Empujé a mis hijos al incesto

Obsesionada con los relatos de amor filial, tracé un plan para que mis hijos cayeran en el incesto.

Hola a todos, me llamo María, llevo un mes intentando contar lo que sucede en mi casa, necesito desahogarme y por eso escribo este relato.

Desde siempre me he considerado una mujer bastante caliente, a pesar de mis 55 años todavía tengo fantasías eróticas constantemente. Tristemente mi marido dedicó más tiempo a sus negocios que a satisfacerme y nunca fue capaz de cumplir en la cama por lo que me tuve que comprar un "juguetito" de 25 cm de longitud en un sex shop que ayudaba a calmar mi calentura casi todos los días. Sin embargo, tampoco fue capaz de saciarme del todo y tuve que recurrir a otros medios, el más importante sin duda fue Internet. Haciéndome pasar por una adolescente conseguía que multitud de chicos me mandaran sus fotos, podía verles masturbarse a través de la webcam, etc.

Pero lo que de verdad cambió mi vida fue cuando descubrí las páginas de relatos eróticos. Supuso toda una revolución en mí. Enseguida empecé a leer relatos de amor filial, relatos donde madres eran seducidas por sus hijos, chicas que perdían la virginidad con sus primos o tías que perdían la cabeza por sus sobrinos. Lo prohibido de las relaciones familiares, ese autentico tabú era lo que me excitaba sobremanera y me brindaron mis mejores masturbaciones frente a la pantalla del ordenador. Mi gusto por los relatos de incesto fue derivando en una obsesión, en un principio los leía en casa dos o tres veces por semana, después me levantaba por las noches cuando mi familia dormía para masturbarme con tranquilidad, después fue algo diario, me encontraba en un estado de frenesí hasta que la página se actualizaba por la tarde, llegué a meterme y a masturbarme como loca desde el trabajo o en casa con mis hijos en la habitación de al lado, el amor filial llegó a dominar mi vida, y así es como nació la idea de que mis hijos se acostaran juntos.

Para poneros en situación tengo dos hijos, Carlos y Julia. Carlos tiene 20 años, va a la universidad, es una persona muy divertida y sociable, por lo que nunca le han faltado mujeres. De hecho todavía recuerdo cuando un día que me encontré mal en el trabajo volví antes a casa y me lo encontré follando con una chica en el sofá. Ella pudo cubrirse con un cojín pero él no tenía nada a mano y pude ver su enorme verga, mucho más larga y gruesa que la de mi esposo, es una visión que nunca se me ha borrado de la cabeza.

Mi hija Julia tiene 18 años y es todo lo contrario de su hermano, a pesar de tener un cuerpo escultural su marcada timidez hacía que no hubiera salido nunca con un chico y apenas se relacionara con ellos. Quizás todo vino de la época de la infancia, donde por un problema de vista tuvo que llevar unas gruesas gafas durante un par de años que la convirtieron en blanco de las burlas de sus compañeros del colegio e hizo que su carácter se tornara reservado. Sin embargo, desde el principio de la adolescencia el cuerpo de mi hija se había transformado por completo en el de una belleza, no había cambiado sin embargo su carácter vergonzoso e introvertido.

Como he dicho antes, totalmente encendida por la posibilidad de que mis hijos se acostaran juntos tracé un plan para lograr mi objetivo lo antes posible.

Reconozco que soy una madre algo cotilla, y más de una vez había accedido al ordenador de mi hijo para comprobar en que tipos de páginas me metía. La verdad es que no me sorprendí al ver que mi hijo guarda cientos de fotos y vídeos de chicas desnudas, que descargaba de foros y páginas en los que él también participaba. Sabía que era algo relativamente normal en los chicos de su edad, y me di cuenta de lo que hacía esa media hora entre que se duchaba y cenábamos en la que se encerraba en su cuarto y no se le podía molestar. Esa misma noche, entre masturbación y masturbación, procedí a registrarme en un foro de los que participaba Carlos y le envié a su correo electrónico unas fotos de chicas desnudas que me bajé de una página porno.

Si todo salía bien, la noche siguiente mi hijo se haría algunas pajas con ella, momento en el que la primera fase de mi plan entraba en acción.

Pasé el día bastante excitada y me tuve que masturbar varias veces para calmar la tensión, hasta que llegaron las 9 de la noche, el intervalo que transcurre entre que mi hijo se ducha y cenamos.

Mi hija y yo estábamos guardando la ropa de la colada cuando decidí poner en marcha el plan.

-Hija, te importaría ir a la habitación de tu hermano y traerme la camiseta que ha llevado hoy al instituto -Claro mamá ahora voy

Apenas salió por la puerta la seguí de puntillas, oí como subía las escaleras, iba en calcetines por lo que era difícil que mi hijo la escuchara llegar, escuché como abría la puerta, mi corazón iba a mil por hora...Oí el ruido del pomo bajando y un par de segundos de silencio -¡¡¡¡Pero Julia qué haces!!!!! -¡Uy, perdona Carlos! La puerta se cerró de golpe y oí a mi hija bajar rápidamente las escaleras, como pude me escabullí de nuevo a la cocina, Julia entró a los pocos segundos, disimulé y no la miré. -¿Me has traído la camiseta? No dijo nada -Hija, ¿me has oído? Me giré y la miré, estaba totalmente roja y le temblaban las manos mientras doblaba una camisa de su padre. -¿Te pasa algo? Cuando me acerqué a ella comprobé que estaba muy nerviosa. -Cualquier diría que has visto un fantasma, ¿estás bien? Como no contestaba la agarré del brazo, estaba temblando. -Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta? -Claro -¿Tú a mi edad ya habías estado con algún chico? -Ehh...pues sí, ya había estado con uno, ¿por qué?

-Porque yo todavía no he besado a ningún chico y la mayoría de mis amigas ya tienen novio o han estado con algún chico.

Me estremecí al pensar que mi plan había dado resultados y había visto a su hermano con su imponente verga pajeándose frente al ordenador.

-Julia, si me permites un consejo, creo que a veces pecas de ser demasiado tímida, seguro que tus amigas son algo más lanzadas con los chicos, por ejemplo, mira tu ropa, siempre que invitas a alguna amiga a casa veo que visten de una manera muy moderna, en cambio tu apenas usas faldas o ropa actual. Creo que se puede ir mejor vestida sin caer en la vulgaridad.

-¿Tu crees?

-Claro que sí hija, es duro decirlo, pero a los hombres se les conquista así, si quieres mañana te acompaño a comprar ropa, así te dará menos vergüenza.

Mal sabía mi hija lo que yo tramaba.

Al día siguiente fuimos a comprar ropa. Yo, que ya veía avanzar mi plan, recomendé a mi hija que se compara la ropa más provocativa posible, a pesar de sus reparos, estuvimos toda la mañana comprando ropa que realzaba su figura.

Llegamos a casa y le propuse a mi hija que se la probara allí, observé que mi hijo estaba en al sala de estar viendo la televisión y mientras mi hija se cambiaba me fui hacia allí. Cuando Julia salió de la habitación me llamó pues pensaba que la esperaría fuera, pero yo ya estaba en el salón al lado de Carlos, que no se esperaba vera a su hermana entrar en la habitación con un top blanco muy ajustado con unos tirantes que apenas podían sostener los senos de mi hija, cuyos pezones se marcaban y con una minifalda que  marcaba su redondo y duro culo.

Mi hijo se quedó atónito ante la vista de su hermana con una ropa tan atrevida, ella no se dio cuenta y empezó a mirarse en el espejo poniendo posturitas, yo estaba a su lado aunque en realidad con el rabillo del ojo miraba a mi hijo, que tuvo que ponerse un cojín en la entrepierna para disimular su erección.

Julia, en su inocencia, no se dio cuenta de lo que pasaba y siguió exhibiendo su cuerpo en las narices de su hermano como si nada.

A partir de ese momento mi hija dio un cambio en su vida, empezó a salir por la noche, en vez de ir al cine y luego a casa se atrevía a ir a discotecas, en vez de vestir recatadamente se ponía ropa propia de chicas de su edad, no es que dejara de ser tímida, pero se le veía algo más suelta. Pero lo más importante no fue que saliera por la noche, lo crucial fue que lo hiciera ayudada por su hermano. En efecto, como parte de mi plan un día después del episodio de la ropa hablé con mi hijo y le propuse que saliera con su hermana, que la llevase por donde iban los chicos de su edad, que en definitiva la introdujese en un mundo normal para el resto de la gente pero extraño para Julia. Carlos aceptó sin dudarlo, ignorando por completo mis intenciones.

Ver a mi hija más contenta fue una gran alegría para mí, pero no podía desviarme de mi plan, por lo que decidí pasar a la siguiente fase. Julia me había contado que Carlos, por su condición de hermano mayor, era bastante celoso y apenas permitía que se acercaran chicos a ella cunado salían por la noche. Una noche me dirigí a la discoteca a la que solían ir para desarrollar otra parte del plan, era una tarea bastante complicada pues era fácil que me descubrieran, aun así corrí el riesgo cegada por mi oscuro objetivo de que mis hijos cayeran en el incesto.

Me situé en la entrada de la discoteca una vez que había visto que mis hijos entraban y observé a los que entraban. Me fijé en un chico que iba solo y que tenía pinta de conquistador. Me armé de valor y me dirigí a él. Lo que le propuse era sencillo: yo le daba una cantidad de dinero si trataba de seducir a mi hija. Sabía que iba a ser imposible pues mi hijo no se separaría de ella, pero mi intención era más retorcida. El chico dudó bastante, pero en cuanto vio el fajo de billetes se lo guardó en la cartera y, con una foto de mi hija que le había dado, entró. Yo entré algo después, asumiendo el riesgo de que me pillaran, para asegurarme que el chico no se quedaba con el dinero sin más. Desde lejos logré ver a Julia y a Carlos, que la seguía como si fuera un guardaespaldas. En un momento en el que mi hijo fue al baño el chico pasó al ataque con mi hija. Estuvo hablándola hasta que mi hijo volvió del baño, cuando Carlos vio aquello separó al chico de su hermana a empujones, de una forma tan violenta que pronto se encararon y el tono de la discusión fue subiendo, la gente se giraba para ver de donde venían esos gritos, la situación se desbordó y acabaron a puñetazos hasta que fueron separados a duras penas por los guardias de seguridad de la discoteca. En cuanto pude me marché corriendo de allí y volví a casa.

A los 10 minutos oí el coche de mi hijo entrando en casa, me puse detrás de la puerta de mi cuarto y les escuché subir hasta el baño, pude ver como mi hijo se tocaba la nariz, que sangraba abundantemente. Por suerte dejaron la puerta abierta y pude ver lo que pasaba. Al parecer mi hijo tenía heridas por todo el cuerpo.

-¿De verdad que te gustaba ese tío?

-No me gustaba, pero ha demostrado ser un hombre y tener algo de sentido común, no como tú

-¿Ese tío un hombre? Era el típico chulito de discoteca, y tú no te habías enterado

-Ese me correspondía decidirlo  a mí, no hacía falta que te hicieras el machito delante de él para impresionarme.

-A las chicas os gusta eso

Un grito de dolor ahogó su última frase y mi hijo se llevó las manos a las costillas

-Déjame ver lo que te pasa-mi hermana le ayudó a quitarse la camiseta, descubriendo la zona de las costillas de un color morado intenso

-Dios, tienes esto fatal, déjame que lo vea

-No es nada

Mi hija se puso de rodillas y examinó mejor la zona, estaba a la altura del paquete de Carlos, cosa que él pareció advertir y se puso más nervioso, mientras ella tocaba las costillas pude ver como un gran bulto se formaba en la entrepierna de mi hijo, que hacía verdaderos esfuerzos por disimular.

Sólo fue cuando Julia le había puesto una venda en la herida que mi hija se dio cuenta del bulto que tenía mi hijo en sus pantalones.

Los dos se quedaron mirándose, yo me excité muchísimo pues veía que mi plan estaba a punto de cumplirse.

-Julia, yo sólo quería protegerte, no te enfades conmigo

Mi hija no dijo nada, pero para mi sorpresa llevó su mano al paquete de mi hijo y lo palpó, casi me da un infarto al verlo.

La respiración de mi hijo se aceleró, agarró la mano de su hermana y la guió por su pene, que pugnaba por salir del pantalón.

Ella se dejaba hacer y se le notaba muy excitada, estaba a punto de suceder, por fin, el sueño que tanto tiempo llevaba acariciando estaba a tiro de piedra. Mi hijo empezó a frotar la mano de su hermana con más fuerza, la tensión estaba al rojo vivo cuando de pronto Julia se libró de la mano de su hermano.

-Carlos, no podemos hacer esto

Salió del baño y se metió en su cuarto, cerrando la puerta con pestillo.

Todo se había ido al garete, cuando parecía que iba a suceder mi hija se había echado atrás, tuve que contenerme para no gritar de rabia por lo cerca que había estado de lograr mi sueño. Me acosté frustrada y malhumorada.

Los días siguientes fueron muy extraños, mis hijos apenas se hablaban y procuraban evitarse a toda costa. Yo decidí no abandonar mi plan y lograr que se reconciliaran, no habría que empezar desde cero por que lo sucedido esa noche en el baño entre mis dos hijos era imposible de olvidar.

A mi favor jugaba que mi marido tenía un congreso el siguiente fin de semana al que yo le tendría que acompañar, con lo que mis hijos se quedarían solos en casa. Era en ese momento o nunca.

La situación siguió igual hasta que llegó el día del cumpleaños de Julia. Los reuní a los dos y les dije que me daba igual lo que hubiera sucedido entre ellos, que ese día era especial y quería que se reconciliaran y se divirtieran. Ellos hicieron las paces y quedaron en salir juntos ese sábado.

La verdad es que apenas tenía esperanzas de que pasara algo, pero no tiré la toalla y pensé que al quedarse solos algo podría pasar.

El viernes, mientras hacía las maletas para irme con mi marido, el plan estaba hecho. En cuanto llegáramos a la ciudad donde se celebraba el congreso diría que he recibido una llamada de mi madre diciendo que habían ingresado a mi padre en el hospital. Así tendría que volver a casa y estar atenta por si pasaba algo.

Una vez que me hube librado de mi marido volví a la ciudad, eran las doce de la noche, las luces de mi casa estaban apagadas por lo que supuse que mis hijos ya habían salido. Fui en coche hasta la discoteca a la que solían ir, era consciente de que era hoy o nunca, necesitaba algo de suerte, me lo merecía, me lo había currado.

Entré en la discoteca y vi a mis hijos al otro extremo. Habían salido solos, sin sus amigos, era un signo positivo para mi propósito. Me di cuenta que los dos estaban bastante "contentos", seguramente habían bebido bastante. Pasada una media hora estuvieron hablándose varios segundos al oído, riéndose y tras separarse se quedaron mirándose varios segundos a los ojos, salieron a la pista y comenzaron a bailar. Mis hijos bailaban agarrados por la cintura, la tensión se podía palpar, les daba igual que algún conocido les pudiesen ver, cuando acabó la canción y pusieron otra más lenta Carlos fue aproximando su cara a la de su hermana, se quedaron a unos escasos centímetros y sus labios se juntaron, todavía no era un beso, seguramente los dos todavía estaban asustados por lo que estaban haciendo pero fue Julia la que tomó la iniciativa y tras acariciar los labios de Carlos, le dio un beso en la boca que hizo que mi hijo tuviera un escalofrío, estuvieron besándose un buen rato, al principio era un beso bastante casto pero conforme pasaba el tiempo se hizo más apasionado, Julia metió su mano dentro de la camisa de su hermano y procedió a acariciar su pecho mientras seguían besándose, se notaba como sus lenguas se entremezclaban, mi hijo incluso acarició con suavidad uno de los pechos de su hermana por encima del vestido, la situación estaba a punto de desbordarse, mi coño estaba mojado y palpitante ante lo que estaba viendo, sabía cual iba a ser el final de aquella noche, por fin lo había logrado, me lo merecía. Decidí adelantarme e ir en coche rápidamente hasta mi casa y asegurar una buena posición.

Entre en mi hogar muy nerviosa, no sabía donde situarme, resolví ir a mi cuarto y colocarme detrás de unas cortinas, estuve esperando varios minutos en los que la tensión me carcomía por dentro, por suerte escuché el coche de mi hijo entrando en casa e intenté mantener la calma para escuchar adonde se dirigían, por más que escuchaba no lograba percibir ningún sonido, ¿sería que al final se iban a echar atrás? Tras un par de minutos que se me hicieron eternos les oí subir las escaleras, ¿irían a mi habitación o a la de alguno de ellos? ¿Se vendría abajo todo mi plan precisamente ahora?

No, escuché abrirse la puerta de mi cuarto ¡lo había logrado! A través de las cortinas vi como entraban, era un beso lleno de vicio y lascivia, se quedaron parados al borde la cama donde dormimos mi marido y yo, el ruido de sus besos y sus respiraciones lograron que me pudiese desnudar sin que se enterasen, el flujo inundaba mi coño y me empecé  a masturbar.

Mientras tanto mi hijo había bajado la parte de arriba del traje de mi hermana, dejando a la vista sus redondos pechos, ni muy grandes ni muy pequeños, y besaba sus pezones, mientras Julia agarraba el pelo de su hermano extasiada, después de un rato se quitó el vestido quedando completamente desnuda y desvistiendo a su hermano cuyo miembro saltó del pantalón completamente erecto.

Carlos empujó a su hermana sobre la cama y se tumbó sobre ella, besándola en la boca.

Ver a mis dos hijos desnudos en la cama en la que dormimos mi marido y yo fue lo máximo a lo que podía aspirar, el plan que llevaba urdiendo desde hacía tanto había dado sus frutos por fin, sólo tuve que estimular durante unos pocos segundos mi clítoris mientras ellos se besaban y acariciaban para alcanzar el primer orgasmo de la noche, ¡y apenas había empezado!

Mi hijo se situó sobre su hermana que le abrazó y le rodeó con las piernas, esperaron unos segundos, la tensión era máxima, los dos estaban tremendamente excitados y temerosos por lo que iban a hacer, hasta que él dirigió su miembro hasta la entrada de mi hija, sólo pudo hacer entrar la cabeza del pene porque mi hija profirió un grito de dolor. -¡Duele mucho! -Tranquila, es solo al principio, luego te sentirás bien

El pene de mi hijo apenas entraba en la estrecha vagina de su hermana, tratando de superar el obstáculo que ofrecía la virginidad de Julia, que cerraba los ojos y apretaba los labios.

-¡Ahhhh! -Ya casi está

Finalmente, tras un poco más de esfuerzo, el miembro de Carlos entró del todo rompiendo las defensas de su hermana mientras Julia le arañaba por todo el cuerpo y arqueaba su espalda en una mezcla de dolor y placer. Carlos, sabiendo que ya la había desvirgado, se empezó a mover dentro de su hermana y a penetrarla a un ritmo suave pero constante, vi como mi hijo susurraba algo al oído de su hermana y mordía su lóbulo, mi hija pronto comenzó a gemir de nuevo, ya no eran gemidos de dolor como antes sino de placer al sentirse empalada por primera vez y además por su propio hermano, se besaron, jadearon, gimieron, se buscaron, se acariciaron, a los pocos segundos pude ver como la cara de Julia se volvía roja, respiraba con dificultad, hasta que reventó, gritó, bramó y su explosión de placer retumbó por toda la casa, había tenido el primer orgasmo de su vida mientras su hermano la seguía follando sin contemplaciones. Mi hijo aprovechó para cambiar de posición, la sujetó en sus brazos, la tumbó sobre un costado levantó una de sus piernas y la colocó sobre sus hombros logrando así una penetración muy profunda. Pude ver como las ingles de mi hija estaban totalmente empapadas y brillantes por causa del flujo que no paraba de manar de su taladrado coño. Julia, ya recuperada de su primer orgasmo miró a su hermano con una mirada llena de lascivia y le agarró la cabeza. -¡Dame más fuerte cabrón!-gritó

El ritmo de las penetraciones se hizo endiabladamente rápido y frenético, se oía el chapoteo del pene de Carlos entrando y saliendo del inundado coño de su hermana, el ruido de sus pelotas chocando contra la entrada de mi hija, ante esa exhibición de fuerza mi hija no puedo evitarlo y a los pocos segundos volvió a experimentar otro orgasmo largo y profundo. -Ahora me toca a mi hermanita- dijo Carlos mientras seguía bombeando -Quiero que te corras dentro de mí, quiero sentir tu leche dentro de mí Me quedé sorprendida ante la insensatez de mis hijos a los que poco parecía importarles el riesgo de un embarazo. -Estoy a punto, te la voy a enterrar hasta el fondo, vas a ver Se besaron con voracidad y a los pocos segundos observé como mi hijo clavaba su polla hasta lo más profundo del coño de su hermana, apretaba las nalgas y con un prolongado gemido procedía a eyacular todo su semen dentro de mi hija, la corrida tuvo que ser abundante pues estuvo bastante tiempo vaciándose dentro de ella.

Cuando terminó extrajo su pene del interior de su hermana y pude comprobar como una riada de esperma se derramaba sobre las sábanas juntándose con el fluido vaginal y la sangre del ya inexistente himen de mi hija. Un fino hilo de semen quedó colgado entre el pene de mi hijo y la vagina de su hermana, mi hija, loca de pasión, se recostó y procedió a llevarse el rabo de su hermano a la boca y limpiarlo con dedicación. Mientras él se recuperaba de su corrida mi hija lamía y tragaba los restos del semen de la polla de su hermano. Tras dejarlo limpio procedió a pajear con violencia a Carlos, cuyo pene volvió a levantarse a pesar de haber eyaculado hace unos pocos segundos. -No lo hagas tan rápido, lleva la mano hasta la punta y luego bájala hasta la base poco a poco- mi hijo se vio obligado a frenar la excitación de su hermana

Mi inexperta hija siguió sus instrucciones logrando que el miembro de su hermano ganase tamaño de nuevo. -Quiero chupártela, quiero tragármelo todo-dijo mientras echaba su rubio pelo hacia atrás para que no entorpeciese la mamada que le estaba haciendo a su propio hermano. Otra vez mi pulso se aceleró al ver como mi modosita hija se había convertido en un volcán en tan poco tiempo. Sin esperar la respuesta de su hermano se recostó y engulló la verga de mi hijo poco a poco, Carlos dio un respingo. -Así no, no me muerdas, simplemente usa la lengua- dijo guiando a su hermana en su primera mamada. Mi hija paró un poco y lamió la punta hasta volver a tragarse el pene de su hermano, se veía que era la primera vez y que le entraban algunas arcadas por meterse algo de tal tamaño en su boca, pero poco a poco pudo engullir ese monstruo hasta casi llegar a la base, tras lo cual empezó a mamar con dedicación, mientras que con las manos masajeaba los testículos de su hermano. -Así, sigue lo estás haciendo muy bien... A pesar de que había eyaculado hace unos pocos minutos mi hijo dio muestras de disfrutar de la mamada hasta el punto de estar apunto de correrse de nuevo, a juzgar por su cara, su verga había vuelto a alcanzar su máximo esplendor en la boca de Julia y se abandonó a disfrutar de la mamada de su novata hermana. Tan extasiado estaba, tan alta era la tensión sexual que se respiraba en esa habitación, que se olvidó de anunciar su corrida, y, cuando no podía aguantar más, dio un profundo suspiro y procedió a vaciarse con violencia en la boca de Julia, que, sorprendida, hizo todo lo posible para tragarse la leche de su hermano, aunque finalmente tuvo que abandonar, y, a punto de atragantarse, sacarse la polla de mi hijo y recibir en su cara sus últimas descargas de semen, conté hasta tres, que cubrieron su inocente cara de blanco y resbalaron por su barbilla hasta caer en sus tetas y su tripa.

Yo en ese momento me masturbaba frenéticamente y me había corrido en numerosas ocasiones, ni en mis mejores sueños se me había ocurrido que mi virginal hija llegara a esos extremos de perversión, me excitaba sobremanera el hecho de que en un principio se hubiera mostrado tan reticente y modosa y finalmente cediera y se entregara con tantas ganas.

Tras ir al baño y lavarse los restos de esperma que cubrían su cara, volvió lista para el siguiente asalto, mi hijo la esperaba en la cama con el pene semi erecto, sobre esas sábanas que habían visto consumar el incesto entre los dos hermanos, ¡mis propios hijos estaban haciendo el amor en esa habitación que despedía olor a sexo por todas partes! En vez de meterse de nuevo en la cama, Julia se agachó y empezó a rebuscar en mi armario, mi corazón se disparó pues entendí lo que buscaba mi hija,  efectivamente sacó una caja y de ella el enorme vibrador que tantos momentos de placer me había dado.

-¿Has visto lo que guarda mamá en el armario?

-¡No me lo puedo creer! ¡Mamá se masturba con eso!

-Sí, lo descubrí el otro día mientras buscaba un traje, pero no me atreví a sacarlo

Como si se tratara de un arma o de algo peligroso mi hija lo fue extrayendo poco a poco, solo lo sujetaba con la punta de los dedos, como si le dara miedo. Apretó un botón y el vibrador se puso en marcha, emitiendo un pequeño zumbido, mi hija se asustó y se le cayó al suelo.

-¿Has visto lo grande que es? Debe medir por lo menos 20 o 25 cm-dijo con una cara de viciosa que me asustó- Quiero que me lo metas, Carlos.

Lo agarró del suelo y se lo dio a mi hermano, se puso a cuatro patas en la cama y le enseñó la entrada de su coño, que había adquirido un tono rojizo. Mi hijo, algo sorprendido, sostuvo en sus manos el vibrador, sin atreverse a meter ese monstruo en el estrecho coño de su hermana.

-¡Quiero que me lo metas, me oyes hermanito!

-Pues si lo quieres es todo tuyo

Se puso detrás de Julia y le metió los 25 cm de vibrador de una sola vez, haciendo presión y provocando que saliese un poco del abundante semen que mi hija tenía en lo más profundo de su vagina.

-¡¡¡Diosssssss!!!

Su hambriento coño se tragó el consolador, mi hija agarró las sábanas y sintió como era penetrada por ese juguetito, así permanecieron durante un par de minutos tras los cuales Julia volvió a correrse entre gritos que no se si eran de placer o de dolor. Carlos siguió penetrando a su hermana con el consolador y al mismo tiempo logró llevar su boca hacia los bajos de mi hija, sacó la lengua y, ya que el coño de Julia estaba ocupado, procedió a separar las nalgas de Julia y saborear su culo. Su hermana, sorprendida, giró la cabeza para comprobar que era aquello que le estaban chupando, esa parte de su cuerpo que nunca pensó que se podría usar para esos fines, le facilitó el trabajo a su hermano arqueando un poco su trasero, mi hijo jugaba con su lengua mientras el beso negro recorría lo más profundo del ano de su hermana  y el enorme consolador que tenía en su coño hacían estremecerse de pasión Julia  hasta correrse de nuevo y saborear otro magnífico orgasmo, disfrutando de unas sensaciones inimaginables para ella hacía apenas unas horas.

No exagero si digo que mis hijos estuvieron toda esa noche haciendo el amor en todas las posturas imaginables, dando rienda suelta a la excitación que habían acumulado durante tantos días, hasta que mi marido volvió de viaje y, para desgracia suya y mía, tuvieron que parar esa maratón de sexo.

Desde entonces una mezcla de sentimientos me acosan, por un lado una gran excitación al recordar esa noche en la que mis hijos dieron rienda suelta su pasión, pero por otro un gran sentimiento de culpabilidad me atormenta, pues no hay noche que, mientras mi marido duerme, oiga abrirse la puerta de la habitación de mi hija y entre su hermano, que sólo sale al amanecer.