Emputeciendo a la hija de mi jefe 2

La visita a la clínica con Irene y con Sara y el corte de pelo de Sara.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia para poder entenderla; todas las partes están publicadas en mi perfil.

Acepto comentarios que sean constructivos y me reservo el derecho de pedir borrar los que considere que no aportan nada.


Llegamos a la clínica de Carolina, que, junto con Claudia, Almudena, Eva y dos doctoras a la que no conocía y que se presentaron como oftalmóloga y como nutricionista, para revisar y tapar los ojos de Sara y de Irene (La oftalmóloga) y preparar a Irene una dieta a su medida, de modo que siempre pudiera tener un cuerpazo como el que ya tenía en ese momento.

Nada más llegar tanto Irene como Sara se tuvieron que desnudar por completo, para pasar el reconocimiento médico previo a poder iniciar la nueva vida, en el caso de Sara como asistenta en la casa de Lara sin poder ver ni oír nada, y, en el caso de Irene, como mi nueva puta personal.

Ya con Irene y Sara desnudas por completo, Carolina comenzó a explorar a Irene, le tocó y le sobó las tetas, para ver el estado de las prótesis y las posibilidades de aumento de tamaño hasta poder tenerlas enormes de verdad, más grandes incluso que las de Carla, las de su madre.

Carolina también le tocó el culo, para ver su estado, y si era posible hacer una cirugía para aumentarlo, Carolina le metió un dedo por el culo a Irene, lo que supuso que, ella, emitiera un gemido y cerrase los ojos por el placer que le producía que, Carolina, le metiera el dedo por detrás.

Carolina me dijo que, en principio, no habría problema en aumentar el tamaño del culo de Irene, aunque era mejor dejarlo para cuando se hiciera la misma cirugía con Paula, con la idea de realizar ambas cirugías el mismo día.

Después le llegó el turno a Eva, la ginecóloga, que revisó el coño de Irene, para ello, le metió los dedos directamente en el coño de Irene, así como varios aparatos ginecológicos que se suelen usar en las revisiones femeninas.

Eva me dijo que no habría problema en llenar de piercings el coño de Irene, a mi gusto, y que todo parecía estar correctamente en sus zonas íntimas, antes de acabar, Eva sacó un arnés de un cajón, con una polla enorme, de unos 20 cm por lo menos, se lo puso en su coño, con una especie de braga, y comenzó a metérselo a Irene por su coño, porque quería comprobar lo bien que se le daba follar a Irene, y lo que aguantaba follando.

Irene aguantó bastante, no gritó demasiado, y tardó unos minutos en correrse, lo hizo sobre la cara de Sara, a quien le tocó aguantar pacientemente a que llegara el momento en el que, Irene, se iba a correr, para recibir en su cara la corrida de Irene.

Nada más acabar la sesión de sexo entre Eva e Irene, Eva le colocó a Irene un DIU, idéntico al que ya llevaba Sara, para evitar embarazos y poder follar a pelo sin problemas con quien yo ordenara a Irene que lo hiciera.

Una vez que, Irene, ya tenía el DIU puesto, le tocó el turno a Sara, sin limpiarse los restos de la corrida de Irene, de pasar la revisión ginecológica; Eva aprovechó para colocarle la sonda vesical por la que, a partir de ese momento, Sara, mearía.

Ya con la sonda puesta, y probada, volvió a ser el turno de Irene, y le tocaba la revisión a Almudena, que miró su espalda y dijo que le gustaría ponerle un corsé especial, ortopédico, para mejorar la postura, pero algo menos duro que los de Paula; a Sara le dijo que le iba a poner el mismo collarín que, Paula, llevaba ya en su cuello y que era bastante restrictivo, además de un corsé ortopédico hasta que llegaran los corsés de cuero definitivos, que, al igual que los trajes de látex de uniforme de asistenta, tardarían unos días en llegar.

Almudena desapareció, aunque no tardó en llegar, cargada, con ayuda de una enfermera, con todos los aparatos ortopédicos que iban a ser necesarios para Irene y para Sara.

En el tiempo en el que, Almudena, estuvo preparando los aparatos ortopédicos, la oftalmóloga revisó los ojos de Irene y de Sara, y le puso a cada una un parche en el ojo derecho; Irene vería ya solo por un ojo, llevando siempre el otro tapado, y, para Sara, era solo el comienzo, pues, esa misma tarde sería la última vez que pudiera ver por completo, para ella.

Ya con los aparatos ortopédicos, llegó el momento de colocarlos, el de Irene fue el más complicado de colocar, dejaba el cuello de Irene bien arriba, con casi ninguna movilidad, pero estaba diseñado de modo que, la ropa, fuera fácil de quitar y de poner, y, con suerte, solo era visible la parte que inmoviliza el cuello, no la parte de debajo del corsé, que se puede tapar y camuflar bajo la ropa.

El collarín de Sara, fue sencillo de poner, al igual que su corsé, aunque, la movilidad de su cuello, es casi nula, lo

que,

unido al ojo tapado, hacía cada paso para Sara, una complicación importante, aunque, excitante, a la vez para ella.

Por último, llegó el momento de la revisión con la nutricionista, que pesó y midió a Sara y a Irene, y elaboró la dieta para Irene; para Sara, propuso la colocación de una sonda a la altura del estómago, por la que introducir la comida especial, de modo que, su alimentación, fuera mucho más cómoda, y ni siquiera fuera necesaria la apertura de la máscara para comer, bastaría con subirse un poco el vestido del uniforme, una vez al día, para introducir la comida por la sonda, y ya.

Así que, quedamos en que, al día siguiente, por la mañana temprano, regresarían Sara e Irene a la consulta, para realizar una analítica completa en ayunas (Análisis de sangre, evidentemente), y, también, para colocarle a Sara la sonda.

Pero, a las 21:00, Claudia se pasaría por la casa de Lara, para acabar de taparle los ojos a Sara, y ponerle a Pilar el parche en el ojo que siempre llevaría (Bastaba con que, Pilar, viera a medias, para poder ayudar y hacer de lazarillo a Sara), así como el collarín, del mismo tipo del de Sara y Paula, a Pilar en su cuello, para que, Pilar, tampoco pudiera moverlo apenas.

Antes de salir, pasamos por la habitación de Paula, que estaba algo adormilada, según nos dijo Carolina, el hecho de haber comenzado a meterle heroína por la vía, para que comenzara a ser adicta a esa droga casi letal, era el motivo de que, Paula, casi no pudiera hablar y estuviera, por así decir, en otro mundo.

Eran las 18:30 cuando salimos de la clínica, quedamos con Carolina en que, al día siguiente, sobre las 09:00, estaríamos de regreso, junto con Marta y Susana, para hacer las analíticas completas, ponerle la sonda a Sara, y llevarnos a Paula a la casa, al gabinete de Marta.

La siguiente parada del día, antes de ir primero a la casa de Sara a recoger a Pilar, y, después, ya sí, a la casa de Lara, a recibir a la peluquera, que raparía al 0 a Sara y le afeitaría la cabeza por completo, tenía que ser a la tienda de uniformes de asistenta, para comprarles algunos a Sara y a Pilar y que, desde esa misma noche, se los pudieran poner.

Agarramos otro taxi, y fuimos hasta una tienda de uniformes para personal de servicio que localicé por Internet, y llegamos hasta allí.

La dependienta de la tienda se sorprendió un poco al vernos, y más aún al ver que, el uniforme era para Sara, y para alguien más (Pilar), que no se encontraba en la tienda, pero, Sara, le dio los detalles de la talla de Pilar, y, la dependienta, sacó varios uniformes, que decidimos comprar y que, Sara, con su tarjeta, pagó.

Salimos de la tienda de uniformes, Sara fue cargando con las bolsas, agarramos otro taxi, para ir a la casa de Sara, donde, Pilar, tenía ya un par de maletas hechas, con las cosas fundamentales para poder vivir en la casa de Lara (Sobre todo, los juguetes BDSM y las cosas personales de Sara, imprescindibles para ella); Sara le puso a Pilar el mismo abrigo largo de cuero negro que había usado yo para ponerle a Isabel o a Carlota en días anteriores, también le puso guantes de piel de color negro en las manos, y, en los ojos, le puso a Pilar dos apósitos (Uno en cada ojo), y unas gafas de sol, para que nadie sospechara nada.

Sara se despidió de su casa, no pudo evitar que le cayesen unas cuantas lágrimas, pues sabía que, posiblemente, nunca más iba a poder regresar a esa casa, o, si regresaba, no la podría ver, al llevar los ojos totalmente vendados.

Salimos de la casa de Sara, y recorrimos los pocos metros que nos separaban de la casa de Lara, caminando; yo acompañaba a Pilar para poderla guiar, teniendo en cuenta que no veía nada de nada, la tomé de la mano, y, Sara, llevaba las maletas con las cosas que íbamos a necesitar en nuestra nueva vida.

Antes de entrar en el edificio en el que se encuentra la casa de Lara, Sara se despidió de la calle, pues ya nunca más la vería, y pasarían meses, probablemente, hasta que volviera a pisarla físicamente.

Ya en la casa de Lara, y mientras esperábamos la llegada de Nuria, la peluquera a domicilio a la que, Sara, había llamado, me tomé una cerveza, delante de Irene y de Sara, que ya no podían tomar nada ni tampoco beber nada, para poder hacerse al día siguiente las analíticas.

Llamé a Paloma y, brevemente, le expliqué que, probablemente, el primer día de gimnasio iba a tener que ser un poco más breve, le dije que, al final, la hora de la quedada, se iba a tener que retrasar un poco, pero que la avisaría en cuanto que supiera la hora exacta a la que, Irene, llegaría al gimnasio por primera vez para comenzar el entrenamiento físico para su cuerpo de puta.

Sonó el timbre, Sara fue a abrir, iba completamente desnuda, porque, nada más llegar a la casa, les ordené tanto a Sara como a Pilar, que se quedaran desnudas, (Salvo por los aparatos de castidad de Pilar, claro está, y que, por cierto, a partir de ese momento, las llaves, las tendría yo, sería yo quien controlaría la castidad de Pilar), Nuria apareció en el salón, y nos saludamos sin pensar, en ese momento, lo especial que iba a llegar a ser nuestra relación.


Breve descripción de Nuria:

A sus casi 40 años, si me dicen que tiene 30, me lo podría creer, bastante guapa, sin pinta de peluquera, morena, con cuerpo natural y buenas tetas.

Ese día iba vestida, como siempre, de manera muy natural y normal, una falda y una camiseta, de cualquier tienda de moda frecuentada por mujeres de su edad, nada que hiciera presagiar su verdadero nivel económico (Y que ya os contaré...)

Muy simpática de carácter, aunque con un punto enigmático, con un secreto que, yo, aún no sabía, pero que, muy pronto, iba a descubrir.


Nuria me preguntó lo que iba a querer hacerle a Sara en el pelo, y me confirmó si, lo que, Sara, le había explicado por teléfono, era cierto o no.

Yo le expliqué a Nuria lo que necesitaba y, ella, sin hacer preguntas, me dijo que no había problema, y que estaba dispuesta a empezar cuando le diera la orden.

En ese momento, me sonó el móvil nuevo que, Roberto, me había dado para asuntos relacionados con el nuevo trabajo, y que apenas sí había podido configurar; la llamada era de Roberto, que quería saber cómo iban las cosas con Irene, y si se podía pasar por la casa de Lara, para estar allí un rato, en la primera noche de Irene, y que no se le hiciera tan cuesta arriba.

Roberto dijo que apenas tardaría 10 minutos en llegar, porque ya había aparcado cerca de la casa de Lara, así que, lo que tardase en recorrer, caminando, la distancia desde el parking hasta la casa de Lara, sería el tiempo que tardaría en llegar.

Cuando Roberto llegó, fue Irene quien le abrió la puerta, Roberto saludó a su hija, no se sorprendió de verla con el vestido de cuero, aunque, sinceramente, se esperaba algo más escotado, más de puta; cuando Roberto se sentó, y comenzó a beberse la cerveza que, el personal de servicio “oficial”, le sirvió, comenzó el espectáculo, el corte de pelo de Sara, hecho por Nuria.

Roberto trajo consigo dos paquetes, el primero de ellos, con cocaína, para que, Irene, la pudiera ir consumiendo a diario como parte del proceso de emputecimiento, y, el segundo paquete, con heroína, para que, Sara, se la fuera inyectando a diario, como parte de su proceso de conversión en un objeto. (Sería Pilar quien, con ayuda al principio de Claudia, que le ayudaría y le enseñaría a pinchar y a poner inyecciones a Pilar, la que se encargaría de inyectar la heroína a Sara a diario).

Por otro lado, mientras veíamos el proceso que voy a explicaros a continuación sobre el corte de pelo y el rapado de Sara, Roberto propuso que le mandara colocar a Irene una sonda gástrica idéntica a la que llevaría Sara desde el día siguiente, para ahorrarme tener que darle de comer comida normal. (Me pareció algo a tener en cuenta, que comentaría con Carolina, al día siguiente en la visita al hospital para las analíticas y para recoger a Paula tras las cirugías).


El proceso de rapado del pelo de Sara. Lunes por la tarde en el salón de la casa de Lara.

--

Roberto, Irene, Nuria y yo, nos encendimos sendos cigarrillos, y fuimos fumando uno tras otro, mientras duró todo el proceso del corte de pelo de Sara.

Nuria agarró unas tijeras, y comenzó a cortar el pelo de Sara, poco a poco, fue dejando el pelo de Sara, cada vez, más y más corto, hasta dejarlo tan corto que, ya solo una máquina eléctrica de afeitar, tendría que ser pasada por la cabeza de Sara, para acabar con el poco pelo que le quedaba.

Sara veía, con el único ojo que le quedaba libre, como, su pelo, iba cayendo sobre el suelo de la casa de Lara, sabía que, al acabar el corte radical de pelo, y ya sin verlo, además, tendría que recoger todos los restos, así que, pasó una buena parte del proceso, memorizando la situación de cada pelo, para poderse acordar después, a la hora de tenerlo que recoger.

Su coño chorreaba, pues imaginarse cada vez con menos pelo, le excitaba bastante, desde pequeña había sido su sueño, pero, hasta ese momento, no se había atrevido a dar el paso y a raparse por completo, a quedarse sin un solo pelo en la cabeza.

El ruido de la maquinilla eléctrica, sobre el poco pelo que le quedaba en la cabeza a Sara, provocó en ella que, de nuevo, unas lágrimas brotaran de su ojo destapado, pero, pese a todo, eran lágrimas de alegría, pues su sueño, se estaba cumpliendo, y eso era lo importante para Sara.

Cuando ya no quedaba casi pelo para que, la afeitadora eléctrica, pudiera quitarlo, llegó el momento en el que, Nuria, le puso la primera capa de espuma de afeitar en la cabeza a Sara y comenzó a pasar una cuchilla de afeitar por su cabeza, dejando a Sara cada vez más y más calva y reluciente.

Fueron necesarios 7 pases de espuma y cuchilla, para dejar a Sara totalmente calva, hasta que, la toalla que usó Nuria, apareció sin un solo pelo de Sara, al pasarla por su calva.

Pilar realizó el octavo pase de la cuchilla con espuma, para aprender a hacerlo, pues, cada día, después de la ducha de Sara, de la que también se encargaría ella, tendría que pasarle la espuma y la cuchilla por la cabeza de Sara, para evitar que creciera nada de pelo en su cabeza y, Sara, continuara completamente calva.

Llegó el momento de humillar aún más a Sara, Nuria colocó un poco de espuma de afeitar en la ceja del ojo destapado de Sara, y le pasó la cuchilla de afeitar, dejándola sin ceja, después, repitió la operación, para asegurarse de que no quedaba ni un solo pelo.

Nuria tuvo que retirar el parche que tapaba el ojo de Sara, para poder hacer lo mismo en el ojo que iba tapado, hasta dejar a Sara calva y sin cejas, todo un espectáculo, al que, Roberto, asistía maravillado, y con ganas de follarse a Sara ahí mismo.

Finalmente, Nuria, sacó dos discos de algodón, los untó con una sustancia desconocida, y se los puso a Sara en los ojos durante unos minutos, al quitarlos, las pestañas de Sara habían desaparecido por completo y, a ella, ya no le quedaba nada de pelo en el cuerpo.

Nuria sacó otros dos discos de algodón, se los puso a Sara en los ojos, ya sin ninguna sustancia, le colocó un poco de esparadrapo, y dio por concluido su trabajo, pero, decidió quedarse, a ver el proceso de vendaje de los ojos de Sara.

Nuria se sentó en el sofá, a mi lado, y me pidió poder tomar una cerveza, así que, avisé al servicio para que le trajeran una buena copa de cerveza, bien fría, a Nuria.

En ese momento, sonó el timbre de la puerta, le ordené a Sara que fuera a abrir, tal y como estaba, a Sara le costó un poco llegar a la puerta, pues ya no veía nada porque, los discos de algodón, se lo impedían, pero abrió la puerta y saludó a Almudena que, al final, era la única que disponía de algo de tiempo para, como favor personal, poder realizar el vendaje de los ojos de Sara.

Almudena llegó al salón, saludó a todos los presentes, también a Roberto y a Nuria, pero, a mí, casi me ignoró, y le pidió a Sara, que se sentara en la misma silla donde había tenido lugar el corte de pelo, para comenzar con el vendaje de los ojos.

Almudena le retiró a Sara uno de los discos de algodón de los ojos, dejando el otro puesto, y empezó a colocarle a Sara un montón de esparadrapo, dejándolo ya completamente cerrado, colocó un parche de color marrón sobre el esparadrapo, y otro algo más grande y de color blanco sobre el primer parche, después, repitió la operación en el otro ojo, y ese fue el último instante de visión de Sara en mucho tiempo.

Después, Almudena colocó una venda de crepé sobre los ojos de Sara, y la cerró con esparadrapo, para que no se saliese, sobre ella, colocó una venda negra, una especie de

wrapping

, que selló con cinta americana de color plata.

Para finalizar, Almudena, le colocó a Sara tapones en los oídos y en los agujeros de la nariz (Que cubrió con esparadrapo), y le puso a Sara en la nariz, una especie de férula, que le iba a impedir respirar por ella, limitando la respiración de Sara a la boca.

Almudena le iba preguntando a Sara si veía algo, al principio, Sara respondió de manera afirmativa, pero, ya con los vendajes, reconoció que no veía ya nada de nada.

Antes de colocarle la máscara, Almudena le puso a Sara la redecilla blanca que ya habíamos visto colocarle antes, a Alejandra y a Paula, como paso previo a la máscara y evitar el contacto directo de la máscara con la piel de Sara; Almudena selló con más cinta aislante, la zona de los ojos y de la nariz, la férula, para meter aún más presión al vendaje de la cara y de los ojos de Sara.

Llegó el momento de colocarle a Sara la máscara de cuero, solo con la abertura en la boca para poder respirar a través de ella, una mordaza con forma de polla, con un pequeño agujero por el que entra y sale el aire que permite a quien la lleva, poder respirar con normalidad. (La mordaza se puede quitar para, por ejemplo, hacer felaciones por parte de quien lleva la máscara).

Pilar fue la encargada de colocarle a Sara la máscara, y de dejarle bien puesta la mordaza, asegurándose de que pudiera respirar, a pesar de las limitaciones.

Sara ya no podía hablar, pero sí hizo un gesto con la mano cuando, Pilar, le tocó en la espalda, el gesto que habíamos convenido para que, Sara, dijera si iba todo bien tras la máscara, una vez que ya estuviera colocada por completo.

Por supuesto, hubo que quitarle durante unos segundos a Sara el collarín, para poder ponerle la máscara, pero, inmediatamente, fue de nuevo colocado por Pilar.

Antes de comenzar con el rapado de Sara, yo había pedido la cena a domicilio para los 4 (Almudena, Roberto, Nuria y yo mismo; ni Sara ni Irene podían ya tomar nada para las analíticas de sangre del día siguiente y Pilar, cenaría cualquier cosa en la cocina, al ser también empleada de servicio), así que, la primera misión de Sara, ya como asistenta, fue ir a abrir la puerta y recibir la cena; el repartidor, se quedó muy excitado al ver a Sara, pero no dijo nada y se largó antes incluso de que, Pilar, pudiera ofrecerse a hacerle una mamada.

Mientras íbamos cenando, Pilar le fue colocando el uniforme de asistenta a Sara, le quedaba genial, blanco y negro, aunque sin nada en la cabeza, porque no me gustan los accesorios en el pelo en las mujeres; por último, unos guantes cortos y de piel negra, completaban el uniforme.

Pilar, una vez que hubo completado la misión de vestir a Sara, se puso también su uniforme, idéntico al de Sara, y se quedó de rodillas, con la mirada baja, esperando órdenes.

Ya con Pilar uniformada, Almudena sacó un parche de su maleta de equipamiento médico que llevaba para transportar el equipamiento con el que le había tapado los ojos a Sara, y le colocó el parche a Pilar en el ojo derecho (El que mejor visión tenía, según dijo Pilar), dejándola casi medio ciega, porque, por el ojo izquierdo, a Pilar, le costaba mucho más poder ver.

Roberto quería comprobar la facilidad con la que se podía follar con Sara, una vez que, el uniforme, estaba ya colocado, así que, le ordenó que fuera a por él, y comenzara a bajarle el pantalón de traje que llevaba y el calzoncillo, para comenzar a follar, delante de todos los presentes.

A Sara le costó un poco dar con la posición de Roberto, pero, finalmente, pudo dar con él, y comenzó a bajarle el pantalón y el calzoncillo y agarrar la polla de Roberto, de tamaño normal, pese a que me la imaginaba más grande, de acuerdo al nivel de vida que lleva.

Roberto le subió un poco el uniforme a Sara, hasta dar con su coño (Por supuesto, debajo del uniforme no había ropa interior de ningún tipo, para facilitar el acceso al coño y al culo de Sara en cualquier momento y por parte de cualquiera que se lo ordenara), y comenzó a meterle la polla por el coño a Sara, cuyos gemidos quedaron camuflados por la máscara y la mordaza, se notaba que, Sara, estaba algo agitada por la poca capacidad respiratoria que tenía, pues el corsé también cumplía su función.

Para mi sorpresa, Roberto, no tardó demasiado en correrse, pero lo hizo dentro del coño de Sara, pues presumió delante de nosotros, de que siempre se corría dentro del coño o del culo de la mujer a la que se follaba, sin miedo a que pasara una consecuencia meses después.

Al acabar de follarse a Sara y de correrse en su coño, Roberto dijo que se tenía que ir, porque, Carla, le estaría esperando en su casa, y, con suerte, se la podría follar también a ella esa misma noche.

Almudena dijo que también se iba, regresaba al hospital, pese a la hora que era, para seguir con el turno, pues le tocaba turno de 24 horas seguidas, y ya llevaba bastante tiempo fuera del hospital.

Roberto y Almudena, salieron juntos de la casa de Lara, Nuria me dijo que le apetecía hacer un trío conmigo y con Irene, así que, los 3 nos fuimos ya a la habitación principal de la casa de Lara, dejando a Sara y a Pilar en el salón, recogiendo los restos de pelo de Sara, que ya se estaba acostumbrando a no poder ver y a estar enmascarada.

Le ordené a Pilar, antes de irnos a follar, que, al día siguiente, a las 06:00, se presentara en la habitación, Sara, con los 3 cafés, sin que tuviera la ayuda, en ningún momento, de Pilar, para que, Sara, comenzara cuanto antes a poder desenvolverse por la casa, sola y a ciegas.

Nuria, Irene y yo, subimos las escaleras hasta la habitación principal, y, una vez allí, le ordené a Nuria que comenzara a desnudarse, y, en cuanto que estuviera desnuda, comenzara a chuparme la polla, pues tenía curiosidad por saber cómo lo hacía, ya que, me imaginaba que, Nuria, iba a tener mucha experiencia en el tema, y que iba, por tanto, a ser una experta haciendo mamadas.

Por suerte, mi intuición acertó, aunque, apenas Nuria había comenzado a chuparme un poco la polla, cuando la llamada telefónica de mi madre, me tuvo que interrumpir la mamada durante cerca de media hora.

Durante esa media hora de llamada, y con la idea de estar a solas mientras hablaba con mi madre, me bajé al despacho, me senté en la silla con ruedas de oficina del despacho de Lara, y me limité a escuchar la bronca de mi madre por haber dicho que no a Alexandra, y sus quejas de que nunca iba a encontrar novia si seguía así y

blabla

... en fin, cosas de madres.

Cuando la llamada con mi madre acabó, subí de nuevo a la habitación donde me estaban esperando Nuria e Irene; vi que, ambas, estaban tomadas de la mano, la sensación que me dio fue que, en mi ausencia por la llamada, ambas, habían estado follando entre ellas.

Nuria se levantó de la cama, y se disculpó diciendo que ya se tenía que ir, porque se le había hecho tarde, pero que quedaba pendiente follar conmigo y acabar la mamada que había quedado interrumpida por la llamada de mi madre; Nuria me dio un beso en la boca que me supo realmente bien, a modo de despedida, y se fue, dejándome ya a solas con Irene.

Le pregunté a Irene cómo le había ido follando con Nuria, y ella me respondió que muy bien, según me dijo, Nuria era una de las mejores experiencias con mujeres que había tenido en mucho tiempo, y eso que, Irene, se consideraba ya una experta follando con mujeres a pesar de sus escasos 18 años.

Le ordené a Irene que me desnudara, y que me hiciera otra mamada, para que fuera agarrando ritmo, le avisé también de que, cada día, me tendría que chupar la polla, al menos, un par de veces, para que se fuera entrenando en chupar pollas, aunque fuera, de momento, solo la mía.

Irene había mejorado un poco con respecto a la mamada de por la mañana en el despacho de su padre, según me dijo, el hecho de poder ver solo por un ojo, le excitaba más, y hacía que se tuviera que implicar a fondo, para evitar accidentes, al tener la visión algo restringida.

Cuando llegó el momento de correrme, lo hice sobre la cara de Irene, sobre el ojo que le quedaba libre, destapado, dejándola casi ciega por unos instantes, por el chorro de semen que había salido disparado hacia su ojo.

Sin dejar que Irene se limpiara la cara, la puse del revés, dejando su culo listo para follármelo, y le metí un dedo por ahí, que salió con un poco de caca, que le hice a Irene que se la tuviera que comer, al introducir mi dedo con los restos de su caca en la boca de Irene.

Irene estuvo a punto de vomitar, pero le di una bofetada para impedírselo, y le dije que, a partir de ese momento, la caca iba a formar parte de su entrenamiento para convertirse en una puta, en mi puta.

Las embestidas de mi polla en su culo comenzaron, Irene gemía de placer, estaba disfrutando mucho, y me pedía que siguiera follando su culo y que se lo rompiera, cuando me corrí en su culo, Irene me suplicó seguir follando esa noche, pero, el día había sido largo y necesitaba ya descansar, así que, le dije a Irene que, al día siguiente, seguiríamos con su proceso de convertirla en una puta.

Por supuesto, antes de dormir, Irene se metió un par de rayas de cocaína, para irse adaptando a la que iba a ser su nueva adicción.