En ausencia de ti (cap 10)

"Y me besó, le respondía el beso con todo el amor que podía transmitirle, sabía que ese beso de Ignacio era un beso de agradecimiento y despecho y no de amor pero no me quejaba, prefería eso a ser sólo su amigo, no quería tenerlo cerca y no poder hacer esto, no era justo ni para él ni para mí..."

En ausencia de ti – Abrázame muy fuerte

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https://www.youtube.com/watch?v=NnEmE8qanG8

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Caminaba casi sin rumbo, estaba nervioso, lo volvería a ver pero no sabía si las cosas saldrían bien o no, tenía miedo de lo que pudiera decirme y quizás incluso llegue a reprocharme el abandono, aunque siempre estuve pendiente de él.

Durante el tiempo que estuvimos ¿juntos?, Ignacio me mostró una faceta de él que casi nadie conocía, ganarme su confianza me costó demasiado, no sólo era su asesor espiritual sino también su guía y próximo padrino de confirmación, el lazo que lo unía a mí era muy fuerte, tanto que terminé por confundirme y de paso, confundirlo a él. Recuerdo una vez que nos veríamos en su casa, quería conocer a sus padres y la verdad fue una de las mejores experiencias que tenía con él, mi hice muy buen amigo de sus padres y también de sus hermanas, aunque notaba, de parte de Consuelo, que poseía cierta actitud de protección hacia su hermano por lo que a veces, me veía con cierto recelo. Esa misma noche, Ignacio me llamó a su habitación para que habláramos, cuando entré él estaba en el baño, aproveché de contemplar su cuarto, Wow era digno de él, un niño porque Ignacio hace 5 años atrás sí que parecía un niño, sobre su escritorio, tenía un cuaderno muy curioso y con una decoración muy de niño pequeño, no pude evitar abrirlo y leer la primera página, era una dedicatoria:

“Aunque parezca un cuaderno común, corriente y mal decorado (ya sabes que la decoración manual no es lo mío) cada hoja tiene un mensaje que esclarece cuánto te amo. Estoy feliz de que ya llevemos un año juntos, te amo… Gustavo”

Justo debajo de aquella dedicatoria había una foto de ellos abrazados, no necesitaba mayor explicación.

Álvaro: Ignacio, ¿qué es esto?

Ignacio: Es mi diario de vida.

Álvaro: ¿diario de vida? Es que acaso no entiendes que esto te hace mal.

Estaba furioso, tanto que arranqué todas las hojas que llevaba escritas y las guardé en mi bolsillo.

Ignacio: ¡Por favor! No las leas, no hay nada escrito que tú no sepas

Álvaro: No lo haré, cuando llegue a casa las quemaré.

Ese día terminó con cierta furia de mi parte aunque Ignacio era el que debía estar furioso por  todo lo que pasó, creo que no debí hacer eso pero los celos me destruyeron, me enceguecieron y claro… metí la pata.

Cuando llegué a casa comencé a leer, sabía que no debía hacerlo pero no me quedaba de otra. El diario se llamaba “Daniel” la mayoría de lo escrito eran las cosas que hacía en el día, pero hubo un día que me sorprendió mucho lo escrito.

“Hola Dani, ¿qué tal? Hoy me siento fatal, con los nervios de punta, siento que el universo hoy sí ha conspirado en mi contra porque mientras hacía el amor con Gustavo no pude evitar ponerle la cara de… Álvaro, ya sé que está mal, no sé cómo pasó y estoy muy nervioso, tengo miedo de comenzar a enamorarme de él porque es prohibido para mí, no debiera pasar esto…”

Estaba enojado porque Ignacio no me lo había contado pero claro estaba que le avergonzaba, las cosas estaban llegando a un punto grave, Ignacio se estaba enamorando de mí y lo peor era que no me disgustaba la idea, al contrario, no pude evitar sonreír al pensar en su última frase “tengo miedo de comenzar a enamorarme de él”

Ahora que lo pienso, ¿por qué no me decidí antes? Quizás ahora estaríamos juntos y no habría necesidad de caminar casi sin un rumbo fijo, sin nada más que el deseo de que Ignacio me perdone y me acepte, me hace tanta falta oírlo, no sé, extraño sus ocurrencias y sus mensajes, sus llamadas a horas no prudentes, sus aburridos chistes y su fascinación por las novelas mexicanas.  Lo que más me gustaba de Ignacio era lo melodramático que a veces podía llegar a ser, la culpa la tenía su fascinación por ver “El canal de las estrellas”, en definitiva, la inocencia de ese ser me hizo flaquear en una vocación que pensaba fuerte, supongo que esto estaba en mi destino… pero.

Suena mi celular, era Diego

Diego: Hola Alvarito, ¿ya estás aquí?

Álvaro: Hola Diego, sí, ya llegué, estoy caminando un poco y pensando, estoy preocupado, tengo miedo de que no quiera verme, Diego.

Diego: Te dije que no te ilusionaras pero tampoco te adelantes a los hechos, aún no hablas con él.

Álvaro: tienes razón, te veo luego, adiós

Diego: Cuídate…

Tomé un taxi y me dirigía a la parroquia, allá encontraría a Diego y podríamos hablar mejor y de paso, pedirle que llame a Ignacio.

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Estaba relajado y ¿tranquilo? La verdad es que todo pintaba bien, pese a que no sé a quién rayos querer no me siento tan abrumado. Fernando había salido a buscar algo para desayunar, no entiendo por qué me cuesta tanto enamorarme de él si es el hombre perfecto, pero quiero que esto que comienza se mantenga, estoy seguro de que lo llegaré a amar tanto como él me ama a mí.

Suena mi móvil, era Diego.

Diego: Hola Ignacio, ¿cómo estás?

Ignacio: Muy bien, muy contento ¿y tú?

Diego: Con mucho trabajo, ya sabes mucho papeleo y eso. Sabes, necesito hablar contigo algo importante.

Ignacio: Sí, ¿cuándo quieres que vaya?

Diego: No, yo me pasaré por tu oficina en una media hora más ¿te parece?

Ignacio: Súper, te veo al rato, cuídate

Diego: Ok, Adiós

Aproveché de ordenar un poco mi oficina, tenía una extraña sensación, pero creo que no es bueno darle importancia.

Miraba hacia afuera por el ventanal de mi oficina, joder qué linda se veía la ciudad desde aquí, sentí que llamaron a mi puerta, de mi boca salió un adelante. Escuché que alguien decía me llamaba, pero esa voz no era de Diego sino de… no, no puede ser

Álvaro: Ignacio.

Me giré y lo vi, reviví todo aquello que había logrado olvidar, de repente sentí que la sangre me hervía, apretaba mis puños.

Álvaro: Ignacio… yo… este

Ignacio: Eres un puto cobarde (cachetada)

Diego: Ignacio por Dios, cuando menos escúchalo

Las lágrimas eran incontenibles, hablaba entre sollozos

Ignacio: No tengo nada que escuchar de un cobarde como tú, fuera de aquí no te quiero volver a ver, no quiero escucharte, toma un avión y lárgate de vuelta a España.

No podía parar de gritar y de llorar, por primera vez en mi vida, sentí que había perdido la poca dignidad que me quedaba

Álvaro: Ignacio, por favor, yo no te hablaba porque…

Ignacio: Lárgate o llamo a seguridad para que te saque, no te quiero volver a ver nunca más en lo que me reste de vida.

Fernando entraba en la oficina y al verme en este estado se alarmó, se acercó a mí.

Fernando: ¿Qué pasa mi vi…

No pudo terminar la frase cuando se dio cuenta de quién estaba ahí, varias veces le había mostrado las fotos de Álvaro así que ya lo conocía bastante bien, su cara era como de asombro

Fernando: Ya mi amor, por favor.

Veía que Álvaro también lloraba pero no podía ni quería escucharlo, estaba muy dolido como para reaccionar favorablemente, ¿por qué regresó? Todo iba por buen camino y llegó a hacerme retroceder  todo lo que había logrado avanzar, temía por la reacción de Fernando pero él estaba más preocupado por mí.

Álvaro: Creo que lo mejor será que me vaya, ya hablaremos en otro momento.

Ignacio: Claro, lo mejor es que te vayas pero de vuelta a España porque aquí, créeme que no te quiero ver.

Álvaro salía de la oficina y Diego se acercó a mí.

Ignacio: No te me acerques, Diego. Tú lo sabías y no me dijiste nada.

Diego: No podía, Álvaro me pidió que no lo hiciera.

Ignacio: Pues bien, vete no quiero verte.

Estaba dolido y furioso, Fernando me miraba asustado, quizás al verme así se le esfumaron todas las esperanzas que tenía, y es que aunque lo niegue estaba mal no sólo por su olvido, sino porque reviví todo y el amor me había vuelto más vulnerable que nunca, Ignacio… cometes error tras error.

Fernando: ¿Estás bien? Si quieres podemos salir

Ignacio: No, no quiero, sólo abrázame

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https://www.youtube.com/watch?v=awPX2gP8fZU

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Lo abrazaba como si no hubiese un mañana, como si su vida dependiese de este abrazo, quería tenerlo para siempre así conmigo, besaba su frente, oía sus sollozos casi en silencio, no podía demostrarle mi dolor porque no quería que se sintiese peor, ya bastante había hecho el Álvaro ese al regresar, no podía darle otro dolor.

Fernando: Ya te sientes mejor

Ignacio: Por supuesto, con ese abrazo quién no lo estaría

Y me besó, le respondía el beso con todo el amor que podía transmitirle, sabía que ese beso de Ignacio era un beso de agradecimiento y despecho y no de amor pero no me quejaba, prefería eso a ser sólo su amigo, no quería tenerlo cerca y no poder hacer esto, no era justo ni para él ni para mí.

Fernando: Te amo mucho Nachito, mucho, mucho, mucho, mucho y mucho…

Ignacio: Te… quiero mucho

Ese “te quiero” fue como taladrarme el corazón, era sincero pero ¡carajo! Miénteme, por favor miénteme para sentir que me amas, para sentir que el idiota de Álvaro no te importa.

Lo volví a abrazar…

Fernando: Te amo, y me vas a tener siempre, pase lo que pase…

Ignacio: Tal vez por ahora no pueda decirte te amo, pero te quiero mucho y eres muy importante para mí, sólo dame tiempo

Fernando: Todo el tiempo que quieras y necesites, yo te esperaré…

Seguimos así abrazados, en silencio, era como si no tuviésemos nada que hacer y matáramos el tiempo así…

Sin duda, cada vez me enamoraba más…

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Sentado en mi sofá, dejaba mis lágrimas correr pero en silencio, mi papá me había enseñado a llorar sin que nadie me oyera, y aunque quería armar un escándalo no podía. Ignacio reaccionó tal y como lo imaginé, sabía que no querría escucharme, ni siquiera verme, Diego se enfadó conmigo porque por mi culpa Ignacio no lo quiere volver a ver, metí la pata y encima me estoy metiendo en medio de una relación, ese chico lo abrazó y lo llamó “mi amor” era imposible que un amigo lo tratase así, tenía que ser algo más.

En mi celular me mandan un mensaje, era Verónica, una amiga

Verónica: Hola Alvarito, como estás

Álvaro: Supongo que bien

Verónica: ¿Supongo?

Álvaro: Físicamente estoy bien, si eso es lo que te preocupa, pero mentalmente no, recuerdas el chico del que te hablé

Verónica: Sí…

Álvaro: No quiere saber nada de mí, fui a su oficina a intentar hablar con él pero me tronó y me echó de su oficina, hasta una cachetada me dio, y me lo merezco por hijo de puta…

Verónica: No, no te lo mereces, ese marica sí que es un tonto, pero tranquilo… ya volverá rogándote perdón…

Álvaro: No lo creo…

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Las cosas habían salido mejor de lo que esperaba, el tipejo ese no quería saber nada de Álvaro y eso era bueno, pero de todas maneras tengo que asegurarme y quitármelo del camino, no ha nacido la persona que logre quitarle algo a Verónica Ríos de Alcázar.

Con seres débiles como él sólo hace falta un pequeño empujoncito, no es mucho lo que tendré que hacer, imagino que ha de ser un muchachito tonto y cobarde, y por supuesto, Álvaro será mío, lo que siente por ese tonto no puede ser más que ganas de protegerlo, es sólo un sentimiento de cuidado hacia un cobarde que por lo visto no tiene idea de la vida, ni nada claro…

Bueno, tendré que comenzar a pensar cómo desaparecerlo, aunque primero tengo que presentarme ante él para que sepa que Álvaro tiene dueña, sólo tengo que averiguar dónde vive y listo. Prepárate Ignacio, se viene un infierno para ti.

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* Avance***

En el próximo capítulo de “En ausencia de ti”:

Ignacio: Si usted, señora, se siente tan segura de que lo tendrá pues adelante, todo suyo, se lo regalo y sin uso jaja

Verónica: Tú a mí no me regalas nada, imbécil (cachetada)

No pensaba quedarme con la cachetada, era quizás la primera vez que no respondería una, al menos no ahora, pero de que se la devuelvo, se la devuelvo.