Empresaria de profesión, puta por vocación - 12
La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas
CAPITULO XII
Y ¿AHORA QUE?
Ya casi de noche, recibí un wasap de Victoria,
"Hola, guapa, ¿qué tal ha salido todo?", me preguntó.
"Ha sido la cosa más desagradable y humillante que me han hecho en mi vida.", la contesté.
"Vaya supongo que ahora no puedes hablar. Mejor te llamo mañana. ¿Ok?", Me dijo.
"Ok", la contesté.
Borré como siempre con Victoria sus mensajes, para que estuviera libres de miradas indiscretas.
Aquella noche apenas pegué ojo. Me seguían doliendo todos mis agujeros y los pezones. Los labios de mi coño, estaban súper hinchados. Pero sin duda lo que más dolía, lo que más dañado tenía, era mi ego. Mi dignidad. Aquel tío, me había tratado como auténtica basura, me había vejado y humillado a su antojo, y eso era lo que más me dolía, no me había tratado como a una puta, me había tratado como un despojo humano. No pude evitar llorar de rabia, de indignación, de impotencia. Y sólo pedía que a Víctor no le diera por querer juerga. No tenía yo el coño para muchas fiestas, nunca mejor dicho.
Por la mañana me levanté y seguí mi rutina de siempre. Sabía que, al ser lunes, los chicos estarían sin dinero y subirían a pedirme. De alguna manera me sentía en deuda con ellos.
Les había quitado 5 horas de estar un domingo con su madre y bueno tendría que compensárselo de alguna forma, sería más generosa con el dinero.
Quizás no sería una gran forma de compensarlo, pero al menos haría que yo me quedará más tranquila.
Y así fue, primero subió el mayor, me pilló de espaldas, desnuda, vistiéndome. Cuando le oí llegar, me giré y le pregunté
"A por dinero?"
"Si quieres que vaya a la uni, sí", me contestó.
No dejaba de mirarme, de forma descarada el coño. Por un momento pensé que se había dado cuenta de que lo tenía hinchado. Fui a la mesilla a por la cartera y le di 20 euros. Me aseguré de que no fueran de los que me había sacado del culo.
Notaba sus ojos clavados ahora en mi culo.
Se marchó, y casi a continuación, entro el otro,
He charlado un rato con el mientras me vestía. Me he puesto los pantis sin bragas y luego el vestido sin ponerme sujetador. Le di otros 20 euros.
Se guardó el dinero en el bolso y me ha dicho,
“Está la mañana algo fría, tendrás que abrigarte algo más.
Me puse como un tomate y le dije,
Eso, listillo, díselo a tu novia, que menudas pintas lleva a veces.
Se rio, me dio un beso y se fue. No sé porque me daba la impresión de que los dos ya se iban calentitos a la universidad.
Bajé a ver a la chica, y la di las órdenes para la compra y la comida. Después me fui a trabajar.
Al llegar, salude a Inma, que se levantó como un resorte, y se metió detrás de mí en el despacho.
“¿Me has echado mucho de menos?”, me preguntó.
“Sí, claro, aunque podríamos decir que he tenido un fin de semana algo movidito. Sobre todo, ayer domingo”, la dije.
“Me tienes que contar que es eso tan movidito que has hecho ayer”, me dijo.
“Ja, ja, si ya te contaré, pero ahora a trabajar, que tenemos faena”.
La verdad es que nuestra locura, estaba muy bien, pero no debía de pasar de eso, de una locura.
Al poco de llegar me llamó Victoria,
“Hola, Patricia, Buenos días, ¿qué tal?”, me dijo.
“Hola, Victoria, buenos días. Empezando a trabajar”, la contesté.
“Eso está bien. Ayer me llamó el banquero, y me dijo que eras genial. Que habías obedecido a todo, y que estaba muy, pero que muy contento. Y que la próxima vez que venga, te quiere tener también”, me dijo.
“Ah, pues que bien, pero le vas a decir de mi parte, que la próxima vez que venga, va a tener a su mama, porque a mí no, desde luego”, la respondía airada.
“Vaya pues sí que estas molesta, si”, me dijo.
“Molesta? Es una forma muy fina de decirlo. Estoy cabreada, muy cabreada, indignada, dolida, no entiendo cómo puede haber mujeres que, por un puñado de euros, se dejen hacer esas cosas. Y entiendo menos que haya tíos, que, con un alto poder adquisitivo, se permitan hacer esas cosas a una mujer. Joder, se supone que tiene educación, que tienen mujeres, que tendrán hijas, pero ellos, ellos son unos hijos de la grandísima puta, viciosos, degenerados, que solo les gusta humillar por humillar, y tratarte como una autentica basura. Así es que no, Victoria, no, no cuentes conmigo más para este cerdo”, la dije de corrido, teniendo que controlarme para no alzar la voz más de lo debido.
“Bueno no te voy a pedir detalles, pero recuerda que te avise que el tío este era duro, que le gusta dominar, que tiene la mano muy larga, y que eran tres horas, mucho tiempo”, me dijo.
“Que sí, que sí, Victoria, si yo a ti no te reprocho nada. Yo quería vivir una emoción fuerte, y te puedo asegura que ayer la viví, más que si me hubieran violado, los flipados esos de la manada, Pero el cerdo ese que se olvide de mí”, la dije.
“Vale pues dejaré pasar un tiempo para que se te pase el cabreo y la indignación, y te llamo la semana que viene a ver como sigues”, me dijo.
“Vale Victoria, nos hablamos”, la dije colgando.
Si, realmente eso era, yo quería emociones fuertes, y me había encontrado con la horma del zapato. Pero bueno tenía que quitármelo de la cabeza, y empezar a trabajar, que al final mis tanteos iban a arruinar la empresa.
También al final de la mañana, me llamó Páez.
“Hola Doña Patricia, ¿qué tal con el instructor?
“Hola Páez, bueno, fue una tarde intensa. La verdad es que no sabría decirle la gente que me vio desnuda, los penes que mame y me penetraron, y hasta con una chica lo hice, pero bueno no estuvo mal. Simón me dijo que era Dogging”, le conté.
“Me alegro de que le gustara, si le parece le puedo decir a Simón, que sigamos adelante”, me dijo.
“No, de momento, vamos a dejarlo aquí. Ayer viví una experiencia, podríamos decir que peculiar, que quizás en una visita a su consulta, le cuente, y que me ha hecho dar por más que satisfecha una de mis filias, así es que de momento lo dejamos, si lo veo necesario, ya contactare con usted. ¿Le debo algo más?”, le dije.
“No, no, doña Patricia. Está todo correcto. Y recuerde que estoy a su disposición para lo que necesite. Ha sido un auténtico placer”, me dijo colgando.
Bueno por lo menos había tíos que aún se comportaban como personas y no como animales.
Hablando con Páez, me había acordado de Rosa. Busqué en el bolso, porque en algún lado debía de tener anotado el número de su móvil. Efectivamente, lo tenía.
Se me estaba ocurriendo una idea, que no se si sería buena o mala, pero necesitaba pensar en otras cosas.
Llamé a Inma.
Entró Inma y se sentó.
"Usted dirá doña jefa", me dijo con guasa.
"Ja, ja, si, yo te digo. Verás, la otra tarde haciendo algo que no te voy a contar, porque llamarías directamente a los loqueros, conocí a una chica, Rosa, una chica jovencita y el tema es que acabé comiéndola el coño"
"Cómo? ¿Me has puesto los cuernos?, Eso se merece unos buenos azotes", me dijo partiéndose de risa.
"Ya habrá tiempo para eso, pero el tema es que la chica me dio el número de su móvil, y me dijo que, si quería repetir, la llamara, y he pensado en hacerlo, llamarla y quedar las dos con ella, y tener una tarde de chicas. ¿Qué te parece?", la dije.
"Una tarde de chicas, suena bien, ¿y que haríamos exactamente?", me dijo Inma visiblemente interesada.
"Había pensado, en quedar sobre las 5 de la tarde, ir a alguna cafetería a tomar algo y charlar, así la vamos conociendo y ella a nosotras, y luego ir las tres a casa de mis padres, que están pasando unos meses en Canarias", la dije, “de todas formas tengo que ir a regar, o sea que podemos matar dos pájaros de un tiro”:
"Uhmmm, me encanta el plan. ¿Y ella querrá?, me dijo Inma.
"Eso podemos averiguarlo ya mismo. Espera y la llamo", la dije.
Cogí el móvil, puse el manos libres y marqué su número, al momento contestó,
"¿Sí?"
"Rosa", pregunté.
"Si, ¿quién es?", dijo ella.
"Soy Patricia, la del coche de la otra tarde", la dije.
"Ah, ostias, si ¿Qué tal?", Me preguntó.
"Bien, oye, te llamo porque voy a quedar con una amiga a merendar y me preguntaba si te gustaría unirte", la dije sin más rodeos.
"A merendar?, ¿Cuándo hoy?", preguntó Rosa
"Si, puede ser hoy. Y realmente sería a merendar y después a comer", la dije con voz picarona.
"¿A comer después de merendar? No entiendo. Ahh! Vale, vale, jajaja ya he caído. Pues no tengo nada está tarde, por mi genial", me dijo ya lanzada.
"No se enfadará tu chico de que no quedes con el?", la pregunté.
"Que le follen. Estoy cabreada con él desde ese día", me dijo ella muy digna.
"Porqué, que te hizo?, pregunté.
"Que, ¿qué me hizo?, te parece poco aprovechar la mínima para follarte?", dijo aparentando indignación.
Las caras de Inma estaban entre la sorpresa y la risa de la situación.
"Mujer, tú estabas ocupada, entretenida", la dije yo recordándola que yo la estaba follando a ella.
"Ya, ya, pero no es lo mismo. Y encima no le defiendas", me dijo.
"No, no, dios me libre", la dije, " Pero mejor si no tienes que dar explicaciones. ¿Te parece bien a las cinco en la cafetería plaza, que está en la plaza mayor?
"Si la conozco. ¿A las cinco entonces?”, me dijo
"Vale guapa, pues luego nos vemos entonces. Un besito", y colgué.
"O sea, que me fuiste infiel con la chica y con el novio. Que cabrona. Cuenta, cuenta", me dijo Inma divertida.
"Mejor no preguntes, jajaja", la contesté.
"Vale, vale. Quieres que me acerque a un sex-shop y compre un arnés, siendo tres no vendría mal", me dijo Inma.
"O un consolador de esos dobles. Los he visto en alguna peli", la dije.
"Vale, pues me acerco ahora", dijo Inma.
"Toma", la dije sacando del bolso 100 euros, está vez sí, del dinero 'ganado con el banquero', "no sé lo que costarán, pero con 100 tendrás".
Se levantó y antes de salir de acercó y me dio un pequeño morreo.
"Que guarra eres, me encantas", me dijo riéndose y saliendo del despacho.
Afortunadamente ya casi no se notaba la hinchazón de los labios. Me evitaría tener que dar explicaciones, que por otro lado no me apetecía lo más mínimo tener que dar.
Inma volvió con las dos cosas, el arnés y el consolador doble, además, trajo lubricante, y condones. No se si es que esperaría que nos dejaran preñadas los consoladores, aunque me aclaró que no, que era cuestión de higiene.
La verdad es que esta chica valía un potosí. Estas acostumbrada a ver a las colaboradoras, como eso, colaboradoras, sin más. No nos preocupamos por los valores humanos que cada una y uno, lleva dentro.
Claro que los valorábamos profesionalmente, por eso estaban en la empresa, pero aún, en ningún cursillo de dirección de empresa, nos habían dicho que debíamos ahondar en el interior de los empleados.
Yo con Inma, lo había hecho, y vaya que si me había sorprendido
Bueno ahora comeríamos y luego a encontrarnos con Rosa. Realmente tenía ganas, de tener una sesión de sexo tranquila, y esperaba encontrarla esta tarde. La dije de ducharnos antes de irnos, pero con buen criterio, me dijo que mejor nos ducháramos las tres luego en el piso de mis padres.
Si alguien pregunta, vamos a ver a un cliente, a Julián………. , aunque no creo que pregunten, ya sé que ponen todos muy contentos cuando no estoy.
CONTINUARA