En buena compañía
Nueva experiencia con una nueva pareja bisexual
Llegamos sobre las 23.45 al pub liberal, unos tres cuartos de hora después de que abriera esa noche. No queríamos llegar muy temprano, pues no sabíamos cómo funcionaban esa clase de locales y nos daría un poco de corte ser los primeros y coincidir con muy poca gente, sin saber cómo actuar.
Yo soy Marcos, tengo treinta y cuatro años, me conservo bastante en forma, con un cuerpo fibroso, ya que suelo hacer mucho deporte. Tengo los ojos color verde miel y el cabello rizado y largo. Y mi acompañante, mi pareja, se llama Laura, es bajita, con un cuerpo no muy atlético, aunque se cuida haciendo deporte, tiene los pechos grandes aunque no excesivos, también de pelo rizado y muy morena, de mi misma edad. Yo voy vestido con un pantalón de lino blanco y una camiseta de manga corta azul que me queda ceñida. Por su parte, Laura lleva una falda de tubo negra que le cubre las rodillas, con tacones y una camiseta blanca de tirantas ajustadita.
Cuando entramos, en la puerta nos atiende una señorita de unos cincuenta años bastante bien cuidada, con un traje rojo burdeos con una raja en la pierna, con el pelo negro azabache oscuro, flequillo cortado, que ya de por sí me dio morbo, que nos dio unas ligeras instrucciones sobre cómo actuar dentro del pub. Nos dijo que teníamos derecho a cuatro copas con la entrada, que podíamos no hacer nada si no queríamos, que observáramos todo lo que quisiera, que para el sexo vaginal y anal con otras personas era necesario usar condón, hecho éste que no hacía falta que me lo recordara porque yo no iba a meter el pito en cueva ajena sin protección ni Laura se iba a dejar hacerlo tampoco. En fin, nos comentó otras cosillas y nos dijo que esa noche era especial bisexual, lo cual no quería decir que necesariamente se tuvieran que tener relaciones de tal carácter, pero que normalmente estos días pues acudían más parejas abiertas a este tipo de sexo.
Lo primero que hicimos una vez entramos, fue ir a la barra para pedirnos unos copazos e intentar desinhibirnos un poco, ya que estábamos muy tensos al ser la primera vez que acudíamos a un lugar como éste. En la barra había de pie dos parejas, como si fueran matrimonios, que aún estaban vestidos y simplemente estaban de vueltas a la barra mirando como en el otro lado del local, un hombre y una mujer, de unos cincuenta años, le hacían una mamada a un joven de unos veinte años que por su peinado y su rostro maquillado, parecía gay. Al estar tan cerca de una de las parejas, pude oír como la mujer le susurraba al oído a su marido que quería verle hacer lo mismo durante la noche, a lo que él le respondió con un “lo que tú mandes, cariño”, que al parecer lo dijo un poco más alto para que lo oyésemos el resto.
Tanto el espectáculo como aquella insinuación iniciaron que la polla se me pusiera morcillona. En cualquier otra situación, el hecho de no llevar ropa interior me hubiera puesto en un apuro, pero este sitio me daba igual.
La música latina que sonaba en los altavoces no estaba muy alta, para permitir que los asistentes pudieran hablar sin tener que gritar, ya que no se trataba de una discoteca, aunque si los asistentes querían bailar, podían hacerlo. De hecho, una de las parejas que estaba en la barra se animó a hacerlo y se unieron a dos chicos jóvenes que estaban en medio de la pista entre bailando y morreándose.
Le pregunté a la camarera que nos sirvió las copas que si solo estábamos los que nos encontrábamos en la sala de baile y copas y nos comentó que no, que ya había dos parejas que nada más llegar se fueron a las salas privadas, que si queríamos que podíamos ir a observar o unirnos a la fiesta. Preferimos quedarnos a observar el ambiente. He de admitir que ver como la pareja le hacía una mamada al chaval me estaba poniendo muy cachondo. Al oído bajito, le pregunté a Laura que si estaba disfrutando de aquello y si era como se lo esperaba. He de decir, que tanto ella como yo habíamos leído bastantes relatos eróticos y porno sobre locales liberales y de swingers. Lo que me soltó, para que lo oyesen los del al lado, me excitó si cabe más. _¿Quieres que te la chupe el tío éste?-.
Joder, las dos parejas nos miramos con algo de complicidad y nos dispusimos a hablar entre nosotros, ya que hasta ese momento, quizás por ser la primera vez, por los nervios, no sabíamos cómo relacionarnos. El hecho, es que lo que Laura me dijo en un tono para que se enteraran ellos, sirvió para romper el hielo.
Él parecía algo mayor que yo unos años y ella puede que tuviera nuestra edad. Era una pareja cuidada pero con cuerpos normales. Como que hacían deporte pero solo para mantenerse un poco en forma aunque con sus barriguitas, aunque si les soy sincero, ella era pelirroja y con la tez blanca. Ante esto tengo que decir que me ponen bastante esta clase de chicas. Y él, bueno, un poco más alto que yo, moreno con pelo corto y con barba de unos días.
Le preguntamos si habían acudido alguna vez a un local de esta clase y nos dijeron que era su tercera vez. Que la primera vez que acudieron a un pub liberal fue en un viaje que hicieron a Londres, donde nadie les pudiera conocer. Que después de eso, una vez fueron a un local fuera de Málaga y que ya, una vez desinhibidos, han confiado en la privacidad de los que acuden a este tipo de sitios, por lo que se han relajado y no se mueven de su provincia. Tengo que decir, que nosotros estábamos de viaje y yo había buscado previamente información de dónde ir por el tema de la intimidad, no fuera a ser que coincidiéramos con algún conocido.
Él se llamaba Lucas y ella Marta. Resultaron bastante agradables. Nos invitaron a que cogiésemos las copas y nos sentáramos en una mesa. Eso hicimos. Continuamos hablando sobre sexo, se ve que tanto ellos como nosotros nos habíamos seleccionado para follar entre nosotros. Marta estaba de escándalo. Llevaba un vestido de satén color burdeos con un gran escote que dejaba ver su sujetador. Se ve que iba provocando. Durante el tiempo que estuvimos charlando no dejaron de entrar personas. Algunas mujeres solas, varones jóvenes y parejas de todas las edades.
Los que se estaban montando el trío se fueron ya en busca de algo más de privacidad y detrás de ellos fueron los dos chicos que estaban bailando y morreándose, que al parecer se iban a unir también a la fiesta de ellos. De la otra pareja que se encontraba cuando llegamos, la chica se arrodilló y le sacó de la bragueta la verga a su pareja y empezó a mamársela mirando con lascivia hacia cualquiera que quisiera observarlos.
Pasado un tiempo, después de todo el espectáculo sexual que vimos, y de la charla calenturienta que tuvimos, Laura y yo empezamos a besarnos metiéndonos mano. Por su parte, Lucas y Marta hicieron igual. Ellos estaban sentados en un sofá de esos que están a lo largo de toda la pared y nosotros en sillas, por lo que decidimos ponernos en el mismo, para poder tocar a la otra pareja. Marta y yo quedamos en medio y ella, mientras me morreaba con Laura, puso su mano en mi paquete junto a la mano de mi pareja. A ella pareció no importarle, y entre las dos metieron mano por dentro del pantalón cogiéndome la polla y pajeándome suavemente. Lucas por su parte, dejó de besar a Laura y arrodillándose a la altura de mis piernas, se unió a la fiesta de las chicas y comenzó a meterme mano. Tengo que decir que aunque estaba bastante empalmado, me sentía algo nervioso por todo el público que allí había y porque tenía pavor de que me fallara la erección en mitad de la faena. Por suerte, eso no pasó. Bajando un poco el pantalón, Laura y Marta me sacaron la polla y la sujetaron para que Lucas bajara su cabeza y me la chupara. Primero empezó con lametones con la lengua, suavemente, alrededor del glande. Creo que con el primer lametón, del calentón que yo tenía en ese momento, Lucas se llevó un poco de líquido preseminal. Joder, cuantas veces, cuando me la he cascado he cogido parte de ese líquido salado y me lo he llevado a la boca. Estaba muy excitado mientras esto sucedía. Por su parte, tanto mi pareja como la de él seguían besándome y con mi pene en sus manos. Lucas por su parte, empezó a mamar de una manera espectacular, lo que hizo que de la excitación me contorsionara del placer que estaba recibiendo, por lo que les dije a mis acompañantes, que creía que era el momento de ir a un sitio más privado.
Eso hicimos, nos levantamos, me subí coloqué bien el pantalón y nos dirigimos en busca de una de las habitaciones buscando algo de intimidad para los cuatro. Pasamos por un pasillo en el que las estancias tenían puertas correderas. Todas ellas estaban abiertas. Mientras pasábamos de largo, me paré a observar cómo los señores que se estaban montando un trío cuando llegamos, tenían una bacanal allí formada de escándalo. El marido estaba siendo enculado a cuatro patas mientras hacía un sesenta y nueve con su mujer a la vez que ella era follada por uno de los chicos jóvenes que estaban bailando en la pista. Por su parte, otro chico estaba de pie con la polla a la altura de la boca del que se follaba a la mujer. Seguimos avanzando en busca de una habitación libre. Por el camino vimos dos parejas de hombre y mujer que venían con albornoces recién duchados que seguramente eran los primeros que se dirigieron a las estancias privadas.
Por el pasillo íbamos en fila india. En cabeza iba Lucas, le seguía Marta, después yo, que iba agarrado a su cintura acariciándole el pubis con los dedos por encima de la falda y, detrás de mía, Laura. Nos metimos en la primera habitación libre que encontramos. La cama era enorme, preparada para follar más de dos personas, las sábanas no puedo decir que fueran las más bonitas, pero era de papel, de usar y tirar, como las que se usan en los puticlubs o en la cárcel para los vis a vis. Los cuatro nos tiramos en la cama y cada uno con su pareja empezamos a magrearnos. Poco a poco le fui subiendo la falda a Laura hasta dejarle a la vista sus braguitas blancas. Por su parte, nuestros compañeros de “folleteo” empezaron fuerte. Con la ropa puesta se dispuso ella encima de él con la boca en su polla y su coño en su boca y comenzaron con un sesenta y nueve. Yo estaba mirando de reojo y no pude contenerme las ganas de ponerme de pie con mis pantalones bajados y mi verga a la altura de la boca de Marta para que me la chupara también a mí, jugando con las dos pollas a turnos. Por su parte, Laura se puso detrás de ella y, aprovechando que Lucas le había apartado un poco el tanga para chuparle el coño, empezó a masturbarla mientras éste seguía a lo suyo y de vez en cuando lamía también los dedos de mi chica.
Así estuvimos unos cinco minutos. Entonces todos nos desnudamos del todo, excepto Laura, que se dejó la camiseta puesta pero sin el sujetador, marcando sus pezones. Como Lucas estaba ya en la cama y yo al pie de la cama, me puse de rodillas en el suelo y esta vez fui yo quien empezó a mamársela. Era la primera vez que chupaba una polla. Ya había fantaseado muchas veces con esto, siempre con hacerlo en compañía de mi novia. Desde luego, las lecturas de libros o relatos eróticos que más me ponen son los bisexuales. No sé por qué, pero me la ponen tiesa y sé que no soy gay porque los tíos no me llaman la atención. Por su parte, Laura se puso encima de la cabeza de Lucas para que éste se lo comiera mientras ambos nos mirábamos mutuamente con vicio. Como yo estaba a lo mío, no me percaté de dónde estaba Marta. De pronto, empecé a sentir un placer inmenso en mi culo. Me lo estaba lamiendo mientras yo hacía una mamada a su marido. Después de lubricármelo un su lengua, sentí como me introducía un dedo en ano. Estaba “súper cachondo” con lo estábamos haciendo. De pronto, sentí que eran dos dedos. Eso ya eran palabras mayores, aunque yo, en la soledad de mis duchas, algún que otro dedo, incluso objeto con forma fálica me he metido hasta hacerme de esa forma, algunas de las mejores pajas que recuerde.
Tras unos minutos en esa compostura, cuando decidimos pasar a follar, cuando me di la vuelta, en la puerta vi a un chico solo, de unos veinte años, bastante fibroso que se estaba masturbando con nuestra escena. Le dije que se uniera a la fiesta con un guiño. Del bolso de Laura que estaba en una silla colocado, saqué un condón y se lo di al invitado para que se lo pusiera. Me puse en la cama a cuatro patas y el joven, muy lentamente, empezó a dilatarme un poco más el culo con sus dedos para acto seguido introducirme su polla, no muy grande pero adecuada para mi “agujerito”. Pasó con algo de fricción y dolió por un momento, pero después fue algo divino. Aunque me dolía, no podía dejar de sentir placer. Por su parte, Laura se tumbó en la cama con sus piernas abiertas para que yo le comiera su conchita a la vez que Lucas ponía su polla cerca de su boca para que se la chupara. Era la primera vez, tanto que yo hacía y me dejaba hacer de todo, así como por parte de Laura que chupaba una polla distinta de la mía. Ella siempre había deseado tener a dos varones para ella. Pues eso estaba sucediendo en ese momento. Y Marta, ¿qué diosa? Metió su cabeza debajo de mi vientre y empezó a chupármela. ¡Qué lengua!
Estuvimos así hasta que el chico que me estaba petando el culo se corrió. Sacó su polla con cuidado y se quitó el condón. Entre Marta y yo le limpiamos los restos de semen que quedaban en su verga. Yo ya había probado algunas de mis corridas cuando me pajeaba y aunque él mío no me gusta para nada, tengo que decir que cuando te encuentras en una situación como esa, con el vicio que llenaba el ambiente, eres capaz y tienes ganas de hacer lo impensable.
Yo con mi polla erecta, tenía ganas de follar, así que en esta ocasión, puse a Marta sobre la cama, me puse un preservativo, le levanté las piernas y comencé a follármela. Por su parte, nuestras parejas hicieron lo mismo pero en posición perrito. Él joven que previamente me había enculado, empezó a tocársela para que se le pusiera tiesa otra vez. Una vez lo consiguió, se puso delante de Laura y ella se la comenzó a mamar. Era su fantasía. Siempre me había contado que esa postura, siendo follada como una “perra” y a la vez chupar otra polla era algo que le excitaba mucho. Pues ahí que estaba cumpliendo su sueño erótico.
Marta y yo cambiamos de postura y copiamos a nuestras parejas en la posición de perrito. Nos pagamos a ellos para que mi pareja sexual pudiera también compartir la polla del joven que se nos unió y hacerle entre las dos una mamada. Después de estar así unos minutos, en la misma postura, después de que ella se hubiera corrido así (lo supe por sus gemidos), saqué mi polla, me cambié de condón y viendo que tenía el culo un poco dilatado, supongo que de ser follada por su marido, le escupí en su ano para que hiciera efecto de lubricante y poquito a poco se la fui metiendo. Era ya demasiado para mí, estaba a punto de correrme cuando vi que Lucas ya había terminado. Sacó su polla, se retiró el plástico y copiando a las dos mujeres, se colocó para recibir la corrida del chaval que nos acompañaba. No pude más, me corrí justo cuando el chico lo hacía en la cara de los tres. Laura se dio la vuelta, se dirigió a mí, que estaba exhausto y, con el semen esparcido por su labios, me dio un beso y me pasó la leche del joven, para susurrarme al oído: _ahora que te han follado el culo, puedes metérmela por detrás cuando quieras_.
Terminamos nuestra sesión de sexo grupal en aquella habitación. Después de eso, nos fuimos a duchar y ya en la ducha, yo por mi parte, me follé a Laura sin condón contra la pared después de que la chupara para ponérmela firme mientras que con sus dedos jugaba con ano.
Después de la ducha, nos vestimos y nos fuimos a la sala central. Aquello era una bacanal espléndida. Gente de todo tipo follando entre sí. No había límites. Nos tomamos una copa con nuestros compañeros de faena y nos intercambiamos los números de teléfono móvil, aunque de momento todavía no hemos vuelto a quedar, pero estoy seguro que lo haremos.