Empresaria de profesión, puta por vocación - 2

La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas

CAPITULO II

PATRICIA EN EL PSICOLOGO

A la una, mi secretaria me aviso como la había dicho, y la dije que me pidiera un taxi. La zona a la que iba no era fácil para aparcar a estas horas, y tampoco quería perder el tiempo en andar buscando aparcamiento. A las 13:30 estaba en la consulta del doctor Páez.

Según llegué la auxiliar que me había atendido al teléfono, me rellenó una ficha con los datos más imprescindibles, nombre, profesión, dirección, edad, teléfono, enfermedades padecidas, medicamentos que tomaba, etc.

Cuando terminó de rellenarla me dijo.

“Muy bien, doña Patricia, el psicólogo la atenderá en seguida”.

“Gracias”, la dije tomando asiento y cogiendo una de las revistas que había en la sala de espera. Era lo típico.

Efectivamente al momento me llamo para que pasara a la consulta.

El doctor Páez, salió a la puerta a recibirme. Saludos de protocolo y para adentro.

“Bueno, cuénteme doña Patricia. ¿Que la trae a mi consulta?, me preguntó el psicólogo.

“Vera usted doctor”, empecé a decirle.

“No, no soy doctor. Soy psicólogo. Son carreras distintas, el psicólogo, estudio psicología y luego realiza una especialidad en salud mental, y el psiquiatra estudia medicina y se especializa en enfermedades mentales”, explicó el psicólogo”, me aclaró.

“Bien, disculpe la confusión. Bueno el caso es que lo que tengo que contarle es algo embarazoso para mí, ya que como ve por mi ficha, tengo ya una determinada edad, pero de un tiempo a esta parte, estoy teniendo unas necesidades sexuales, que en la vida había tenido, y no sé exactamente a que pueden ser debidas ni cómo controlarlas”, le dije de carrerilla casi sin respirar.

“Bien podríamos decir que usted se siente a su edad, una ninfómana”, me dijo el.

“No exactamente”, le dije, “si es cierto que necesito seco con frecuencia y me masturbo a menudo, pero realmente el problema es que mis fantasías para ambas cosas rozan, si no están dentro, las cosas raras”, le dije.

“Algo así como atracción por la “filias”, me dijo él.

“No se exactamente que significa eso”, le contesté.

“Filia, son aficiones o atracciones a determinadas realidades o situaciones. Están también las parafilias, que son patrones de conducta sexual en los que el deseo, la excitación o el placer dependen en gran medida de elementos atípicos, aunque esto no necesariamente conlleva una patología. No tiene por qué significar el malestar de la persona que la padece y de otras, como en el caso de las parejas, aunque también es cierto que si la pareja no comparte estas parafilias, puede entorpecer la realización de las mismas.

La voy a dar una lista con las distintas filias que hay, y por favor usted me marca con un si, si se relaciona con alguna de ellas.

-          Fetichismo - es la preferencia sexual por objetos inanimados o bien por partes concretas del cuerpo.                                                                                                               NO

  • Exhibicionismo – es la obtención de excitación y placer sexuales al exponer partes del cuerpo, normalmente los genitales, a otras personas.                                               SI
  • Voyeurismo – es el gusto marcado por observar a personas desnudas o que están teniendo sexo.                                                                                                                                         NO
  • Frotteurismo – es la obtención del placer con el contacto físico con otras personas, sin su permiso.                                                                                                                                      NO
  • Masoquismo sexual – es el placer sexual que se obtiene al recibir daño físico o humillación, así como cualquier otro tipo de sufrimiento.                                            SI
  • Sadismo sexual -  es el placer sexual haciendo daño a otros                                        NO
  • Pedofilia                                                                                                                                           NO
  • Gerontofilia                                                                                                                                     NO
  • Necrofilia                                                                                                                                          NO
  • Axfisiofilia                                                                                                                                        NO
  • Zoofilia                                                                                                                                              SI
  • Urofilia o coprofilia                                                                                                                       NO/SI

Una vez marcados mis problemas, le devolví la lista al psicólogo.

“Veo una en que me ha marcado las dos”, me dijo.

“Sí”, le dije, “consideraría muy humillante que alguien orinara encima de mí, o me hiciera orinarme encima, pero no puedo evitar el que me excite”, le contesté.

“Bueno hay alguna filia más pero no creo que sea necesarias repasarlas, ya que supongo que aquí están recogidas todas las que, según su criterio, la perturban”, me dijo.

“Sí, así es las que he puesto SI, son actualmente el foco de mis fantasías, aunque eso sí son todo fantasías”, le aclaré, “solo he realizado un poco de exhibicionismo. Pero poca cosa”

“Cuénteme las situaciones de exhibicionismo”, me dijo el psicólogo.

Le relaté lo de la empresa, tanto lo de ir sin bragas, como el de enseñar los pechos a algunos empleados.

También le relaté como no me cortaba a la hora de estar desnuda ante mis hijos o ante la chica, o de ir con el albornoz, y dejarlo a posta abierto haciéndome la tonta.

“El caso es que mis hijos, siempre me han visto desnuda, desde pequeños, pero ahora estoy empezando a notar que me buscan, que cuando saben que puedo estar desnuda, pasan a demás los dos, a cotillear. Sobre todo, el pequeño, que es más descarado. Pero con ellos no he llegado a tener fantasías. Supongo que el ser mis hijos, me frena mucho. Con la chica, alguna fantasía he tenido, pero poca cosa.”

“Bueno, a ver”, me dijo el psicólogo, “Los hijos, llega un momento, en que, viendo a la madre desnuda, dejan de ver la madre y empiezan a ver a la mujer. Además, están los comentarios de los amigos, que muchas veces hacen comentarios, que nos hacen despertar instintos que no habíamos tenido hasta entonces. ¿En cuanto al masoquismo sexual?”, me preguntó.

“Ha habido veces, haciéndolo con mi marido, que no sentía nada, y le he tenido que pedir que me diera correazos en las nalgas, para poder tener un orgasmo en condiciones”, le dije.

“¿Y eso la ocurre últimamente?, ¿siempre?”, me preguntó el psicólogo.

La verdad es que aquello era peor que estarme desnudando ante él. Le estaba dejando al descubierto, todas mis miserias.

“Bueno, sí, digamos que cada vez más, y sí, es de hace unos meses para acá. Yo antes era normal, tenía los orgasmos que tenía, y sin más”, le contesté.

“Cree usted que ha ocurrido algún acontecimiento que haya podido derivar en este repentino gusto por el dolor?”, me preguntó.

“No sabría decirle, yo creo que no. No recuerdo nada especial”.  “Quizás alguna película que se me cruzó en internet, pero que en su momento no me causo un impacto tremendo”, le contesté.

“Bien y la zoofilia”

“Eso es todo fantasía y sí que es basado en películas que he visto. He fantaseado con mamársela a un caballo y que me montara un perro, pero eso es y será fantasía”, le contesté.

“Bien, pues yo creo que ya lo tengo todo. ¿Hace algún tipo de deporte?, me preguntó.

“Sí, voy al gimnasio. La verdad es que no todos los días, pero siempre que puedo”, le dije.

“Bien procure ir todos los días. Cuando vea que la viene alguna fantasía, procure salir a andar, aparte la fantasía, camine. Eso la ayudara. Quiero verla en 15 días, me cuenta sus progresos, y procuraré tenerla ya un tratamiento.”

Le di la mano, y salí de la consulta. Pues vaya mierda, 100 pavos de la primera consulta, contarle todas mis miserias, y que ande. ¡Manda huevos!

Comí un sándwich rápido en una cafetería cercana a la empresa, y volví por la tarde a trabajar.

Al entrar en mi despacho, me encontré un papel, escrito con letras de imprenta, que decía,

“ESE LUNAR QUE TIENES JEFA, SOBRE LA AREOLA IZQUIERDA, ME LO TENGO QUE COMER YO”

Joder, así iba a ser difícil que se me pasaran a mí, mis fantasías.

¿Quién coño habría escrito eso?

Sin duda alguno que el otro día me había visto las tetas El lunar en cuestión, estaba justo sobre la areola, y si lo veía, veía también el pezón.

Me era imposible descubrir al autor del anónimo. A la hora de la comida, solo queda gente en el almacén, y cualquiera del almacén o de las oficinas, puede entrar en mi despacho y dejar la nota.

Pero bueno, sin duda no era más que la consecuencia directa de mis tonteos dejándoles ver más de la cuenta.

Estábamos viviendo una temporada complicada de trabajo en la empresa. Teníamos varias bajas en el departamento administrativo y eso redundaba en una carga adicional para los que quedábamos.

Eso ahora mismo, me venía bien porque me hacía dedicarme más al trabajo, y olvidarme un poco de mis filias, como decía el psicólogo.

Esa tarde, aunque hubiera querido me tuve que quedar hasta tarde en la empresa.

Cerca de las ocho de la noche, recogí para irme ya a casa. Ya estaba bien.

Cuando iba a salir, sonó el móvil.

“Si?”, contesté.

“Patricia?, soy Verónica. ¿Te acuerdas de mí?, me contestó una voz femenina.

“Verónica?, pues la verdad así al pronto…, no, no, me acuerdo”, la dije tirando de máxima sinceridad.

“Si mujer, Verónica Ramos, fuimos compañeras de facultad, incluso estuve en tu despedida de soltera.

“Joodeeerrr”, dije yo, “si, si ahora si se quién eres. ¿Qué es de tu vida?”

“Pues el otro día estuve con una amiga común, Paola, y me dio tu número de móvil. Espero que no te moleste”, me contestó Verónica.

“No, no, mujer, como me va a molestar. Al contrario, me encanta saber de ti. Es más cuando quieras podemos quedar, y tomar un café me gustara saber de ti abrazarte y darte dos besos”, la dije.

“Vale, yo trabajo cerca de la plaza Mayor, no sé cómo te pilla”, me dijo

“Mira si te parece, quedamos mañana para comer en el restaurante que hay en la misma plaza. Ponen un marisco riquísimo”, la dije.

“Por mí genial, en serio que yo también tengo muchas ganas de verte, pero cuando me casé perdí todos vuestros contactos”, me dijo Verónica.

“Venga guapa pues mañana nos vemos, sobre las dos, ¿vale?”, la dije

“Ok”, dijo ella. Hasta mañana.

De vuelta para casa, fui pensando en Verónica. Pertenecía al grupo de amigas de mi época loca. La recordaba como una chica alegre, interesante, al menos por el éxito que tenía con los chicos. Se casó antes que yo, y efectivamente perdimos el contacto prácticamente de un día para otro. Parece ser que el marido era bastante celoso hasta de sus pensamientos.

La mañana siguiente transcurrió sin mayores incidentes. Yo había tendido mis fantasías, sobre todo nocturnas, pero bueno había intentado llevarlas de la mejor manera posible.

A las dos menos cuarto, salí para el restaurante. Esperaba reconocer a Verónica, y en cualquier caso tenía su número en las llamadas recibidas.

Pero no me hizo falta usarlo. Cuando entré en el restaurante, la reconocí a la primera en la barra. Habían pasado los años, claro, pero tenía la misma cara. Aparentemente ella también me reconoció a mi porque me miro, se sonrió y se levantó para venir a saludarme.

“Hola, guapa. Me alegro mucho de verte. Hay que ver, el tiempo no ha pasado por ti”, me dijo dándome dos besos.

“Siempre se te dio mal mentir. Ya lo creo que ha pasado el tiempo, pero bueno se hace lo que se puede, jaja”, la contesté.

“¿Tomamos una cerveza? O nos sentamos ya”, la pregunté.

“Sentémonos, yo no soy mi propia jefa como tú, y no puedo tomarme mucho tiempo”, me dijo ella.

Fuimos a una mesa. En seguida se acercó el camarero a atendernos.

“Saben las señoras lo que van a tomar”, nos preguntó.

“No tenemos mucho tiempo. Tráiganos un par de cervezas mientras preparan la comida, ¿y luego que te parece una parrillada de mariscos para dos?, le dije mirando a Verónica.

“Por mí perfecto”, dijo ella.

El camarero, tomó nota y se fue.

“Bueno, y cuéntame, ¿que ha sido de tu vida?”, la pregunté.

“Pues nada, me casé tuve un crio, y bueno después las cosas no funcionaron con mi marido, y nos divorciamos. Resultó ser un cabronazo, y no me pasó ni un euro de pensión por el crio ni por mí. Lo pasé mal, muy mal, fueron años difíciles, pero bueno aquí estamos. ¿Y tú qué?”, dijo ella.

“Pues me casé, me hice cargo de la empresa familiar, tuve dos hijos, ya tienen 22 y 24 años, sigo casada, y sigo dirigiendo la empresa. Una vida digamos ordenada, que ya hicimos bastantes locuras de jóvenes”, la dije.

“Que suerte, una vida ordenada. Yo tuve que seguir haciendo locuras cuando me divorcie”, me dijo.

“Ah, ¿sí?, cuenta, cuenta, ¿qué locuras tuviste que hacer?”, la pregunté.

“Buff, es un poco fuerte. No te enfades, pero no tuve más remedio que prostituirme durante años. NO era una prostitución sin rumbo. Era algo seleccionado, y solo para cubrir las necesidades económicas que tenía en cada momento, pero vamos prostitución al fin y al cabo”, me dijo ella.

“Joe, tía flipante. ¿Y cómo era?, ¿qué hacías?, la dije flipando realmente.

“Bueno empecé anunciándome en una página web, de esas de contactos. Lógicamente al principio tuve de todo, experiencias buenas y no tan buenas, hasta que al final me quedé con un grupo selectivo, directivos de bancos, ejecutivos, gente que paga bien, aunque también son muy duros y exigentes. Y bueno, aun mantengo contacto con alguno y hago algún trabajo esporádico”, terminó de contarme.

“Puff, Verónica. Que excitante. Tu una puta, y pese a que trabajas aun sigues ejerciendo. Mucho te tiene que gustar”, la dije.

“Bueno y que además tienes para pequeños vicios, que siempre vienen bien”, me contestó.

Comimos, hablando de otras cosas más livianas, y nos despedimos al terminar, quedando en vernos otro día con mas tiempo.

CONTINUARA