Empresaria de profesión, puta por vocación - 18

La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas

CAPITULO XV

CHACHA DE MI CHACHA Y MI MARIDO

Al día siguiente me desperté con total normalidad, Víctor ya no estaba en casa y supuse que la chica tampoco.

Me duché y empecé a vestirme.

Como siempre, ha entrado mi hijo pequeño, a pedirme dinero mientras me vestía. Yo estaba solamente con los pantis, sin bragas y con los pechos al aire.

Me di la vuelta para buscar la cartera en el bolso y entonces él me dijo que tenía una carrera en las medias.

Me miré en el espejo y era cierto.

Había estado dudando entre varias y las tenía encima de la cama.

Le dije que gracias por avisarme y sin más, me quité las que llevaba. Empecé a dudar entre las que había en la cama.

Le dije,

“Cual crees que debería ponerme?”

Me miró entera, de arriba abajo, centrándose sobre todo de cintura para abajo. No se decidía,

“Es complicado”, me dijo.

Al jodío del niño, solo le faltaba un bol con palomitas

Me señaló unas que imitaban en el dibujo una braga.

Las cogí y al verlas me dijo,

“No, muy tupidas, alguna más transparente”.

Que cabrón, pensé.

Le enseñe unas que eran totalmente transparentes y me dijo,

“Sí, esas si que te sentaran bien”.

Me senté a su lado en la cama, para ponérmelas. Él se levantó y se puso justo enfrente mío.

“Desde aquí, veo mejor como te quedan”, me dijo.

“¿Oye, al final cuando os vais a esquiar?”, le pregunté.

“Si la novia de mi hermanito no pone problemas, esta noche”, me dijo.

Exageré hasta el extremo la apertura de piernas para ponerme primero una pierna de los panties, y luego la otra.

“¿Y volvéis el domingo noche?”, le seguí preguntando.

“Hablaban del quedarnos hasta el lunes, pero no creo porque Rocío tiene que trabajar el lunes”

Rocío era la novia del mayor. Trabajaba en una inmobiliaria. Era una chica muy maja.

Yo ya estaba de pie y me colocaba las medias. Instintivamente, me dirigí la mano a la entrepierna, para acoplarme bien los panties. Yo miraba hacia los panties, pero de reojo, le veía a él, y vi cómo, en ese momento, se echó mano a su entrepierna también, y él no estaba colocándose los panties.

Cuando los tuve puestos me dijo,

“A ver?, por delante bien, date una vuelta”.

Lo hice.

“La costura no está justo en la raja del culete. ¿Quieres que te la coloque?”

Por un momento, pensé que quería colocarme otra cosa, pero le dije,

“Sí, claro”

Note como me cogía los panties por detrás y lo giraba un poco hasta conseguir que la costura, coincidiera justo con la raja del culo.

“Listo”, me dijo.

“Te lo pasas bien, ¿eh?”, le dije.

“Y mejor que me lo podía pasar”, me contestó riéndose.

“Anda guarro, fuera de aquí, le dije dándole un beso.

Seguro que, si estamos así un rato más, hubiera podido apreciar el brillo en mi coño, porque me estaba poniendo tan cerda que si no le eche para atrás en la cama y me lo folle fue de auténtico milagro.

Pero ya esa imagen y esa idea no se me quitaba de la cabeza, y no tuve más remedio que cuando llegué a mi despacho, masturbarme como una loca.

Al final, al margen de la calentura, había sacado la información que buscaba. Que se iban esta noche y que volvían posiblemente el domingo noche.

Yo me preguntaba si mi hijo le contaría a la novia, que me veía desnuda, que yo no me cortaba y no me tapaba, los chascarrillos que me decía y todo eso, supuse que no, claro, que, para no levantar sus celos, no le diría nada, porque si no me tendría que odiar, y no parecía cada vez que la veíamos la muchacha era muy agradable.

También me preguntaba que pensaría de ver a su madre totalmente depilada, cuando a lo mejor, su novia no lo estaba.

Durante la mañana me llamo Victoria,

"Hola Patri, ¿ya más tranquila?", me preguntó.

"Sí claro con el paso del tiempo todas las heridas hasta las Psicológicas se curan", la dije.

"Genial", me dijo ella, "porque si quieres tengo otro cliente para ti, pero este es muy tranquilito es un servicio muy corto de 50 €, media hora follar y ya está, pero yo ya por 50 € no me quito ni las bragas", me dijo con total naturalidad.

"Pues, no sé, supongo que sí, ¿dónde sería?", la dije.

"En mi piso, el martes; es un cliente de la hora cero, y bueno, me da cosilla dejarlo sin atender, así es que si quieres....", me dijo.

"Vale, de todas formas, te lo confirmo el lunes", la dije.

Tenía ganas de volver a experimentar la prostitución, pero esta vez sin violencia como la primera vez.

A la hora de la comida, llamé a Inma,

“Comemos juntas”, la dije.

“Si, claro”, me dijo ella.

Fuimos a un bar que había cera de la empresa, nos sentamos a comer el menú del día. Aproveche para contarle todo lo que había pasado en mi casa la noche anterior. Bueno, casi todo, hubo detalles, que no hacía falta comentarlos.

“Joder que fuerte, Patri, y ¿no los mandaste a tomar por culo a los dos?, me preguntó Inma.

“No, Inma, yo también tengo mucho que callar, pero eso me dio la oportunidad de poder meter a Víctor en mis juegos, por llamarlos de alguna manera”, la contesté.

También hicimos un breve repaso a ”La tarde de Chicas”, y resaltamos lo maja que era Rosa. Nos reímos un buen rato recordando su ocurrencia cuando la estaba sodomizando con el arnés.

“En serio has pensado en contratarla?” me preguntó.

“¿Porqué no?, nos hace falta alguien así”, la dije.

“Y no tendríamos mucho peligro las tres juntas?”

“Bueno, ayer demostramos que podemos tener el mismo peligro sin trabajar juntas, ¿no?”, la dije.

“Sí, jaja, es cierto. Yo he estado pensando que realmente ninguna de las tres nos catalogamos como bisexuales, y mucho menos como lesbianas, y en cambio es curioso ver lo bien que nos entendemos en la cama”, me dijo ella haciendo una reflexión.

“Yo creo que cada una en su medida, estamos explorando diferentes facetas del sexo, y bueno por ejemplo en el caso de Rosa, yo la encontré follando en el coche con su novio. O sea que su tendencia sexual, no es cuestionable. Yo, ya ves, casada hace treinta años con dos hijos, y una vida sexual aceptable con mi marido. La única que no está muy definida eres tú, jaja”, la dije.

“Cierto, nunca hemos hablado de mi sexualidad, pero me considero heterosexual, Hasta que nosotras no empezamos con nuestros jueguecitos, no podía imaginar que me gustaran los coños, pero sin dejar de gustarme las pollas”, me dijo Inma.

·Anda que cualquiera que nos oiga, o viene y nos folla, o llama directamente a los loqueros, jajaja”, la dije.

Volvimos a la empresa, y seguimos completando el resto de la jornada. Al terminar nos despedimos hasta el lunes, y la dije, que la adelantaba, que seguramente el lunes, tendría cosas que contarla. Se mostro curiosa, pero la dije que esperara al lunes.

Ya en casa, encontré a mis hijos preparándose para el viaje. El pequeño, en cuanto tuvo la primera ocasión, me dijo,

“Qué, mami, ¿has triunfado con los panties que te he escogido?”.

“¿Tú te crees que tu mami, esta para ir triunfando por ahí?, le dije haciéndome la víctima.

“Bueno, si te parece la semana que viene, cuando vuelva, estudiamos detenidamente eso”, me dijo él con un poco vergüenza que me dejo petrificada.

Iba a responderle, aunque la verdad no sé el que, cuando le llamó su hermano, que estaba listo, y que se iban.

Nos despedimos de ellos, con un beso a cada uno y la correspondiente inyección económica para el viaje.

“Llamar en cuanto lleguéis. Bueno mejor mándame eso del wasap, para que pueda ver por donde vais”, les dije.

“Si, mama”, me dijeron, saliendo los dos de casa.

Bueno al margen de querer ver que realmente estaban bien, también quería asegurarme de que estaban en ruta.

A la media hora más o menos, vimos que ya se ponían en marcha hacia el pirineo.

Al poco apareció por el salón Víctor,

“Chica, que haces ahí sentada y sin tu uniforme puesto? La señora y yo queremos cenar, así es que espabila”, me dijo en un cierto tono imperativo.

“Si señor, disculpe”, le dije, “no sabía que querían cenar ya”.

Entendí que el uniforme me lo habrían dejado en el cuarto de Altagracia, efectivamente allí estaba. Uniforme, por llamarle de alguna manera. Esto lo habían comprado en algún chino como disfraz, y no hubiera pasado el control de ninguna asociación feminista.

Era una camisa-top arriba, que tapaba exclusivamente las tetas, una faldita que tapaba a regañadientes, el culo, unas medias blancas super horteras a medio muslo, con lo que se veía el elástico, y unas bragas-pololos blancas, además de unos zapatos me monja ursulina también blanco, colores poco adecuados para una chacha. El uniforme lo completaba una cofia blanca y azul.

Me desnudé entera. Al no haber sujetador, entendí que no tenía que llevarlo. Me puse aquel disfraz de uniforme, y me fui en busca de la señora, para que ordenara sobre la cena.

Subí al dormitorio. Supuse que estaría allí arreglándose para la cena.

Así era, estaba en ropa interior, sentada en la cama, con Víctor por allí también arreglándose, y poniéndose mis joyas.

Al verme, dijo,

“Uhy, cariño, está aquí la chacha. Mira a ver que quiere que no quiero que me vea así, luego hablan mucho entre las criadas, y mis amigas, no les gustara que les vayan con chismes”, dijo

Se había metido bien en su papel la cabrona.

Víctor, se acercó, la dio un beso en los morros, diciéndola,

“Claro cielo, no te preocupes. Yo me ocupo”.

Vino hacia mí.

“Señor, lamento molestar, pero quiero saber que ordena la señora para la cena”, le dije respetuosamente.

“Si, chica, prepara servicios para cuatro personas. He invitado a cenar a dos amigos”, me dijo Víctor sin pestañear.

“Perdón señor?”, le dije yo.

“No preguntes, estúpida, y vete preparándolo que es tarde”, me insistió.

“Si señor, como mande, pero para cenar que preparo?”

“Nada, he pedido comida precocinada, que traerán un breve”, me dijo.

Ahora si me había sorprendido mi maridito. Pero el juego lo había querido yo, así es que no me quedaba otra que hacer lo que me decía, pero como fueran conocidos los amigos, lo mismo hasta me moría de la vergüenza.

Yendo por el pasillo, oí a Altagracia decirle a Víctor.

“Has visto que pintas?, les va a encantar a tus amigos, jajajaja.

Dispuse la mesa para cuatro comensales. Mientras la preparaba, llegó el catering. Increíble. Venia el catering de un restaurante erótico.

El menú estaba compuesto por:

DURA Y GRANDE

Surtido de jamón Serrano, lomo, chorizo ibérico, salchichón ibérico acompañados de picatostes.

ORGASMO

Entrecote de ternera con patatas panaderas con salsa barbacoa.

POSTRE EROTICO

Tarta Kama Sutra

Y CAVA

Venía todo con unas tarjetitas explicando y adornando el menú con imágenes eróticas.

Víctor bajó a la cocina,

“Chica, escoge los platos de mis amigos. Ralla dos pastillas de estas en sus platos, bien mezcladas con la salsa, que no se note”, me dijo.

“Señor, esto es viagra. Si le da usted dos pastillas de estas, les va a provocar una erección que les va a durar media vida, al margen de los efectos secundarios que pueden tener”, le dije muy digna.

“No te preocupes, chica, estamos acostumbrados a tomarlas, y no pasa nada al margen de unas erecciones brutales”, me dijo sonriendo.

“Si señor”, le dije.

Vaya. Parece que el pastel seguía descubriéndose.

Me limite a cumplir sus órdenes. Además, me daba la impresión, de que la beneficiaria de esas erecciones brutales iba a ser yo. No creía que les entregara a su amada.

Al rato, bajaron los dos del dormitorio. Ella con un vestido de coctel, mío, por supuesto. Mis joyas, mi perfume, mi maquillaje….

Víctor también bajaba perfectamente vestido, con traje y corbata. Solo le faltaba el esmoquin.

Al momento llamaron al telefonillo, y les abrí. Sin duda eran los dos amigos.

“Cuando lleguen los caballeros, sirves unos canapés con la bebida que cada uno quiera”, me dijo Víctor.

“Sí, señor”, le contesté.

Les abrí.

“Buenas noches, señores. ¿Me acompañan?

Afortunadamente no les conocía, pero ellos a mí empezaban a conocerme, ya que sus miradas, iban dirigidas a todos los lugares donde podían ver algo.

Les llevé hasta el salón.

Víctor los saludó y les presentó a Altagracia, como su esposa.

La saludaron cortésmente.

“¿Queréis beber algo antes de cenar?, les preguntó.

“Venga, si, yo una cervecita”, dijo uno. El otro se apuntó también.

“A nosotros tráenos dos copas de cava”, me dijo Altagracia.

Preparé las bebidas, y un par de platos con canapés. Los llevé al salón, y los serví.

CONTINUARA