Emputecida por el primo de mi novio

El primo de mi novio viene una temporada a vivir a casa...poco a poco voy jugando con fuego hasta acabar totalmente emputecida y entregada al deseo más perverso

Dani y yo llevábamos unos 6 meses viviendo juntos en un apartamento de la capital. Él

tenía 30 años, y podía decirse que era un chico que gustaba a todas; musculado, moreno,

un rostro masculino con facciones muy definidas, ojazos claros y una preciosa sonrisa. Yo

tenía 22 añitos, y también podía decirse que era una chica bonita. Era delgadita pero con

curvas peligrosas, mención especial para mis nalgas, de las cuales me sentía muy

orgullosa. Mi carita angelical pero con elementos algo demoníacos, pelo teñido de rojo

intenso y piercings en la lengua y varios en las orejas me confería una apariencia muy

erótica y con mucha personalidad. Realmente hacíamos muy buena pareja,estábamos muy

enamorados y teníamos una vida sexual bastante activa.

Un buen día Dani me preguntó si podía venir a vivir una temporada con nosotros su primo

Javi. Recientemente había perdido el trabajo y su situación económica no era demasiado

buena. Javi tendría unos 40 años, físicamente no era un derroche de belleza, estaba algo

gordito y era un poco desaliñado, sin embargo de lo poco que lo conocía sí podía decir que

era buena persona, discreto, sencillo y algo reservado.

No puse ninguna objeción a que se viniera con nosotros hasta que su situación mejorara y

la verdad es que ,convivir con Javi, fue bastante sencillo. No era nada ruidoso, realizaba

todas las tareas de casa, cocinaba muy bien y se pasaba bastante tiempo en su habitación

con el ordenador.

Las semanas fueron transcurriendo con normalidad, Dani con sus largas jornadas laborales,

yo, preparándome unas oposiciones de educación primaria y Javi buscando trabajo y

realizando alguna entrevista con poco éxito.

Fue ya bien entrado el verano cuando comencé a darme cuenta que Javi me observaba de

manera diferente, con una mirada algo perversa por momentos. Si bien es cierto que con

los calores solía ir bastante ligerita de ropa por casa, me sorprendió el descaro con el que

me escaneaba cada vez que pasaba por su lado.

Yo imaginaba que Javi no había tenido mucho éxito con las chicas en su vida y, en cierta

medida sentía lástima por él. Ello no impidió que mi joven mente calenturienta comenzara,

de una manera inocente pero con cierta malicia, una excitación y un deseo de jugar con él.

No en cuanto a desear tener relaciones sexuales con él, sino simplemente provocarlo,

ponerlo a prueba y comprobar sus reacciones.


Un día cualquiera, en el que Dani estaba trabajando y Javi y yo estábamos en casa, decidí

jugar un poco. Me puse unas mallas ajustadas sin ropa íntima, este hecho provocaba que

se me marcaran completamente los labios vaginales y parte de la tela se hundiera con el

movimiento. Esto lo hacía mucho tiempo atrás en el instituto cuando tocaba hacer

educación física y, aunque no era lo más cómodo ni higiénico, siempre me había provocado

una gran excitación y un éxito rotundo entre los chicos de mi clase.

La verdad es que cuando me miré al espejo me sonrojé de la provocación tan clamorosa; por la parte trasera

la tela de la prenda se perdía sin remedio entre mis nalgas y permitía apreciar con absoluta

claridad todas las redondeces de mi culito. Por la parte delantera mi coñito quedaba

completamente perfilado por la fina tela de las mallas.

Entré en su cuarto con la excusa de que me ayudara a plegar unas sábanas y a hacer la

comida. Cuando me vió observé como los ojos se le abrían como platos y fijaba la mirada

sin disimulo en mi coñito. Debo de admitir que era una desvergonzada pero no podía evitar

excitarme con este jueguecito. Mientras plegábamos las sábanas podía notar como se le

notaba sudoroso y se le apreciaba una considerable erección a través del pantalón. Yo

disimulaba y hacía ver que no me daba cuenta de como me follaba con la mirada con todo

descaro.

Cuando llegamos a la cocina me puse a fregar los platos, con la única idea de dejarle

contemplar libremente mi retaguardia mientras le pedía que fuera pelando unas patatas.

Fue en ese momento cuando se acercó a mí por detrás y, con la excusa de coger un plato y

un cuchillo del fregadero, arrimó su paquete a mis nalgas. Quizás no serían más de cinco

segundos, pero pude sentir su intenso olor a sudor, su respiración entrecortada, su bulto

palpitante y cerré los ojos, pensando que, en ese momento me iba a bajar las mallas y me

iba a follar de mala manera. Pero no fue así, tras unos segundos cogió el plato y el cuchillo

y se sentó a pelar las patatas en la mesa del centro de la cocina.

Era inevitable sentir unos calores intensos, una gota de sudor se deslizaba por mi cuello

fruto del sofoco y, por momentos, pensaba si no me había pasado un poco con mi

descarado atuendo. El calor que sentía en mi entrepierna me decía que no, que continuara

jugando.... entonces, sin tiempo de meditar la idea que me venía a la mente, le pedí,

mientras terminaba de fregar, que me hiciera una foto.

  • Quiero que Dani vea que yo también hago cosas en casa, que se piensa que todo lo

haces tú jajaja - le dije con un tono de ingenuidad muy creíble.

Javi obedeció sumiso y encantado y comenzó a hacerme varias fotos mientras yo iba

fregando los cacharros.

  • Ven, enseñamelas a ver qué tal han quedado. - le dije al tiempo que se acercaba de

nuevo a mí y volvía a sentir su erección rozando una de mis nalgas. Me fue

mostrando las fotos mientras lo sentía muy cerca de mi retaguardia. Las fotos eran

un canto a la provocación, un precioso culazo cubierto por una fina tela que podía

ser perfectamente como una segunda piel.

De nuevo pasados unos segundos volvió a separarse de mí y continuó con la tarea de pelar

las patatas. Ese día no pasó nada más pero había disfrutado tanto con el jueguecito que

tenía muy claro que lo iba a continuar. En el fondo sabía que él no se iba a atrever a

hacerme nada y eso hacía que me envalentonara aún más.


Al día siguiente, era sábado y me levanté muy cachonda, rememoraba en mi mente lo del

día anterior y me encendía por momentos. Tan cochinita me sentía que decidí ir a la cocina

con el tanga y la camiseta de tirantes sin sugetador que me habían servido de pijama. Allí

se encontraban Javi y Dani desayunando.

  • Joder nena, que buena estás. - me dijo Dani al tiempo que me cogía y me sentaba

sobre él para fundirnos en un tórrido e intenso beso.

  • Javi va a pensar que eres un poco guarrita yendo tan ligerita - dijo riéndose al tiempo

que le daba un cachete cariñoso en la cara y me levantaba de su regazo para

prepararme un café.

  • Eso solo lo piensas tú que tienes una mente enferma - le dije mientras les daba la

espalda y buscaba unos cereales en uno de los armarios. Lo hice con parsimonia,

sintiendo las miradas de ambos clavadas en mi culo y sintiéndome cada vez un

poquito más emputecida. Estaba tan caliente que me acerqué a mi novio y le susurré

al oído que fuera a la habitación al tiempo que mi mirada se clavaba en Javi y le

mostraba una sonrisa muy viciosa.

Mi novio entró en la habitación y al minuto entré yo dejando la puerta entreabierta, con una

intención más que evidente. Me quité la camiseta de tirantes, me tumbé sobre la cama y le

supliqué a Dani que me comiera el coñito. Dicho y hecho, mi novio, siempre tan cumplidor y

aplicado, comenzó a devorar mi rajita ya en ese momento completamente mojada.

Ni un minuto después de que Dani comenzara con esmero la labor que le había

encomendado, observé que Javi nos observaba desde la puerta.

Mi excitación creció en ese instante y comencé a masajearme con vicio las tetas y a juguetear con mis pezones al

tiempo que gemía con una sonoridad desmedida. No llegaba a ver con total claridad a Javi,

pero sabía que estaba ahí, que nos estaba grabando con su móvil y que se tocaba el

paquete a través del pantalón.

Una descarga eléctrica recorrió de arriba a abajo todo mi cuerpecito y me corrí como una

loca. Tras el fuerte orgasmo me quedé agotada y, cuando Dani se incorporó con la clara

intención de follarme, le paré los pies alegando que Javi podía pillarnos y lo dejé con un

buen calentón para, ahora sí, irme a desayunar.

Transcurrida media mañana ambos chicos habían salido a dar una vuelta y yo, ya más

tranquilizada, me dispuse a poner una lavadora. Entré en la habitación de Javi, para

comprobar si tenía algo de ropa sucia que lavar y me encontré, sobre la cama, unos

calzoncillos. Me puse de rodillas y, sin tocarlos, acerqué mi nariz a ellos. Respiré con

intensidad sintiendo el fuerte olor a polla que emanaban. Los cogí con timidez y observé

que estaban húmedos y tenían restos de semen reciente.

No lo dudé y mi lengua comenzó a chupar toda la zona empapada, sintiendo un inconfundible sabor a sémen en mi boca.

Con parsimonia metí mi mano en mi coñito y comencé a acariciarlo al tiempo que lamía con

esmero todo el calzoncillo. Cuando mi coñito comenzaba a eclosionar comencé a restregar

el calzoncillo por todo mi coñito, arriba y abajo, con dureza, hasta conseguir empaparlo

intensamente con un brutal orgasmo. Volví a dejar el calzoncillo en el mismo lugar donde lo

encontré y salí de la habitación a continuar con mi tarea doméstica.


Fue dos días después cuando, encontrándome sola en casa, me puse a fisgonear en el

ordenador de Javi. No tardé nada en encontrar las fotos que me había hecho en la cocina o

el vídeo de la comidita que me había hecho Dani pero, también encontré otras fotos, fotos

de lo que parecía ser su miembro, una herramienta que me hizo abrir los ojos como platos,

era inmensa desde cualquier plano, venosa y exageradamente descuidada en su vello

púbico hiperpoblado. Desconozco porque tenía tantas fotos de su rabo, quizás las utilizaba

en algún portal de Internet o que se yo, pero a mí me dejaron anonadada. Mi coñito

comenzó a emocionarse pero en ese momento tocaron al timbre, estuvo a punto de darme

un infarto del susto, cerré todo y salí nerviosa de la habitación.


Fue al siguiente sábado cuando, volviendo a casa tras salir a cenar y tomar varias copas

comencé una conversación juguetona y con intención con Dani.

  • Cariño en la discoteca cuando has ido a por unas copas han venido unos chavales y

han intentado ligar conmigo - le dije con síntomas de ebriedad en la voz.

  • Joder nena, con lo buena que estas no me extraña - dijo Dani intentando

concentrarse en la conducción.

  • El caso es que han estado un par de minutos bailando conmigo bastante pegaditos

y... - le dije con voz inocente.

  • ¿Y….? - dijo Dani esperando la continuación

  • Pues el hecho de tener a dos chicos cerca...no sé...me ha hecho fantasear

  • ¿Fantasear?

  • Me gustaría que hiciéramos un trío con un chico - solté la bomba, si se enfadaba

podía alegar que lo dije fruto del exceso de alcohol aunque sabía perfectamente que

mi novio era un guarro de los pies a la cabeza.

  • Hombre preferiría que el trío fuera contigo y otra chica pero… joder me da morbo,

me estoy poniendo cachondo...y…¿con qué tío? - dijo mi novio nervioso y

completamente emocionado. Ni un atisbo de enfado en su voz.

  • No lo sé...alguien discreto, con quién tengamos confianza… - no me atrevía a

nombrarlo, quería que lo hiciera él.

  • Buff no sé…. - dijo dubitativo sin tener claro que yo fuera a aceptar.

  • ... no me hagas caso...es el alcohol … - le dije con una sonrisa pícara y una enorme

excitación contenida.

  • Que putilla estas hecha...me encantas… - me dijo con calentura y cierta ternura.

  • Siempre seré tu putilla - le dije con carita de niña buena.

Esta conversación fue fruto de cierto sentimiento de culpabilidad, amaba a Dani y lancé la

proposición del trío como forma de no sentirme culpable por los sucios juegos que estaba

realizando con Javi. En realidad no era precisamente un trío lo que quería hacer, no tenía

claro que era lo que quería hacer ni hasta dónde quería llegar; estaba hecha un auténtico

lío.


Al día siguiente me levanté, para variar, super excitada. Dani estaba completamente

dormido y me fui a la cocina a desayunar. Tras el desayuno fui al salón y me encontré a Javi

sentado en el sofá y viendo un documental en la tele. Me pasee por la habitación haciendo

como que buscaba un libro con la única intención de que pudiera ver bien mi culo apenas

cubierto por unas escuetas braguitas de encaje.

Una vez escogí un libro cualquiera inaccesible para mi altura le pedí a Javi que me lo cogiera. Volvió a pegarse sutilmente a mi

trasero, cerré los ojos y recordé las imágenes de su ordenador, sentí como su mano

izquierda se posaba en mi cadera, notaba su fuerte olor varonil, sus labios estaban muy

próximos a mi oreja, me estaba derritiendo, y de pronto, se separó suavemente y me

entregó el libro.

Tras este encontronazo, Javi se fue al baño, sabía lo que iba a hacer, y con el corazón

desbocado salí a la galería y lo espié a través de la pequeña ventana que daba al baño. No

podía verlo bien, pero sé que tenía la polla en la mano y se la meneaba con frenesí aunque,

desde mi ángulo, no podía verla. Estaba con la adrenalina por las nubes, temía que me

pillara, pero me moría por poder verle su miembro viril.

En un momento dado cogió algo de la cesta de ropa sucia, no podía verlo bien pero me parecieron algunas de mis braguitas, y

comencé a escuchar gemidos y sollozos que deduje sin atisbo a equivocarme que eran

provocados por una intensa corrida.

Dejé de mirar, salí de la galería y esperé a que saliera del baño. Entonces entré, cerré con

pestillo y me dirigí a la ropa sucia. Allí me encontré la prueba del delito, unas braguitas

azules, de encaje y transparencias, se encontraban impregnadas de líquido semi espeso y

blanco intenso. Mi coñito estaba completamente lubricado, las mejillas las tenía sonrosadas

y unos calores intensos me recorrían todo el cuerpo.

Acerqué con lentitud las braguitas mancilladas a mi cara. Olí de nuevo ese inconfundible

olor a sémen, un olor tremendamente intenso, y procedí a probarlo. Como si de un dulce de

nata que no quieres que se termine nunca, comencé a lamer muy lentamente, sintiendo

como mi lengua se unía a mis bragas por un hilo blanco y sedoso. Aparté a un lado las

bragas que llevaba puestas y comencé a masturbarme mientras degustaba el postre que

Javi me acababa de preparar.

Un fino hilito de sémen se me escurrió por la comisura de los labios cuando una descarga

eléctrica me avisó de la intensa corrida que acababa de disfrutar. Me quedé unos segundos

más, arrodillada, agotada y esnifando los efluvios de leche que todavía se intuían en la fina

y delicada tela de mi ropa íntima.


Les propuse a Javi y a mi novio que nos fuéramos a bailar. Tenía ganas de jugar y tensar

aún más la cuerda. Me vestí muy sexy, con un vestido rojo ajustado y bastante corto con el

que tendría que lidiar toda la noche para evitar que se me subiera más de la cuenta. El

escote era tremendamente seductor y debía llevarse sin sugetador para que luciera

realmente bonito. Me maquillé y perfumé sutilmente y me deje mi rojiza cabellera en una

sensual coleta. Me veía realmente preciosa a través del espejo.

Cuando los dos me vieron supe por sus miradas que había acertado con la elección.

La discoteca estaba hasta los topes, buscamos un rincón donde teníamos algo de espacio y

Dani y yo comenzamos a bailar con mucho roce y erotismo. Javi no movía ni un dedo, con

su copa en la mano nos observaba y se deleitaba con mi cuerpo. Yo le lanzaba miradas

penetrantes y sonrisas pícaras mientras me contoneaba sensualmente al ritmo de la

música.

Había perdido la cuenta del número de copas que nos habíamos tomado pero le pedí a mi

novio que fuera a por más. Cuando se alejó hacia la barra me acerqué a Javi y le susurré al

oído que bailara conmigo. Le cogí ambas manos y se las coloque sobre mis caderas al

tiempo que me movía cadenciosamente rozando mi cuerpo al suyo. En un momento del

contoneo le di la espalda y pegué mi trasero todo lo que pude a su cuerpo en plan perreo.

Noté como sus manos se animaban y agarraban firmemente mi cintura. Fue entonces

cuando noté como algo, aparentemente descomunal, crecía en su entrepierna y se apoyaba

entre mis nalgas.

Continúe refregándome con absoluto descaro, notando como sus manos

bajaban lentamente hasta posarse en los laterales de mis nalguitas. Cerré los ojos y me

concentré en el contacto. Notaba su respiración agitada, muy próxima a mi cuello, y con sus

manos sentía como, suavemente, me iba levantando la parte trasera del vestido.

La mitad de mi culito ya se encontraba descubierto y, solo el hecho de tener a Javi pegado

a mi, hacía que nadie más pudiera verlo.

Me sentía tremendamente excitada y podía sentir

como su polla palpitaba y continuaba adquiriendo un tamaño desproporcionado. De pronto,

noté que se despegaba con cierta brusquedad, me recoloqué rápidamente el vestido y en

ese instante apareció Dani con las copas.

No tardamos mucho en salir de la discoteca, habíamos bebido mucho, especialmente Dani

y tuvimos que optar, por prudencia, en dejar el coche allí y pedir un taxi. Dani se sentó en la

parte delantera y se quedó dormido casi al instante de sentarse. Yo al sentarme me subí el

vestido de manera clamorosa y descarada hasta la cintura, dejando al aire gran parte de mi

anatomía; estaba realmente excitada. Javi me miraba con júbilo y sin decirle nada acercó

una de sus manos a mis muslos. Yo instintivamente abrí mis piernas, facilitándole el acceso

a mi coñito al tiempo que con mi mano le agarraba su tremendo tronco sobre el pantalón.

  • Quiero verla - le dije en voz baja, casi en susurros.

Dicho y hecho abrió su pantalón y saco una monstruosa polla de oso, de un tamaño que

jamás había visto en mi agitada vida. Comencé a pajearlo como pude, tenía un diámetro

que mi manita no podía abarcar y se lo hice saber con un gesto de completa estupefacción.

Durante un instante comprobé que Dani seguía completamente dormido y que el taxista no

se perdía detalle de la escena a través del retrovisor. Eso acabó de encenderme y me

incliné sin titubeos para acercar mi boca a esa preciosa polla.

Comencé a mamar con cierta

ansia, intentando meter la mayor parte de carne dentro de mi boca. La sentía llena y apenas

había metido su glande ya notaba que rozaba mi campanilla. Sentí un fuerte tirón que me

hizo abrir la boca y gimotear de dolor, Javi había pegado un tirón violento a mi tanga y

comenzaba a tener acceso cómodo a mis agujeritos.

Mamaba, chupaba y ensalivaba esa polla como si mi vida dependiera de ello. Tragaba

cuanto podía y restos de líquido preseminal se entremezclaban con mi saliva y generaban

sonidos guturales perfectamente audibles por cualquiera que estuviera cerca. Por su parte

mi coñito estaba siendo castigado por unos deditos gruesos e inquietos que me volvían

completamente loca.

En un momento dado el taxi se detuvo y, durante un instante volví a la realidad y miré la

parte delantera del vehículo. Mi novio seguía muerto y el taxista, aprovechando un semáforo

en rojo, había sacado un móvil y estaba grabándolo todo sin cortarse un pelo. Eso no me

detuvo, si acaso me encendió aún más y le dije a Javi, sin tapujos y entre jadeos, que me

metiera un dedo por el culo, al tiempo que volvía a emborracharme con su polla.

Pasados unos minutos en los que sentía que mi culo estaba siendo sodomizado por dos

gruesos dedos y mis jadeos se hacían cada vez más audibles noté como Javi me agarraba

de la cabeza con dureza y comenzaba un movimiento pélvico muy fuerte que me dejaba sin

respiración.

Literalmente me estaba violando la boca, sentí que me ahogaba, que iba a

desmayarme cuando, de pronto, un manguerazo de semen inundó mi tráquea y, con una

fuerte presión, brotó por mi nariz y la comisura de mis castigados labios.

Comencé a toser, a expulsar parte del sémen que se me había introducido a presión en mi

garganta, brotaban lágrimas de mis ojos, sentía mi rostro embrutecido y las mejillas me

quemaban. Me incorporé y seguí tosiendo involuntariamente, Dani comenzó a espabilarse y

me bajé el vestido como un rayo. Me sentía agotada y sucia pero lo peor es que me

encontraba más cachonda de lo que jamás me había sentido.

Al llegar a casa la cabeza me daba vueltas y el alcohol me tenía demasiado perjudicada

para pensar, quería seguir jugando y las miradas de Javi eran comprometedoras, pero

estaba Dani y, aunque más borracho que nosotros, podía pillarnos si hacíamos algo.

  • Ostia creo que he perdido la cartera en la discoteca. - dijo Javi con una cara de

preocupación muy poco creíble. - Tendré que volver a ver si tengo suerte y la

recupero.

  • Te...te acompaño si quieres. - le dije con cierta emoción y voz temblorosa.

  • Dani tú quédate que estás muy perjudicado - le dijo Javi a mi alcoholizado novio.

  • ...Fa….fale pero cuida de mi...nena… - dijo el pobre con los ojos perdidos al tiempo

que se dirigía con dificultad hacia la cama.

Pedimos un taxi y volvimos a la discoteca. No me atreví a decirle si era cierto que había

dejado olvidada la cartera y durante todo el camino evitamos cruzarnos la mirada ni

rozarnos, por unos instantes me sentía culpable y pensaba que había sido demasiado

perra.

Al entrar en la discoteca Javi me cogió de la cintura y me llevó a la barra para pedir unas

copas. El tenerme agarrada volvió a nublarme la mente. Al servir la bebida el camarero, Javi

sacó la cartera.

  • Que despistado estoy, llevaba la cartera en el bolsillo y ni me había dado cuenta. -

me dijo con una sonrisilla bastarda.

  • Jajaja bueno...ya que estamos aquí…¿nos echamos un bailecito más? - le dije con

un tono muy juguetón.

Volvimos al mismo rincón donde habíamos jugueteado unas horas antes y al llegar me

apoyó contra la pared y comenzó a besarme. Ya no había disimulos ni jueguecitos

inocentes, y la vuelta atrás ya no era algo posible. Correspondí a sus besos, rodeé con mis

brazos su cuello y nos enrollamos apasionadamente.

Sus manos ya me habían levantado el maltrecho vestido y me amasaban las nalgas con

pasión.

  • Eres muy guarra y hoy te voy a dar lo que llevas tanto tiempo pidiéndome. - me

susurró a la oreja mientras con su lengua la perforaba y ensalivaba.

  • Uhmmm si….sí….da...dámelo to..todo. - le dije completamente fuera de mi.

La cosa se estaba poniendo muy tensa y, aunque cada vez había menos gente en la

discoteca, estábamos completamente a espensas de miradas furtivas que podían

comprometernos.

Javi interrumpió el tórrido morreo, me bajó ligeramente el vestido y me llevó a una especie

de reservado, alejado aparentemente de miradas ajenas. Fue allí donde Javi se transformó

en una bestia, una especie de toro salvaje descontrolado.

Me despojó del vestido con celeridad, dejándome solo con unas castigadas y empapadas

bragas. Se abalanzó sobre mis tetas y comenzó a magreármelas con rudeza, pellizcándome

los pezones, en este caso, con más suavidad.

Mis manos buscaban nerviosamente su paquete, y no tardaron nada en encontrar ese

enorme bulto tan precioso y lleno de vida que deseaba me hiciera enloquecer.

Javi me subió sobre una especie de mesa y se desnudó completamente. Pude observar su

cuerpo, tenía una cantidad de vello exagerada, y tenía bastante sobrepeso con una buena

barriga cervecera, y era bastante pálido de piel. Sin embargo verle la polla suplía con creces

cualquier otro defecto que pudiera tener y gimoteé como una niña pequeña al verla de

nuevo tan cerca de mi.

  • Po...ponte condón… - le pedí nerviosamente

  • ¿condón?, ¿tú te crees que en esta polla cabe un condón? - me dijo con una sonrisa

chulesca al tiempo que se la agarraba con ambas manos y me la enseñaba.

  • Po….por favor….intentalo... - le dije tremendamente excitada pero un poco temerosa

de que pudiera dejarme embarazada.

  • A las putas como tú siempre me las follo a pelo… - me dijo al tiempo que

aproximaba su enorme capullo a la entrada de mi cuevita y comenzaba a restregarlo

por mis labios inferiores. Que me hablara así me alejaba completamente de la

cordura.

  • Ahhhh ahhhhhhh n….nooooo no…. - gritaba y sollozaba al sentir como iba

introduciendo su polla y notaba como me iba rellenando como si de un pavo se

tratara.

Mi coño sufría con una abertura tan descomunal, iba metiendo centímetro a centímetro de

carne dentro de mi, tensionándome la piel de mi pobre chochito extasiado de semejante

castigo.

Cuando tenía media polla siquiera dentro me agarró con firmeza del culo y me monté sobre

él. Lo abracé con fuerza rodeándole con mis brazos por el cuello para no caerme mientras

él bufaba y me iba dando estacada tras estacada.

No me podía creer que esa polla pudiera entrar en un cuerpo tan menudo como el mio pero

ahí estaba, aceptando con placer extremo, toda esa barra venosa.

Me sentía en un órgasmo infinito, todos mis sentidos estaban a flor de piel. Olía su intenso

sudor masculino, y escuchaba, a pesar de la estruendosa música, el chapoteo de fluidos de

una cópula apasionante.

En un momento dado, Javi retiró su polla, como si descorchara una botella de cava y me

colocó en el suelo a cuatro patas. Yo, extraño en mi, actuaba como una completa sumisa y

le dejaba a él que dirigiera la ópera.

Se colocó detrás de mí y, con sorprendente atino, volvió a introducirmela y comenzó a

darme muy duro. Sentía a cada embestida como las bolsas de sus peludas pelotas

impactaban sobre mi con violencia. Mis tetas colgaban en esta posición y se bamboleaban

sin orden de un lado a otro con frenesí.

Sentía como su cuerpo sudoroso se pegaba al mio. Sentía su barrigota sobre mi arqueada

espalda al tiempo que con su mano me estiraba de la coleta con dureza.

Tenía más aguante del que jamás me habría imaginado y tras varios minutos de dulce

castigo sacó su miembro y, manteniéndome todavía a cuatro patas, acercó su cara a mi

culo, me abrió las nalgas con ambas manos y comenzó a chuparme el agujerito. Con su

lengua me estaba haciendo diabluras, lamiendo alternativamente mi coño y mi culo. A

momentos ponía la lengua dura y perforaba mi ano sin reparos.

Luego lo compaginó con sus dedos que comenzaron a juguetear, para mi deleite,

introduciéndome hasta tres dedos en mi resbaladizo agujerito marrón.

  • Noo….no…..nooo...por ….favor….no. - atiné a decir sin apenas fuerzas intuyendo lo

que estaba por venir.

  • Tranquila, relájate y disfruta. - me dijo un instante antes de colocar la punta de su

polla en la entrada de mi culo.

  • No….ahhh….es muy …..grande - le dije algo asustada y tremendamente cachonda.

Me perforó el culo hasta lo indecible, no llegó a meter ni la mitad pero la tensión era tal que

pensaba que me iba a romper la pared que separaba mi culo de mi coñito. Gritaba y lloraba

como una loca y él gemía y bufaba como un animal salvaje. Tras unos intensos minutos de

penetrada anal sacó lentamente su herramienta y me la acercó a la cara. La observé

detenidamente, estaba roja, casi amoratada, mantenía casi la misma erección del principio y

estaba brillante de flujos con manchas rojas y marrones. La acerqué a mi nariz y la olfateé,

olía fuertemente a mi culo, en cualquier otra circunstancia me habrían entrado arcadas, pero

mi excitación superaba mis remilgos y me la metí en la boca sin titubear.

  • Joder que guarra eres….Uhmmm… - jadeó Javi sorprendido de que mamara de

nuevo su polla sucia con tanto descaro.

No tardó más de dos minutos en explotar abundantemente sobre mi cara y pelo.

Extasiados, nos quedamos en el suelo, él apoyado sobre la pared y yo a su lado, abrazada

a él, con mi cabeza apoyada en su hombro mientras intentábamos recuperarnos de

tremendo desgaste físico.

Transcurridos unos minutos nos levantamos, nos vestimos y volvimos a casa. Durante el

camino de vuelta no nos hablamos ni nos miramos, me sentía ruborizada y un poco puta, y

solo quería llegar a casa para lavarme.

Al llegar al baño me desnudé y pude ver los estragos de una sesión de sexo salvaje; la

coleta deshilachada, rímel corrido, sémen reseco en las mejillas, pechos enrojecidos, algún

moratón y un hilillo de sangre reseca que brotaba de mi culo y había recorrido camino hasta

la parte interna de mis muslos.

Estaba dolorida, confundida y tremendamente feliz.