En ausencia de ti (cap 11)
"Nos dimos un tierno beso, cada vez me hacía más adicto a esos besos tan dulces que podía darme Fernando, tenían ese toque suave que a ratos necesitaba para sentir que mi vida no era un montón de porquería."
*En ausencia de ti – Guerra por amor***
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Estaba realmente confundido, por una parte tenía rabia por ver lo cara dura que era Álvaro pero no era más que eso, en cambio, veía el semblante de Fernando y se me partía el corazón, estaba decaído y en gran parte era mi culpa, podía hacer miles de cosas para cambiar esto pero carecía de la fuerza, por Dios Ignacio, lo único que te falta es decidirte, reacciona…
Llegué a casa y lo primero que hice fue recostarme, pensar… en eso estaba cuando Laura entra a mi cuarto:
Laura: Ignacio, hay alguien que vino a verte.
Ignacio: Aay no, más visitas por hoy, pfff
Lara: Así me recibes, tontito
Ignacio: ¡¡¡Laraaaaa!!! (Grito frenético) que bueno que regresaste amiga, me hacías tanta falta, no te vuelvas a ir.
Lara: Tranquilo que no volverá a pasar, y ¿cómo estuvo todo en mi ausencia?
Ignacio: Cómo crees… Ufff tengo tanto que contarte
Así, los tres sentados sobre mi cama comenzamos a contarnos todo aquello que no habíamos podido, la noche fue cortísima, como siempre, Ignacio evadiendo aquello que tiene que hacer.
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Me levanté decidida, fuerte y dispuesta, hoy es uno de esos días en donde pienso que nada me puede salir mal. La verdad es que no existía hombre que se resistiese al montón de deseos que es capaz de provocar una mujer como yo, bueno, no existía hasta que conocí a Álvaro, me enamoré como una niña, lo deseo tanto, cada vez que lo tengo cerca me imagino los instantes de placer que podemos darnos, pero él se resiste, y se resiste por él… por ese idiota del cual ha estado enamorado tanto tiempo y yo como tonta escuchándolo y retorciéndome de los celos, pero a partir de hoy, eso cambiará. Conocía perfectamente a los Santisteban, eran una familia “ejemplar” claro, nadie sabía de las andanzas del único hijo varón que tenían. Sabía por dónde tenía que atacar y las cosas sí o sí saldrían bien.
Escogí uno de mis mejores atuendos, y emprendí camino hacia la casa de modas, ahora sí que sabrá quién soy, si las maldades de Natalia no sirvieron… no se ha dado cuenta de que hay más para él.
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Llegaba temprano a mi oficina, Fernando me había avisado que llegaría tarde porque tenía trámites que realizar así que podía pensar tranquilamente, me servía un café cuando, de golpe, mi puerta se abre…
(https://www.youtube.com/watch?v=nM71-TNUXIc)
Verónica: Ahora sí que tú y yo, vamos a hablar.
Ignacio: Perdón, quién es usted y cómo se atreve a entrar así en mi oficina
Detrás de ella entraba Helena, mi secretaria, diciéndome que no pudo evitar que entrara así de golpe, le digo que no hay problema, que yo me haré cargo.
Verónica: Soy Verónica Ríos de Alcázar, y vengo a que me expliques por qué trataste de esa manera a Álvaro.
Ignacio: Perdón, no te conozco y no tengo por qué darte explicaciones, ahora si no te molesta, sal de mi oficina o llamo a seguridad para que te saque a la fuerza, tú eliges
Verónica: No me iré, antes de decirte que eres un miserable, un idiota que no sabe con quién se está metiendo, Álvaro es mío
Ignacio: Pues si consideras tuyo a Álvaro no entiendo el show que estás armando, yo no le dije nada, al contrario ni siquiera dejé que me explicara lo que quería decirme, y por supuesto no consiento que una desconocida venga a insultarme
Verónica: Quizás tú no me conoces a mí pero yo te conozco perfectamente, sé quién eres y lo que haces, estás humillando a Álvaro para que te ruegue verdad, ¿es eso lo que quieres?
Ignacio: Insisto yo no tengo por qué darte explicaciones a ti de lo que haga o no con mi vida, si quiero hacerme el difícil o no con Álvaro es asunto mío, me parece increíble que a tu edad te rebajes ante un joven como yo
Verónica: Aléjate de Álvaro si no quieres conocer mi verdadera cara, puedo ser muy peligrosa si me lo propongo, tú no sabes quién soy yo
Ignacio: Por supuesto que no sé quién eres, ni me interesa saberlo. No me alejaré de él porque tú me lo pidas, eso será decisión mía, en cualquier caso, pídele a él que se aleje de mí, pareces loca armando tremendo escándalo cuando sólo lo he visto una vez.
Verónica: Es para aclararte las cosas, aléjate ahora que puedes, porque puedo usar otros métodos y no te van a gustar
Ignacio: jajaja y qué piensas, ¿que con tus amenazas me asustarás?, por favor, señora, ubíquese, no tengo por qué tenerle miedo, además, si usted, señora, se siente tan segura de que lo tendrá pues adelante, todo suyo, se lo regalo y sin uso jaja
Verónica: Tú a mí no me regalas nada, imbécil (cachetada)
Ignacio: Nunca me quedo con una bofetada, no soy de los que ponen la otra mejilla, pero le dejaré pasar esta porque veo el despecho que lo produce el hecho de que Álvaro haya regresado por mí, estás totalmente amargada por no tener la atención de Álvaro.
Verónica: Estú…
Intentaba darme otra cachetada pero esta vez le sujeté el brazo…
Ignacio: No te atrevas a volver a ponerme un solo dedo encima porque esta vez no seré tan benevolente y te la regresaré
Verónica: Conmigo esos aires de macho digno no te servirán, no eres más que un maricón infeliz que piensa que enloquece a todos los hombres, cuando en realidad no produce si no asco, das risa niñito, pero ya vas a conocerme, así tenga que matarte no me vas a estorbar, Álvaro es mío.
Ignacio: Sabes, me cansaste fuera de aquí
Verónica: Suéltame, desgraciado, no me toques
La tomé del brazo y la saqué fuera de la oficina
Ignacio: Que sea la última vez que vienes a molestarme.
Verónica: Esta no será la última vez que nos veamos, Ignacio.
Tenía demasiada rabia contenida, pero sobretodo con Álvaro, claro estaba que si esa tipa estaba al tanto de todo lo que ocurría entre Álvaro y yo es por él. La verdad, estaba impresionado de no haberme comportado como en otro momento lo habría hecho.
Llegaba Fernando con una gran sonrisa, la verdad su sonrisa me hizo olvidar todo el mal rato que pasé.
Fernando: ¿Qué tal mi vida?
Ignacio: Todo bien, y ¿cómo te fue en tus trámites?
Fernando: Bien, mejor de lo que esperaba
Ignacio: Y de qué se trataba, claro, si se puede saber
Fernando: (tomándome de la barbilla) pronto lo sabrá bichito, confórmese con saber que es algo que le encantará
Ignacio: ¿Bichito?
Fernando: ¿Qué?, ¿es que acaso no te gusta?
Ignacio: O sea sí, es que, no sé, es extraño, nunca antes me habían puesto un apodo.
Fernando: mmm… o sea que ¿soy el primero?
Ignacio: … sí, tontito
Nos dimos un tierno beso, cada vez me hacía más adicto a esos besos tan dulces que podía darme Fernando, tenían ese toque suave que a ratos necesitaba para sentir que mi vida no era un montón de porquería.
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Estaba feliz porque sentía que de a poco me iba ganando a Ignacio, cada vez más era él quien pedía mis besos. Me resistía a pensar que lo hacía por placer o ganas de sexo, quizás mi mente se auto engañaba pensando que era por amor.
La verdad es que a veces soy un poco tonto, siento que me estoy adelantando demasiado al hacer un proyecto de vida con él cuando no sé si se terminará enamorando de mí, quizás estoy arriesgando mucho por un posible nada…
Fernando: Podría besarte toda una eternidad y no cansarme nunca
Ignacio: Pienso lo mismo, estoy adicto a estos labios
Fernando: Y yo a los tuyos mi vida, no hay día que pase en que no piense lo afortunado que soy al tenerte conmigo…
Ignacio: Te quiero.
Y así era como siempre lograba disminuir mis ilusiones a 0, soñaba con escuchar de sus labios un “te amo” pero eso no estaba permitido para mí, como siempre debía hacerme el valiente y aceptar que no soy a quien él ama.
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Bebía y bebía y parecía no tener ganas de dejar de hacerlo, saber que Ignacio no quería saber nada de mí me tenía al borde de la locura, estaba dolido. Lo había perdido para siempre y sin él sabía que mi vida no tendría sentido alguno.
Diego: Álvaro, bebiendo no solucionas nada
Álvaro: S-si bebo es po’ él, po’que no me quie’e.
Diego: Menos te va a querer si te comportas como un pendejo, bebiendo no consigues nada, nada de nada.
Álvaro: Ya déjame en paz
De repente tocan la puerta y Diego se dirige a abrirla, cuando vi que entró hecho una furia, me alegré pero sabía que las cosas no pintaban para nada bien.
Ignacio: ¡Eres un desgraciado!
Álvaro: Pe’o ¿qué hice?
Ignacio: Ya veo que estás borracho, sabes jamás pensé que fueras tan patético
Álvaro: No soy ningún patético
Ignacio: Claro que lo eres y además un infeliz lengualarga, qué rayos tenías que contarle a esa tal Verónica
Álvaro: Yo neces…
Ignacio: ¡Cállate! No quiero volver a verte en mi vida
Álvaro: Pe’o yo te am…
Ignacio: Que te call…
Vi que Diego le detuvo el brazo, que si no, me hubiera dejado la cara como plato.
Diego: Ya va, ya va, Ignacio cálmate, Álvaro está borracho, yo creo que tienes que esperar a que esté sobrio, así no conseguirás nada.
Ignacio: Por culpa de este imbécil, esa tal Verónica me dio una cachetada
Diego: Mira, mejor espera a que Álvaro esté menos ébrio y ahí hablas.
Álvaro: Pe’o si yo ‘stoy bien
Ignacio: Tienes razón, Diego nos vemos después, adiós.
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El primer golpe ya había sido dado, tenía que darle por donde más le dolía, ya lo había hecho una vez con Gustavo así que sólo me queda contactar a Natalia y será ella quien me ayude, ese imbécil no sabe con quién se ha metido.
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Salía de casa de Diego y me dirigía a buscar mi coche, de repente suena mi celular, era Gustavo, no sabía el motivo de su llamada así que le contesté.
Gustavo: Hola, ¿cómo estás?
Ignacio: ¿bien y tú?
Gustavo: Mmm… creo que bien pero necesito verte, quiero hablar contigo
Ignacio: Bueno y ¿dónde?
Gustavo: ¿Puede ser en tu oficina?
Ignacio: Sí, claro. Te veo allá como en 1 hora
Gustavo: Ok. Nos vemos.
Me subí a mi coche y me dirigí a mi oficina, estaba realmente intrigado por lo que Gustavo tenía que decirme, la verdad es que hacía mucho tiempo que no hablábamos y las veces que nos habíamos visto era muy poco lo que él me decía, por lo que me parecía extraño.
Llegué y entré a mi oficina y Fernando estaba sentado en mi escritorio, tenía una de las sonrisas más lindas que había visto.
Me senté en sus piernas y le rodeaba el cuello…
Ignacio: Sabes que te quiero mucho.
Fernando: Sí lo sé, pero me gusta que me lo recuerde mi bichito.
Ignacio: Si yo soy tu bichito pues tú, tú eres mi… ¿osito?
Fernando: ¿Tan gordo estoy?
Ignacio: No, no lo estás… estás es hecho un… Ufff un príncipe, mi vida
Fernando: Te amo, te amo bichito mío
Y un gran beso me hizo ir al cielo, me mantenía con los ojos cerrados mientras disfrutaba del beso de Fernando, hasta que al abrir los ojos me pareció ver a Álvaro, bruscamente me aparté de él
Fernando: ¿pasa algo?
Ignacio: No, nada. Es que recordé que tengo algo que hacer. Amor ¿podrías traerme un café?
Fernando: Podría traerte lo que me pidieras…
Y así Fernando salió, me sentía terrible, no podía pasarme esto si hacía tiempo que no pasaba nada con respecto a Álvaro, no podía permitirme tener estos ataques por él
Gustavo: Permiso, ya estoy aquí
Ignacio: Adelante, pasa
Gustavo: Ufff te ves, muy lindo
Ignacio: Gracias, bueno y ¿qué es lo que tenías que decirme?
Gustavo: Yo… yo todavía, te amo
Ignacio: Gustavo, por favor.
Las lágrimas salían de sus ojos y me hacía sentir muy mal, me daba pena no poder corresponderle a Gustavo aún después de todo lo que vivimos juntos.
Gustavo: Lo sé, lo sé, pero… ¿me permites abrazarte?
Ignacio: Por supuesto…
Lo abrazaba y sentía como de a poco se calmaba y dejaba de llorar, hasta que vi entrar a Fernando, su cara cambió y su expresión de enojo no se hacía esperar, estaba celoso y nunca lo había visto así.
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* Avance***
En el próximo capítulo de “En ausencia de ti”:
Ignacio: No esperaba encontrarte aquí pero ya que te veo, toma (cachetada) ahora sí tienes un motivo para entrar antes a ver a Diego
Verónica: Desgraciado.
Ignacio: Vuelve otra vez a ponerme la mano encima y te irá peor.
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Un amor que tras 20 años se mantiene intacto, pero tendrán que luchar contra quienes duermen a su lado…
La fuerza del destino
Próximamente…