En Busca de Nuevas Sensaciones 0.-Prólogo

La historia en primera persona de un adolescente que decide perder su virginidad con una trabajadora sexual, llevándose una inesperada sorpresa al descubrir que ésta se trataba de una persona muy cercana a él.

0-Prólogo

Mi nombre es Tadeo, tengo 18 años recién cumplidos, y soy virgen, así es, si bien no soy tan poco atractivo (más de 1.80, flaco, blanco con cabello negro lacio y ojos color miel) tengo muchas dificultades para relacionarme con mujeres.

Por si no fueran pocas las presiones que tengo a mi edad, todos mis amigos ya lo han hecho, incluso Violeta, mi hermana melliza con la que vivimos junto a nuestros padres, ya había estado en pareja en más de una ocasión por lo que de seguro tampoco era virgen.

Cansado de mi situación decidí entrar en la web con el objetivo de hallar un burdel en mi ciudad, luego de una investigación encontré el lugar elegido al que iría al día siguiente: Un ex hotel muy cerca del centro en el que trabajaban varias chicas y podría ir sin reservar.

Al otro día me dirigí al lugar, caminé por la ciudad bajo el calor de las 3 de la tarde, era una zona transitada así que ni bien llegué a la puerta entré lo más rápida y disimuladamente que pude, me recibió una mujer de unos 50 años que al parecer era quien estaba a cargo.

La madame me dio una especie de catálogo, en la que había fotos de las 3 trabajadoras que estaban disponibles: Una morena de grandes curvas, rasgos latinos (o eso parecía ya que a ninguna se le veía la cara) vestida con un conjunto de encaje negro. Una chica al parecer bastante más joven, cuerpo de teen bastante delgada, con un top y un mini-short de colores llamativos, y por último una auténtica MILF rubia, ropa interior color celeste que dejaba ver su cuerpo fitness pero con grandes atributos, como las que veía en el porno. Le indiqué a la recepcionista cual era la elegida, luego de cobrarme me dio un jabón y una toalla, y me dijo que esperase en la habitación al final del pasillo.

Ya dentro del cuarto, previa visita higiénica al tocador, la ansiedad me comía por dentro, sentía mi corazón como se aceleraba a medida que se acercaba el momento, por fin iba a suceder eso que tanto esperaba, de pronto, escucho el sonido de la puerta acompañado por el inconfundible caminar con tacones.

De repente la vi entrar, vestida con la misma lencería que traía en las fotos, con una falda semitransparente a tono, una particular forma de caminar levantando bastante sus largas piernas apenas cubiertas con medias de red, terminando en unos tacones de plataforma ancha color negro, dejando al descubierto su más que notoriamente trabajado abdomen plano, con un piercing en el ombligo, sostén de un radiante turquesa con un imponente y firme escote. Pero toda esa excitación cesó en el momento en que vi su cara e hicimos contacto visual, nos reconocimos al segundo, ambos nos quedamos helados hasta que ella finalmente logró decir:

-¿Tadeo? ¿Qué estás haciendo en este lugar?.

Se trataba de mi tía Mariana, la hermana menor de mi madre. Mi tía Mariana la del inexplicable costoso nivel de vida para sus 37 años, la marginada de la familia, se encontraba ahí, con un extravagante maquillaje, semidesnuda, una mezcla de olor a humo de cigarrillo y perfume de primera marca; preparada para satisfacer a un cliente más, lo que no se imaginaría nunca es que ese cliente sería su adolescente y tímido sobrino.

En ese instante, aunque no lo supe en ese momento, fue el estallido inicial del giro drástico que tomaría mi vida desde ese entonces.