En ausencia de ti (cap 9)

“Quiero me ames tan sólo un poco de lo que lo amas a él, yo me conformo con tener un poco de lo mucho que a él le sobra. Daría la vida porque mis sueños contigo fueran reales…”

En ausencia de ti – Mil años te amaré, mi vida.

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https://www.youtube.com/watch?v=kfyrOaxojHA

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Aprovechaba el silencio que me rodeaba, podía llorar todo lo que quería, podía pensar en todo lo que me había pasado en estos últimos años en los que mi vida dio un tremendo giro, ahora que lo pienso cambié a alguien que valía la pena por alguien que no me recuerda, cometí un grave error en ver a Álvaro como hombre y dejar de lado a Gustavo, él fue… en su momento lo fue todo, pero de a poco me fui endulzando con la imagen de Álvaro y olvidando todo lo hermoso que alguna vez viví con Gustavo y hoy me siento como un imbécil por haberlo hecho, ya es muy poco lo que puedo hacer, los errores cometidos me pesan.

Hace 5 años atrás fue cuando mi vida cambió y, francamente, jamás pensé llegar a esto, a estar confundido y no saber a quién realmente amo. Me rodean los hombres más maravillosos que podrían existir pero yo sigo amando al imbécil que no me para, que no nota mi existencia, que está ahí riendo y quizás haciendo caer a otras u otros mientras yo me despedazo de a poco, mientras voy perdiendo lo poco de amor que aún tengo.

Aunque debo decir que estos instantes de dolor desaparecen cuando estoy cerca de Fernando, Fernando es un loco, un idealista, un príncipe de esos que ya no quedan, él me demuestra su amor sin importarle quién está cerca de nosotros, es valiente y fuerte pero yo no puedo corresponderle, no quiero jugar más con los demás, me encantaría estar junto a él y responderle cada uno de los mimos que me regala, verlo como el hombre de mi vida es lo que más desearía pero sería engañarlo a él y de paso, tratar de engañarme a mí mismo. Lo quiero mucho, me encanta estar con él pero no sé, no es como para estar juntos, porque aunque me odie por aceptarlo, yo sigo amando a mi Álvaro.

¿Mi Álvaro?, es que ¿alguna vez fue mío?

Todos estos pensamientos me abruman, recostado en mi cama, mirando hacia el techo, recordando los hermosos momentos que viví con los 3. Ignacio Santisteban… ¡fuiste un estúpido!

De repente, el ruido de mi móvil me saca de mis pensamientos, era un mensaje de Fernando:

Fernando: Ignacio…

Ignacio: q? pasa algo?

Fernando: No nada, sólo… descansa.

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Tenía ganas de pedirle perdón por lo imbécil que había sido pero mi estúpido orgullo no me lo permitía, por Dios, como amaba a ese hombre, deseaba tanto tenerlo entre mis brazos y acariciarlo, besarlo, me gustaría que cada lágrima que derrama fuera por mí  pero de felicidad por tenerme a su lado.

Lo mejor será que me duerma, no me hace bien pensar…

-06:00am–

Me levanté casi como un zombie, no había podido dormir bien, me dispuse a tomar una ducha, el agua me ayudaba a relajarme, estaba completamente agarrotado, mi cuerpo estaba hecho un tronco que escasamente podía moverse.

Salí de casa sin desayunar, no tenía ganas y quería verlo, quería llegar rápido para verlo y poder pedirle perdón por lo imbécil que fui. Pasaba fuera de una florería y entré para comprarle un ramo de rosas, debía apresurarme para llegar antes que él.

Entré a su oficina y sobre su escritorio coloqué el ramo de rosas, con un mensaje que decía:

“Quiero me ames tan sólo un poco de lo que lo amas a él, yo me conformo con tener un poco de lo mucho que a él le sobra. Daría la vida porque mis sueños contigo fueran reales…”

Mientras escribía corrían las lágrimas… Así estaba, cuando sentí que abrían la puerta, me quedé petrificado al verlo entrar.

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https://www.youtube.com/watch?v=mmqACsG-JLQ

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Vi las rosas que estaban sobre mi escritorio, me acerqué para verlas, y vi un mensaje que me dejó helado.

“Quiero me ames tan sólo un poco de lo que lo amas a él, yo me conformo con tener un poco de lo mucho que a él le sobra. Daría la vida porque mis sueños contigo fueran reales…”

Ignacio: Fernando, ¿por qué?

Fernando: Porque no te quiero perder, porque te amo tanto que me conformo con ser poquito para ti, lo único que te pido es tener sólo un poco de tu amor, por poquito que sea, ya no quiero estar sin ti…

Ignacio: Y por qué quieres conformarte con tan poco, si puedes tener más que eso.

Me acerqué y lo besé, me abracé fuerte a él y dejé que mi cuerpo actuara, dejé a mis brazos hacer, no me interesaba si nos veían o no, sólo quería sentir que el tiempo se detenía mientras era suyo.

Comencé quitándole el abrigo que llevaba, después quité su camisa, comencé a acariciar esos brazos que me invitaban a besarlo, con mi mano acaricié su pecho.

Ignacio: ¿Ya no te duele ahí?

Fernando: Me dolía pero ya no

Fernando comenzó a besarme con más fuerza, me quitó la camisa y me volteó para besar mi cuello, acariciaba mi espalda, con sus manos rozaba mis pezones, los pellizcaba y los acariciaba, me sentía en las nubes, no podía parar de gemir, me sentía feliz de estar por fin como quería con Fernando. Comencé a bajar por sus pecho, besaba sus pezones, sus abdominales, abrí su pantalón para dejar libre a ese trozo de carne que tanto quería.

Comencé a engullirlo como si nunca antes hubiese probado uno, besaba y le demostraba mi cariño por todas partes y él gemía como loco.

Fernando: Ufff Ignacio, ¡te amo!

No respondí nada, sólo me concentré en hacerlo disfrutar, comencé a intentar tragármela entera, me costaba introducirla toda, pero me encantaba la sensación de hacerlo sentir como nunca.

Fernando: Eres todo un experto, amor.

Ignacio: Y seré sólo para ti

Se recostó sobre el suelo para que hiciéramos un 69, sentía tanto placer que quería gemir y sólo gemir, quería sentir que era suyo. Con sus dedos comenzó a profanar el orificio que, de ahora en adelante, sería sólo suyo, Ufff qué dedos por Dios, eran grandes y gruesos, comenzó con el dedo índice, luego el medio y así con todos sus dedos me masturbaba, yo estaba ya a punto de reventar, me tenía gritando como loco, ya a estas alturas no me importaba si había alguien a fuera o no.

Fernando: Ya estás listo para la merienda, bebé

Ignacio: Sí papi, más que listo.

Me puso a 4 patas y comenzó a taladrarme de a poquito, lo introducía con dulzura, hace tanto tiempo que no tenía sexo que no podía dimensionar el dolor que estaba sintiendo, Fernando lo hacía suave, ponía su brazo en mi boca para que lo mordiera mientras seguí introduciendo. Cuando la sentí completa dentro de mí es que pensaba que me iba a desmayar, pero de a poco comencé a moverme, a medida que me movía, el dolor iba desapareciendo y se convertía en un placer increíble y genial, mis caderas sólo querían moverse y danzar al ritmo que Fernando quería.

Cambiamos de posición quedando yo sobre él y cabalgándolo. Movía mis caderas frenéticamente como si estuviera poseído, veía como Fernando estaba en la gloria.

Fernando: Vamos mi jinete, se ve que le gusta montar a este caballo

Ignacio: Ufff Fernando.

Fernando se puso de pie y comenzó a penetrarme así, él se afirmaba del escritorio mientras que yo me abrazaba a él para sujetarme, me estaba dejando exhausto y aún no acababa, comenzó a moverme más rápido y ya no podía parar de gemir

Fernando: Amor, me vengo

Ignacio: Acaba dentro, amor.

Fernando: Ufff, desde hoy serás mío y sólo mío.

Ignacio: Ahhhhh.

Me cargo con su verga aún dentro y se recostó sobre el sofá quedando yo sobre él, descansando luego de semejante sesión de sexo que me dejó muerto

Estuvimos casi como 1 hora durmiendo, hasta que desperté y comencé a vestirme, veía a Fernando sin ropa y se me antojaba hacer el amor de nuevo pero tenía que controlarme.

Me acerqué a su rostro y con un tierno beso comencé a despertarlo.

Ignacio: ¡Fer! Despierta.

Fernando: Ufff Nachito, que delicia que me despierte así.

Ignacio: Fer, mejor vístase que así desnudo no hace sino provocarme.

Fernando comenzó a vestirse, se ponía los boxers, los pantalones, la camisa y los zapatos, comenzaba a abotonar su camisa cuando la puerta se abre y entra…

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El imbécil de Fernando estaba abotonándose la camisa e Ignacio estaba despeinado y sin corbata, era obvio lo que había pasado entre ellos.

Gustavo: Vaya, parece que interrumpo.

Fernando: Emm sí, interrumpes, si quieres puedes largarte, pero vamos, si quieres.

Ignacio: Ya, Gustavo qué haces aquí y por qué entras sin tocar.

Gustavo: Bueno, venía verte para invitarte a salir para que te entretuvieras un rato después de tanto trabajo pero veo que este tipo sabe cómo desestresarte. ¿Por qué no te vas y nos dejas solos?

Fernando: No me voy porque tengo que estar aquí y porque quiero quedarme, si quieres sácame.

Gustavo: Me canso de…

Ignacio: ¡Ya! No van a armar un escándalo aquí, compórtense por favor.

Ignacio me había tomado del brazo para detenerme, quería golpear a Fernando hasta matarlo por haber hecho el amor con mi Ignacio, esa era la prueba de que jamás volvería a ser mío, que por más que lo quisiera ya lo había perdido.

Gustavo: No vine a armar escándalos, como te dije venía para invitarte a salir pero ya que veo esto por lo menos merezco una explicación.

Ignacio: ¿Explicación?, ¿de qué mierda me estás hablando? Entre tú y yo hace mucho tiempo que todo terminó, hace tiempo que acabó todo.

Gustavo: Quizás para ti todo acabó pero para mí sigues siendo mío, sigues estando aquí, sigo teniéndote clavado en mi pecho sin poder sacarte

Ignacio: Lo siento, pero hace tiempo que yo te olvidé.

Gustavo: No me has olvidado, estoy seguro de que si te apego a mi pecho te volveré a sentir vulnerable como antes, volveré a sentir como vibras sólo para mí.

Fernando: Mira, en serio, lárgate, si ya te diste cuenta Ignacio y yo estamos juntos, vete por favor.

Gustavo: Me iré, sí, después de todo, no tengo nada que hacer aquí.

Salí de la oficina de Ignacio con un dolor en el pecho, quería llorar por haberlo perdido, quería llorar por todas esas cosas que escuché de su boca, por todo lo que me dijo.

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Esperaba a que mi vuelo saliera, estaba nervioso, no sabía cómo le explicaría a Ignacio que ya no estoy en el seminario y que he vuelto por él, quizás me recibiría con un abrazo o, estoy arriesgando todo por todo. Lo he dejado todo aquí y no sabía si al llegar me encontraría con el mismo Ignacio.

Me fumaba un cigarro muy rápido, estaba tan nervioso que era poco lo que podía actuar, llamaba a Diego, otro seminarista que estaba en Bogotá y que conocía a Ignacio, ya que él me recibirá y me ayudará a reunirme con Ignacio, pese a que en un principio se había negado, terminó aceptando.

Álvaro: Hola Diego, ¿cómo está todo por allá?

Diego: Pues bien, todo tranquilo.

Álvaro: ¿Has visto a Ignacio?

Diego: No, últimamente no se ha acercado por la parroquia, quizás sea por su trabajo, que absorbe la mayor parte de su tiempo.

Álvaro: Mal, espero que no se haya alejado por mí. Diego, necesito que en cuanto yo llegue tú lo llames y concretes una cita con él, necesito verlo.

Diego: Yo puedo hacer eso, pero no puedo asegurarte en cuanto Ignacio te vea, que te aceptará como si nada hubiese pasado, sin 5 años en los que él poco y nada supo de ti. Prepárate para lo malo, es mejor que no te ilusiones.

Álvaro: Cualquier respuesta de su parte será un avance para mí, porque ahora lo veré más seguido, y ésta vez sí me las voy a jugar todas por tenerlo a mi lado.

Diego: Bueno terco, nos vemos, que tengas un buen viaje.

Álvaro: Adiós…

“No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido.”

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* Avance***

En el próximo capítulo de “En ausencia de ti”:

Álvaro: Ignacio.

Me giré y lo vi, reviví todo aquello que había logrado olvidar, de repente sentí que la sangre me hervía, apretaba mis puños pero no podría contenerme.

Álvaro: Ignacio… yo… este

Ignacio: Eres un puto cobarde (cachetada) ...