En busca de Silver
Una expedición a África, en las cumbres del monte Kolongo, en busca de lo que Marta siempre había soñado.
Por fin habíamos llegado a la base de la montaña. Las cumbres del "Kolongo" eran más impresionantes de lo que jamás hubiésemos sospechado. Sus empinadas laderas repletas de vegetación me hacían sentirme pequeña, era como tener que enfrentarme a toda la naturaleza de África.
Decidimos no perder mucho tiempo y nos dispusimos a subir aquellas laderas de la montaña en busca de la familia 203/F, la familia de gorilas más legendaria de todo Tanzania.
La expedición la formábamos mi marido Gonzalo, y nuestros porteadores Kananga y Babatuba. No era fácil diferenciarles, su tez era tan negra que apenas se distinguían sus rasgos faciales.
Mi nombre es Marta Papallona, un apellido de origen griego. Tengo 32 años, licenciada en veterinaria y biología. Mi tesis doctoral fue acerca de las conductas familiares de los gorilas. A priori no parece muy interesante lo sé, pero para mí los gorilas han sido toda mi vida.
Conocí a Gonzalo en el Zoo de Barcelona. Allí vivimos y lloramos los últimos momentos de Copito de nieve, el único gorila blanco conocido hasta la fecha.
Poco después del fatal desenlace de Copito, vimos que estábamos hechos el uno para el otro. Supongo que le deslumbre, no solo por mis conocimientos del gorila, sino por una sonrisa maravillosa, un cuerpo que siempre me ha entusiasmado cuidar y una mirada azul que según me confesó en una ocasión le arrebató el sentido. Yo le decía socarronamente "seguro que te fijas más en mi mirada azul que en mis pechos y en mi culito respingón, seguro que sí".
Decidimos casarnos, en una ceremonia sencilla, íntima y romántica.
Desde entonces, nuestras mentes estaban puestas en el monte Kolongo y en la experiencia de vivir entre gorilas para estudiar su conducta.
Las laderas del Kolongo eran más escarpadas incluso de lo que aparentaban desde el campamento base. Los intrépidos Kananga y Babatuba se las veían y deseaban para llevar a cuestas el equipo completo de filmación y medición. La humedad, el calor y los mosquitos eran, por desgracia, nuestros más fieles acompañantes. Las voces de las aves en la selva parecían ir advirtiendo al resto de la fauna de nuestra presencia. Yo estaba segura de que la familia 203/F ya conocía el hecho de que iban a tener visita.
Seis horas después y viendo que la noche se nos echaba encima decidimos levantar un pequeño campamento y reiniciar la marcha al día siguiente. Y fue al día siguiente, de mañana, con los primeros rayos de sol despuntando por la cumbre del Kolongo, cuando reiniciamos la marcha.
Los gorilas viven en familias muy similares a las nuestras. La unidad familiar consiste de un macho dominante, es posible que hayan uno o dos machos adultos subordinados, y una o varias hembras y sus hijos. Normalmente estos grupos consisten de cinco a doce individuos, pero pueden ser de hasta treinta de ellos. Usualmente el macho dominante es un adulto que ya tiene la espalda plateada. El mítico macho dominante de la familia 203/F era un gigante de 200 Kg llamado Silver. La excitación por ver aquel individuo nos embriagaba a Gonzalo y a mí. Kananga nos comentó que en una ocasión, pudo verle de lejos con otra expedición del National Geographic. Ciertamente esperábamos tener mejor suerte.
Dos horas después de iniciar la marcha hicimos un descanso. La respiración parecía faltarnos por la altitud y la humedad, y yo necesitaba ir tomando notas de la vegetación de la zona.
Me encontraba enfrascada en mis anotaciones cuando escuché un leve crujido, una rama. Levanté la mirada y ni Gonzalo ni nuestros porteadores estaban junto a mí. De nuevo escuché movimiento de follaje, me asusté. No debía gritar pidiendo ayuda, en estos casos mantener la calma es fundamental. Un nuevo ruido me hizo girarme y allí detrás de mí a apenas 5 metros estaba una cría de gorila. Poco a poco se acercó a mí con curiosidad. Era una hembra de apenas 6 u 8 meses. Lo último que deseaba era asustarla, así que me quedé quieta, mirándole de reojo para evitar que pudiese sentirse amenazada. Mi postura hizo que tomase confianzas y 10 minutos después estaba tan cerca que podía tocarla. Era increíble. Le di unas hojas que tenía junto a mí y ella las aceptó de inmediato.
Este momento que tanto había esperado se había hecho realidad y Gonzalo no estaba junto a mí para compartirlo.
De pronto escuché un gruñido atroz. La joven gorila huyó al instante y me vi sola frente al ejemplar más impresionante que jamás hubiese soñado ver. Sin duda aquel era el mítico Silver. Un macho descomunal que me miraba fijamente, sabiendo que no era rival para su fuerza.
A pesar del pánico que estaba sintiendo en esos instantes recordé mis bases teóricas y me quedé inmóvil, a cuatro patas, en señal de sumisión, evitando en todo momento la mirada de Silver. Mi postura dócil bastó para que Silver se sentase a observarme, era evidente que no era una intrusa, ni una amenaza para su familia.
Aquel era el encuentro más soñado de mi vida y Gonzalo seguía sin aparecer. De pronto escuché detrás de mi, entre susurros, una voz familiar. Era Kanaga.
-. No se mueva señorita.
-. No te preocupes Kananga. Creo que lo tengo controlado.
-. Me voy a acercar a usted, no se asuste, pero no se gire tampoco, no pierda de vista al macho.
Kananga se situó a 7 u 8 metros detrás de mí para controlar la situación. Era reconfortante tener a alguien junto a ti en esas circunstancias y más si era Kananga, que era el único de los dos porteadores que sabía inglés.
-. Señorita, estaré vigilando. Puede tomar notas si lo desea.
-. Prefiero no moverme por ahora. De hecho estoy paralizada.
-. Esto puede ir para largo, los gorilas nunca tienen prisa. Es mejor que se siente, pero hágalo despacio.
-. No importa, me quedaré así a cuatro patas. No quiero hacer nada que le incomode y haga que se vaya.
De pronto Silver comenzó a avanzar hacia mí. Ignoró a Kananga y se puso junto a mí. Podía tocar al mítico Silver, pero estaba tan asustada que no podía levantar las manos ni la mirada del suelo. Estaba frente a mí, sentado. Escuché un leve gruñido y vi como de pronto su pene comenzaba a aparecer como de la nada.
Aquel inmenso pene apuntaba hacia mi cara, un leve desazón me invadía. Si Silver estaba en celo y yo en aquella posición.... Kananga pareció darse cuenta del asunto y comenzó a acercarse, probablemente jugándose la vida. Silver inesperadamente retrocedió.
Kananga se situó justo detrás de mí, levanté un poco la mirada y el gorila se había apostado a unos 10 metros.
-. El macho no está seguro si usted es una hembra con la que pueda aparearse.
-. Ya veo. Esto es realmente excitante. Toda la vida queriendo ver un gorila y ahora, con el primer macho que me topo duda si debe aparearse conmigo.
-. Si yo me sitúo aquí dudará. Pensará que yo soy el macho de su especie y que si él la monta a usted, desperdiciará su valiosa carga genética.
-. Kananga, en ese caso no se mueva de ahí. No me gustaría que mi primera experiencia con una gorila fuera sexual.
Silver dio dos pasos hacia delante.
-. Kananga, que podemos hacer.
-. Señorita Marta, no se asuste, voy a poner mi nariz en sus partes traseras, para demostrarle que usted en una hembra de mi especie.
Kananga, con riesgo de su vida, comenzó a imitar los movimientos de los gorilas cuando huelen a sus hembras, para dejar claro que yo no era una hembra de gorila.
Pero aquello a Silver no pareció convencerle.
-. Señorita, no pierda la calma, no parece que el macho esté dispuesto a marcharse.
De pronto se escucharon nuevas voces, eran Gonzalo y Babatuba, escondidos detrás de una ramas.
-. ¿Marta, cariño, estás bien?
-. Gonzalo que alegría oírte. Es Silver, ¿Le ves? ¿Le ves? ¿Puedes filmarle?
-. Si, estoy filmando. Es maravilloso Marta.
-. Si, si que lo es. Kananga está detrás de mí.
-. Lo sé cariño. Veo que está arriesgando su vida por cubrirte las espaldas.
Silver lanzó un gruñido feroz que nos heló a todos la sangre. Parecía no estar dispuesto a dejar a una hembra de su territorio sin montar. Gonzalo miró a Kananga.
-. Kananga, tenga cuidado. No debemos correr riesgos para nadie.
Silver parecía cada vez más agresivo, Babatuba dijo algo a Kananga.
-. Kananga, ¿que dice su compañero?-. Susurró Gonzalo.
-. Señor Gonzalo, dice que el macho se está enfureciendo, que quiere aparearse con su esposa. Para evitarlo, debo demostrar al gran macho que yo soy el macho de su mujer. Babatuba me sugiere que la única forma de hacerlo es que yo le enseñe mi pene, que vea que soy yo el que debe montarla.
-. Kananga, no son momentos para dudar, haga lo que sea necesario.- Replicó Gonzalo.
-. Señorita, no sé si... .- tartamudeó Kananga.-
-. Kananga, somos científicos, no se preocupe. Gonzalo, filma este comportamiento del macho. Es increíble. Y por supuesto, en cuanto se desnude Kananga filma su pene y la expresión de Silver al verlo. Va a quedar un reportaje fabuloso.
Kananga, sin un solo movimiento brusco, comenzó a desnudarse. La curiosidad por ver la reacción de Silver ante el pene de un rival me estimulaba. Yo no podía ver a Kananga que se situaba detrás de mí, pero la sensación de excitación me llenaba. Al escuchar como dejaba su última prenda en el suelo, no pude evitarlo y me giré lentamente para ver a Kananga. Estaba arrodillado, detrás de mí, tan asustado que su pene apenas podía distinguirse. Babatuba dijo algo en su idioma.
-. Kananga, que ha dicho tu compañero.- Le susurré sin apartar la mirada de su pene.
-. Señorita, Babatuba dice, que debe parecer totalmente real, que debo exhibir mi deseo de aparearme. Debo aparecer excitado. El gorila debe ver que estoy excitado.
-. ¿Cree que podrá hacerlo? ¿Cree que podrá excitarse?.- Le dije.- Creo que su compañero tiene razón, un pene excitado será más convincente.
-. Señorita, tengo a su marido filmándome con una cámara y un gorila macho de 200 kg a 10 metros. No creo que pueda excitarme.
-. Kananga, usted es un hombre y yo una mujer. Sé que esto es duro para todos, pero haga lo que sea necesario para excitarse. Tóquese, quíteme la ropa, lo que sea necesario. En este momento usted y yo somos científicos, personas de la misma especie, el sexo y los tabúes derivados del mismo debemos suprimirlos de nuestras mentes. No se preocupe, no será la primera vez que vea un pene excitado y no será la primera vez que alguien se excita junto a mí.
-. Señorita, con su permiso, voy a bajarle su pantalón. Creo que será suficiente.
-. Adelante Kananga. Gonzalo, filma esto, debemos tener cada una de las reacciones del macho ante estos retos que le vamos planteando.
Kananga, con un tacto exquisito, pasó sus manos por mi cintura hasta llegar con sus dedos a desabrocharme el pantalón, poco a poco comenzó a tirar de él hasta dejarme con el tanga blanco que llevaba como ropa interior. Levanté primero mi pie derecho y luego el izquierdo para que pudiese sacar las perneras completamente.
-. ¿Y bien? ¿Cree que al ver mi culo podrá excitarse?. Aquella pregunta llegó un poco a destiempo, ya que Kananga ya estaba luciendo un enorme pene que bien rivalizaba con el de Silver.
Mi interés era meramente científico, pero no pude evitar tragar saliva al ver aquel inmenso falo negro. Reconozco que en ese momento sentí la necesidad de girarme completamente para apreciar en toda su magnitud todo aquello que en ese momento apuntaba a mis nalgas. Pero solo fue un momento.
Silver parecía estar muy atento a todos nuestros movimientos. Parecía incluso interesado en ver el pene de Kananga ya que hacía esfuerzos por intentar verlo entre mis piernas. Tanto fue el interés que comenzó a acercarse con paso enérgico.
-. Cariño, - susurró Gonzalo- . No parece tener actitud agresiva, no te preocupes. Tiene curiosidad, solo eso.
Silver se acercó para comprobar si Kananga se estaba realmente apareando, y comprobó a menos de 20 cm. Como el pene de Kananga no estaba realmente dentro de mí. Ese momento fue científicamente algo mágico. Silver pensaba que no sabíamos cómo aparearnos y decidió ayudar. Ese comportamiento fue uno de los más sorprendentes que vimos en los gorilas en toda nuestra expedición.
Silver estaba llegando a la conclusión de que Kananga quería aparearse pero que no sabía cómo hacerlo y por ello parecía dispuesto a enseñarle cómo hacerlo.
El gran macho tomó la iniciativa comenzó a acariciarme con sus manos de cuero negro y sus enormes dedos con una delicadeza, que jamás hubiese imaginado en un monstruo de 200kg. Sus dedos pasaban suavemente por el hilo de tanga que tapaba la rajita de mis nalgas. Esa suavidad, aunque parezca poco científico, me hizo estremecer en algún momento.
En primer lugar comprobó que nuestros aparatos reproductores eran muy similares, de hecho descubrió que "algo", mi tanga, lo tapaba. La reacción al descubrirlo fue evidentemente la de apartar aquello que "molestaba" y con su enorme fuerza rompió sin ninguna dificultad el hilo que se metía por mis nalgas.
Supongo que era una reacción lógica, poco controlable, pero comenzaba a notar una excitación como nunca me había sucedido.
No sé si el hecho de que el pene de Kananga apuntase hacia el agujerito de mi culo o que un enorme gorila me estuviese metiendo mano influían en aquella excitación, pero apenas podía contenerme.
Intentaba enmascarar como podía los suspiros de placer para que Gonzalo no se sintiese contrariado. Lo peor de todo es que aun me excitaba más el hecho de que Gonzalo, mi marido fuese testigo de todo aquello.
Mi sexo se humedeció al instante al buscar la mirada de mi marido y comprobar que su interés era únicamente filmar la situación.
Silver, como si de un humano se tratase, consiguió deshacerse de la camisa que llevaba puesta y no le costó romper los tirantes de mi sostén, dejando mis pechos desnudos a la vista de todos. Qué demonios, estábamos a 500 km de la civilización, no eran momentos para tener dudas o incertidumbres. Estaba completamente desnuda y en lo único que podía pensar era en mis reacciones no controladas. Deseaba ser poseida, mi sexo totalmente húmedo lo pedía a gritos.
Parece que Silver se dio cuenta y comenzó a acariciar mi sexo con uno de sus enormes dedos, hundiéndolo lentamente hasta traspasar mi umbral del placer.
-. Cariño, no te muevas, puede ser peligroso, Kananga quédese junto a ella.- Decía Gonzalo mientras seguía filmando.
-.No me muevo, cariño, no me muevo.- Le dije entre suspiros de placer, mientras el dedo de Silver seguía acariciando mi clítoris y por supuesto Kananga, totalmente excitado no apartaba la vista de mi culo que se movía ligeramente con cada evolución del dedo del gorila en mi coñito.
Una vez que Silver creyó que estaba preparada para el apareamiento. Se alejó. Su propósito era que Kananga cumpliese su objetivo. Y así se lo hizo saber con un gruñido.
Kananga comenzó a ponerse nervioso, Babatuba le gritaba en su idioma inquiriéndole algo.
-. Kananga, que le dice su amigo.- Le pregunté.
-. Babatuba cree que el gran macho me está sugiriendo que me aparee con usted. Babatuba cree que si no lo hago me golpeará hasta que lo haga.
-. Gonzalo,.- le grite.- ¿Has oido eso? ¿Qué crees que debemos hacer? Si Silver golpea a Kananga podría matarle.- Por supuesto yo estaba deseando que Kananga se aparease conmigo, estaba completamente desnuda, excitadísima y en la situación más absurda que jamás hubiera soñado y además con mi marido filmando toda la escena, pero, esto es parte del estudio del gorila y su comportamiento, por supuesto. Rezaba porque Gonzalo nos diese su consentimiento para aparearnos allí mismo como animales, casi podía sentir el magnífico pene de Kananga rozando mis partes más íntimas.
-. Marta, cariño, no sé, eres tú la que debe tomar la decisión. Supongo que si Kananga no hace lo que Silver le pide, podría haber consecuencias, pero es decisión tuya.
-. Gonzalo, mi amor, no quiero que te sientas culpable por nada de lo que vaya a suceder, todo esto es en nombre de la ciencia, este comportamiento del gorila merece este sacrificio por mi parte.
Kananga no podía más de excitación y comenzó a masturbarse. Gonzalo al verlo no pudo contener su ira.
-. ¿Qué hace Kananga? ¿No ve que el gorila podría considerarlo una afrenta? Es muy poco profesional por su parte. Acerque su pene al culo de mi esposa e imite los movimientos de un apareamiento. Esperemos que el gorila se lo trague.
Kananga, obedeciendo, se puso justo detrás de mí y comenzó a moverse adelante y atrás. Su pene me rozaba el clítoris y hacía la intención de introducirse. Eso me puso más cachonda si cabe y comencé a moverme a su ritmo, haciendo lo posible por rozar mis labios con la punta de su increíble y enorme pene negro.
Silver parecía satisfecho, pero no así Kananga y yo, que estábamos absolutamente decididos a terminar aquello que habíamos empezado. El maldito mono de los cojones no nos increpaba y resultaba complicado justificar delante de Gonzalo el apareamiento.
En algún momento, nuestros movimientos eran tan bruscos que podía llegar a sentir como la punta de Kananga atravesaba mis defensas, lo cual hacía que se me escapase un suspiro de placer.
-. Muy bien Marta, creo que con ese teatro que estás haciendo, Silver piensa que estáis teniendo sexo.
-. Gonzalo, graba esto por favor, no quiero que este documento se pierda, quiero recordarlo una y otra vez, grábame cariño, grábame.
-. Marta, cariño, lo estoy grabando todo, no te preocupes. Kananga, gracias por salvar la vida de Marta, pero por favor, dígale a Babatuba que no se masturbe más, que me está poniendo nervioso.
Silver parecía estar satisfecho, pero de pronto hizo un gesto extraño y volvió a acercarse a nosotros. Era como si hubiese descubierto el engaño.
Kananga quedó paralizado de terror. Silver comenzó a golpear su pecho de forma más que agresiva, lanzando gritos que hacían estremecer toda la selva.
Gonzalo filmaba la reacciones del gran macho.
-. Creo que no está satisfecho con vuestro teatro, cariño, prepárate para lo peor.- Gritó Gonzalo.
¿Lo peor? Pensé para mí, ¿con mi sexo goteando de placer?. Por fin había reaccionado aquel maldito mono, por fin tenía excusa para ser follada por aquella polla que me enfilaba una y otra vez. Por fin.
Kananga miró a Gonzalo, y Gonzalo me miró lamentando lo que a partir de ese momento me podría pasar.
-. Marta, cariño, la vida de Kananga está en peligro.
-. Gonzalo, mi amor, no temas por mí, todo esto es ciencia, no debemos cerrar nuestras mentes con los tabúes que existen en la civilización. Estamos en territorio de los gorilas y debo afrontar aquello que me piden los gorilas. Kananga, no se preocupe y proceda. Métame su pene hasta el fondo, no tenga reparos.
Kananga no se lo pensó e me introdujo su enorme pene provocándome un inmenso grito de placer que estremeció al mismísimo Silver.
Aquel porteador negro, totalmente desatado, se agachó para cogerme los pechos y comenzó a amasarlos con una profesionalidad exquisita, pellizcando en su justo punto mis excitados pezones, besando mi cuello, mordiendo mis hombros.
Podía sentir como aquella polla entraba una y otra vez, penetrándome hasta donde nadie antes había llegado. La palabra sexo comenzaba a tener sentido.
No tardé en correrme con un enorme y largísimo suspiro repleto de placer, deseando que Kananga estuviera lejos de terminar para que me diese tiempo a arrebatarme todos los orgasmos que pudiera. Era increíble, jamás hubiese pensado que era tan multi orgásmica.
-. ¿Lo estás filmando Gonzalo? Mmmm, ¿Lo estás filmando?.
-. No te preocupes cariño, todo está siendo grabado. Hasta el último detalle.
Poco después de esa frrase, Kananga comenzó a bombear dentro de mí. Aquello arrancó mi tercer orgasmo.
Silver satisfecho de su labor didáctica y convencido de que se había completado el apareamiento, se perdió entre la maleza.
Por mi parte caí al suelo reventada de placer, sintiendo toda la fuerza de la naturaleza en mi cuerpo desnudo.
Kananga creo que por un momento perdió la consciencia. Supongo que había sido demasiada tensión para él todo aquello. Pobrecito.
Aquella noche en el campamento. Entre Marta y Gonzalo.
-. Marta cariño, lo de hoy... no quisiera que pensases que soy un cobarde y que podía haber hecho algo más por salvar tu...
-. Gonzalo, mi amor, debemos pensar en lo que hoy hemos aportado a la ciencia y debemos pensar que quizás hayamos salvado la vida de Kananga.
-. Marta, cariño, mi heroína. ¿Quieres que veamos el video completo?
-. Estoy deseando revivir esta experiencia y empezar a tomar datos. ¿Te importa si me pongo cómoda y me desnudo para ver el video?
Aquella noche en el campamento. Entre Kananga y Babatuba.
-. Kananga, maldito cabrón que suerte has tenido. La jefa esta vez estaba buenísima y no la gorda que me tocó follarme la última vez.
-. La mejor que me he calzado con este rollito del gorila cabreado. Que tetas, que culito y la muy guarra le chorreaba el chichi que daba gloria verlo. Y encima el marido grabándolo todo el muy panoli. Por cierto, ¿Has llevado a Silver los mangos y papayas por los servicios prestados?
-. Si, le he dejado algunos más de los habituales, que esta vez se lo ha currado el tío.
-. Hay que conseguir una copia del video, que nos vamos a descojonar recordando esto. Por cierto, ya te vale cascarte una paja delante del marido mientras me estoy cepillando a su mujer.
-. Kananga, que uno no es de piedra.