En brazos de la mujer gata
Un hombre tiene un alucinante encuentro en un callejón con una enigmática mujer-gata que se le ofrece con pasión felina y sensualidad embriagadora.
Anochecía mientras caminaba de vuelta a casa tras un agotador día de trabajo. Vivía a varias manzanas de la empresa pero había decidido dejar el coche en el parking y volver a pie para despejarme. El manto de sombras que amenazaba con cubrir la ciudad, también parecía querer devorar mi espíritu, me sentía deprimido y vacío. ¿La razón de sentirme así? Llevaba tiempo haciendo balance de mi vida. A mis cuarenta y pocos años tenía un buen trabajo que me permitía llevar una vida acomodada, sin privarme de caprichos materiales ni carnales... Sin embargo aún no había logrado encontrar la estabilidad sentimental que toda persona desea una vez superada la fase de inquietud sexual propia de la juventud. Los últimos años habían transcurrido en una infructuosa búsqueda de esa mujer que me hiciera decir "Es ella. Ya es hora de sentar la cabeza". Así pues, sumergido como estaba en plena crisis de los cuarenta, me sentía terriblemente solo y vacío. Estaba desorientado, como si mis sentimientos se entremezclaran con mis reflexiones generando un laberinto tan inmenso e indescifrable que no pudiera hallar una salida. ¡Qué paradójico!, perdido dentro de mí mismo, dentro de mi mente....
No sé cuánto tiempo estuve caminando sin rumbo antes de detenerme unos instantes a contemplar la hermosa luna llena que iluminaba el cielo con una luz inusualmente pálida. De repente, desvié la mirada al creer percibir calle abajo un par de destellos de luz verde dirigidos a mí. Estaban situados a pocos centímetros del suelo pero apenas pude verlos un momento pues desaparecieron dentro de un callejón acompañados de un sonido similar a un maullido. Comprendí entonces que lo que había visto eran los ojos de un gato. Lo que no entendí es por qué me invadió repentinamente la extraña necesidad de seguirlo. Me asomé al callejón que parecía una prisión con paredes de oscuridad y sin meditarlo mucho avancé unos pasos queriendo vislumbrar el fondo del mismo. Con la escasa luz procedente de las farolas de la calle adyacente, mis ojos apenas podían distinguir nada, así que empecé a llamar al minino sin obtener respuesta alguna. Después de unos momentos, aunque intrigado aún por la necesidad de encontrar al gato, decidí darme por vencido y entonces fue cuando percibí un rápido movimiento a mi espalda. Me di la vuelta asustado y entonces vi al felino agazapado en el suelo. Me tranquilicé cuando se acercó para frotar su cuerpo en mis piernas ronroneando sonoramente. Me puse en cuclillas y lo acaricié. Su pelaje era extraordinariamente suave y de un negro profundo. Había algo místico en ese bello animal, de hecho, al ver de cerca sus ojos iluminados por la luz que entraba desde la calle, me parecieron tremendamente expresivos, casi humanos. Tras unos minutos acaricié por última vez al gato y me dispuse a marcharme. No había dado ni dos pasos, cuando oí a mi espalda una voz suave y sensual:
¿Me dejas tan pronto?
Al volver la vista, no podía creer lo que veían mis ojos, a escasos metros de mí una misteriosa mujer con el rostro cubierto por una mascara de gata y enfundada en un estrecho mono de cuero negro me hablaba. Su máscara no podía ocultar la belleza de sus espectaculares ojos verdes, tan claros que parecían irradiar luz propia.
¿Quién eres?- Pregunté intrigado.
Eso no importa, en todo caso lo importante eres tú y lo que pretendes de mí- Respondió ella con voz ronroneante.
¿De ti?, ¿Cuál es tu nombre? Tus ojos me resultan familiares...
Como te he dicho, eso es lo de menos, los nombres son una cuestión sin importancia, desvirtúan la verdadera esencia de los seres. Yo puedo proporcionarte las respuestas que buscas.
¿A qué te refieres?
Los humanos sois tan tontos, os preocupáis por cosas tan banales... Pregúntame qué puedes hacer para ser feliz y te responderé que la felicidad se halla al alcance de tu mano, y que basta con desearlo para hacer realidad tus sueños...
Para entonces yo ya estaba extasiado por su voz, sus ojos y la hermosa figura que se adivinaba bajo la estrecha vestimenta.
No comprendo lo que dices, hermosa mujer- dije yo confundido.
Ése es tu problema, no necesitas entender, sino sentir, vibrar con pasión, dejarte llevar por las emociones, seguir los dictados de tu corazón. Sólo de esta manera lograrás ser feliz. Nada somos y nada nos llevaremos tras la muerte ni siquiera lo vivido. Por eso es necesario aprovechar al máximo cada segundo de vida. Ten siempre como prioridades los sentimientos, la pasión, el amor, porque esas emociones se transforman en recuerdos que acompañan a lo largo de toda la vida y en el momento final bastará con echar la vista atrás en la memoria para revivir esos momentos felices, sonreír y morir en paz.
Agradezco tus bellas palabras pero, ¿qué quieres de mí?
¿Me quieres a mí?- Preguntó ella por toda respuesta.
Dicho esto empezó a avanzar hacia donde estaba yo con un andar sinuoso, felino. Cuanto más se aproximaba ella más deseaba yo besar los carnosos labios que asomaban bajo la máscara, aunque lo que me tenía verdaderamente fascinado eran esos ojos verdes que me miraban desafiantes,
Cuando la tuve frente a mí, no pude articular palabra alguna ya que inesperadamente se me abalanzó como una pantera sobre su presa. Sus labios chocaron con los míos, mientras me abrazaba y clavaba sus uñas en mi espalda. Su deliciosa boca me estaba volviendo loco y mi excitación se disparó cuando en medio del duelo a muerte en que se enzarzaron nuestros labios, utilizamos nuestras lenguas como espadas para herirnos de placer mutuamente. Mientras nos besábamos sentía cómo mi mente se embriagaba, cómo perdía la noción del tiempo y el espacio. No pensaba, tan solo sentía una necesidad imperiosa de fusionar mi cuerpo con el de la misteriosa mujer-gata. Sin pensarlo dos veces bajé las manos hasta su culo y ella arqueó la espalda alzándolo, lo que yo interpreté como señal de que quería que lo agarrara con fuerza. No sólo lo apreté firmemente sino que incluso clavé mis dedos en sus nalgas redondeadas y firmes. En ese momento ella llevó una de sus manos a mi nuca presionando con sus uñas mientras me mordía el cuello con tal fiereza que hizo brotar un hilillo de sangre. A continuación comenzó a lamerme como queriendo sanar la herida que ella misma había causado. Sus lamidas tras los mordiscos tuvieron un efecto balsámico a la par que erotizante, pues en unas milésimas de segundo el dolor dio paso a un estado de excitación sublime. Tomé una de sus piernas por debajo de la rodilla y la alcé sujetándola a la altura de mi cadera presionando con mi sexo erecto el suyo que despedía un calor claramente perceptible a través de la ropa. Entonces ella, en un rápido movimiento similar a un zarpazo, rasgó mi camisa por la espalda a todo lo largo y literalmente me la arrancó desde delante. Seguidamente se separó de mi y con no menos rapidez destrozó y se desprendió de su mono, descubriendo su espléndido cuerpo. Senos voluminosos en armoniosa combinación con una estilizada cintura y unas contorneadas caderas. Piernas largas de muslos perfectamente torneados y firme musculatura. Sonrió de placer al contemplar mi expresión de sorpresa y acercándose de nuevo empezó a deslizar sus manos por mi pecho descendiendo muy lentamente hacia el vientre. Se detuvo a la altura del pantalón y desabrochando hábilmente la bragueta comenzó a acariciar con sus uñas mi vello púbico y la superficie de mi verga antes de agarrarla firmemente con su mano derecha. Comenzó a subir y bajar la mano con un ritmo cadencioso mientras con su otra mano acariciaba y presionaba mis nalgas. Estuvo jugando largo rato con mi polla mientras yo contemplaba con gula sus hermosos senos de rosadas aureolas y breves pezones erectos que me estaban enloqueciendo. En un momento dado alzó su vista y susurró con mirada maliciosa:
¿Te gustan?, son tuyos.
Sin decir nada me lancé sobre ellos, y empecé a besarlos, lamerlos y mordisquearlos por todas partes, por arriba y abajo, embriagándome con el sabor de su piel. Pero entonces ella me detuvo y se agachó para acercar su boca a mi polla. Primero la lamió muy cuidadosamente dedicando una especial atención a mi capullo pasando la punta de la lengua por su orificio del que ya manaban gotas de líquido. Después lamió la parte posterior del mástil deteniéndose unos segundos en el frenillo para continuar descendiendo hacia mis pelotas las cuales besó y se introdujo en la boca sin dejar de mover la lengua por toda su superficie. A continuación tomó mi polla y rodeando el capullo con los labios empezó a chupar y succionar. Yo la agarré por el cabello y empecé a follarle suavemente esa boca hambrienta de polla, Después de unos momentos de placer sin límite se levantó y alzó una de sus piernas apoyando el pie en un cajón de madera que había junto a la pared. Echó hacia delante las caderas y me mostró las puertas del cielo separando con los dedos los labios mayores para que pudiera ver su intimidad brillante por los fluidos que la empapaban. Comenzó a acariciarse los labios menores y su perlita sagrada de placer, y se llevó los dedos mojados a su boca para lamerlos sin dejar de retarme con su mirada felina.
Me acerqué a ella estrechándola fuertemente contra mi pecho y uní mis dedos a los suyos en la exploración de su sexo. Nuestros dedos se introducían juntos en su ardiente coño, tan delicioso, húmedo, cálido y suave.
Después de deleitarnos unos instantes jugando con los dedos en su conejito, se separó y me dio la espalda dejándome ver su perfecto culo que adquirió una graciosa forma de corazón cuando ella se inclinó apoyándose en el cajón. Yo me arrodillé detrás de ella y separando con mis manos sus nalgas, lamí con fruición su estrella rosada, y empecé a penetrarla lo más que pude con mi lengua mientras ella ronroneaba de placer. Separó las piernas y entonces empecé a lamer también entre sus labios menores, jugueteando con la punta de la lengua en la entrada de su cueva íntima.
A continuación tomé la iniciativa y me levanté, entonces ella percatándose de mis intenciones abrió aún más sus bellas y torneadas piernas, dejándome la puerta abierta e invitando a mi polla a entrar dentro de ella, Me acerqué y cuando sentí que el capullo estaba dentro empujé con fuerza metiéndole toda la verga de golpe. Ella grito de placer, y gimió con fuerza cuando la saqué totalmente para volver a hundirla de nuevo, una, dos, tres veces. Ella empezó a jadear y pedir más y más, enervándome y haciendo que me moviese con mayor velocidad. Todo mi cuerpo disfrutaba de ella, mis manos no paraban de acariciar y apretujar esos bellos pechos con rabia, mis huevos disfrutaban el roce con su pubis y mi polla se deleitaba entrando y saliendo de su coño. En un momento de arrebato saqué toda la verga de la conejera y la metí sin piedad en el orificio trasero de la gatita que sentí tremendamente apretado y caliente en su interior. Ella echó hacia atrás la cabeza extasiada, y tras varias embestidas saqué de nuevo la polla y la metí otra vez en su conejito...
No sé cuánto tiempo estuvimos follando así, pero para mí fueron horas de placer indescriptible. Ella fue la primera en gritar al llegar al orgasmo desplomándose sobre el cajón y segundos después le clavé la polla hasta el fondo del coño y me corrí entre convulsiones y gruñidos vomitando en su interior un abundante chorro de leche caliente y espesa. Aún temblando y con los ojos llenos de lágrimas por la intensidad del orgasmo apoyé mi pecho en su espalda. Permanecimos unos minutos aletargados en esa posición disfrutando de las sensaciones que aún recorrían nuestros cuerpos. Finalmente nos incorporamos y abrazándome muy dulcemente ella me dijo:
Jamás olvidarás las emociones sentidas en esta noche...
Y añadió:
-Venus... Ése es mi nombre...
Acerqué mis labios a los suyos y cuando la estaba besando empecé a sentir un vértigo terrible que me hizo perder el conocimiento. Cuando desperté y abrí los ojos me cegó la luz del día, no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente tirado en el suelo de ese callejón. Me incorporé con una fuerte sensación de pesadez en la cabeza y sumamente debilitado. Con piernas temblorosas me dirigí a casa, me duché y dormí creo que dos días seguidos.
A partir de ese noche mi vida cambió, me enamoré de una hermosa mujer con la que me casé tras dos años de relación. A veces trato de perderme por la ciudad buscando el callejón o al felino que vi esa noche, pero nunca he vuelto a encontrarlo. No obstante, hace unos meses mi mujer llegó a casa con una hermosa gata negra en brazos que estaba preñada. Dijo que la había encontrado a la puerta de casa maullando lastimeramente. Su mirada sorprendentemente humana me enterneció y fui incapaz de rechazarla. Curiosamente sólo tuvo una cría blanca como la luna llena y con unos ojos que mi mujer definió jocosa como idénticos a los míos. La gata y la cría desaparecieron al poco tiempo de la misma forma que vinieron....
En fin, no sé qué es lo que sucedió exactamente esa noche, lo que si sé es que nunca he tenido ni creo que vuelva a tener una experiencia orgásmica tan intensa. Aún hoy mi cuerpo se estremece al rememorar el inmenso placer que me proporcionó aquella misteriosa mujer-gata con nombre de diosa...
By Venus