En busca de mis clientes (3)
en mi profesión es indispensable ayudar a los clientes cuando lo necesitan. Tercera y última entrega.
En busca de mis clientes (3).
Tercera parte y última de la historia de la recogida de mis clientes en mi barco.
Después de la cena, pude probar cuando llegamos al barco a las dos hijas de Gema. Lorena y Sara me habían hecho pasar unas horas maravillosas, chupándome la polla y follándome a tope.
Pero esa noche seguía y después de hacerlo con las dos hijas, mientras la madre se masturbaba a nuestro lado, nos fuimos al camarote principal.
Lorena se marchó a su camarote, alegando que estaba cansada y que prefería dejarlo para mañana, pero su madre y su hermana todavía tenía ganas de marcha, al igual que yo.
Entramos en el camarote y nos acostamos en la gran cama de Gema. Fue ésta la primera que empezó a besarme, mientras su hija se ponía manos a la obra y comenzaba de nuevo a comerme la polla para levantármela. Sara era una magnífica mamadora de polla, aunque su madre le sacaba cierta ventaja por los años de experiencia, aunque nunca con su marido, como más tarde me confesó. Gema me ofrecía sus tetas y yo no las desperdiciaba en absoluto. Relamía todo su esplendor y mordisqueaba sus pezones mientras ella se las acariciaba, y en algún momento, me tiraba del pelo, a modo de que lo pasaba bien. Una de mis manos consiguió llegar hasta su coño, y aún mojado de su orgasmo anterior, le comencé a masturbar yo ahora. Le masturbaba y le comía las tetas, y ella gimiendo suavemente mientras Sara seguía levantándomela con su boca. No tardó mucho en ponerla dura de nuevo, y subirse de nuevo sobre mí, mientras yo seguía masturbando a su madre y comiéndole las enormes tetas que me presentaba.
Esta vez, Sara apretaba el ritmo y saltaba como si estuviese domando a un potro. Sus manos recorrían mi pecho y se acercaban a las tetas de su madre, que acariciaba cuando yo las soltaba de la boca. Su madre sonreía mirándola cariñosamente. Lo que no me esperaba es que de pronto, Gema fuese a besar a su hija y le comiese la boca como me lo hacía momentos antes a mí. Sus lenguas chocaban por fuera de sus labios, y luego se encontraban dentro de sus bocas. Sus salivas se entremezclaban y sin que Sara parase de saltar sobre mi polla o yo dejase de masturbar a Gema.
Sara se vino enseguida. Se corrió brutalmente, y dejó mi polla lleno de fluidos calientes que su madre aprovechó para llevarse a la boca cuando ella se bajó de encima de mí. Gema relamía mi polla con los fluidos de su hija postrados en ella. Sara me ofrecía ahora su boca y luego sus tetas para que me las llevase a la boca. Y fue entonces cuando sentí a Gema subirse sobre mí. Se hincó mi trozo de carne de un golpe fuerte, severo y sonoro. Su grito de placer mezclado con algo de dolor retumbó en la habitación. Estaba sentada de espaldas a su hija y a mí, y con las plantas de los pies apoyadas en la cama de matrimonio que adornaba la suite de clientes. Saltaba y volvía a bajar, sin descanso, colocando sus manos sobre mi abdomen y mirando al techo mientras mi polla le entraba y le salía a un ritmo descomunal. Mi corrida estaba a punto de hacer su aparición cuando ella misma, sin que nadie dijese nada, paró. Se bajó de la cama, y, apartando a su hija, me levantó. Me pasó por detrás de ella, se inclinó y mirándome de reojo, me pidió que se la clavase por el culo, que hacía mucho que no lo hacía. Apunté despacio, y, con la cabeza de la polla, fui empujando despacio, muy despacio, hasta que fue entrando lentamente. Se quejaba, pues el culo lo tenía bastante cerrado, ya que según ella, llevaba muchísimos años sin que nadie le diera por el culo. Costó bastante, y por fin, tras varios intentos fallidos, pude metérsela más de la mitad. Aguante un tiempo así, sin moverme, para que se acostumbrara un poco al grosor y al largo tiempo sin tener nada allí dentro. Cuando se calmó un poco, empecé un suave mete-saca con el que pronto se oyeron nuevamente suspiros de placer, y nada de dolor. Sin darme cuenta, Gema estaba comiéndole el coño a su propia hija, y ésta acariciándose las tetas, viendo como su madre le lamía el coño y el clítoris sin cesar. Y fue entonces, unos 10 minutos después de metérsela por el culo, cuando yo exploté. Me corrí en el culo de Gema, mientras ella instantes antes, se había corrido dejando de chuparle el coño a Sara, que terminaba la faena ella misma, masturbándose fuertemente, para alcanzar su clímax.
Cuando saqué la polla del culo de la madre, la leche salía a borbotones de allí. Gema se la restregaba por el coño mientras se derrumbaba en la cama, y respiraba ahora con algo más de calma.
Cuando me acosté a su lado, Sara terminó y llego su nuevo orgasmo. Se corrió dando unas convulsiones terribles sobre la cama, a nuestro lado, mientras su madre y yo la besábamos en la cara.
Dormimos y la noche se convirtió en día. Temprano, me levanté y dejé a madre e hija durmiendo en la cama. Me vestí y me preparé para salir del puerto rumbo a nuestro destino. Cuando llegué al puerto de mando a encender los motores, Lorena ya estaba allí. Me dio las buenos días con un beso en la boca, y me preguntaba que si podía ayudarme en algo.
Por fin, después de repostar, salimos del muelle y nos dirigimos a Tenerife. Cuando Sara y Gema se levantaron y salieron a cubierta, en medio del océano nos encontrábamos ya. En ese mismo momento que ella llegaron a cubierta, Lorena permanecía abierta de piernas sobre el sillón de mando mientras yo le comía el coño, y con tono divertido, daba los buenos días a su madre y a su hermana.
La verdad es que casi no llego a Tenerife, cuando lo normal es que se tarde una hora o algo menos, dependiendo de a cuantos nudos vayas, el tiempo y todo eso, pero es que no paraba de follar con una y con otra y con otra y vuelta a empezar. Eran ninfómanas y yo estaba ya que casi no me tenía en pie.
Por suerte, llegamos al cabo de unas 3 horas y pico a Puerto Colón, en el sur de Tenerife, nuestro destino. Recogieron las cosas y las ayudé a desembarcar. Nos despedimos con besos en la boca, como si nada, y me dejaron sus números de teléfono, dirección y e-mails apuntados en unas tarjetas por si quería volver a contactar con ellas, pero por el momento, la verdad, es que necesitaba unos días de descanso.
FIN .