En Brazos de un Alumno
Una profesora particular se enfrenta a un alumno para el que no está preparada
En más de una ocasión mi novio, Javier y yo habíamos hablado de cómo sería hacer un trío con otro tío, yo sabía que a él le daba morbo la idea de verme con otro chico, pero siempre pensé que era solo una fantasía que no quería llevar a cabo. Con el paso del tiempo me di cuenta de que no era algo que quisiera dejar en las palabras, pero aún así a mi no me convencía la idea, me daba morbo hablar del tema, incluso me ponía cachonda y terminábamos follando, pero la verdad es que no quería hacerlo, quizá más por miedo o vergüenza que otra cosa, de lo que estaba segura es que no podía dar ese paso.
Realmente no debería haberme dado ninguna vergüenza, al fin y al cabo no tengo mal tipo, soy bajita si, pero estoy muy bien proporcionada, no delgada eso no, más bien con curvas coronadas por unos grandes pechos que hacen fantasear a más de uno de los tíos que se cruza conmigo por la calle. Quizá mi vergüenza radicaba en que aún era virgen a pesar de que ya llevaba años con mi novio, y claro hacer un trío con mi novio y otro chico más y tener que explicar la situación no se me hacía plato de buen gusto. La opción de mi culo si que estaba, ya entonces estaba más que usado, eso sí, únicamente por mi pareja. A la mayoría de los tíos con ofrecerles el culo ni hubieran preguntado por mi rajita, pero aún así se me seguía pasando por la cabeza.
Nunca le había dicho a mi novio que esa era una de las razones que me echaban atrás, seguramente me habría dicho que eso no era importante o hubiera intentado acelerar las cosas para desvirgarme y poder hacer su esperado trío.
Además, ya no solo era eso, tampoco me había gustado nunca chupar pollas, y en un trío donde ya prohíbes un agujero no te queda más opción y la verdad, no me apetecía. Estar desvirgada no me encajaba de nuevo, porque siempre había visto que mi coñito era algo más intimo, solo para mi pareja y pensar que otro me la metiera no me hacía gracia. Todo podía parecer muy extraño ya que en cuanto fantaseábamos con estos temas me volvía loca y mi imaginación volaba, pero la fantasía y la realidad distan mucho, y la puta que salía en esos juegos no tenía nada que ver con la que estaba el resto del día.
Con el tiempo el tema se fue dejando, seguía sabiendo que a Javier aún le atraía algo esa fantasía, pero poco a poco parecía extinguirse de su deseo y con ellos de nuestros juegos.
El sexo pasó a ser más normal entre nosotros, no era malo, solo corriente. Pronto comencé a echar en falta esas guarradas que me susurraba sobre otros tíos pero no se las pedí porque sabía que eso solo podía darle falsas esperanzas. Me acostumbre a la nueva situación y seguí disfrutando de nuestras relaciones a otro nivel, diferente pero valido igualmente.
Con el comienzo de un nuevo curso escolar, volví a distribuir anuncios de clase particulares, "Chica de 26 años opositora da clases a escolares y ESO, preguntar por Rosa". Como cada año pude hacerme con algunos alumnos que me daban unos ingresos extras. Solían ser flojillos estudiando o simplemente rezagados, pero nunca había tenido a uno problemático, hasta que apareció Román.
Román era el típico alborotador de clase que pasaba de todo mientras se oponía a la sociedad. Con su edad ya era el gamberro más famoso de su instituto.
Parte de su poder de intimidación estaba en su aspecto, llevaba varios piercings en labio, cejas, lengua. El pelo, castaño oscuro, algo largo por arriba y alborotado con algunos mechones decolaros y otros rojizos. Parecía ser al menos dos o tres años mayor de lo que era.
El primer día que llegué a su casa y lo vi, casi me fui solo por la actitud que mostraba, pero su madre me disuadió pagándome más de lo normal, ella misma me garantizó que no me daría problemas porque durante las clases siempre estaría ella en casa. Esto fue así un par de semanas, después un cambio en su horario de trabajo hizo que las tres tardes a la semana que le daba clase nos quedáramos solos.
Con la nueva situación Román comenzó a estar algo más borde, en mitad de las clases se levantaba y se iba a ver la tele. Dos semanas más tarde ya no se cortaba ni un pelo y comenzaba a ponerse películas porno, por más que le amenaza con contárselo a su madre seguía pasando de mí, normalmente habría dejado de dale clases pero su madre me daba demasiado dinero como para rechazarlo, así que pensé en alguna solución y tuve la genial idea de grabarlo con el móvil mientras veía una de sus pornos.
-Román, que sepas que te he grabado viendo esa cosa, así que tu mismo, si no quieres que se lo enseñe a tu madre más te vale dejarte ya de tonterías y seguir con las clases.
Román se rió exageradamente.
-Si quieres me saco la polla y me casco una paja para que lo grabes también, a ver si le enseñas eso también.-contestó cachondeándose de mí.
-Tu mismo, yo se lo pienso contar todo a tu madre y enseñárselo.
-Tu lo que quieres es verme la polla.- respondió.
Román me miró con ojos de loco, me asuste muchísimo pero intenté que no se me notara. Él se levantó y vino hacia mi.
-Dame el móvil que voy a borrar eso- exclamó amenazante.
Yo me mantuve en mi lugar sacando valor de donde pude.
-No Román, si quieres que lo borre ya sabes lo que tienes que hacer.
Sorprendentemente Román se vino abajo, parece que el gallito que mostraba por fuera no era más que una fachada.
-Venga Rosa, lo siento, por favor no se lo enseñes a mi madre.
-Pues ve a cuarto y a estudiar.- Dije seria y sorprendida.
Román empezó a andar hacia la puerta y al pasar a mi lado intentó quitarme el móvil de la mano, yo me lo llevé a la espalda y el lo siguió con lo que se quedó muy pegado a mí, al reclinarse su cara casi se hundió entre mis grandes pechos, tuve que echarme hacia atrás porque parecía que a él no le importaba estar ahí.
-Lo siento, tenía que intentarlo.- dijo Román con una sonrisilla en los labios.
Román volvió a caminar hacia el cuarto.
-Tu espera- le dije- te has dejado tu peliculita puesta, apágalo anda que no quiero ni tocar ese dvd, que a saber lo que tocarás tu cuando te lo pones.
Román sin decir nada se acercó a la tele, antes de quitarla se quedó mirándola un segundo, una chica de pelo castaño con grandes pechos estaba follando con un par de tíos en esa escena.
-Quieres apagar ya Román.
-Perdona, es que la tía se me ha parecido a ti.
Me puse colorada como un tomate, no sabía ni que decir.
-An… Anda calla y ve para el cuarto ya.-dije nerviosa.
Román al fin apagó el dvd y se fue a la habitación.
Cuando entré yo en la habitación él ya estaba sentado en la mesa de estudio con el libro de matemáticas delante.
Seguimos con la clase, pero esta vez lo notaba distinto al resto de los días, estaba como ido, entonces me di cuenta de que cada vez que no lo miraba el clavaba su mirada en mis tetas.
-¿Te pasa algo Román?- dije con condescendencia.
-No, nada, que estaba distraído.
-Sí, ya lo veo con lo que estabas distraído.
Román se quedo helado al ver que me había dado cuenta, pero recupero su postura habitual rápidamente.
-Tía es que no puedo evitarlo, tienes unas tetas que te cagas, cuando las he "tocao" con la cara me he "quedao"…
De nuevo me puse roja como un tomate, esta vez no podía disimularlo.
-Tú te crees que me puedes decir esas cosas, ponte a estudiar que ya saber que tengo el video.
Román siguió con los ejercicios levantando la vista para mirarme, esta vez a la cara, de vez en cuando.
De repente una sonrisa pícara apareció en su cara.
-Rosa…
-¿Qué quieres?
-¿Por qué no me enseñas las tetas?
-¡¡Pero que estas diciendo!!
-Venga- siguió con una gran sonrisa- y a cambio me porto bien en las clases.
-Sí, vamos, lo que me faltaba, tener que enseñarle las tetas a un niñato para que se porte bien, ¿pero tú te oyes cuando hablas?
-Solo era una petición nada más, no es para ponerse así, es que no me las quito de la cabeza. Si me dejaras verlas se me pasaría.
-Mira, ni aunque sacaras todo el curso con sobresaliente te las enseñaba.
-¿Ni así? Joder, por algo así me las deberías enseñar, que eso es muy difícil.
-Bueno sí, para ti es difícil hasta aprobar un examen.
-Entonces… ¿Si saco todo sobresaliente me las enseñas?
-¿Pero tu quién te crees que soy? Déjate de tonterías y a estudiar que estoy aquí por eso no para entretenerte con estupideces.
-Tu estas aquí por "to" el dinero que te paga mi madre, que sino no hubieras aguantado aquí ni la primera semana.
-Hombre es que aguantarte a ti y a tus chorradas bien vale lo que me pagan.
-Por menos dinero muchas tias te hacen de todo y tu ni si quiera me quieres enseña una teta.
-A mi no me pagan para enseñarte eso.
-Te pagan para enseñarme, que más da lo que me enseñes, además necesito aprender anatomía que quiero ser médico.
Llegados a ese punto solo suspiré y pasé del tema. Román al ver que lo dejaba volvió a sus deberes.
La insistencia que había tenido con ver mis pechos había hecho que me sintiera muy alagada, y sin darme cuenta mi cabeza paso a pensar en sexo, me puse un poco cachonda pero me centré rápido. Volví a mirar a Román que seguía en sus cosas.
-Rosa…
-¿Qué quieres Román?
-Al final no me has respondido, si saco todo sobre saliente me las enseñas ¿o no?
Me entro ya una risa floja con el tema.
-Pero si no sabes ni resolver un problema, que llevas toda la clase con el mismo.
-Bueno pues si estas tan segura apuéstatelo.
-¿Todo sobresaliente? Vale es una apuesta que no puedo perder.
-Ja, te lo has apostado eh.
-Sí, sí, vale, vale, ahora saca todo sobresaliente.
-¿Te crees que no soy capaz?- Dijo muy desafiante.
-Ni en broma eres capaz, que aún no acabas ese problema.-respondí riéndome.
-¿Qué no? ¿Qué te apuestas a que resuelvo este problema y otros cinco de todo el libro que tu elijas, los que quieras, aunque no lo hayamos dado todavía, en menos de diez minutos?
-Seis problemas en menos de diez minutos ¿Tú?
-Sí ¿no te lo crees? Pues apuéstate lo de las tetas con esto.
-Sí vamos, que tienes una chuleta preparada ¿o qué?
-Nada de chuletas, te digo problemas de todo el libro, no lo tengo todo en chuletas.
Me quedé extrañada de la confianza que mostraba Román en sí mismo en ese momento.
-Venga- añadió Román- y si no lo consigo yo mismo te pago de mi bolsillo diez euros más por clase y además me porto bien en todas.
Me hizo gracia su propuesta, se atrevía hasta a apostarse algo, así que le respondí.
-Vale.
Busqué cinco problemas más en el libro alguno fácil, pero al menos tres muy difíciles y de materias que aún no había dado.
Se los puse delante.
-Los tienes que hacer con el planteamiento, no me vale que me pongas la respuesta que a saber de donde la coges.-Dije antes de empezar a cronometrar.
-Sin problemas. -respondió con mucha seguridad.
En cuanto empecé a contar Román ya había resuelto el primer problema, no me extraño porque llevaba toda la clase con él, pero entonces resolvió los dos siguientes casi al tiempo que los leía, y aún tuvo tiempo para los tres restantes antes de llegar siquiera al minuto ocho.
-Terminado, compruébalos.
Repasé atentamente todos los problemas y sorprendentemente no había ni un fallo en ellos. No podía creerlo, Román parecía tener un don especial para las matemáticas pero nunca nadie se había molestado en descubrirlo.
Miré a Román sorprendida y lo vi con una sonrisa de oreja a oreja esperando su recompensa, me quede de piedra.
-Están perfectos ¿verdad?- preguntó.
-Sí, la verdad es que sí, debes tener un don para esto, deberías aprovecharlo podrías conseguir grandes cosas.
-Sí de momento he conseguido que me enseñes tus grandes tetas- dijo con tono guarro.
-Venga ya, sabes que no iba en serio, tu tampoco me ibas a pagar diez euros por clase.
-No lo iba a hacer porque sabía que no iba a perder, por eso me lo podía apostar, pero tu has apostado creyendo que ibas a ganar seguro, así que tienes que pagar.
-Déjate de tonterías Román, que no te voy a enseñar nada.
-¿Cómo que no? –dijo indignado –He ganado, ahora te toca.
Yo no sabía que decir, realmente tenía razón, pero no pensaba enseñarle las tetas de ninguna manera.
-No seas pesado Román, además ya ha terminado la clase y me voy.
Antes de que me diera tiempo a levantarme de la silla, Román se echó sobre mí y me agarró de la blusa palpando uno de mis pechos con su mano, un escalofrío recorrió mi espalda hasta plantarse en mi sexo.
-¿Qué… qué haces Román? –dije con la voz entre cortada.
-Cobrar mi apuesta.
Román comenzó a desabrochar mi camisa mientras yo permanecía petrificada a la vez que notaba un calor cada vez mayor en mi entrepierna.
Cuando Román desabrochó suficientes botones abrió todo lo que pudo la camisa dejando al descubierto mi sujetador, en ese momento pude reaccionar.
-¡Román para! –dije con un tono no muy convincente mientras me alejaba un poco hacia atrás.
Román se quedó mirando mis pechos bajo el sujetador con una cara de salido que solo provocó en mí que me excitara aún más.
Tarde unos segundos hasta darme cuenta de que no me había tapado, entonces agarré por las solapas de la camisa para cerrarla, pero Román agarró una de mis manos y yo paré de cerrar sin ofrecer resistencia.
-Por favor, me lo debes –dijo con voz y ojos ansiosos.
-Vale, -se escapó de mi boca casi sin querer –pero solo un segundo.
Román asintió con la cabeza expectante.
Abrí de nuevo mi camisa mostrando el sujetador una vez más, la situación había pasado a parecerme mucho más que excitante, empezaba a estar bastante cachonda y aumentaba por segundo.
Poco a poco deje resbalar la camisa por mis hombros para bajar un poco los tirantes del sujetador, después lentamente lleve mis manos a las copas y las retiré con suavidad.
Mis pechos salieron a la luz con los pezones erectos y duros como rocas. La cara de Román se ilumino por completo y los miró con un deseo que jamás había visto en los ojos de nadie, ni si quiera en los de mi propio novio que era la persona que más me había deseado nunca.
El simple segundo que dije que se los iba a mostrar comenzó a parecerse más a un minuto, Román casi se relamía mirándolos y yo estaba como hipnotizada por la forma en que los deseaba.
Se fue acercando poco a poco, podía ver claramente que su intención era tocarlos y en aquel momento no quería decirle que no lo hiciera, pero cuando creía que había llegado el momento paró de acercarse.
Mi corazón comenzó a latir deprisa, tanto que mi respiración se aceleró haciendo que emitiera leves gemidos casi inaudibles, pero que Román notó. Su respiración también se aceleró, entonces alargó la mano hacia uno de mis pechos.
-Déjame que los toque, por favor.
Ojalá no hubiera dicho nada porque en ese momento me di cuenta de que debía irme de allí, pero era tarde, su mano ya masajeaba mis pechos y con sus dedos comenzaba a jugar con mis pezones.
Mi coño ardía y mi excitación crecía y crecía.
-Para Román, ya es suficiente –dije separándome de él.
-No, no es suficiente –respondió lanzándose sobre mi y metiendo uno de mis pechos en su boca.
Con afán intentaba meterlo por completo en su boca sin éxito debido al tamaño, así que comenzó a jugar con su lengua y mi pezón, mientras que con una de sus manos me magreaba la otra teta, y la otra se dirigía a mi culo.
-Román por favor para –le decía entre gemidos sin voluntad.
Él seguía comiéndome hasta que de repente me cogió en sus brazos y me tiró sobre la cama que había en la habitación.
Mi falda se levanto bastante, dejando ver el final de mis medias.
-Que morbo me dan las medias -dijo Román abalanzándose encima de mí.
Levanto mi falda dejando ver el pequeñísimo tanga negro semitransparente que llevaba, eso aún pareció excitarle más.
-Que buena estas Rosa, joder nunca he estado con una tía con unas tetas como las tuyas, tienes que hacerme una cubana.
Y precisamente hacer cubanas es una de las cosas que más me gusta porque tengo los que hace falta para hacerlas de las mejores, así que por reflejo asentí concediéndoselo.
Él se colocó sobre mi y saco su polla, era bastante más grande que la de mi novio, y en aquel momento eso me excito muchísimo. La colocó entre mis pechos y yo me los cerré con las manos dejando que el moviera sus caderas para follármelos. Llevó una de sus manos hacia atrás y siguió el recorrido de mi pierna hasta llegar a mi sexo, en cuanto lo rozó un enorme placer recorrió mi cuerpo, entonces empezó a acariciarlo con maestría.
Parecía que con su corta edad tenía más experiencia que yo misma con diez años más que él, me sentía completamente como la alumna de aquel extraño profesor.
En una de las arremetidas contra mis pechos, la sacó de entre ellos y antes de levantarse me la puso en la boca apretándola contra mis labios hasta que la abrí. Entonces me la metió todo lo que pudo haciendo que saboreara el líquido preseminal que chorreaba como si se corriera. Cuando quiso sacarla de mi boca sentí por primera vez en mi vida que quería que siguiera allí, cosa que ni con mi novio había sentido, así que se la agarré con mi mano y me la metí todo lo que pude hasta llegar a mi garganta.
-Que bien la chupas zorra –dijo Román.
Y que bien me supo oír esa palabra que tan ausente estaba últimamente de mi vida sexual.
Román sacó su polla de mi boca muy a mi pesar y colocó su cabeza entre mis piernas, separó un poco mi tanga y empezó a comerme el coño con devoción, fue la mejor comida que me había echo hasta la fecha. Con tanta excitación comenzaba a necesitar algo en mi culito, así que le llevé su mano hasta la entrada y él lo comprendió a la perfección. Empezó a penetrar mi culito con uno de sus dedos y luego con dos, mientras me daba ese placer inmenso por un momento me acordé de mi novio, me sentí mal por lo que estaba haciendo durante un segundo hasta que pensé que si él estuviera delante probablemente se estaría masturbando viendo el espectáculo.
Román no aguantaba más y se quitó toda la ropa en unos segundos, después me sacó el tanga y sin quitarme nada más se acomodó entre mis piernas.
Colocó su polla en la boca de mi coño y comenzó a empujar.
-No, por ahí no para.
Román extrañado paró.
-Metemelá por el culo mejor.
Su cara de extrañado se sustituyó por una gran sonrisa y sin pensarlo, y en esa misma postura, me puso en el culo y la metió hasta el fondo con tan solo un par de embestidas.
La única polla que me había follado el culo hasta entonces era la de mi novio que era mucho más fina y corta que la de Román. Tener ese trozo de carne tan grande dentro de mí me hacía sentir aún más puta de lo que ya me sentía por la situación, y eso me encantaba.
Tras follarme un rato así, me la sacó y me puso a cuatro patas, colocó toda la falda en mi cintura y el se puso de píe en el suelo con mi culo mirando hacia él, entonces comenzó a follarlo esta vez con más fuerza y un movimiento más amplio, me costaba horrores aguantar para no correrme y eso que ni siquiera me estaba tocando el chocho.
-¿Por qué no quieres que te folle el coño? Tengo condones hay no te preocupes.-Me dijo mientras seguía dándome.
-No… ahh… no es por eso – contesté como podía entre gemidos.
-¿Es porque el coño lo quieres solo para tu novio? – dijo bajando el ritmo para que pudiera contestarle sin problemas.
Que mencionara a mi novio me cortó un poco, pero se me pasó rápido por el sentimiento de su verga en mi culo, aún así no sabía bien que contestarle.
-Sí eso… bueno no exactamente.
-¿Y qué es? –dijo casi parando por completo.
Yo giré la cabeza para mirarlo a la cara.
-Que… el coño aún lo tengo virgen… -dije titubeante.
A Román se le iluminó la cara aún más que antes.
-Eso lo vamos a arreglar ahora mismo –dijo al tiempo que la sacaba de mi culo y me volvía a tumbar boca arriba en la cama.
Ahora si me quito la falda y todo lo que pudo, dejándome solo con las medias y las botas que llevaba.
Por un momento se separó y me miró de arriba a bajo.
-Eres la tía perfecta –dijo con los ojos cargados de puro deseo.
Esa frase me hizo desconcentrarme el tiempo suficiente para que se colocara de nuevo entre mis piernas y empezara a empujar su polla contra mi coño.
Sentí como mi coño cedía presa de la excitación y el morbo aunque me seguía doliendo más de lo que me gustaría.
-Eso no Román, por favor.
-Tranquila, no eres la primera a la que desvirgo.
Esa frase me dio un extraño morbo que sirvió para que mi coño dilatara un poco más. Y su polla empezara a llegar donde ninguna otra había llegado.
-Por favor Román, esto debería hacerlo con mi novio, no contigo.
-El ya ha tenido muchas oportunidades y no las ha aprovechado, ahora es la mía y no te voy a dejar salir de aquí virgen.
Sentía que eso si que era demasiado, ya no solo le ponía los cuernos a mi novio, también dejaba que otro me desvirgara, que estuviera en una parte de mí a la que él aún no había llegado, lo demás podía llegar a aceptarlo e incluso gustarle, pero eso, eso era demasiado.
Intenté parar a Román, pero me era inútil.
-Para por favor –le decía repetidas veces hasta que intentando sacarlo de mí lo que hice fue ayudarle a entras por completo. Su polla me desvirgó sin duda alguna, la sentía más profunda de lo que nunca había sentido antes, una fuerte mezcla de dolor y placer se apoderó de mí, y todo lo que había en mi cabeza desapareció.
-¿Quieres que pare? –preguntó.
-No, no pares por favor, follamé, ¡Follamé!
Román comenzó a follar ya completamente, y tenía la sensación de tener un orgasmo igual a los que conocía a cada embestida.
Su ritmo subía por momentos, me besaba el cuello y tocaba todo mi cuerpo agarrándome con intensidad, notaba que estaba a punto de correrse y que lo iba a hacer dentro de mi, pero no me importaba, quería que lo hiciera, quería sentir su leche dentro de mí, y vaya si la sentí. Román empezó a descargar en gran cantidad dentro de mí, pero no paraba en ningún momento de follarme buscando que yo también me corriera, y fue cuando note su leche chorrear me mi coño a mi culo cuando tuve el mayor orgasmo que jamás había conocido.
Román aún me folló un rato más hasta que se paso todo mi placer, entonces la saco lentamente y se echó a mi lado. Entonces llevo uno de sus dedos a mi coño y lo empapó en su leche para después metérmelo en la boca, jamás había saboreado el semen de nadie y mucho menos tragado, pero el se lo merecía así que relamí su dedo dándome cuenta de que aquel sabor me encantaba,
No mucho después me fui para no encontrarme con la madre de Román, eso sí, él no quiso devolverme mi tanga ya que se lo quería quedar de recuerdo, así que me tuve que volver sin ropa interior.
Por el camino de vuelta a casa me sentía horriblemente mal, entonces miré el móvil y vi que tenía varias llamadas de mi novio, eso me hizo sentir peor.
Sabía que se lo debía contar todo, tarde o temprano se daría cuenta de que ya no era virgen, así que mejor que lo supiera por mí desde el primer momento.
Al llegar a casa Javier me esperaba en la puerta, no había nadie en casa así que había decido esperar allí.
-¿Dónde estabas? Te he llamado al móvil y no lo cogías.
-Perdona lo tenía sin volumen, me retrase en las clases, ahora te cuento.
Entramos en casa y lo llevé a mi habitación.
-Siéntate Javi, quiero hablar contigo.
-¿De qué? –me pregunto él mientras yo me cambiaba de ropa.
Al quitarme la falda vio que no llevaba tanga.
-¿Y eso?, ¿Estas juguetona o te has quedado sin tangas limpios? –dijo levantándose y agarrándome por la cintura.
-De eso es de lo que quería hablarte.
-¿De tus tangas?
-¡No! –dije algo moleta – de porque no llevo tanga.
-Vale, vale, ¿Qué ha pasado?
-Siéntate, que no te va a gustar pero te lo tengo que decir.
Javier se sentó y yo me acerqué a él para sentarme a su lado, aún seguía desnuda y justo en ese momento restos de semen de Román salieron de mi coño resbalando por mi pierna.
-¿Qué es eso? –dijo Javier tomando un poco con su dedo.
Cuando Javier cogió un poco del semen de Román me excite de sobre manera y por un extraño reflejo metí su dedo en mi boca y lo lamí.
Javier se excito también cuando lo hice, y sin decirnos nada empezamos a besarnos y tocarnos.
Él se quito la ropa como pudo, y en cuanto estuvo desnudo sentado al borde de la cama me senté sobre él mirándolo de frente. Coloqué su polla en mi culo y me la metí de una sin problemas ya que aún lo tenía algo abierto. Javier no se dio cuenta de este detalle ya que solo estaba pensando en follarme.
-Javi, ya no me dices nunca guarradas, dime que quieres que otro tío me folle el culo como antes.
Javier automáticamente entró al trapo, como si le hubiera abierto una puerta tras la que llevaba mucho tiempo esperando.
Empezó a decirme guarradas de todo tipo, incluso más fuertes que las que me decía antes, como si se las hubiera estado guardando y ahora reventaran al salir.
-Javi, ¿De verdad te gustaría que otro me follara? – le pregunte entre gemidos como cuando Román me follaba.
-Sabes que si, me da muchísimo morbo la idea de verlo.
-Y ¿No te gustaría que otro me follara sin tu verlo? –le pregunté llevándolo a donde quería.
-Joder eso me encantaría también.
-¿Y preferirías saberlo o que lo hiciera a tus espaldas?
Javier aun con su tremenda excitación se extraño de mi pregunta, ya que no suelo hablar tanto cuando follamos.
-¿Qué pasa? ¿Te has follado a alguien y por eso venías sin tanga?
-Eso te gustaría ¿eh? –dije intentando aprovechar su frase.
-Joder sí, me daría mucho morbo.
No quise ni pude aguantar más sin contárselo.
-Sí, lo he hecho. Hace un rato me acaba de follar otro tío.
A Javier le cambio la cara y le salió el mismo brillo en los ojos que cuando Román me vio las tetas.
-¿Lo dices en serio? –preguntó incrédulo.
-Sí
-Júramelo –replicó.
-Te lo juro –le dije mirándolo fijamente a los ojos.
Javier se volvió loco, incluso pude notar crecer un poco más su polla dentro de mi culo. Empezó a follarme con mucha fuerza.
-Joder, tienes que contármelo todo ¿Quién ha sido?
-El niño al que le doy clases.
-¿El de 18 años? –preguntó muy sorprendido y cachondo.
-Sí ese.
-Joder, ¡¡que zorra eres!!
Al fin después de tanto tiempo volvía a oír esa palabra que tanto me gustaba de boca de mi novio.
-¿Por qué decías que no me iba a gustar? Jodeerrr, ¡¡me encanta!!
-Porque hay, hay más… -cada vez me costaba hablar más entre las embestidas de Javier, pero quería contárselo todo.
-¿Qué más hay zorra?
Como me gusta que me llamen zorra.
Hice que parara de follarme y me saqué su polla del culo, sin decirle nada me la puse en el coño y me senté sobre ella.
-Lo que hay es que ya no soy virgen.
Y fue en ese mismo instante cuando Javier me miró con más morbo y deseo del que me había mirado Román y del que seguramente jamás haya mirado nadie a otra persona.
-Y lo que he lamido de tu dedo y ahora chorrea por tu polla es la leche de Román.
Casi al oír mis palabras Javier comenzó a correrse con unos espasmos fortísimos, pero no paré de moverme sobre él hasta que yo misma me corrí y el se corrió de nuevo.
Esa noche fui a dormir al piso de Javier y estuvimos más abrazados y enamorados que nunca.
Hablamos de muchas cosas y de donde queríamos llegar ahora, y lo que teníamos más claro es que lo antes posible Román me follaría ante sus ojos.
Tan solo una semana después me follaron entre los dos, y cada día de clase culminaba con un estupendo polvo con Román, tras el que me iba repleto de leche a empapar la polla de Javier.
Así descubrí un mundo de maravillas, placeres y morbos que nunca había imaginado y sin los que ahora no puedo vivir. Me di cuenta de que soy más feliz con dos pollas que con una, y con tres que con dos. Amo a mi pareja pero me empapo por todos los demás, él me ama a mí y se corre solo con verme follar con otro. Ahora estamos más unidos, ahora somos uno, ahora disfrutamos de cada segundo de nuestras vidas.