Emputecí a mi esposa (5)

Mi esposa tiene una nueva aventura sexual, con mi consentimiento, que la lleva camino a convertirse en una putita consumada.

Emputecí a mi esposa V

Ya he contado cuatro experiencias de mi putita esposa. Estos han sido absolutamente reales, aunque palidecen ante mis fantasías de ver convertida a mi esposa en una puta perdida, aunque siempre culeando por placer.

La última aventura fue durante el verano del hemisferio sur. En esta ocasión fuimos a una playa muy alejada de la taquilla y el ruido, pero muy concurrida por surfistas dado el buen viento y olas que tiene.

Ibamos en nuestra camioneta rumbo al mar, por un camino rural y por lo tanto poco consurrido también. Mi putita iba, a pedido mio, sin blusa y sólo con un bikini muy pequeño por cierto y un short cortito, para que se fuera acostumbrando a estar con poquita ropa y calentando.

A la salida de un pueblo nos encontramos con tres jovencitos pidiendo aventón, a quienes paré presto ya que tenían buen aspecto (sanos). Le dije a mi esposa que los hiciera subir y que se preparara ya que tenía que demostrarme sus dotes de putita. Cargaron sus mochilas en la parte posterior y mi mujer hizo subir a Francisco , el más corpulento, en la parte delantera y ella se acomodó en medio de los otros dos ( Mario y Daniel ), en shorts y biquini, mostrando gran parte de sus abultadas tetas operadas hace poco más de un año.

Resultó que ellos iban a la misma playa que nosotros, por lo que nos alegramos y enprendimos viaje relajadamente. Después de las frases de presentación, entramos en confianza y nos enteramos que recién salían del último año del colegio y se iban por todo el mes a surfear. Acamparían muy cerca de donde nosotros por lo que les ofrecimos nuestra ayuda en lo que fuera necesario.

Mi esposa aprovechó de tocar el tema de las mujeres, al preguntarle que que harían solos en una playa casi solitaria y sin sus novias. Ellos confesaron, con gran pesar, que no tenían novias fijas pero que serían capaces de sobrevivir solos. María José les dijo que era una pena y que si ella pudiera, los consolaría a los tres.

Inmediatamente noté la reacción de los chicos al oir esto, ya que la pija de mi acompañante en el asiento delantero de se dejó ver muy notoriamente y repentinamente erectada, en tanto que los tres se quedaron callados, hielo que mi mujercita rompió con su alegre risa y unos disimulados cariños a sus dos acompañantes en el asiento trasero.

La conversación fluyó alegremente durante el resto del trayecto, por lo que el viaje se nos hizo corto. Al llegar los fuimos a dejar a la playa donde acamparían Era un lugar alejado y solitario por lo temprano de la temporada, así que les dijimos que a la tarde los visitaríamos, por si necesitaban algo.

Apenas nos separamos, mi mujercita me dijo que estaba muy caliente ya que los tres estaban muy ricos, además que durante el viaje aprovechó de tocar a ambos compañeros de asiento y que les provocó una linda erección que también tocó. Confesó que esperaba poder probarlos, si era posible a los tres. A esto respondí que la ayudaría en todo lo que fuera posible a portarse bien putita, ya que yo también estaba muy caliente al verla entre dos machos jóvenes.

Nos acomodamos en una cabaña, la única posibilidad que existía, y mi esposa muy caliente me hizo una mamada para que bajara mi erección ya que ella se reservaba para tratar de seducir a los muchachos en la tarde.

Después de almorzar y dormir una siesta, fuimos a la playa de nuetros amigos. Les llevamos algo de comida preparada, frutas y agua. Estaban muy contentos de recibirnos, en especial al ver mi putita que se había esmerado en encontrar el biquini más pequeño. Era una tanga hilo dental, muy linda y cuya parte superior eran sólo dos triangulitos muy pequeños que dejaban gran parte de sus tetas al aire.

La besaron como se se hubieran dejado de ver hace mucho tiempo, comieron e invitaron rápidamente a mi María José a la Playa. Me quedé sólo, con la escusa de cuidar el campamento, que estaba a no más de 100 metros del agua.

Jugaron como niños chicos con el agua hasta la cintura, le tiraban agua a mi esposa y esta los abrazaba tocandolos y restregándoles sus tetas con cualquier excusa, pero sin que se atreviaran a tocarla. Me hice el dormido y los tres muchachos aprovecharon de imediato de empezar a tocarla sin disimulo, por todas partes pero siempre jugando.

Luego vi que mi esposa, aprovechando que eramos los únicos en una gran extensión de playa, se sacó la parte superior del biquini lo que ellos celebraron con grandes gritos. Luego estaban los tres muchachos sin sus trajes de baño y mi putita manoseando las tres vergas bien paradas, casi por explotar pese a lo frio del agua.

Las manos de los muchachos se hacían pocas para manosear las tetas y el culo de María José, que luego también perdió su tanga. Jugaron bastante rato desnudos y mi esposa variaba desde bajar su cabeza al nivel del agua a agacharse levantando el culo, para jugar al trencito. Después supe que los había mamado y hecho acabar a los tres, tragando mucha leche, pero no pudo cogérselos.

Volvieron después de mucho rato a tenderse al sol, con los trajes de baño puestos, para disimular. Para mantener el morbo le dije a mi putita que aprovechara de hacer toples, en vista de que la playa era solitaria y estaba bien custodiada, a lo cual ella respondió sacándose el sujetador del bikini prestamente.

Las tetitas de mi mujer estaban duras y con los pezones paraditos con el agua fría y la calentura que tenía después de los juegos. Yo me paré y fuí hacía la playa aduciendo que me había dado mucho calor. ¡Que alguien le ponga el bloqueador!, les grité, mientras corría hacia el mar.

Luego desde el agua vi varias manos poniendo bloqueador por todo el cuerpito de mi putita, lo que me calentó mucho y no me quedó más remedio que hacerme una paja que duró mucho gracias al agua helada, mientras veía como mi putita era agasajada por tres machos jóvenes. Luego me contaría que le sacaron tres orgasmos, solo con las manos (Mi putita es multiorgásmica).

Volvi a sentarme con ellos en la arena, ante lo cual dejaron de manosearla. Estaba muy acalorada y al hacérselo notar aprovechó de decirme que los muchachos tenían mucha necesidad de darse una ducha. Yo le dije que los llevara a la cabaña en la camioneta, mientras yo les cuidaba el campamento.

Partieron muy contentos los cuatro, los tres muchachos y mi putita. Por fin podría culiárselos con tranquilidad.

Luego me contó que se bañaron los cuatro. Primero ella, que salió rápidamente del baño sin cubrirse, sólo con la toalla en la cabeza, lo cual hizo que los tres se erectaran rapidamente. Les toca les dijo, apúrense que los espero para que me devuelvan las gentileza.

Mientras se bañaban ella aprovechó de exhibirse y de dejar que la tocaran con gran calentura para todos. Le mamaron sus tetitas y metieron su lengua en clítoris. Fué la ducha más rápida del oeste. En menos de diez minutos estaban los tres listos y ansiosos por satisfacer a mi mujercita.

Una vez secos, ella se los devoró con la lengua mientras la acariciaban con mucha delicadeza, dejando que ella llevara la batuta. Se las mamó a los tres por largo rato, como élla sabe y le gusta hacerlo, pero sin hacerlos eyacular. Luego les pidió que se turnaran para cogérsela de a uno, por la vagina, pero sin acabar ya que deberían hacerlo en su boca.

Empezó un metesaca inagotable. El primero fue Daniel que se la cogió en la posición del misionero. Pese a haber acabado dos veces en la playa, duró apenas unos diez minutos ya que mi putita cuando quiere hacer acabar a alguien mueve sus caderas como un huracán. Daniel empezó a gritar a todo pulmón y ella se lo hizo sacar para llevarse el pene a punto de explotar a la boca, recibiendo al menos cinco chorros de semen que tragó golosamente, dejándole la verga limpiecita.

Luego, poniéndose en cuatro patas, llamó a Mario para que en esa posición la penetrara por la vagina. Se dejó coger con mucho gozo y viendo a Francisco, el más grande y mejor dotado, lo llamó para mamársela mientras era culeada con gran vehemencia por Mario.

Por fin hacía realidad su fantasía de ser cogida por dos machos a la vez, uno por la boca y otro por la vagina. Mario luego dió muestras de querer eyacular y obedientemente se salió del coño de mi mujer, buscando su boca para acabar. Lo hizo largamente y con grandes culadas en la boca de mi putita quien tragó con delicadeza y glotonería su abundante semen. Luego de dejarlo limpio y seco, se dedicó a Francisco a quien había dejado para el postre.

A Francisco, le dedicó mayor atención ya que lo besó completamente de nuevo y se la mamó con pasión, para después hacer que la ensartara con su potente miembro en la posición del misionero. María José acabó tres veces con Francisco y le dejó terminar en su coñito, que palpitaba ansioso por recibir la esperma de su joven macho.

Los hizo bañarse nuevamente y los llevó de vuelta a la playa. De regreso a la cabaño manejé yo, ya que mi putita estaba agotada. Sin embargo al contarme toda su experiencia, volvió a chupármela y a darme una cogida maravillosa, demostrándome su amor. Luego dormimos plácidamente. En la mañana despertó muy tarde y yo debí darle desayuno en la cama para que se recuperara.

Pese al agotamiento, María José quiso ir a ver a los muchachos antes del mediodía. Estaban surfeando en las pocas olas que había y al vernos corrieron al campamento. Mi mujercita los agasajó con unos castos besos en la boca y les preguntó si los podíamos acompañar otra vez. Aceptaron con mucha alegría, pero le dijeron que ahora practicaríamos nudismo los cinco. Aceptamos gustosos.

María José se desnudó rápidamente y les sacó ella misma los trajes de baños a sus amigos. Para darle morbo a la situación, les pedí que le dieran bloqueador a mi mujer, mientras yo me bañaba. Corrí al agua, mientras los tres se avalanzaban sobre mi putita.

Cuando volví estaba totalmente embadurnada de los pies a la cabeza y con los ojos vidriosos. En tanto que los tres tenían una ereccción a todo trapo, que no podían dejar de sobarse dada la calentura en que los dejó mi mujercita.

Les hice bromas de que les había hecho mal el nudismo, que eso no era para calientes y desatados. Les pregunté si les había gustado mucho mi mujercita. Reconocieron que si, un poco sonrojados. Esto me dió lugar a decirles que aprovecharan ya que mi mujercita era muy putita, a lo que María José replicó que si pero sólo con mi consentimiento y con chicos jóvenes y sanos como ellos.

Luego de esto no se cortaban para acaraciar las tetas y el culo de mi mujer, su coño era un charco de jugos debido al constante manoseo. Pero yo les paré el entusismo para decirles que debíamos comer y que quien se ofrecía para ir a comprar al poblado más cercano. Los cuatro al unísono me indicaron a mi, así que debí dejar a mi mujercita a merced de tres sementales jóvenes y hambrientos de sexo.

Yo partí con una gran erección y feliz de que mi putita pudiera realizar sus fantasías de cogerse a tres jovencitos, casi adolescentes. Confiando en que estaba segura con ellos.

Continuará

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