Empresaria de profesión, puta por vocación - 23

La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas

Nota de autor:

#Quédate en Casa

CAPITULO XX

CHACHA DE MI CHACHA Y MI MARIDO (5)

La FUCKING AREA, no tenía mucho secreto.

Había varias chicas desnudas follando con los que las solicitaban. Me fije en sus pulseras. En ella ponía la zona en la que estaban, o sea que aquellas estaban solo para follar. También me fijé en sus manos en dos de ellas, pude ver una alianza de casadas. Bueno supongo que como yo cumplían fantasías, y además se ganaban un dinerillo.

La mecánica era simple, según entré me vi rodeada de tíos que me tocaban por todos lados sin parar. Al poco estaba ya sin el traje de catwoman, de rodillas en el suelo, chupando pollas a destajo.

Podríamos decir que mi estancia en aquel sitio podría haberse limitado a un montón de pollas, de polvos, de leche

Realmente solo pase por la Fucking área, por el gloryhole, y por la zona de bukkake.

Pero no porque no gustara, sino porque estaba siempre ocupada. La buena mujer que ejercía de madame, viendo que no me dejaban salir, entraba y me sacaba, para darme agua y me ofrecía coca para reponerme, pero pasé de droga. También me hacía darme aceite corporal, en las zonas, más usadas, tetas, coño y culo.

Casi amaneciendo, la mujer entró a sacarme de la zona del bukkake, y me dijo que me lavara bien, me pusiera de nuevo mi traje y saliera a un reservado, que tenía un servicio especial.

La verdad es que, a esas horas, ya estaba agotada, pero me metí en el baño, me di una ducha que algo me relajó, pero seguía cansada, muy cansada. Me sequé me puse el traje rojo, y los zapatos y me dispuse a salir. Me esperaba fuera la mujer, para conducirme al reservado.

Al verme la cara, se echó la mano al bolso, sacó un pequeño estuche, fue a por un vaso de agua, sacó una pastilla y me la dio.

“Tómatela, te vendrá bien”, me dijo.

La verdad es que la hice caso, sin preguntarla siquiera que era. Estaba convencida de que una pastilla sola no podría hacerme mucho mal, y que me vendría bien, porque si no, no iba a poder mover ni un musculo en nada de tiempo.

Me cogió de la mano y me llevó a una habitación, que estaba al final de la nave. En el camino me fue diciendo.

“Estos señores que han reclamado tu presencia, son invitados, creo que por el hombre que te ha traído aquí. Me han dicho que el que les invitó, les dijo que la puta a ola que tenían que buscar, iría vestida de catwoman de rojo, y aquí no hay muchas vestidas así”. “Por otra parte el hombre que te trajo me dijo que había invitado a unos empleados, y que cuando te reclamaran te pusiera a su disposición, o sea que como verás, no había que pensar mucho”.

Joder, estaba claro que me iba a enfrentar a Gálvez y el resto de los empleados. Sobre todo, y teniendo en cuenta que la máscara tampoco era una armadura, debía de abrir la boca para hablar lo menos posible para darles las menores pistas posibles. Entré en la sala y la mujer me presentó.

“Aquí, tienen a su catwoman”, les dijo, “que la disfruten”

Y salió de la habitación.

Los seis empleados, se dirigieron hacia mí, me decían de todo,

“Hola, guapa, eres madurita, pero tienes muy buen tipo, ¿que tal si nos deleitas con un striptease?, me dijo Gálvez.

Martinez, cogió su móvil y puso una canción, creo que era I’m a slave, cantada por Britney Spears.

Alonso, grababa con su móvil. No le dije nada porque lo mismo mi marido le había pedido que lo hiciera para humillarme aún más, al margen de que no quería hablar.

La música invitaba a bailar y a desnudarse. Ellos se fueron desnudando también, pero sin ritmo. Como llevaba tan poca ropa tuve que alargar lo indecible, quitarme los zapatos, sacar los brazos, bajarme el top, y luego el resto del traje, sacándomelo con mucha lentitud, pero aun así terminé antes que la música, y se pusieron todos en corro a mi lado como bailando conmigo.

Me arrimaban sus pollas frotándomelas por el cuerpo. Me sorprendió sobre todo la de Gálvez, aun no estaba erecta, y aquello debía de medir 15 centímetros.

También me fijé en cómo me miraba el lunar que tengo encima de la areola izquierda. Por un momento me vino a la mente el papel que me encontré en mi despacho, poniéndome aquello de que ese lunar se lo tenía que comer él, Nunca supe quien lo escribió y lo dejó allí. Si recordaba que Gálvez, fue uno de los que subió a mi despacho el día en que prácticamente estaba enseñando las tetas.

Ahora las masajeaba con gran interés. Mientras que los otros me metían mano por todos lados. Notaba dedos en mi boca, mi coño mi culo ….

Pronto estaba de rodillas, y empezando a mamar pollas. Era curioso, mamar las pollas a seis de mis empleados, que, seguro que alguno sería menos delicado, si hubiera sabido quien era yo.

Poco, aquellas pollas empezaban a tomar tamaño, sobre todo la de Gálvez, que estaba empezando a ser descomunal. También la pastillita que me había dado la mujer, hacia efecto, y me había revitalizado bastante.

En cuanto estuvieron en forma empezaron a follarme indistintamente boca coño y culo, incluso de dos en dos, pero Gálvez, permanecía al margen, mirándome con  una mirada inquietante. ¿Se estaría empezando a dar cuenta de quién era?.

Cuando el resto de los compañeros, se corrían se aseaban y se iban diciendo que esperaban fuera a los otros.

Y así ocurrió con los cinco, hasta que Gálvez, se quedó solo conmigo. Aquello empezaba a no gustarme.

“Muy bien putita, ahora te voy a disfrutar yo solo. Una hembra como tu hay que disfrutarla. Se ve que, pese a los años, eres una puta viciosa. Y además ese lunar que tienes sobre la areola de la teta izquierda… Ese lunar, me lo tengo que comer yo. Ya te lo dije”, me dijo.

“Joder Gálvez, como me has reconocido?, ya no tuve más remedio que hablarle.

“Bueno a fuerza de ser sincero, te diré, puta, que he contado con ayuda. Ha habido un señor, muy generoso, que me ha facilitado el camino”, me dijo con sonrisa malévola.

“No me digas más. Víctor, mi marido”, le dije.

“Exacto, no sé que juegos os traéis, pero me gusta mucho que seas una puta, aunque sea ocasional. Pero tu marido me ha dicho, y son palabras textuales, que te reviente entera por todos lados. Él sabe del tamaño de mi polla, hemos ido juntos de putitas, y me la ha visto, y sabe que puedo hacerlo. Hemos estado hablando largo y tendido. Me ha ofrecido esta posibilidad, y por supuesto la he aceptado. Los demás no lo saben es un secretito entre tú y yo, pero eso si, mi silencio, tiene un precio”, me dijo “Sabes cual, puta”

Vaya, no sabía que mi marido era un putero. Bueno la verdad es que hasta hace tres días aparentemente, sabíamos poco el uno del otro.

“Sorpréndeme Gálvez”, le contesté.

“Pues que vas a tener esta polla dentro, muchas veces, no lo dudes”, me dijo empujándome sobre la cama, y apuntándome su polla en mi coño.

Me la metió de golpe, hasta los huevos, como se suele decir. La verdad es que note la presión sobre mi cérvix, pero mi coño ya no se asustaba de ninguna polla.

“Que ganas tenía de metértela cerda. Me ponías a parar con tus escotes, y viniendo sin bragas al curro. Te ha visto el coño toda la plantilla, y muchas veces te veíamos los pantis mojados de lo mojada que ibas. Ya sabía que eras una puta, pero no veía la forma de poder follarte, zorra, toma, disfruta de polla, guarra”, me dijo.

Estuvo un buen rato dándome, la verdad es que no pude ni quise evitar el correrme un par de veces. Además, lo hacía exageradamente para que él se diera cuenta.

“Vamos Cerdo que me corro, dame más fuerte”, le gritaba

Eso activaba a Gálvez, que empujaba con más fuerza, haciendo recorridos casi completos de sacar la polla y volver a meterla de golpe.

Cuando se cansó de follarme el coño, o bien vio que se correría, me dijo,

“Muy bien jefa, ahora ponte en el suelo a cuatro patas, como una buena perra”, me dijo.

“Cuando Víctor y yo enculamos a las putas que nos follamos, nos gusta hacerlo así, que vean lo que son, unas putas perras que solo sirven para dar placer a los machos, y espero que tú también tengas esa lección aprendida.”

Me puse a cuatro patas en el suelo, la verdad es que me ponía muy cerda ser humillada por Gálvez. He de reconocer, que yo también había fantaseado mucho con que me follaban todos los tíos de la empresa en un gran gangbang, y ahora al menos uno, lo estaba haciendo.

Se puse detrás de mí.

“Vaya culazo que tienes zorra. Víctor me cuenta que te lo azota con la correa muchas veces hasta dejártelo bien marcado, y la verdad es que me muero de ganas de hacerlo. No te importa, ¿verdad puta?”, me dijo.

“Úsame a tu antojo, Gálvez”, le contesté yo que debía estar echando litros de flujo por mi coño.

Pronto note el primer correazo en mis nalgas. Apreté los dientes.

“Mas fuerte”, le dije.

“Joder, pedazo zorra. Te vas a enterar”, me dijo Gálvez.

El siguiente correazo, me hizo gritar. El cabrón me estaba dando con la hebilla en vez de con el cinturón.

“Vamos, coño, azotas como una nena. ¿No puedes hacerlo más fuerte?”, le dije.

Le estaba provocando. Él lo sabía y le daba rienda suelta a todo su sadismo.

Siguió una lluvia de correazos. En todos grité más o menos fuerte

“Cuando no puedas más, dímelo puta, sino te voy a despellejar tu puto culo”, me dijo.

Algunos de los correazos, o dirigidos o por azar, se estrellaban en mi ano o mi coño. Allí el dolor se acrecentaba bastante más. Pero él no sabía que las estaba gozando, y que estaba a punto de correrme con sus correazos. A hacerlo contribuyeron sus siguientes palabras.

“Además, puta, quiero que mañana hagas como siempre, mostrarte desnuda ante tus hijos, pero que te vean mi obra, que te vean el culo que te aseguro te está quedando bien marcadito”.

El cabrón de Víctor, le había contado lo de los chicos que seguro lo sabía a través de Altagracia.

“Bufffff, lo haré, si cerdo claro que lo hare, sigueeeeeee”, le grité.

Con solo un par de correazos más, tuve que hincar mi cabeza entre mis manos, y correrme entre espasmos vaginales.

“Dios, eres más puta de lo que me imaginaba. Te corres azotándote el culo”

Noté como su polla enraba por mi ano, y me lo follaba aún con más fuerza que mi coño.

“Hija de puta, eres la mayor zorra que he conocido nunca, vamos implórame que te de mi leche, cerda”, me dijo.

La verdad es que este tío, empezaba a dar juego. Se estaba manifestando como un sádico y su polla ayudaba mucho a que lo fuera sexualmente hablando.

“Oh, señor le imploro que me folle el culo lo que quiera, pero su leche la quiero en la boca”, le dije.

Estaba más que a punto. Dio dos o tres embestidas más y me las sacó llevándola a mi boca.

“Toma puta, mama, y trágatelo todo”, me dijo.

Me agarré a su polla con los labios mientras me follaba la boca. Pronto noté el chorreón de semen, que me llenaba la boca.

La sacó de golpe.

“Abre la boca. Quiero ver mi leche en ella, y quiero ver como la tragas”, me dijo.

Lo hice. Abrí mi boca, y se la enseñé bien llena de su semen, luego tragué y se la volví a enseñar totalmente vacía. Aun así, volví a cogerle la polla a metérmela en la boca, y a terminar de ordeñársela.

“Así, puta, hasta la última gota. Joder que buena eres puta. No sé cómo Víctor se va de putas teniéndote a ti en casa”, me dijo.

Salió de la habitación, después de adecentarse, diciendo,

“Muy bien puta, has estado muy bien. Mañana nos vemos en el curro”

La verdad es que, sin haber sido desagradable, si es cierto que me había jodío bastante todo aquello. Sería complicado que, por hechos o palabras, Gálvez no se fuera de la bocaza, y les contara a los compañeros a quien y como se había follado en un puticlub. Pero bueno, ya estaba hecho, además, no tenían nada para demostrarlo, sería su palabra contra la mía, porque lo que habían estado grabando no se me ve la cara, y podría ser cualquiera.

Al momento entró lo mujer,

“¿Que puta, puedes con más? Yo tengo clientes, o sea que, si tienes fuerzas, puedes seguir follando”, me dijo.

“Que hora es?”, la pregunté.

Era flipante pero no sabía ni la hora que era.

“Cerca de las nueve de la mañana. Llevas más de 12 horas follando, pero por mí puedes estarte otras doce. Los clientes, salen contentos contigo”, me dijo.

“Cuando dinero llevo hecho?”, la pregunté.

“Llevas 1200 euros, menos el 20 % que se queda el local, te quedan 960”, me respondió.

“No está mal. Pero ¿hay algo así más o menos rápido que te deje otro buen pellizco?, pregunté.

“Pues no sé, quizás. ¿Has hecho zoo alguna vez?”, me preguntó.

“No, la verdad es que no. Alguna vez he visto algún vídeo y me ha dado morbo, pero no, nunca hice nada”, la respondí.

“Te atreverías?, tengo varios interesados en algún show”, me dijo.

Puff, no sabía que contestar. No sabía cómo reaccionaría ante esa situación.

“En que consistiría?”, la pregunté.

“Pues entrarías a un cuarto donde te echaríamos a dos perros y tendrían que montarte los dos.”, me dijo.

“Supongo, pero es que no tengo ni idea de cómo va eso. Que tengo que hacer o que no tengo que hacer”, la dije un poco indecisa.

Lo único que tendrías que hacer es ponerte unas bragas que yo te daré. Se las comen los perros. Eso les gusta mucho a los tíos. Te pones a cuatro patas, y te dejas hacer. Los perros llevan las patas delanteras protegidas, para no arañar”, me contesto.

“Buff, no sé. ¿Y cuanto ganaría con eso?”, la pregunté.

“Si lo haces, te doy 500 euros más”, me dijo.

“Joder, es una buena pasta. Venga, voy a hacerlo, así cumplo otra de mis fantasías.”

CONTINUARA