Empresaria de profesión, puta por vocación - 8

La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas

CAPITULO VIII

CONTINUA LA TERAPIA (IV)

Nos aseamos lo que pudimos, recogimos el flujo del suelo y del sofá y nos dispusimos a seguir trabajando, o a empezar a trabajar.

Ya la dije al terminar.

“Esto no podemos hacerlo todos los días, voy a terminar por despedirnos a las dos”, la dije riéndome.

Ahora sí, despachamos como un día normal. Y al final salió del despacho.

Para ella, al ser viernes, le tocaban dos días de desconectar de todo aquello. A mí también, de desconectar de Inma, pero tenía que darle una contestación a Victoria. Por un lado, la idea me ponía muchísimo. Sabía que me trataría como basura, y eso era precisamente lo que quería sentirme, pero, por otro lado, tenía miedo. Miedo de lo que me pudiera hacer o decir, y miedo de no estar a la altura.

Además, sabía que mi decisión, la tomaría en base a una pequeña cosa que pasara en casa el fin de semana. Bastaría una mini discusión con mi marido, o con mis hijos, o incluso con la chica, para que me decidiera por el sí o por el no. Así de volátil y poco reflexiva me estaba volviendo en el terreno sexual.

Para terminar de completar la mañana, me llamó Páez.

“Doña Patricia?, buenos días. Ya he estado hablando con el Instructor. El hombre se ha sentido un poco mal por su sentimiento hacia él, pero reconoció que el tema con los chicos se le fue de las manos, al no poder tenerla controlada. Así es que le he pedido, que pare el tema hasta el lunes, y que el lunes se reúna conmigo y veamos lo que tiene pensado, y yo, le daré o no, mi visto bueno. Espero que no le importe esperar hasta el lunes”, me dijo.

“No, no, al contrario. Me viene fenomenal que no me agobie estos días”, le dije.

“Bien, pues, buen fin de semana. Hablamos el lunes”, me dijo

“Igualmente hasta el lunes”, le contesté.

Joder con el lunes, iba a pasar todo.

Durante el finde, no pasó nada relevante, tuve sexo con Víctor, con el mismo éxito que las ocasiones anteriores, teniendo que recurrir a mis fantasías para poder llevarlo mejor. Procuré no exponerme de espaldas a él para que no viera mis nalgas.

Cada día estaban mejor, pero aún tardarían unos días en desaparecer todas las marcas, pese a que yo le seguía aplicando la pomada, sin duda con menos arte que Inma. Lo unico reseñable que a la postre iba a ser determinante en mi decisión sobre el ejecutivo, es que mi marido me dijo que el martes se iría de viaje a Barcelona hasta el viernes.

Como dice el dicho, 'me lo estaba poniendo a huevo'.

Me metí en Google. Yo no sé cómo ha podido funcionar el mundo tantos años sin Google.

Busqué "experiencias de una puta", y me pasé un buen rato leyendo.

La verdad es que sorprendió bastante las cosas que comentaban algunas como los casos más raros que les había pasado con clientes.

Eso, en comparación con las cosas que me había contado Victoria que le gustaba a sus clientes, era un juego de niños, o en este caso, de niñas. Lo que si pude comprobar es que las putas de categoría cobraban bastante más de lo que me había dicho a mí Victoria será que no llegábamos a ese nivel.

Cada vez tenía más claro que iba a decirla que sí.

Por mi cuenta yo creía que aquello sería, sin duda, la mejor medicina para mis males.

El resto del domingo lo pasé entre dos sensaciones, por un lado, la ansiedad de lo que pudiera pasar con el bueno del directivo y por el otro lado el acojone que me producía.

La mañana del lunes evité, igualmente, que me viera nadie desnuda. Las marcas de las nalgas, y eran mínimas.

Cuando llegue a la empresa y después de un saludo cómplice a Inma, me encerré en mi despacho.

Lo primero que haría sería llamar a Victoria, no quería que quedara mal con su cliente.

"Victoria, buenos días"

"Hola Patri, buenos días. ¿Qué tal el finde?", me preguntó.

"Bien, supongo que el tuyo también", la dije.

"Jaja, si, bueno ¿qué has decidido? Te oigo voz de ultratumba", me dijo a sabiendas de que la Iba a decir que sí.

"Puedes decirle a tu cliente que tienes sustituta", la dije sin respirar.

"Genial, le diré que tengo sustituta de prostituta, jajaja. ¿Estás segura?

" Llevo desde el viernes angustiada con la idea, pero sí, estoy segura", la dije como pude. Las palabras casi no salían de mi garganta.

"Bueno, pues aún no ha llegado. Le dejaré un mensaje para que me llame en cuanto lo haga, y si está conforme te llamo y te lo digo, ¿vale?", me dijo.

"OK, guapa. Espero tu llamada. Besos", la respondí colgando.

'Sustituta de prostituta', menudo título me acaba de colocar la buena de Victoria, y sin Master ni nada. Transcurrió la mañana sin grandes sobre saltos dedicándome a mi trabajo y esperando entre angustiada y expectante, la llamada de Victoria y también la de Páez, que me la debía.

Al final cerca de la hora de la comida sonó el móvil, era Victoria.

"Podemos vernos para comer ha habido cambios sustanciales en el plan y me gustaría que lo comentáramos cara a cara".

" Vale la dije, a las 2 donde siempre?"

Me esperaba un “no” por parte de Victoria a que fuera la sustituta. No obstante, también pensé que para decirme que no tampoco teníamos que ir a comer. A las dos me presenté como siempre en el restaurante.

Nos saludamos y nos sentamos y cómo siempre vamos con prisa.

" A ver guapa", me empezó a decir, " historia resulta que el buen hombre, ha tenido que cambiar el viaje. No podrá venir hasta el jueves y el domingo por la tarde marchará para su casa, entonces tendría que ser el domingo que viene. ¿Cómo lo ves?

"Vaya, me rompe un poco los esquemas, Víctor se iba de viaje esta semana y volvía el viernes, y me venía fenomenal el jueves, pero ya me inventaré algo. ¿A qué hora sería?

"Siempre lo hace igual es de 15 a 18 y a las 18, cuándo termina, sale derecho para el aeropuerto.

"Bueno tampoco es una hora muy desfasada, lo mismo hasta te uso de excusa. ¿Qué te ha dicho él?

"Le gustó la idea. No le gustan las profesionales. Le gustan las casadas de una cierta edad y que quieren ser un poco putas.

Yo le dije que algo fundamental era el tema de las marcas que no podía dejar marcas y me dijo que no había ningún problema. Este es de los que les gusta pegar.

"Vale pues por mi puedes decirle que sí, ¿me tienes que dar alguna instrucción?

Alguna no, muchas. La primera que te he dicho desde las 15 hasta las 18 de la tarde serán 250 € por ese tiempo.

Tienes que ponerte una lavativa por la mañana y otro al mediodía con lo que te puedes hacer una idea de que una de las cosas que más va usar va a ser tu culo. espero que no tengas problemas con eso".

"No, no estoy acostumbrada a que me lo usen".

"Tienes que hacer absolutamente todo lo que te mandé y sin rechistar. El cliente siempre tiene la razón, no te dirijas a él de otra manera que no sea de usted y solo si dice que le trates de una forma especial, como amo, señor, o lo que sea, lo haces.

Agradécele siempre el trato que te dé y como te he dicho antes sin rechistar a nada. No sé si estás depilada, pero si no, debes de estar perfectamente rasurada, que no encuentre ni un pelo desde el cuello para abajo", me dijo.

"No hay problema, estoy limpia. ¿Algo con respecto a la ropa?", La pregunté.

"Nada, lo que lleves habitualmente. Le gusta cuanto más normal mejor.

“¿Al final será en tu piso? ¿O en su hotel?”.

“Eso aún no lo sé. Me lo dirá cuando esté aquí. Además, al ser esta vez en domingo, tampoco sé cuáles serán sus intenciones. Una cosa, en tu comportamiento, muéstrate lo más timorata posible. Eso les pone mucho a estos cerdos. Pero luego cuando ya estés metida en faena, como la más guarra del mundo”.

“Bueno pues si te dice algo más, o si te acuerdas o se te ocurre algo nuevo, me llamas y me lo dices”, la dije ya en los postres.

Me marché para la empresa.

Aun me quedaba la llamadita de Páez, que seguía sin recibirla, aunque también es verdad que tampoco había vuelto a tener noticias del instructor.

Al llegar, Inma, ya había vuelto de comer.

“Que, jefa, ¿no miramos como van esos hematomas?, en dijo en tono pícaro.

“Hoy, no Inma, tengo que preparar cosas para el viaje de Víctor que se va mañana de viaje y tiene que llevárselas”, la dije sabiendo que no era verdad, pero en ese momento no tenía ganas de hacer nada.

Al final por la tarde, me llamó Páez.

“Doña Patricia, no nos hemos olvidado de usted, pero esta mañana me trajo el instructor un plan de actividades inasumibles, y se los he echado para atrás. Quedó en traerme otro plan ahora por la tarde, pero me ha llamado y me ha dicho que me lo traerá mañana por la mañana, así es que, sino la importa, lo dejamos para mañana”, me dijo

“Vale, perfecto, pero manténgame informada”, le contesté yo seca y colgando.

A última hora, llamé a Inma,

“Inma, pasa antes de irte”, la dije por el intercomunicador.

“¿Con o sin?”, me respondió ella.

“Castigada, por indecente. SIN”, la dije riéndome.

Entró, y según lo hizo, la dije,

“Cierra la puerta”

Ella lo hizo, y se dirigió hacia el sofá.

“No, no, siéntate en la silla”, la dije señalándole la silla que había enfrente mío.

“No veo nada”, la dije mirándola hacia las piernas.

Inma se subió la falda, has más arriba del pubis, y separó las piernas.

“¿Ahora ves, Jefa?, me preguntó con cara pícara.

“Si, si, ahora veo. Tócate”, la dije

Me miró con cara sorprendida, pero la sorpresa le duró unos segundos. Se mojó un par de dedos en saliva, y empezó a pasárselos por el coño, sin dejar de mirarme a los ojos.

“¿Así, jefa?, ¿te gusta así?, me preguntaba mientras se tocaba el coño con ganas.

“No, termino de verlo bien. Súbete a la mesa” la dije señalándola la posición donde debía ponerse.

Se puso justo delante de mí, con sus nalgas desnudas en mi mesa y los pies apoyados en los apoyabrazos de mi silla.

“No, no, sigo sin verlo bien, ponte a cuatro patas con el culo hacia mí”, la dije corrigiéndola la posición.

La estaba sorprendiendo en todo lo que la decía, pero lo hacía.

Se puso a cuatro patas, pero antes aprovechó para quitarse la falda- Mejor. Sino habría terminado arrugada como un churro.

“Así, sí. No dejes de tocarte”, la dije presenciando todo ese culazo delante justo de mis ojos. La di un azote en una nalga. Lanzo un leve ¡Hay!, pero aquello no podía hacerlo más, porque el azote retumbaba en todo el despacho, y seguro que dese fuera se oía.

Mis uñas recorrían ahora sus nalgas, con las dos manos, las dos a la vez. Me gustaba ver las marcas rojas, que la iba dejando. Ahora no se quejaba. Empezó a gemir y suspiraba a cada recorrido de mis uñas por sus nalgas. La veía el coño muy brillante, sin que ella parara de tocárselo.

Ahora mis uñas se entretenían con su ano. Lo recorría en círculos, y cada vez que lo hacía veía como se contraía, como diciendo aquí no entra nadie.

Era un ano bonito, marrón clarito, sin ningún asomo de almorranas, que nos sales a casi todas las que parimos.  No parecía muy usado.

La puse la yema del dedo en él, y empecé a presionárselo, mientras la decía,

“Guarrilla, ¿te follan mucho el culo?”

“No, putita”, me dijo ella, “es virgen”.

“Ohhh, entonces voy a tener el honor de desvirgártelo?, la dije.

Yo ya estaba cachonda perdida, pero me apetecía seguir jugando con ella.

“Ni se te ocurra, puerca, pegaré unos gritos, que se enteraran hasta en la garita de seguridad”, me dijo.

“Genial”, la respondí, “Asín vendrán esos tiarrones porra en mano y nos romperán el culo a las dos”.

“Eres una cerda. Estamos hablando de mi culo y ya estás tú poniendo el tuyo”, me dijo empujando el culo hacia mí como diciéndome fóllamelo con lo que quieras.

“Uhmm, empieza a ceder, ya me entraría un dedo sin problemas, pero te voy a hacer La Llave China”, la dije.

“Vaya”, dijo ella”, ¿también sabes judo perrita?”.

“Es otro tipo de llame, mira”, la contesté, metiéndola mi dedo índice en el ano, que entro con mucha facilidad, y el dedo gordo en su vagina.

“Esto es la llave china”, la dije mientras abría y cerraba los dedos metiéndolos y sacándolos a la vez, ¿“te gusta?”.

Era un preguntar por preguntar, desde que sintió mi dedo índice introducirse en su culo, había arqueado sus caderas, apoyado la cabeza en la mesa, y no paraba de suspirar y gemir, cada vez con más intensidad.

Seguí aumentando el ritmo de los movimientos mis dedos se tocaban por dentro a través del recto y la pared de la vagina. Aquellos toques, la hacían jadear muy intensamente. Era evidente que se iba a correr de un momento a otro.

Con la otra mano, empecé a tocarla el clítoris,

“Vamos perrita, córrete como una cerda, como lo que eres”, casi me dolía la mano de follarle con los dos dedos.

Inma, se empezó a contorsionar, y a jadear continuamente,

“Sácamelos y métemelos, con rapidez y fuerza” me decía.

Yo lo hice. Me aparté por si la corrida era igual que la anterior. No llegó a expulsar flujo con tanta intensidad, pero el orgasmo que tuvo parecía interminable. No paraba de bufar, de soplar, de jadear…

Hasta que la di un par de azotes en el culo, y la dije,

“Venga guarra para casa”

“¿Y tú?”, me preguntó

“Yo también me voy ya”; la dije.

“Digo que si tú no te corres”, me dijo ella.

“Las jefas nos corremos cuando queremos, no cuando quieren las empleadas, venga, arriba”, la dije.

Se dio la vuelta y antes de bajarse de la mesa, me soltó un morreo aún a cuatro patas.

Nos compusimos un poco las ropas, y nos fuimos.

CONTINUARA