Emputecí a mi esposa (4)

En un viaje, mi esposa se emputece y se folla al joven mozo del hotel (conmigo en el baño de la misma habitación.

EMPUTECI A MI ESPOSA IV

Como ya saben mi afán es emputecer, tanto como pueda a mi querida y amada esposa. Ella es muy calentona y a mi me calienta mucho. Su nombre es María José. Es flaca, bajita (1,64) pero atlética, tetas grandes y paradas por una operación, su cintura apretada y una colita chiquita pero dura y sin un gramo de celulitis, pese a sus 46 años.

Ya he logrado que tenga varias aventuras, con dos jóvenes de 22 y 23 años, lo que me ha dado grandes satisfacciones, al igual que a ella que ha ganado en alegría, autoestima y juventud.

De estas aventuras, ya he contado tres en estas páginas. Ahora quiero contar un episodio aislado que nos ocurrió, en un viaje de fin de semana que hicimos a Mendoza (Argentina) para relajarnos.

La primera noche nos recogimos temprano al hotel, ya que queríamos tener una noche de amor y buen sexo aprovechando este viaje. Nos acariciamos, nos besamos, la desnudé y acaricié por todo su cuerpo, logrando ponerla muy caliente, lo que no cuesta mucho, y decidimos pedir una botella de champagne helada a la habitación. A todo esto mi esposa ya había visto y me había comentado de los mozos del hotel, que eran muy atractivos y jóvenes, como a ella le gustan.

Viendo la ocasión de que mi esposa se comportara como una putita, le dije tú recibes el champagne mientras me baño, pero tal como estás, es decir sólo con unas bragas muy pequeñitas. Se negó en principio, pero le rogué que lo hiciera por mi y me cumpliera esta fantasía. Aceptó con gran nerviosismo, advirtiéndome que no respondía por lo que suceda. Le dije que no se preocupara, que cuando el mozo golpeara yo me encerraría en el baño y haría correr la ducha, pero que la vigilaría por el ojo de la cerradura y que intervendría si algo se le escapaba de las manos.

Golpearon la puerta, abrí la ducha y cerré la puerta del baño. Mi mujercita amada, se paró, se tapó los pechos y abrió la puerta solo con sus braguitas. El mozo, un joven alto y de aspecto europeo, entro con una hielera, la botella y dos vasos que casi se le cayeron de las manos al verla.

Póngalas en la mesa, le dijo mi esposa. Voy a quedarle debiendo la propina ya que mi esposo tiene la billetera y entró recién a bañarse, le continuó diciendo. El joven aún no reaccionaba, lo cual aprovechó mi esposa para cerrar la puerta y cogiéndole la bragueta constató la terrible erección que tenía. Lo acarició con suavidad por sobre el pantalón, destapándose los pechos para que reaccionara.

El ver que el mozo continuaba muy cortado, pero vivo aún, animó a mi esposa a continuar con su aventura, mientras yo veía todo por el ojo de la cerradura. ¿No quieres cobrar la propina de otra manera? le dijo agarrándole una mano y poniéndola sobre su pecho.

Esto bastó para que el joven empezara a mamar como desesperado sus tetas y manoseara su culito que se abría dócil a las caricias apuradas del mozo. Luego le sacó rápidamente las bragas y le chupo la concha con desesperación. María José lo calmó y lo empezó a bajar los pantalones, encontrándose con una pija dura como una roca. Se la lamió, la chupó con fruicción y le puso un condón. Yo empecé a pajearme como un macaco en baño, al ver a mi putita en acción. Mi más grande fantasía se estaba cumpliendo inesperadamente.

Se acostó de espaldas en la cama y le dijo, cógeme, cógeme rápido. El joven abrió, abrió sus piernas, las puso sobre su hombros y la penetró de un golpe, casi con brutalidad. Empezando ambos una vaivén frenético de mete y saca que duró unos diez minutos, con grandes gritos de mi putita que acabó rápidamente por la morbosidad de estar haciéndolo en mis narices. María José orgasmó dos veces, muy rápidamente y se salió de su posición. Le sacó el condón y le mamó el pene con urgencia, pajeándolo al mismo tiempo con lo cual lo hizo acabar rápidamente en su boca. Le entregó el condón y lo despachó rápidamente.

Apenas el joven salió de la habitación, salí yo del baño en pelotas, listo para felicitar mi putita, por ser "tan puta". Mi mujer estaba agitada y temblando. Mira, me dijo abriendo la boca, aún con semen. ¡Estoy caliente guevón, estoy caliente!. Cógeme, cógeme.

La abracé calmándola y besando su cara, le dije: Pero antes brindemos con champagne, para que te tragues toda la esperma que tienes en tu boquita de puta. Ambos nos reímos y brindamos por nuestra aventura.

Esa noche le chupé su conchita que tan bien se había portado, me la culié unas cuatro veces y le acabé en la boca para sacarle el sabor de los mocos de su anterior amante.

Desde aquella vez, mi putita está cada vez más decidida a seguir cada una de mis fantasías, agregando otras de su propia imaginación. Se viste aputada, actúa más desafiante con los hombres que la miran, más receptiva, y mucho, mucho más caliente conmigo. No estoy arrepentido para nada, de haber emputecido a mi esposa.

Espero contarles, prontamente cuando se me dé la oportunidad de cogérmela en conjunto con uno o dos machos más, para probar hasta donde es capaz mi putita.

MARÍA Y JOSÉ