beso muy rico en su boca, y luego de eso:
/ ¡Aaahhh…, y también…, me quiero coger a tu compañera!, ¡a la Mari…!. ¡También tiene cara de puta!, ¡se me antojó!, ¡se ve muy sabrosa la flaca!.
¿te late que me la coja?, ¿estarías de acuerdo que me la cogiera?.
& Pues…, no se…, eso ya es cosa de ella…
/ Es que tiene una boca de mamadora… Me gustaron también sus nalguitas…, y sus chichotas se le ven bien sabrosas… ¡También quiero volverla mi puta!.
¿Quéeee…?, ¿convertirme en su puta?.
/ ¡Hasta la verga ya se me paró nuevamente!, ¡te la voy a meter…!. ¡Acomódate boca arriba…!.
Se acomodó entre las piernas de mi mamá, se las separó, se las levantó, las echó por encima de sus hombros, colocó su pene en su rajadita y…, ¡se lo metió…, muy al fondo!, ¡de un sólo y gran caderazo, que la hizo gemir y pujar!:
& ¡Aaaaggghhh…!, ¡amooor…!, ¡mi chiquito…!, ¡qué rico mi amor…!,
y a continuación comenzó a bombearla con un ritmo tremendo, entrando y saliendo de su vagina, hasta que un rico y voluptuoso ruido de “chacualeo” comenzó a llenar el ambiente:
& ¡Aaaaggghhh…!, ¡mi amooor…!, ¡me estás haciendo venirme…, chiquito…!, ¡me estoy mojando todita…!. ¡Yaaa…, ya…, ya…!.
Y entonces el chico se detuvo un momento; le sacó el pene a mi madre y de inmediato:
/ ¿Ya viste…, me lo dejaste todo blanco de tus venidas…?.
Y se acercó al lado de la cara de mi mamá, para mostrarle su pene: ¡de verdad…!, ¡todo “encremado” de las secreciones de Carmela!.
/ ¡Mámamelo…!,
le dijo, acercándole su pene todavía más a su cara y a su boca, por lo que mi mamá, obedeciendo la orden, le acercó su boquita y la abrió; el chico se la empujó y mi mamá cerró sus labios sobre de esa barra de carne y el chico se la empujó muy adentro:
/ ¡límpiamela bien putita…, que no quede nada…, trágate todas tus venidas…!.
Y mi mamá comenzó a limpiarla, con sus labios y lengua, hasta que la dejó reluciente y erecta; entonces, estirando los brazos hacia la cabeza de Luis, quiso detenerlo del cuello, colgarse de él y besarlo, pero el chico la rechazó, aunque ella le suplicó:
& ¡dame un beso chiquito…!,
y se enfrascaron en un beso muy cachondo, muy largo, muy rico, hasta que se acabó, y entonces, el chico le ordenó a mi mamá:
/ ¡voltéate…, ponte de a perrita…, te la voy a meter de esa forma…!,
y mi madre lo volvió a obedecer.
Se volteó, se colocó en cuatro patas y complaciente le levantó las caderas, esperando se la metiera:
& ¿así estoy bien, corazón…?
/ ¡Qué pinche nalgotas tan ricas tienes, cabrona…!,
le dijo Luis, todo emocionado de verla en esa posición, ofrecida y dispuesta, dándole una nalgada con su mano derecha, en su nalga derecha:
& ¡Chiquito…!,
le dijo mi mami, al sentir la nalgada:
/ ¿te gusta que te den de nalgadas…?
& ¡lo que a ti te guste y te prenda, mi niño…!.
Luis le acercó su verga a la rajada de mi mamá y ella, estirando su mano por debajo de su cuerpo, ella misma se la acomodó; lo único que tuvo que hacer Luis en ese momento, fue tan sólo empujarle su verga, primero un poquito y ya luego más fuerte; con un golpe más duro se la introdujo hasta el fondo:
& ¡Aaaahhh…, rico, mi vida…!,
exclamó mi mamá, complacida:
/ ¿te gusta…?
& ¡me gusta…, la tienes muy rica, Luisito…, eres todo un garañón…!,
¡un semental…!. ¡Me encantas, Luisito…, me encantas, chiquito…!.
Empezó el movimiento, de entrar y salir, de meter y sacar; primero de manera lenta y calculadora, pero poco después, el chico comenzó a darle velocidad y a empujar con más fuerza, comenzando a empujar a mi mamá contra la cabecera de la cama. ¡Ahora ella se detenía con sus manos de la cabecera!, y el chico no dejaba de empujarla, pero mi mamá no le decía nada, al contrario, lo animaba a que la bombeara más fuerte:
& ¡duro mi niño, duro Luisito, dámela fuerte, fuerte…!,
y el otro no cejaba en su empeño, hasta que de repente, entre bombeada y bombeada, le asestó una nalgada muy fuerte a mi mami:
& ¡aaayyy!,
se quejó, pero el chico le preguntó:
/ ¿te gusta…?
& ¡sí Luisito…, dámela duro mi niño, dámela fuerte, fuerte…!,
Yo creo que mi mamá se refería a las embestidas, a la metida de verga, pero el chico lo tomó por el lado de la nalgada y le asestó otras dos, izquierda y derecha, con muchísima fuerza, que de inmediato le pusieron rojas las nalgas a mi mamá:
& ¡aaayyy…, Luisito…, eso sí me dolió, papacito…!,
le dijo mi mamá, gimoteando del dolor, creo que hasta sollozando:
/ ¿pero…, te gustó…?
& ¡me dolió…!
/ ¿ya no quieres que te dé más nalgadas…?,
le preguntó ese muchacho, sacando su pene del vientre de mi mamá, quien se volteó de inmediato a buscarlo:
& ¡no chiquito…, no es eso cariño…, es que sí me dolió…, pero me lo aguanto…!.
¡Haz conmigo lo que tú quieras…, que viniendo de ti…, me lo aguanto…!, ¡por algo ya soy tu puta, tesoro…!.
¿Quéeee…?, ¿aceptaba ya ser la puta de ese muchacho…?.
En ese momento el muchacho tomó de la cara a mi madre, con una mano, la izquierda y le apretó con mucha fuerza sus dos mejillas, dejándolas entre el dedo pulgar y los otros cuatro y le preguntó:
/ ¿qué cosa dijiste…?
& ¡que soy tu puta, Luisito, que quiero ser tu puta…, que hagas conmigo lo que tú decidas…, yo te complazco y te acepto lo que me quieras dar…!.
¡Verás que ser muy complaciente y sumisa, mi amor…!.
¿Quéeee…?, ¿aceptaba ser la puta, complaciente y sumisa de ese muchacho…?.
Y luego de eso, el chico la jaló hacia la cama y se recostaron, apoyando ambos sus cabezas sobre de las almohadas. Él le tenía su brazo derecho bajo de la espalda y hombros de mi mamá, que acomodaba su cara en el hombro derecho de ese muchacho:
& ¡me gustas mucho, Luisito…!,
y le acariciaba la cara, con su mano derecha, girándose hacia donde se encontraba recostado ese chico, que continuaba con su pene muy desafiante, muy recto y erecto.
& ¡nunca pensé que te pudieras fijar en mí…!.
¡Eres el tipo de hombre que a mí me gusta: ¡tierno, decidido, firme, dominador…!,
y estirando su mano hacia abajo del vientre del chico, se prendió de su pene:
& ¡con una verga muy linda y embriagadora, que me ha hecho soñar y ponerme más caliente que una estufa…!. ¡Sabes usarla muy bien…!.
¡Eres un verdadero galán…!. ¡Cuéntame…!, ¿tienes a muchas mujeres…?, ¿has estado con muchas…?,
le preguntaba mi madre, mirándolo de manera alternada entre sus ojos y su “herramienta”:
/ No…, no tengo ninguna mujer…, aunque he estado con muchas putas…, prostitutas…, mujeres de paso…, pero…, siempre había soñado coger con alguna señora mayor…, bonita, madura, así como tú…, de tu edad…, que fuera tremendamente caliente…, así como tú…, que me dejara hacerle todo lo que yo quisiera…, así como tú…, que aceptara que yo la agarrara de puta…, así como tú… ¿Vas a convertirte en mi puta…, de verdad…?
& ¡Claro que sí, corazón…!,
le dijo espontanea mi madre, acercando su cara a la cara del chico, para besarle sus labios, pero sin soltarle su pene:
& ¡ya te lo dije hace un rato…, sí acepto convertirme en tu puta…!,
¡sí quiero ser tu puta…, que me hagas lo que tú quieras…, que me cojas como tú quieras, como a ti te guste, que hagas conmigo lo que mayor placer te pueda brindar…!. Si quieres darme de nalgadas o cachetadas…, también las acepto…, de corazón…, aunque a veces me duelan y me hagan llorar…, como hace ratito, que hasta las lágrimas me sacaste, cariño…
Y en ese momento el chico la atrajo hacia él y mi mamá, ahora sí, le soltó su “instrumento” y se lanzó sobre de él, besándolo apasionadamente en la boca; acto seguido por la estirada de la mano derecha de mi mamá sobre del pene de Luis y la colocada del mismo en la rajadita batida de mi mamá, que se sentó de inmediato sobre de él y se lo introdujo hasta el fondo:
& ¡Aaaaggghhh…!. ¡Rico…!. ¡Luisito…, mi garañón…, mi semental…!, ¡mi hombrecito…, mi niño…, mi hijito…!, ¡mi todo!. ¡Te amo Luisito…, te amo…!.
¿Qué quéeee…?: ¿mi garañón…, mi semental…, mi hombrecito…, mi niño…, mi hijito…?. Y además, ¿ya lo amaba…?.
En ese momento Luis le acariciaba la cara, con su mano derecha, levantándole sus cabellos, que ya los tenía en un hermoso desorden, y al mismo tiempo le preguntaba:
/ ¡Cuéntame más de ti, Carmelita…!. ¿Alguien más te ha madreado…?, ¿así como yo te lo hice hace un rato…?.
& ¡Sí mi Luisito…!; esa es la historia oculta de mi vida… ¡Nadie sabe esas páginas de mi historia…!.
¡Mis papás siempre me tuvieron muy controlada!, me vigilaban constantemente, me controlaban mis amistades, pero…, nunca se imaginaron que iba ser un tío, el que ya te conté, quien me enseñó a coger y a mamar…!. ¡De ahí comenzó todo!. ¡Me enamoré de ese tío y estando sola siempre soñaba con él, con que me hiciera todas las cosas que me acabas de hacer!. ¡Él era muy violento conmigo…!. Él siempre se enojaba de todo y además era tremendamente posesivo y celoso…!. Él me hizo aceptar y hasta disfrutar la violencia: su manera de poseerme, de hacerme suya, así como tú…, de manera muy parecida…, aunque nunca me dijo eso de volverme su puta…, por lo celoso que él era… ¡Era nada más para él…, no podía yo tener ojos más que para mirarlo…!, sin voltear a otro lado ni mirar otra cosa que no fuera él.
¡Ese es uno de mis más grandes secretos!, que hasta ahora, el único que lo conoce eres tú…
/ ¿y tienes algún otro secreto…, escabroso…?
& ¡Sí Luisito…, tengo otro secreto más, escondido también…!.
/ ¡Cuéntamelo!
Seguían platicando en la misma posición: mi madre cabalgando a Luisito, que estaba recostado en la cama, boca arriba y ella, con el pene ensartado dentro de sus entrañas.
& Bueno…, pues…, luego de que mi tío me dejó…, buscaba yo a un hombre decidido, fuerte, mandón, y…, lo descubrí en el conserje de la escuela, un hombre que, aunque ya mayor…, tenía mucha energía, era muy decidido y autoritario, se traía a todos los compañeros…, “a raya”; bastaba un grito de él para que toda la escuela temblara, y…, poco a poco comencé a buscar excusas y pretextos para tener que hablar con él, hasta que un día dejó de verme como alumna de la escuela y, comenzó a verse primero como mi confidente. Le conté de lo de mi tío, diciéndole que era un hombre cualquiera, no que era mi tío y que lo extrañaba yo mucho, sus caricias, sus tocamientos, las relaciones sexuales con él…, así que…, este hombre se me ofreció y, comencé a andar con él…, por casi tres años. ¡Ese hombre me hizo su puta!. ¡Una putita de tan sólo 15 años!.
Me hacía vestirme muy sexy, con lencería muy bonita, escogida, coordinados, conjuntos brasier - pantaleta. Usaba portaligas y…, ¡me entregaba a sus amigos y compañeros…!. ¡Me gustaba obedecerlo!, ¡y disfrutaba mucho al obedecerlo!. ¡Por eso acepté convertirme en tu puta…!. ¡Siempre he deseado ser una puta…!.
Este hombre me llevaba a “pasear” por la “zona de tolerancia”, la “zona roja” y miraba a las prostitutas en la calle, paradas, enseñando sus intimidades, en ropa atrevida, a veces en ropa interior, a veces en minifalda, con tacones muy altos y…, soñaba en ser una de ellas, aunque nunca se lo dije yo a nadie, hasta ahora que te lo digo yo a ti.
Cuando terminé la escuela, lo vi solamente algunas veces más, pero al poco tiempo falleció y casi, de manera simultánea, también me casé.
/ ¿Dónde y cómo conociste a tu esposo?.
& ¡Ah…, era hermano de un compañero de escuela!; nos conocimos en una fiesta.
Él era más grande que yo, me llevaba casi cinco años, y desde la tercera ocasión que nos vimos, tuvimos relaciones sexuales – ¡me dejó embarazada!, y…, nos casamos estando yo ya preñada.
/ ¿Y no le fuiste infiel en alguna ocasión?.
& ¡No…, nunca!. El que me fue infiel fue él, y a raíz de eso, nos separamos y luego nos divorciamos. Estuve sola por casi tres años, hasta que me junté a vivir con
el hombre que vivo actualmente.
/ ¿Y te llena ese hombre?.
& Es un buen hombre, también mayor que yo, pero sexualmente…, me deja con “hambre”.
/ ¡Ah…, tengo que darle de comer a esta hambrienta…!.
& ¡Sí corazón…, dame…, dame mucho…, satisfáceme toda…!.
Y en ese momento mi mamá se activó y comenzó a remover sus caderas, a darse de sentones sobre del pene del chico:
/ ¡Aaaahhh…, ca…nija…, qué rico me lo haces…!. ¡Síguele…, síguele…!, ¡Mátate tú solita…!.
Y mi mamá comenzó a cabalgarlo, a remover sus caderas encima del chico, en un movimiento giratorio que hacía que el chico gritara de gusto:
/ ¡Caaa…armela, qué rico te mueves…!. ¡Qué rico me lo haces…!.
& ¡ Sí…, sí…, así…, sí…!,
gritaba también mi mamá, pero seguía cabalgando de manera frenética, hasta que:
/ ¡Carmela…, aaahhh, ya…, ya mero me vengo…!,
pero eso detuvo los movimientos de mi mamá, quien le dijo:
& ¡No…, aguántate otro ratito…, aún no quiero que acabes…!.
Y se enfrascaron en un nuevo beso, cachondo, pero ya sin moverse
& ¿Te está gustando Luisito…, te gusto…?
/ ¡Sí mami…, me gustas muchísimo…, lo haces bien rico…, coges de maravilla!.
& Es que me tienes de verdad muy caliente, Luisito; me gustas mucho y me provocas también. La verdad…, me he estado viniendo…, como no tienes idea,
pero quiero todavía más…, ando bastante “golosa”, por eso te pedí que te detuvieras, chiquito… ¡Gracias por complacerme, cariño…!,
Y mi mamá volvió a besarlo en la boca, con la misma fogosidad que lo había estado haciendo.
& ¿Ya te calmaste un poquito cariño…, quieres que ya continuemos…?,
le preguntó mi mamá, tomando la cara del chico con sus dos manos, mientras le hacia esa pregunta.
/ ¡Sí Carmelita…, pero…, vamos a cambiar de posición…!, ¡me gusta de misionero…!.
& ¿De misionero…?. ¿Cómo es eso…?
/ Tu abajo, acostada boca arriba y yo encima; es la más común pero, es la que más me gusta…
y entonces mi mamá se levantó de por encima de ese muchacho, pero al desacoplarse, el pene del chico, que estaba parado, se le observaba completamente blanco y batido de “crema”. Mamá se lo quedó viendo y el chico se lo miraba también; se hizo una pausa y, el primero que reaccionó fue Luis, diciéndole, con mucha sorpresa a mi mami:
/ ¡Vaya que estás bien caliente Carmela…, te has estado viniendo…, con ganas…!
& ¿si…?,
preguntó mi mamá, no se si sorprendida, por desconocimiento o fingiendo ignorancia, pero Luis se lo confirmó:
/ ¡Mira cómo tienes mi pene…, está todo lleno de tus secreciones…, de tus venidas…, te has estado viniendo…, a lo grande, chiquita…!.
Mamá se sonrió, pero creí adivinar que también se apenaba muchísimo y se sonrojaba de la vergüenza, y entonces, acercándosele al pene de ese muchacho, se lo tomó con su mano, lo recorrió de abajo hacia arriba y, mirándose su mano le preguntó:
& ¿todo esto…, es mío…?
/ ¡Claro que sí, Carmelita…, todas esas son tus venidas…!, ¡de lo caliente que andas!,
le contestó ese muchacho, mientras Carmela se miraba la mano y se la llevaba junto de su nariz, para quizás olfatear sus propios “olores”.
/ ¡Pruébala…, para que sepas a lo que sabes…!,
le dijo, quizás en tono de broma el muchacho, pero mi mamá se llevó su mano a la boca y, sacando su lengua, recorrió esa “cremita” y la paladeó:
& ¡ah…!,
tan sólo exclamó, y se sonrió, y volviendo a mirar al muchacho, se volvió a llevar su mano a su boca y terminó de chuparse toda la “cremita” que le quedaba y casi al mismo tiempo, se lanzó nuevamente contra aquel chico, que se encontraba sentado en la cama, recargado en la cabecera, con sus piernas extendidas horizontalmente sobre de la cama:
& ¡prueba también tú mi sabor…!,
le gritó, al tiempo que comenzaba a besarlo nuevamente en la boca, en otro más de los innumerables besos cachondos que llevaban en esa tarde-noche de sexo.
& ¿te gusto cariño…?. ¿Tengo un sabroso sabor…?.
¡Nadie me ha calentado nunca tanto, como lo has hecho tú…!,
y se volvió a ensartar el pene del chico, que continuaba parado, y comenzó a remover nuevamente sus caderas, pero esta vez empujando de atrás – adelante – atrás, sin darse sentones:
& ¡Te siento muy dentro, Luisito…, te siento hasta adentro papito…!, ¡me llenas completamente…, siento tu verga…, hasta el alma, papito…!. ¡Me desbordas todas mis entrañas papito…, que rico que estás, corazón…!.
/ ¡Mami…, mami…, sabrosa…!,
le gritaba el muchacho, tomándola con fuerza de sus nalgas, estrujándoselas fuertemente, dejándole muy marcados sus dedos.
En ese momento, Carmen le dijo:
& ¡Dame tus manos chiquito…, tus manos…, te siento hasta adentro…!, ¡eres muchísima verga papito…, me encanta…, me encantas…!, ¡me vuelves loquita mi cielo…!.
Y en ese mismísimo instante, ella comenzó a gritar como loca:
& ¡Cariño…, me vengo…, me vengo…, me vengo…!
Y de verdad que estuvo de locos: comenzó a agitarse como epiléptica sobre de ese muchacho y, alcance a ver – desde donde estaba, por la posición en que estaba – cómo se le llenaban de un líquido blanco y espeso – crema – los testículos al muchacho: ¡era mi madre, que se estaba “viniendo”, sin embargo, no se detuvo por eso, sólo que empezó a gritar incoherencias y gritos, gemidos, pujidos; una cosa asombrosa, como nunca me tuve haber imaginado que existiera o que pudiera pasar; pareciera que estuviera poseída – bueno…, por ese chico – y que no pudiera ni respirar. Jalaba aire por la boca – la veía en el espejo – contraía las mandíbulas, tenía cerrados los ojos y de repente…, ¡un grito desgarrador se apoderó de la habitación!:
& ¡aaaggghhh…, Luisitooo….!,
y luego de eso, se dejó caer sobre del pecho y del hombro izquierdo del chico, clavándole su cara entre su cuello y su pecho, en donde se puso a llorar, fuertemente, a grito tendido, con un llanto…, de verdad para impresionarnos.
Yo no podía ni moverme, pero estaba toda asustada, lo mismo que el pobre muchacho, que seguramente estaba también asustado.
A mi madre se le iba la respiración, del llanto tan fuerte que estaba soltando; se quedaba con la boca muy abierta, levantaba la mirada hacia el techo y luego de unos instantes, el llanto se apoderaba de ella y se transformaba en un grito. ¡De verdad me tenía impresionada, y más que eso, verdaderamente asustada!.
No se cuánto tiempo haya transcurrido, pero se me hizo…, infinito…, hasta que por fin…, comenzó a llorar ya con más fluencia y a tratar de pronunciar algunas palabras, por lo que el chico se animó a preguntarle:
/ Carmelita…, ¿estás bien…?,
pero no se animaba a quitársela de encima de él, continuaba recargada en su pecho, ahora ya simplemente sollozando, ya sin llorar:
& ¡papito…, Luisito…, nunca me había sucedido nada como esto…!, ¡eres de verdad garañón…!, ¡eres todo un tesoro, papito…!, ¡me gustas muchísimo…, me encantas…, te adoro…!, ¡te adoro…, te adoro…!. ¡Qué verga tan rica tienes, papito…!. ¡Tómame de tu puta, de tu sirvienta, de tu lo que quieras…!, pero regálame al menos otra tarde tan placentera como esta…!, papito.
/ Carmelita…
Quiso decir algo el muchacho pero mi mamá le puso un dedo en la boca y:
& no digas nada Luisito…, de verdad que fue delicioso, salvaje, muy tierno, lascivo, detonador…, impetuoso…, ¡muchísimas gracias, chiquito…, esto nunca se me va a poder olvidar…!.
y lo volvió a besar en la boca y se dejó caer nuevamente por encima del cuerpo del chico, que la abrazaba por su cintura.
Estuvieron un largo rato acostados, de esa manera, en silencio, reposando su orgasmo. El chico le acariciaba la cintura, la espalda, sus cabellos; mi madre le acariciaba la cara, y le besaba las mejillas, el cuello, las orejas, su pecho, hasta que el chico se reacomodó y mi mamá se acostó junto a él, sin dejar de abrazarlo, diciéndole:
& ¡eres mi garañón…, eres mi semental…, me dejaste todita colmada…!, ¡me soltaste los litros…, estoy completamente llena de mecos…!, ¡muy llenita de leche…!. ¡Toda la que me hacía mucha falta desde hace ya muchos años…, papito…!. ¡Eres un lindo…, mi rey…!.
Se hizo nuevamente el silencio, pero después ya fue Luis quien habló:
/ ¡Carmelita…, qué susto me has dado…, creí que te estabas muriendo…!
& ¡Solamente del placer…, me estabas matando…, Luisito…!. ¡No sabes qué placer tan enorme me has dado!. ¡Es el orgasmo más sensacional que he tenido en toda mi vida…!. ¡No sabes cómo te lo agradezco, muchacho…!,
le dijo, acariciándole nuevamente su cara, y entonces, ya con algo más de confianza de que estaba ya todo bien, el chico le comentó, a manera de broma:
/ ¡parecías batidora, chiquita…!.
¡Es cierto!: ¡vaya que sabía moverse mamá!.
/ y gritona…, ¡como sirena de una ambulancia…!. Menos mal que no vinieron los de la vigilancia del hotel a callarnos…, ¡jajaja…!.
¡Vaya que sí…!; yo ansiaba escucharlos gritos, pujidos, gemidos y ayes de placer, de mi madre, al tener relaciones sexuales, pero…, nunca me imaginé que pudiera ser tan estruendoso el asunto.
Después de decir eso, el chico se levantó:
/ Ya me anda de la pipí…, voy al baño…,
dijo, y se fue para el baño, momento que yo aproveché para salir de mi puesto de observación y, luego de hacerle “adiós” con la mano a mi madre…, me salí de ese cuarto.