En ausencia de ti (cap 12)
"Volví a abrazarlo, su perfume me atrapó, ese mismo perfume que usaba cuando éramos amigos y él trataba de conquistarme. De repente no me controlé, mis labios buscaron los suyos como si de una necesidad se tratase, por primera vez sentía ganas de besar a Gustavo."
En ausencia de ti – Lo que de verdad sientes
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Lo abrazaba y sentía como de a poco se calmaba y dejaba de llorar, hasta que vi entrar a Fernando, su cara cambió y su expresión de enojo no se hacía esperar, estaba celoso y nunca lo había visto así.
Fernando: Vaya, por lo que veo interrumpo
Ignacio: Espera, mi vida no es lo que te ima…
Fernando: No, por supuesto no, ¿y ahora es que se supone que tengo que creerte?
Gustavo: Espera, Ignacio te está diciendo la…
Fernando: Tú, cállate imbécil (puñetazo)
Al contrario de lo que esperaba, Gustavo no respondió su golpe, sólo lo miraba e intentaba explicarle que las cosas no eran como imaginaba
Gustavo: En serio, Ignacio sería incapaz de engañarte. Él, él no es como yo…
Fernando: (tomando del cuello a Gustavo) No te quiero volver a ver cerca de Ignacio, imbécil
Ignacio: Ya, Fernando basta, no viste nada del otro mundo, yo sólo lo estaba abrazando.
Fernando: ¿Y encima lo defiendes?
Ignacio: Por supuesto que lo defiendo porque Gustavo no te hizo nada, él sólo estaba hablando conmigo y yo lo abracé pero nada más, si tú quieres comportarte como un idiota, hazlo pero no vuelvas a ponerle un solo dedo encima a Gustavo.
Me sentía totalmente enfurecido, era como si me hubiese dolido la forma en que Fernando trató a Gustavo, quizás la frase de Gustavo me descolocó “Ignacio sería incapaz de engañarte. Él, él no es como yo…”
Gustavo: Mejor será que me vaya, adiós Ignacio
Ignacio: Espera, te acompaño
Gustavo: No era necesario que me acompañaras, lo que menos quiero es causarte problemas con Fernando.
Ignacio: Perdóname Gustavo, yo no debí decirte que vinieras
Gustavo: No, descuida, el inoportuno soy yo. Hasta para declararme…
Ignacio: … no sé qué decirte, me tomas por
Gustavo: No, no tienes que decirme nada, sólo quería que lo supieras. No esperaba que luego de tanto tiempo siguieras amándome después de todo lo que te hice
Ignacio: Yo también tengo culpas, Gustavo. Yo te descuidé y te abandoné por pensar e ilusionarme con otro, créeme que si pudiera retroceder el tiempo lo haría, para no conocerlo y que tú y yo pudiéramos estar juntos.
Gustavo: ¿Por qué la vida fue tan injusta con nosotros, Ignacio? Qué tengo que hacer para poder recuperarte, Ignacio… dime qué tengo que hacer
Ignacio: Gustavo por favor, no me hagas esto
Volví a abrazarlo, su perfume me atrapó, ese mismo perfume que usaba cuando éramos “amigos” y él trataba de conquistarme. De repente no me controlé, mis labios buscaron los suyos como si de una necesidad se tratase, por primera vez sentía ganas de besar a Gustavo. Sentía cómo latía el corazón de Gustavo, me separé bruscamente de él.
Gustavo: Eso significa que…
Ignacio: No, Gustavo esto no debió pasar, perdóname
Y salí prácticamente corriendo de ahí, como si no tuviese problemas suficientes, ahora había besado a Gustavo. Creo que lo mejor sería ir a ver a Diego, necesitaba aclarar mis pensamientos.
Llegaba a la parroquia, entré y me dirigía a la oficina de Diego, como estaba hablando con alguien decidí esperar afuera cuando vi que entraba la desgraciada que hace poco estuvo en mi oficina y se atrevió a darme una cachetada, ésta vez sería yo quien se desquitara.
Vi como la persona que hablaba con Diego salía y Verónica se proponía entrar, pasando por alto el hecho de que yo estaba esperando desde antes.
Ignacio: Perdón pero antes estaba yo, así que si me permites…
Verónica: Lo que tengo que hablar con Diego no puede esperar, además no puedes comparar lo que un niño como tú tenga que decirle con lo importante que tengo que decirle yo.
Ignacio: Te equivocas, si necesitabas hablar con él debiste llegar antes, permiso.
Diego: ¿Qué pasa?
Verónica: Éste niñito que viene a hablarte de sus juegos y no deja que yo entre cuando lo que tengo que decirte es más importante.
Ignacio: Por supuesto que tengo que entrar antes porque llegué antes.
Diego: Ignacio, deja que Verónica hable conmigo primero, tiene que ser importante.
Ignacio: ok. En todo caso, no esperaba encontrarte aquí pero ya que te veo, toma (cachetada) ahora sí tienes un motivo para entrar antes a ver a Diego
Verónica: Desgraciado.
Ignacio: Vuelve otra vez a ponerme la mano encima y te irá peor.
Salí de allí sin importarme que me estuviera siguiendo, o que intentara golpearme, de verdad poco me importaban las cosas que vinieran de ella, por primera vez sentía que debía preocuparme de aclarar mis sentimientos antes que ver lo que podía o no venir de ella.
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Quería estar feliz pero no podía, cuando lo besé lo sentí temblar en mis brazos, Ignacio todavía sentía algo por mí, pero estaba con Fernando, al fin era igual, no lo tenía. Tengo miedo de que Fernando logre conquistarlo, aunque sé que eso será inevitable, sé que Ignacio se tendrá que terminar enamorando de él y yo quedaré en el aire, solo y sin su amor.
Quizás me lo tenía merecido, yo fui un estúpido con él, caí en el juego de Natalia y me costó lo único válido y hermoso que tenía en mi vida, mi único motivo para luchar.
Cuando éramos novios, era Ignacio el único que se preocupaba por mí, mis padres, si bien somos millonarios, jamás estuvieron al pendiente de mí, se la pasaban en viajes de negocios y aunque recibía lo que quería (materialmente hablando) nunca escuché de ellos un “te amo hijo”. A Ignacio lo conocí en el colegio, siempre he sido uno de los mejores amigos de Lara, porque nuestros padres a menudo se juntaban a cenar y nos veíamos casi siempre. Cuando llegué al colegio donde Lara estudiaba fue que lo vi por primera vez, llegó tarde a clases y escuché como el profesor le llamaba la atención, su pálida cara se tornó roja, yo lo miré para darle ánimos, de ahí en adelante comenzamos a hablar más, mucho más. Un día se sentó junto a mí en clases, la física no era su fuerte y yo era quien le hacía los ejercicios mientras nos reíamos de cualquier estupidez que se nos ocurría, en los exámenes era natural que me pasase una hoja por debajo de la mesa para que resolviera sus ejercicios, claro que él también me ayudaba en Literatura, que era lo suyo. Nuestro primer beso fue en una excursión en que se torció el tobillo y se perdió, nadie se había dado cuenta excepto yo, que me volvía loco del miedo de que algo le hubiese pasado, buscaba por todos lados, mi teléfono no tenía señal, fue cuando comencé a llorar y me di cuenta de que estaba enamorado de Ignacio, estaba desesperado cuando vi que estaba sentado, con su carita roja del dolor.
Gustavo: aquí estás tontito, ¿qué te pasó?
Ignacio: Me caí y me torcí el tobillo, me duele mucho, Gustavo.
No sabía qué hacer, Ignacio sólo lloraba y no sabía cómo calmarlo, fue ahí cuando lo abracé y comencé a acariciarlo, no me aguanté, y tomé su barbilla y lo besé. Nuestro beso duró como 2 minutos cuando nos separamos, y ahí no aguanté más
Ignacio: Gustavo… yo
Gustavo: Te amo, Ignacio
Ignacio: Y yo también, Gustavo… te amo
Seguimos besándonos mientras acariciaba su tobillo, me dedicaba a sus labios y su pierna, quería estar eternamente así pero no podía, comenzaba a oscurecerse y necesitaba que a Ignacio alguien le revisara su pie.
Lo tomé en brazos y comencé a caminar, el hecho de que Ignacio fuera bastante delgado me ayudaba bastante, estaba feliz y de vez en cuando le daba uno que otro besito, me sentía de lo mejor siendo su caballero.
La unión entre Ignacio y yo no fue de lo mejor, él estaba adolorido pero sintetiza lo mucho que lo amo, tanto que hasta en sus momentos de dolor podría estar para él, sin importarme lo demás, con el amor que siento por él, lo único que quiero es tenerlo cerca.
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Ahora sí que este desgraciado me las va a pagar, lo eliminaría de una vez de mi camino, ya no me iba a estorbar más.
Llamaba a alguien que sabía que estaría dispuesta a quitarlo del camino, por supuesto no sería yo quien lo hiciera, sería demasiado evidente.
Le indiqué que tenía que esperarlo fuera de su oficina, de seguro estaría ahí y que cuando saliera le atropellara, a cambio de un buen dinero, por supuesto.
Mientras tanto, me dirigiría a ver a Álvaro, lo más seguro es que ya estuviera al tanto de lo que pasó con Ignacio y tenía que excusarme antes de que el imbécil o hiciera, pese a que después de hoy ya no lo verá más.
Llegué hasta su casa y toqué la puerta, casi al momento me abrió.
Álvaro: ¿Qué haces aquí?
Verónica: Yo tengo que decirte que
Álvaro: No quiero escucharte, cómo pudiste ir a molestar a Ignacio.
Verónica: Porque no soporté que te tratara mal, no lo aguanté.
Álvaro: (gritando) pues eso no era asunto tuyo, no tenías ningún derecho a ir a molestarlo ni decirle nada porque no eres nadie en mi vida, ¿me oíste? Nadie
Verónica: Desgraciado (cachetada) yo he estado siempre ahí cuando ese infeliz te ha hecho daño, y he estado porque te amo, te amo
Álvaro: Pero yo no te amo, y eso lo has sabido siempre, no te amo, a quien amo es a Ignacio, el único al que amo es él, y jamás te voy a amar
Verónica: Estúpido, te odio, todo lo que he hecho lo he hecho por ti, nada de lo que ese desgraciado ha sufrido ha sido casualidad, de mil formas he intentado alejarlo de ti y si tuviera que matarlo, lo haría, lo quitaría del camino sin miramientos porque tú serás sólo mío
Álvaro: No soy ni seré nunca de tu propiedad, porque mi corazón sólo le pertenece a Ignacio, sólo a él
Verónica: Cállate (cachetada) porque si no eres mío, no serás de nadie más.
Y así me armé de valor, tomé la lámpara que Diego tenía a un lado del sofá y azoté a Álvaro con ella, casi al segundo Álvaro calló con su cabeza llena de sangre. Me odiaba a mí misma por hacerlo pero no podía permitir que quedara vivo porque me delataría, asesté un segundo golpe mientras las lágrimas salían de mis ojos, los próximos fueron casi mecánicos, estaba yo llena de sangre, con ganas de reír porque le había ganado la batalla a Ignacio, y Álvaro era sólo mío, ahora Álvaro me pertenecía, toda su sangre estaba en mi piel, me sentí dichosa, esa sangre que corría por las venas de Álvaro que era sólo para Ignacio, ahora era mía. Hasta que reaccioné, tenía que salir de ahí o me culparían, lavé la lámpara y salí de casa de Diego por supuesto me llevé la lámpara para que nadie supiera que había sido yo, esperaba que nadie me hubiera visto. Fue entonces que tuve el mejor de los planes, llamé a Natalia para que no atropellara a Ignacio, tomé mi teléfono y como él no tenía mi número le mandé un mensaje de parte de Álvaro para que fuera a verlo, y así tendría un castigo aún peor que la muerte.
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Me sentía extraño, quería llorar pero no sabía el motivo, o sea, sí lo sabía pero quería evadirlo, las cosas con Fernando no andaban nada bien, con Gustavo tampoco y a Álvaro, por Dios no quería ni verlo.
De repente recibo un mensaje, era un número desconocido, pero al leerlo supe de quién se trataba, era de Álvaro, quería que nos viéramos en casa de Diego para hablar sobre lo que había pasado con Verónica, algo me hacía ver extraño este mensaje pero tenía razón, teníamos que hablar.
Pero primero iría a mi oficina porque tenía que hablar antes con Fernando, aclararle que todo lo que había visto no había sido nada malo, obviaría lo del beso porque no sabía si sería prudente hablar de eso, al menos no todavía.
Me subí a mi coche y salí rápido hasta la oficina para ver si encontraba a Fernando, me bajé del coche y subí rápido. Entré y Fernando estaba mirando por el ventanal, estaba serio, casi triste.
Ignacio: Fernando, yo…
Gustavo: No hace falta, lo vi todo. ¿No te importó saber que estabas en la calle y que cualquiera podía verte?, ¿No te importé yo, que a lo más mínimo permitiste que te besara? Pero ¿qué pretendes, jugar conmigo, usarme para olvidarte de tus hombres?, ¿qué mierda te pasa Ignacio?, ¿por qué rayos no te decides de una puta vez a quién quieres y dejas de romperme las pelotas fingiendo que me quieres cuando en realidad está claro que no?
Ignacio: No sé de qué me estás hablando, de qué beso.
Gustavo: ¿Crees que soy estúpido?, ¿crees que de tu ventana no se ve nada hacia fuera? Pensé que eras diferente pero veo que no, eres un puto cobarde que no sabe lo que quiere en la vida, no tienes idea de lo que quieres y sabes yo hasta hace poco estaba dudando de lo que quería para mi vida, pero ahora estoy más que claro no te quiero a ti en la mía, no mientras no sepas a quién de verdad quieres.
Ignacio: Fernando escúchame, lo que pasó con Gustavo fue sólo un…
Fernando: NO te quiero escuchar, qué no entiendes… no quiero oírte ni verte. Lo mejor será que me vaya, y tranquilo que no me tendrás que ver más aquí
Salió hecho una furia de mi oficina, y yo casi mecánicamente caí en mi sofá y comencé a llorar, ahora sí sabía el porqué, me dolieron sus palabras y lo peor es que tenía razón, soy un puto cobarde…
Lo mejor será ir a ver a Álvaro, su llegada me había desatado todo esto, llegó la hora de aclarar las cosas…
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* Avance***
En el próximo capítulo de “En ausencia de ti”:
Diego: Yo sé que fuiste tú el que mató a Álvaro, que Dios me perdone, pero eres un desgraciado, estás loco. Me alegro que estés en la cárcel porque ese es tu lugar, maldito criminal, maldito
Ignacio: (cachetada) me respetas Diego, me respetas porque yo no lo maté, y como bien dices que te perdone Dios por el error que estás cometiendo.
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Alex y Juan Pablo juraron que al salir del colegio jamás se casarían y esperarían a que terminaran sus estudios para poder amarse libremente pero 1 de ellos no cumplirá su promesa, 20 años después se siguen amando pero deberán luchar contra quienes duermen a su lado…
La fuerza del destino
Próximamente…