Emputeciendo a Cris (2)
Continúa el proceso de sometimiento de Cris.Vamos superando barreras para hacer de ella una puta de primera categoría
Emputeciendo a Cris (II)
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Emputeciendo a Cris (I): http://www.todorelatos.com/relato/67119/
Cinco minutos pasadas las 11 me conecté para ver a mi nueva puta. Yo tenía claro que si lo hacía bien, podía tener una relación muy satisfactoria y duradera con Cristina, pero también sabía que tenía que darle lo que estaba buscando, que eran experiencias nuevas, fuertes hasta algún punto que yo aún desconocía, y sobre todo muy morbosas y excitantes. Tenía que lograr tener a Cris en un estado de celo permanente.
- Hola Cris
- Hola señor
- ¿Has dormido bien?
- No sabría decirle, señor. He estado muy excitada, pero también muy ilusionada.
- Eso es buena señal Cris. Creo que me vas a dar muchas satisfacciones.
- Eso espero, señor.
- Quiero conocerte un poco más. ¿Dónde estás ahora?
- Estoy en mi despacho, señor. Pero tengo bastante privacidad.
- Eso nos vendrá muy bien
Cris me contó que era jefa de contabilidad de una pequeña empresa editorial. Era una especie de ejecutiva de rango medio y hacía poco más de un año le habían dado un despacho para ella sola. Afortunadamente, también tenía una cam en su despacho, ya que la empresa en la que trabajaba era una filial de otra, radicada en otra ciudad, y mensualmente mantenía una reunión por videoconferencia con otros colegas del grupo. Nunca me he alegrado tanto de las posibilidades que da la red a nivel empresarial.
También me contó que entre las 11 y las 12, los trabajadores solían salir a tomar un desayuno y más o menos a las 5 daban por finalizada la jornada a no ser que tuvieran algo urgente. No obstante, ella solía quedarse hasta las 7 o 7:30, y en ese tiempo no era habitual que hubiera actividad en la empresa.
- Bueno Cris continué- ¿qué es lo que tienes que hacer ahora?
- ¿Quitarme las bragas para usted, señor?
- Efectivamente
Cris se levantó y pude ver que llevaba una falda negra por encima de la rodilla. Era una falda con algo de vuelo pero muy apropiada para ir a trabajar. Nadie diría que debajo había un coño deseando ser usado. Me gustó esa doble imagen que daba Cristina, y me pareció muy conveniente para mis juegos.
Se levantó la falda por delante para dejarme ver su tanga, también negro, un poco más transparente que el de la noche anterior, mi putita se había preparado bien, y luego se dio la vuelta y se inclinó un poco para quitarse el tanga y dejarme ver su culo perfecto. Después se sentó y escribió:
- Espero que le guste como ha quedado mi coñito, señor. Lo he hecho para usted.
Se volvió a levantar y de nuevo se levantó la falda por delante. Su coño aparecía muy bien depilado y tan solo se había dejado un pequeño triangulito que lo hacía muy atractivo.
- Me gusta mucho Cris. Apreció lo bien que lo has hecho.
- Gracias, señor. Espero que pronto lo use como usted quiera.
- Jaja, quizás antes de lo que te piensas. ¿Has traído lo que te pedí?
- Si señor. No es exactamente lo que me pidió pero espero que valga.
- Enséñamelo
Para mi sorpresa, apareció en su mano una pluma Montblanc, bastante gruesa y larga.
- Vaya, Cris, te has buscado un artículo de lujo. ¿Es de tu marido?
- Si señor, se la regalé hace unos meses y no la ha usado.
- Ja ja, me encanta la ironía, ahora la voy a utilizar yo en su mujer.
La parte contraria a la del capuchón, tendría unos ocho centímetros de largo y era como un dedo índice de gruesa. Además era perfectamente lisa.
- Muy bien Cris, ahora coloca la cámara para que pueda ver la silla, y tu culo.
Cris bajó la cámara y la puso en un mueble auxiliar de forma oblicua a sus piernas, de manera que tenía una buena visión.
- Cris, quiero que te subas la falda y la enganches a tu cintura, y luego te sientes de lado dejando tu culo y tu coño libres para lo que te voy a pedir.
Tras unos intentos colocándose, Cris encontró una posición en la que sentándose sobre una de sus nalgas su culo era perfectamente visible por la cámara.
- Coge la pluma y pásala por tu raja, pero sin meterla.
Cris puso una mano en su muslo para tirar de él y mostrar mejor su coño, y con la otra comenzó a pasar la punta de la pluma por toda su raja. Antes de empezar su coño ya estaba empapado. En un minuto, la pluma estaba brillante por los fluidos del coño de Cristina.
- Ahora quiero que pongas la punta de la pluma en tu culo y la muevas circularmente sin apretar demasiado y que con la otra mano te masturbes.
Cris se revolvió en su silla y puso una pierna lateralmente encima de la mesa. Metió una mano entre sus piernas y comenzó a tocarse el clítoris con dos dedos. Con la otra sujetaba la pluma y se acariciaba el agujero del culo.
- Bien Cris, ahora mete lentamente la pluma en tu culo sin dejar de moverla circularmente y con los dedos índice y corazón de la otra mano apriétate el clítoris.
No podía ver la cara de Cris, pero sabía que estaba gozando porque cada vez movía con más ímpetu las caderas. Por un momento pensé que se iba a caer de la silla. Poco a poco fue metiendo la pluma en su culo hasta que casi llegó al capuchón al tiempo que frotaba y apretaba su clítoris cada vez con más fuerza.
No podía tener una referencia exacta, pero llegado el momento en que creí que podía legar a correrse la hice parar. Cris tardo unos segundos en recomponerse y colocar su cámara.
- ¿Señor, porque no me ha dejado continuar? Estaba muy caliente.
- Yo digo cuando te corres y cuando no.
- Lo siento señor, creía que .
- No creas nada la corté- lo único que tienes que hacer es obedecer. ¿Está claro?
- Si señor, lo siento.
- Está bien. ¿Te ha dolido?
- No señor, ha sido muy placentero. Aunque me siento un poco extraña habiendo hecho esto aquí.
- A partir de ahora tu vida será así. Te sentirás disponible para mis antojos a cualquier hora del día o de la noche.
- Lo se señor, y eso me excita mucho. Soy consciente de que usted puede tomarme y usar mi cuerpo a su antojo y eso me pone como loca.
Cristina iba rompiendo barreras poco a poco, y la del lenguaje era otra que teníamos que superar. Aunque veía en su cara que todos sus poros rezumaban excitación y placer.
- Querrás decir que te pone como una zorra caliente, que es lo que eres.
- Si señor.
- Si señor ¿qué?
- Que soy una zorra caliente.
- ¿Por qué vas a ser una buena puta, no?
- Si señor, voy a ser una puta para usted, para que pueda usar mi coño, mi boca y mi culo como quiera. Y solo usted se follará mi culo de ahora en adelante. Estoy deseando ser usada por usted y darle mucho placer.
- Muy bien, Cris. La verdad es que tenía otros planes, pero voy a cambiarlos, dado el estado de tu desesperación. Esta tarde sal un poco antes. Nos veremos.
- Me da una gran alegría señor. Lo estaba deseando.
- No vuelvas a ponerte las bragas.
- No lo haré, señor.
La verdad, no es que cambiara mis planes, es que estaba deseando encontrarme con Cris e ir más allá en el proceso en el que nos habíamos metido. Esa rubita que estaba deseando ser dominada me ponía a cien, y si no la veía pronto, acabaría dándome un infarto o estallándome la polla, o ambas cosas. Le dí la dirección de un pub algo oscuro y no muy concurrido, relativamente cerca de su casa y la cité a las siete de la tarde.
Cuando la vi entrar sentí el poder del cazador cuando tiene a su presa a tiro, y la vida del animal depende solo del movimiento de su dedo. La realidad superaba con creces a la cam, y lo cierto es que Cris era un bombón. Yo estaba sentado al fondo del pub en un sillón bajo y de frente a la puerta, así que la vi al instante, pero ella tuvo que emplear un tiempo en encontrarme y así pude deleitarme viendo las caras de anormales que se les quedaban al resto de los clientes. No es que Cris fuera despampanante, más bien es de esas mujeres que cuando entran en un sitio, todo el mundo nota que ha entrado. Llevaba la falda negra que ya había visto, una blusa de seda color morado y una chaqueta también negra. Iba elegante pero no llamativa y aún así era difícil dejar de mirarla.
Me sonrió desde lejos y vino hacia mi como una colegiala. Derrochaba alegría y excitación. Cuando llegó a la mesa no me levanté, sencillamente hice un movimiento con el dedo para que se inclinara para besarme en la boca y toqué sus tetas por encima de la blusa que llevaba.
- Ve al baño y quítate el sostén le dije.
- Si señor, no sabía
- Ve.
Regresó a los dos minutos con la chaqueta algo más cerrada que antes para evitar que se notaran sus pezones a través de la blusa y que sus tetas iban dando botes a cada paso. En sus ojos se veía la excitación que le producía no llevar ropa interior en público y que ello se debiera que yo se lo había ordenado. Fue a sentarse a mi lado, pero con un movimiento de la mano hice que se sentara en el sillón de enfrente.
- ¿Me has obedecido?
- Si señor, me acabo de quitar el .
- No me refiero a eso, abre las piernas
Cris abandonó su sonrisa por un momento y comenzó a mirar a los lados. Aunque no había nadie frente a ella, algunos clientes que estaban en la barra podían intuir lo que estaba haciendo.
Como se lo estaba pensando más de lo debido hice un ademán de levantarme, ante lo cual Cris se puso tensa y me miró con una mezcla de pena y vergüenza que me encantó. Dijo algo parecido a "perdón" en un susurro y puso sus manos en las rodillas. Poco a poco fue tirando de su falda hasta que quedó a medio muslo y abrió las piernas para que pudiera ver su coño.
- No las cierres hasta que yo te diga.
- Si señor
- La próxima vez quiero que me obedezcas a la primera
- Lo siento señor es que .
- ¿Es que qué? le hablaba calmado pero con dureza
- Es que me siento desnuda y no puedo evitar .
- Vamos a ver Cris, no quiero volver a este punto cada vez que te pida algo. Te vuelvo a dar la oportunidad de que te lo pienses. Si no quieres ser mi puta y no quieres pertenecerme, dímelo y quedamos tan amigos.
- Por favor, señor, no diga eso sus ojos estaban tristes, pero aún más bellos que antes
- ¿Entonces? - estaba disfrutando mucho humillando a Cris
- Si, quiero ser su puta, pero tenga paciencia, yo nunca
- Entonces estamos de acuerdo en que me perteneces
- Si señor
- Tu cuerpo me pertenece
- Si señor mi cuerpo es suyo
- Y puedo hacer lo que quiera con él para darme placer
- Si señor, puede usted usarme a su antojo
- Entonces si me apetece ver como te comes la polla de aquel señor de la barra, lo harás ¿no?
Cris no dijo nada. Miró al señor de la barra, que tenía unos cincuenta años, barriga cervecera y un bigotito muy ridículo y volvió la cabeza hacia mi bajando la vista a sus rodillas aún abiertas.
- Señor, yo creía que usted me quería a mi
- Y claro que te quiero. Que me den placer algunas cosas para las que te uso no significa que no te quiera. De hecho, te querré y cuidaré de ti porque tu eres mía.
Cris me miró y volvió a sonreír aunque de una manera un poco insegura y dijo en voz baja
- En ese caso, supongo que si
- ¿Qué? le contesté, ya que no la había oído
- Que si, que si usted me lo ordenara me comería la polla de aquel señor
- Bien Cris. Que no se te olvide.
- No se me olvidará señor.
Cris volvía a sonreír abiertamente, inmediatamente, una vez pasada la tensión, noté que la situación le había puesto más caliente de lo que ya venía. Seguía con las piernas un poco abiertas, y sin darle tiempo a reaccionar, llamé al camarero, que se acercó al instante. Al mismo tiempo cogía la mano de Cris y la acerque hacia mi haciendo que se inclinara sobre la mesa, lo cual dejaba sus tetas a la vista del camarero. Cris no dejaba de mirarme a los ojos, pero ya no había vergüenza sino placer. Le pedía la cuenta al camarero que no dejó de mirar las tetas de Cris ni un instante y le dije a Cristina:
- A lo mejor algún día te ordeno que te comas una polla, o un coño ¿quién sabe? Pero ahora quiero que te comas la mía. Vamos a tu casa.
- Será un placer, señor dijo Cris con una alegría, que haría pensar a cualquiera que acababa de regalarle un coche.
Cristina parecía la mujer más feliz del mundo porque iba a comerse mi polla y yo iba a usarla a mi antojo como objeto de placer. Habíamos dado otra vuelta de tuerca y Cris había respondido exactamente como a mi me gustaba, con un poco de resistencia. Si seguía haciendo caer sus barreras, sin prisas y con serenidad aunque con firmeza, iba a tener a una mujer estupenda sometida a mis caprichos. Es decir, el paraíso. Pero en ese momento, lo único que quería era llegar a su casa.
(Continuará)