Emputecida (2)

Hace tres años que te conocí, hace tres años que mi vida ha comenzado de nuevo. Hace tres años que comenzaste a sodomizarme en el lavabo de aquel hotel y fue entonces cuando me di cuenta de que había escogido el camino equivocado, es decir: mi camino.

EMPUTECIDA -2-

Hace tres años que te conocí, hace tres años que mi vida ha comenzado de nuevo. Hace tres años que comenzaste a sodomizarme en el lavabo de aquel hotel y fue entonces cuando me di cuenta de que había escogido el camino equivocado, es decir: mi camino. Hace tres años en aquel hotel me hiciste mil perrerias y después lanzaste billetes por valor de 3000 euros encima de mi cuerpo sucio y repleto de líquidos. Recuerdo que estuve limpiando todos esos billetes con los que después me compré más ropa e invité a mi marido a cenar. En esa misma cena fue cuando le dije que iba a abandonarles, a los dos, a el y a mi hija.

-¿Qué diablos estás diciendo? –me preguntó con expresión asustada.

-Tu no podrías entenderlo.

Esa misma noche fui a la dirección que me habías dado. Piqué a la puerta y tu abriste, ibas vestido con una elegante bata cruzada y zapatillas. Me miraste de arriba abajo y después al revés.

-No pareces una puta –me dijiste.

-Acabo de cenar con mi marido, les he abandonado.

Asentiste y me flanqueaste el paso. Tu casa era elegante y hortera al tiempo, Repleta de accesorios completamente inútiles y pasados de moda. Pero todo mantenía una extraña conjunción.

En el comedor había otros dos hombres, vestían caros trajes y estaban esnifando cocaína.

-Estos son mis amigos –dijiste mientras mes servían un whisky.

Los dos tipos sonrieron pero no dijeron nada, parecían colocados.

-¿Es una de tus putitas? –preguntó finalmente uno de ellos.

Tu no contestaste, simplemente me miraste y luego me preguntaste si lo era.

-Si –dije- lo soy. Soy una de tus putas.

Los tres hombres rieron y continuaron bebiendo y esnifando coca mientras yo permanecía sentada en un sofá, bebiendo cortos tragos de whisky y sin poder de apartar de mi cabeza mi casa, mi hija, mi marido. Mi hogar. ¿Qué diablos estaba haciendo?

-¿Cuánto pides por ella? –preguntó uno de los hombres.

-¿Qué queréis hacerla? –preguntaste tu sin dejar de mirarme.

-De todo. Los dos.

-1000 euros.

-¿Toda la noche?

-Toda.

Cinco minutos más tarde yo estaba en una de las habitaciones de tu casa, delante de aquellos dos hombres que me arrancaron la ropa.

Los dos estaban completamente colocados. Me obligaron a chupársela, me mearon encima, me la metieron por todos mis agujeros y finalmente me pegaron una paliza.

Tres horas más tarde tú entraste en la habitación. Yo estaba tendida en el suelo, sangrando por la boca y por la nariz. Me levantaste y me curaste.

Fue entonces cuando supe que iba a ser toda tuya.

Tardé tres días en recuperarme. Todos esos días tú estabas junto a mi en la cama. Besándome y cuidándome. Me olvidé completamente de mi familia. Me sentía humillada y protegida. Nunca me había sentido así. Era la reina y la puta.

-¿Qué te parezco? –te pregunte al anochecer del tercer día.

-Tienes posibilidades –me susurraste al oído- pero has de ser fuerte.

-Lo soy.

-Comprobémoslo ahora.

Inmediatamente de acabar la frase me arrancaste de la cama y me tiraste al suelo, todos los golpes que había recibido tres noches antes volvieron a nacer, me golpeaste en los mismos lugares, me follaste por los mismos agujeros y después me volviste a curar.

-¿Lo entiendes ahora? –me preguntaste.

-Creo que si.

-Entonces dentro de tres días saldrás a la calle y cada noche volverás con 1000 euros en el bolso. Yo te proporcionare los primeros clientes, el éxito depende de ti. Podrás quedarte el 10% de lo que ganes siempre que ganes mas de 1000 euros.

Yo asentí con la cabeza.

Tres días más tarde salí a la calle en dirección a un hotel. Tu me habías proporcionado la dirección. Mientras iba en taxi pensé en todo lo sucedido, había pasado mas de una semana desde que había abandonado a mi familia, estaba dolorida y humillada. Tenía que ganarme el dinero metiéndome en la cama con desconocidos y tu ibas a llevarte todo el dinero.

Era la mujer más feliz del mundo

(continuará)